Catanha: "Da rabia caer en una depresión, esperar el aliento de Málaga o Celta y que ni te llamen"
La 'Gaviota' espera una oportunidad como entrenador: "En Brasil apostaba en la calle para poder comer y mis amigos murieron por drogas o robos".

La mayoría de entrevistas cuelgan de una percha de la actualidad. Hay otras que son meros encargos. Las hay trascendentales, por la importancia del personaje. Y algunas veces, incluso por la relevancia de las palabras que se cruzan. Ésta en concreto, con Henrique Guedes da Silva, 'Catanha' (Recife, 51 años), es un capricho personal. Estar un fin de semana en la Costa del Sol acompañando a la Selección da para cumplir deseos pendientes de la adolescencia. Por eso, lejos de costar, es un placer desplazarse hasta Torremolinos para quedar con un delantero que hizo historia con las camisetas del Málaga y el Celta y que, pese a ser brasileño, jugó con La Roja.
La Gaviota, como se dio a conocer mundialmente por su manera de festejar los goles, llega a la cita enfundado con el chándal de España y mostrando un andar muy futbolero, con esos paréntesis que hacen de piernas. A pocas horas de jugar con la Selección de veteranos está encantado de enfrentarse a una charla diferente. Mientras pide una botellita de agua, le avisamos de que no pretendemos centrarnos en su trayectoria, de sobra conocida y mil veces referenciada. Preferimos hablar de cómo llegó a la élite y de cómo es seguir adelante fuera de ella.
Para el que te tenga la pista perdida: ¿qué hay de Catanha?
He estudiado recientemente el curso de entrenadores UEFA Pro con excelentes profesores y compañeros. Estuve dirigiendo al Nerja esta temporada y dejé al equipo décimo.
¿Te echaron?
No. Me fui por algún que otro problema. A veces los entrenadores tomamos decisiones que no son buenas para el grupo... Pero estoy muy contento con la gente, con el presidente, con el coordinador. Se ha hecho un buen trabajo.
Curioso. Hablas ya más como un entrenador (por hacer) que como un exfutbolista (de éxito).
Hay que actualizarse. Está siendo un aprendizaje muy bueno y ahora espero tener alguna oportunidad.
¿Qué tiene Málaga que no haya en Vigo para que te hayas quedado a vivir por aquí?
Me quedé por la familia, que está muy a gusto. El ambiente es diferente. En Vigo hay mucha calidad, pero es una diferencia muy grande. En Vigo tengo muchísimos amigos y los quiero. La familia manda. No puedo hablar mal ni de un lado ni del otro.

Mientras llegabas a este encuentro pensaba que hay un par de generaciones al menos que te conocemos de sobra, pero... ¿te siguen reconociendo los chavales que te cruzas por aquí?
Sí, sí, bastante. Paso a menudo cerca de esta plaza del ayuntamiento cuando salgo a correr. Y la gente, te lo aseguro, está siempre gritando 'Catanha, Catanha'. Eso es bueno, ¿no? Siempre hice un buen trabajo y muchos goles. Y eso no se olvida.
También veo ahora niños y niñas alrededor nuestro que no reparan en quién eres. Y eso que conservas la misma planta de siempre. ¿Cómo le explicarías quién fue Catanha si se acercara alguno ahora mismo?
Destacaría mi profesionalidad y la humildad. Que fui un jugador que lo dio todo y que goza del cariño de la gente. Principalmente en Málaga y Vigo. La Gaviota tiene mucha culpa.
¿Cómo lleva un futbolista que ha sido portada tantas veces el anonimato?
No se lleva. Es cuestión de aprendizaje. Son etapas de nuestra vida. Aprendemos a lidiar, a convivir con lo que nos toca. Al principio de mi carrera tampoco salía en los periódicos y sabía que tenía que correr a tope para conseguir algo en la vida. Salir de Brasil, llegar al campeonato español, destacar... Mi situación al inicio era bastante complicada.
¿Y eso?
Yo veía cómo estaban mis familiares y tenía claro que había una necesidad muy grande. Tenía que luchar por conseguir los objetivos. Y eso, cuando lo logras es muy grande. Ahora es época de formarse y seguir luchando. La vida es así. Subes y bajas, como en el fútbol. Lo importante en este mundo es dejar amigos y ser humilde. Toca saber convivir con otra etapa.
