OPINIÓN

El Real Madrid tiene los informes del mejor relevo posible para Nacho

Nacho, en Anfield, durante el partido ante el Liverpool. /GETTY
Nacho, en Anfield, durante el partido ante el Liverpool. GETTY

Para el Real Madrid no existe más ley que la del movimiento. Es un club en permanente búsqueda del futuro aunque el presente sea alegre o a pesar de que ahogue. Por eso extraña que aún no se haya decidido a convencer, o al menos a apalabrar, al posible sustituto de Nacho. 

El segundo capitán lleva meses meditando su futuro y, por primera vez en su carrera, baraja la opción de dejar aquello que nunca le abandonará el corazón. Irse del club de su vida. De sus últimas palabras ante los medios se desprende que el pulso que está manteniendo consigo mismo está siendo de película, codos derechos en la mesa de madera y venas palpitando en la sien. El Real Madrid conoce la situación y, aunque de momento es un asunto que no quita el sueño en los despachos donde nunca se duerme, sorprende que no se lance a asegurar al mejor relevo que hay, a pesar de tenerlo totalmente identificado.

Los informes que manejan los responsables de la parcela deportiva madridista, incluso el actual cuerpo técnico (si bien su futuro posee el mismo grado de incertidumbre que el de Nacho), son inmejorables. Los datos recabados hablan de un jugador con mucha experiencia en Primera y en Europa, central y lateral, con un alto porcentaje en victorias y con los atributos de los buenos defensas: sobriedad, determinación y una capacidad envidiable para evitar los problemas. Además, casi a modo de carta de recomendación, se subraya su profesionalidad tanto dentro como fuera del campo, ejemplar.

La documentación lleva tiempo en las oficinas del Real Madrid sin ser analizada en profundidad porque está oculta bajo facturas, planos y los papeles cotidianos, esos que no se ven a pesar de estar delante de los ojos. Por los que siempre te defiendes con la misma excusa: "Bueno, no me toques el desorden de la oficina que yo sé dónde están, cuando los necesite los cogeré". El problema del relevo de Nacho es que su nombre no está guardado en la estantería del mercado, sino que figura en la carpeta de la plantilla. Porque no hay mejor sustituto de Nacho que el propio Nacho. Y el club corre el peligro de perderle. Será entonces cuando se le eche en falta. Sucede con las cosas que siempre funcionan. Se da por sentado que estarán y no les prestas demasiada atención. Cuando llega la ausencia, nace la nostalgia.

Que Nacho se plantee marcharse es más que razonable pues nunca ha tenido, ni sentido, un respaldo definitivo. Siempre le ha acompañado la sensación de ser un buen complemento que cumple con dignidad, como ese pantalón que ha visto muchos días y demasiadas noches: le debes mucho, pero cuando acudes a una cita importante miras a otro lado y le dejas colgado en el armario, aguardando alguna desgracia que le dé otra oportunidad. Hay alabanzas que son puñales.

En el reportaje publicado por Alfredo Matilla, técnicos y compañeros del jugador intentan arrojar luz sobre la paradoja que rodea a la figura de Nacho: elogios de todos pero indiscutible para nadie. Los motivos que se exponen son variados. Personalmente, suscribo los de Jorge Casado ("Se valora más al jugador por el que has pagado que al que tienes en casa") y los de Ginés Meléndez ("Le falta una buena campaña de marketing").

Suele suceder en las mejores familias y en las peores empresas. Nunca se aprecia lo suficiente el valor de quien nace, crece y se desarrolla en el mismo entorno. Las virtudes se vuelven invisibles ante el poder cegador de lo de fuera y el peso de ser inversiones de club. Nacho siempre asumió su papel, consciente de que en ese instante tenía por delante a los mejores en su puesto: Ramos, Varane, Pepe, Alaba, Militao… Callaba cuando no jugaba, destacaba cuando lo hacía, algo que al final siempre acababa sucediendo. Este tipo de jugadores, comprometidos y gratis, son el mejor activo de cualquier plantilla.

Sin embargo, el fichaje este año de Rüdiger, otra ficha más en la línea de sucesión, le torció el gesto definitivamente. Siempre desoyó ofertas, pero todo ha cambiado. Con 33 años siente que, por primera vez, necesita darse prioridad. Faltan dos meses para que acabe contrato y será él quien decida. Si opta por salir, el Madrid tendrá dos deberes: buscarle repuesto en un mercado que no ofrece alternativas que aglutinen tanto intangible y cuando dé con los informes de Nacho, debajo de la pila de papeles y facturas, archivarlos en la carpeta de Errores.