¿Cómo fue el primer día de tu nueva vida tras la retirada?
Te queda un vacío. Y luego te entra un poco de depresión. Tienes que agarrarte a la familia. Y rápido. Porque va pasando el tiempo y te vas metiendo en esa depresión. Yo me vine a Málaga de nuevo y dejé Brasil para intentar formarme, para buscar algo diferente, metido siempre en el fútbol, pero también para ayudar a la cantera y a los entrenadores. Esa era mi intención, pero al final entras en una depresión porque esperas un aliento del Málaga. Esperas un aliento del Celta. Y ni te llama nadie. No llega nada. Entonces, caes en una depresión y te da una rabia muy grande por todo lo que has hecho por ellos. Parece que la gente no te valora. No te valora el club por el que has dado la vida por conseguir algo.
Es duro lo que dices.
A veces nosotros, jugadores, profesionales, creemos que sólo por el hecho de que hemos hecho 50 o 70 goles en un club pensamos que tenemos el derecho a trabajar dentro de él. Pero no es así. Hay que tener paciencia y formarnos, sin tener prisa. Eso es malo. Pero es que... El momento llegará seguro. Tienes que tener paciencia y, sobre todo, agarrarte a la familia para poder salir de esa depresión que decía. Salir de ese momento de vacío en el que estás.
"En Brasil apostaba en la calle para poder comer y mis amigos murieron por drogas o robos"
Técnico y exdelantero de Málaga, Celta y Selección¿Quién te ayudó especialmente a remontar?
Yo recurrí a Dios y a mi mujer. Y decidí formarme como entrenador. Busqué a mi mujer para poder salir de una situación bastante complicada que tenía aquí en Málaga. Se lo agradezco muchísimo a mi esposa por haberme ayudado en ese momento. Hace siete años salí de Brasil dejando todo en manos de mi mujer para que administrara las cosas que tenemos allí. Y vine a Málaga de nuevo para poder buscar mi propio ser, dar la vuelta a la situación. Le dije: 'Tú haz lo que tengas que hacer en Brasil, tienes el control de todo'.
¿Hasta entonces habías estudiado algo o lo apostaste todo al fútbol desde niño?
Sí, estudié muy poco. En realidad, muy poco, muy poco. Los brasileños, el 80 o el 90 por ciento, incluso los sudamericanos en general te diría, yo creo que hemos estudiado muy poco. Hoy en día, gracias a Dios, lo más importante para los niños y para esta camada joven que está subiendo es dar prioridad a los estudios. Nosotros apostamos mucho en nuestra posibilidad de ser un jugador de fútbol y muchos no llegan, es muy difícil. Es muy difícil llegar, y cuando llegas tienes que valorar todo y tu sueño tiene que estar realizado. Yo he desempeñado todos mis sueños. Hice todo lo que imaginaba. Todo. Y ahora quiero realizar otro sueño más: ser entrenador.
Eres un jugador, y hablo en presente porque uno es futbolista hasta que muere, que te formaste en la calle. Si ahora te giras un poco y ves a tu espalda esta plaza casi vacía, ¿no te parece extraño?
Buff. Mira, mira. Nadie. La plaza ha cambiado muchísimo. Yo vivía en la calle de Brasil. Imagínate. Yo vivía para arriba y para abajo. Jugaba en todos sitios y apostando en un dos contra dos. O en tres contra tres.
¿Apostando dinero?
Claro. Apostaba dinero para ganar algo y poder gastar después. No eran partidos de broma. Era lo máximo, porque yo era el menor de todos y la gente era más grande que yo. Pero me metía en el medio de todos con 12 años y jugando con gente de 18 y 19. Me sentía fuerte.
¿Te hacía falta ese dinero para comer?
Sí, muchas veces lo apostaba por eso, para ganar y llevar dinero a casa también.
¿A qué se dedicaban tus padres?
Mi madre era cocinera en un bar. Mi padre trabajaba en un almacén de construcción. Y la necesidad era muy grande. La verdad es que mi infancia fue bastante complicada. Nadie ha pasado lo que he pasado yo. Sucedieron muchas cosas a mi alrededor. Si yo contara muchas cosas de las que pasé con 10 o 12 años... De los amigos que tenía ya no vive ninguno conmigo. Tenía entre seis y diez amigos, amigos que vivían en un mundo diferente. Yo no entraba ahí... Yo era más de fútbol, pero mis compañeros ya se fueron todos.
¿Problemas de qué?
Problemas de droga y de robar. Eso, en Brasil, lo pagas.
¿Alguna vez llegaste a hacer algo de lo que puedas arrepentirte?
No, yo... [Se queda muy pensativo]. A veces… A veces no tenía nada que comer en casa y salía a la calle a buscar. Hoy en día veo a los chavales con todo. Tienen botas, tienen comida. Yo, en mi caso, he tenido días que no tenía nada que comer.
¿Hasta el punto de tener que robar tú también?
Yo iba a fuera para buscar mi alimento. Nunca fui como mis amigos, porque tenía mucho miedo. Era así, un tío, pero con un corazón muy grande. Yo iba a buscar lo que comía a veces.
¿Y cómo sales de allí y llegas a Europa?
Surgió en esos partidillos que te contaba. Jugando un 2x2, un 3x3... Ahí fui alimentando a los ojeadores que pasaban por ahí. Siempre había alguien mirando. Y un día me llevaron a Río de Janeiro a hacer una prueba en Fluminense. Ahí se empezó a despertar algún interés de parte de Fluminense. Primero el infantil, luego el juvenil. Comenzaron a llegar las oportunidades. Era un sueño estar allí, pero me costó bastante la adaptación a Río.
¿Fuiste solo?
No, fui a casa de mi tía. El campo de entrenamiento estaba a una hora de autobús, y costaba ir y venir. Pero poco a poco se fue moldeando un poco el sueño que tenía de ser un jugador profesional.
¿Cuándo llega el primer sueldo?
En el San Cristovao. Un sueño. Se lo enviaba todo a mi madre. Para mí el dinero no era nada en mi mano. Se lo daba todo a ella, para mi casa, para que pudieran hacer lo que quisieran. Yo sólo quería entrenar y jugar, entrenar y jugar, entrenar y jugar. Nada más. No quería saber de nada más. Descansar y estar listo para jugar. Ahí, ya en un régimen de concentración, empecé también a cuidarme de otra manera.
Allí, en Sao Cristovao, coincidiste con Ronaldo, 'el gordito'. ¿Ya se veía lo que luego fue?
Sí. Yo tenía 18 años y él, unos 11 o 12. Jugaba él primero y nosotros, después. Íbamos con tiempo para verle jugar. Era diferente de los demás chicos. Cogía el balón en los pies y salía siempre driblando. Uno, otro, otro más… Imparable. Parecía flaco pero siempre fue fuerte de piernas. Y a la gente le encantaba. Se veía que iba a ser un grande. Como fue.
¿Tú pensabas entonces que podías llegar a jugar con Brasil como hizo él?
La primera vez que me planteé la posibilidad de jugar en una selección fue cuando acabé máximo goleador con el Málaga. Ahí sí sentía que podía hacerlo con Brasil o con España. Iba a depender de quién me diera la oportunidad. Se lo decía a mi mujer: 'Tengo que jugar en una selección'. Me lo tengo que meter en la cabeza. Brasileña o española. Yo pude ir a la selección brasileña cuando me fui a Vigo. Pero antes, para ir a una convocatoria, tenías que pagar.
¿Cómo?
No sé quién me llamó. No me acuerdo. Tuve la oportunidad de ir con Brasil. Una persona me llamó y me dijo 'te voy a poner en la selección brasileña. Pero tú tienes que darme tanto'.
¿Me hablas de un intermediario?
Eso es. Un intermediario o algo así me llamó. Y yo dije que no. 'Mira, no quiero hablar de eso. No quiero...'. Y fue entonces cuando apareció Camacho en mi vida. Empecé a escuchar cosas de que podía ir con España. Me sorprendió un poco la situación. Yo encantado. España me había dado un trabajo, comida, amigos... Tengo un cariño enorme por los españoles. En Vigo tomé la decisión de jugar con España. Fue en 2001.
¿Sentías el peso de tener que dar pasos hacia adelante precisamente para que tu familia estuviera orgullosa de ti? Porque tuviste otras etapas, por ejemplo en Salamanca, donde las cosas no te fueron tan bien...
Sí, sí. Cada día que iba a entrenar ponía todo mi corazón. Yo, cuando entro en un campo de fútbol, voy a una guerra. Voy a una batalla. Cada día de entrenamiento iba así. Es doloroso pensar cómo vivías y lo que dejas atrás para poder disfrutar de esta oportunidad. Así que luchaba por mi familia y por el pan de mis hijos. Lo hago incluso ahora cuando juego con los veteranos. Eso es bueno. Eso es bonito.
¿Cómo se tomaban esa permanente competitividad tus compañeros?
Saben cómo era yo dentro del vestuario. Cómo entrenaba y el cariño que les tenía. Siempre fui una persona muy, muy batalladora. De un carácter bastante aguerrido. Pero luego soy muy amigo de mis amigos.
A ti también te insultaban bastante y creo que eres una voz autorizada para hablar de un tema que, desgraciadamente, sigue de actualidad. ¿España es un país racista?
No. A veces las personas confunden lo que es el racismo. A mí me han dicho de todo, pero me lo tomaba más como rivalidad que como racismo. Yo fui a Zaragoza y me gritaban "uh, uh, uh". Lo hacen para molestarte un poco. Para sacarte del partido. Como pasa con Vinicius.
"¿Vinicius? Tiene que centrarse en lo suyo y parar de besar el escudo. España no es racista. A mí me decían de todo, pero era para sacarte del partido"
Técnico y exdelantero de Málaga, Celta y Selección¿Qué le dirías?
Vinicius se tiene que preocupar de jugar. Yo sé que a veces no le gusta que le molesten y está todo el tiempo hablando con el árbitro, pidiendo tarjetas. Yo nunca le di importancia a que se metieran conmigo. Y jugué en todos los campos de España. ¿En qué campo no jugué? Es normal que la afición rival te diga algo. Vinicius se tiene que centrar en hacer las cosas bien. Entrar dentro del campo, hacer sus regates, sus goles... Tiene que parar de estar todo el tiempo besándose el escudo. Puede hacer lo que quiera, esa es la verdad, pero si se centrara en hacer lo que sabe... Que piense en ganar los partidos y en dedicárselos a su afición y su familia. Nada más.
Pues sí que le contagió Camacho su espíritu...
Es un fenómeno. Lo tengo ahora de entrenador en la Selección de veteranos. Tiene un carácter muy gracioso. Típico español. Me encanta. Es un tío fenomenal. Una persona maravillosa. Y aún hoy le doy las gracias de haberme dado la oportunidad de ser internacional. A él y a su staff técnico.

Pues te dejaron fuera del Mundial de Japón y Corea en 2002. ¿Qué te faltó?
Un gol. El que fallé en el Bernabéu aquel día contra Israel [2-0, el 7-10-2000].
¿Dejó de ir a la Selección por no marcar un solo gol?
Sí. Lo tengo claro. Fallé. Fue un centro de Munitis y no acerté en el cabezazo. Me faltó ese gol ahí para ir al Mundial. Tenía todos las papeletas para entrar en la lista porque era uno de los máximos goleadores en la época. Me faltó eso.
Lo cuentas como si te acordaras todos los días de ese instante concreto.
Claro. Prácticamente pienso en ese lance a diario. Jamás fallé un gol como ése. Yo siempre fui de meter muchos goles de cabeza. Y ahí... yo no sé qué pasó ese día. El único balón que fallé en toda mi vida. Fue ese lance. Habría consolidado el buen momento en el que estaba.
"Pude jugar con Brasil pero me pidieron dinero. Entonces apareció Camacho. Un fenómeno. No fui al Mundial 2002 por aquel error del Bernabéu..."
Técnico y exdelantero de Málaga, Celta y SelecciónTuviste una trayectoria muy buena, exitosa. Y, además, en una época en la que se ganaba bastante dinero. ¿A un futbolista de tu categoría le da para vivir de las rentas toda la vida?
Sí. La verdad es que mi mujer, gracias a Dios, tiene controlado todo lo que tengo. La importancia del dinero no es para mí por lo que viví antes. Por ejemplo, estoy súper feliz con lo que gano ahora mismo con mis cosas. Yo se lo digo siempre a mi mujer y a mis hijos, que yo no tengo una necesidad de querer ganar y ganar. No, no. Estoy muy feliz con lo que tengo. Mi mujer sabe controlar bien las cosas. Está saliendo bien lo que tenemos en Brasil y ella tiene el control de todo. No quiero saber nada, ella es la que cuida de los negocios y de nuestras inversiones.
¿Eras de los que te pegabas caprichos caros de coches y cosas así cuando eras una estrella o tenías muy presente que cuesta mucho ganar el dinero y no despilfarrabas?
La verdad es que lo gasté un poquito. Con coches. Y con relojes. Compré bastantes porque era muy aficionado a los relojes.
¿Estabas con tu mujer entonces o no?
Estaba con ella ya. Pero…
¿Pero?
No era tampoco un despilfarrador ni nada de eso. Yo compré un coche que quería y tal, pero no era un tío de estar cambiando constantemente todos los años de coche. Yo, la verdad, la primera cosa que tenía en mente era comprar una casa para mi madre. Y es lo que hice. Y mira, ahí está, ella está todo el día en su casa. Qué alegría. Hay que estar con los ojos abiertos para no hacer malas inversiones. Si caes en una mala inversión, te arruinas. Eso realmente te arruina.
¿Has sufrido algún revés económico importante?
Una parte de mi inversión también la he perdido, ¡eh! Invertí mal una parte… Si no es por mi mujer… Menos mal, Dios mío. Es complicado. Les pasó a muchísimos jugadores en Brasil.
¿Viste casos cercanos de compañeros en Málaga y Vigo que ganaran bien y acabaran mal?
Bueno… En mi época no se ganaba tanto. Los sueldos de entonces eran de un millón y medio de euros al año para abajo. Hablo de un jugador como yo. Hoy, un futbolista medio normal gana seis millones de euros. Ha cambiado todo mucho.
¿Catanha valdría en la actualidad seis millones?
Yo un poquito más.
¿Cuánto?
Más que antes, seguro. Si un jugador normal vale ya seis millones, un goleador como yo, 15 o 20. Te garantizaba 15 goles por temporada. El problema es que algunos jugadores ganan muchísimo en la actualidad, invierten mal y se arruinan. Hay muchos, muchos que están en situaciones muy complicadas. Y a mí me duele mucho porque, como dije antes, los clubes no te abren la puerta para darte un trabajo o algo, ¿entiendes? Hay muchos compañeros de mi generación en problemas porque no tienen formación. Fernando Sanz siempre lo dice. Cuando dejas de jugar hay que buscar una formación rápida. Tiene razón. Sólo así se pueden buscar oportunidades.
"Hay jugadores en situaciones complicadas. Ganan mucho, invierten mal y se arruinan. Yo perdí dinero por eso. Menos mal que gestiona todo mi mujer"
Técnico y exdelantero de Málaga, Celta y Selección¿Le hablas a los chavales de esto cuando les entrenas?
Sí, nosotros tenemos la obligación de decírselo. Lo primero son los estudios, la educación. Tienen que valorar bastante lo que tienen, eso es muy importante. Y luego saber competir. Si tú estás competiendo, estás disfrutando. A veces les hablo de mi infancia. 'Me gustaría ser como tú. No sabes lo que he pasado yo...'. He tenido la oportunidad de estar ahora en San Andrés y pude ser entrenador y jugador al mismo tiempo. Y les hablaba de todo esto.
¿Cómo es eso de compatibilizar ambos roles?
Qué estrés. A veces estaba en el banquillo, íbamos perdiendo y decía 'salgo yo'. La gente diciéndome que entrase. Llegué a jugar con mi hijo en esa época. Me sentí muy contento. Jugar al lado de tu hijo, al que has criado, es especial. Él me vio poco jugar en Primera. Venía al campo conmigo pero él no veía los partidos, se ponía a jugar por ahí. No paraba. Su papá le daba igual. Ahora, a él se lo digo también: 'Lo primero es la escuela'. Haga lo que haga siempre inculco lo mismo. Ser entrenador y jugador al mismo tiempo es raro. Pero fue un gran aprendizaje. Me ha ayudado mucho estudiar lo que he estudiado ahora. Y estuve hasta de director deportivo en Estepona y me fue muy bien. Me encantó.

Te falta ser presidente. Es raro que, siendo tantas cosas y habiendo tantas urgencias en el Málaga, no te ofrezcan algo...
Lo del Málaga me duele bastante. Al principio de la temporada el club prometió una cosa y eso es lo que más me molesta. Prometieron el ascenso a toda Málaga. Y la afición se lo creyó. Cuando empezó a planificar la plantilla y se puso a contratar jugadores se vio que no estaban cualificados para ascender. La afición del Málaga es como es. Tiene un cariño grande al Málaga y es una de las mejores que hay en España. Perdiendo o ganando, la afición está ahí. Pero esa gente mintió. Lo de la dirección deportiva es...
¿Cómo?
Dimitió Manolo Gaspar como director deportivo porque fue el responsable de la situación del Málaga. Es su culpa. Fue él el que planificó todo. Y su ayudante, Duda, y toda esa gente. Málaga no se merece estar en esta situación tan complicada. Tiene que ganar muchos partidos en este final de temporada y que los demás pierdan. Es muy difícil. Una pena.
"Me duele lo del Málaga. Prometieron el ascenso... Manolo Gaspar y su ayudante Duda son culpables"
Técnico y exdelantero de Málaga, Celta y Selección¿Te gustaría poder echar una mano?
Me gustaría, claro. Y tener oportunidades. Y formar a los chavales. Si no, habrá otros equipos.
Seguro. Vamos acabando... Por cierto, ¿qué es lo que más te suelen preguntar en una entrevista?
Por qué celebraba los goles haciendo la Gaviota.

No te he preguntado antes para no ser pesado. Sólo quería sacarte ese tema si eres capaz de contarnos algo que no hayas revelado antes.
Algo tengo aún [risas]. Ya sabéis que surgió estando en el Málaga, pero que sucedió antes de un partido en Las Palmas. Dando el paseo habitual, vimos a unas gaviotas. Como estábamos en una situación muy cómoda en la clasificación y el ambiente estaba relajado, empezamos a imitarlas de broma. Entonces varios compañeros acordamos una cosa: quien marcara un gol esa tarde lo celebraría como una gaviota. Los otros jugadores que lo pactaron, que no todo el mundo lo sabe o se acuerda, fueron Agostinho y Edgar. Yo acepté, claro. Y me tocó. Íbamos perdiendo 1-0, Agostinho me la puso al primer palo en el minuto 90 y marqué el 1-1. Lo celebramos como habíamos prometido. Y otra cosa, por si alguien se ha olvidado, desde entonces lo hago siempre.
¿Siempre significa que hasta ahora con los veteranos?
Siempre. Hasta con los veteranos. Lo hice para en la celebración del centenario del Valencia. A la gente le encanta.
¿Y alguna pregunta que siempre estabas deseando que te hicieran en una entrevista y nunca llegó?
Poder hablar de los rusos en el Celta. Eran muy cabrones [risas].
¿Por?
Al final eran buena gente. Mostovoi y Karpin. Eran dos tipos muy ganadores. Siempre fueron así. Estabas de broma y nunca se reían contigo. A veces nos peleábamos. No me gusta hablar de estas cosas de vestuario. Paso de decir estas cosas, pero era así... Dentro íbamos todos a una, pero fuera nos llevábamos regular. Ya ves que soy un tipo muy raro. Soy así. Y ya está.
"Coincidí con Ronaldo y ya se veía con 12 años que sería un grande. Mostovoi y Karpin eran muy cabrones. Nunca se reían. A Eto'o le presté dinero"
Técnico y exdelantero de Málaga, Celta y SelecciónPensé que me ibas a contar alguna anécdota con Eto'o, con el que coincidiste en el Leganés.
¡Eto'o! Yo era un padre para Eto'o. Un padre, de verdad. Él tenía 16 o 17 años. Compartimos un vestuario muy, muy pequeñito. Era tan pequeño, en el antiguo Butarque, que nos cambiábamos de ropa y teníamos que salir de él porque no cabíamos todos dentro. Y Eto'o llegaba siempre tarde a los entrenamientos porque venía de la concentración del Real Madrid, ya que estaba cedido. Llegaba en tren a Leganés. Y siempre aparecía llorando. Un día le dije: '¿Qué te pasa negro?'. Y me decía: 'Es que, joder, esto está muy lejos para mí'. Siempre estaba reclamando. Y le dije: 'Tú tranquilo. Queda poco. Vamos a disfrutar y a meter muchos goles juntos. Y ya está. El año que viene tú estarás ahí otra vez jugando en el Real Madrid. No te preocupes'.
¿Has coincidido con él después y lo habéis hablado?
Sí. Llegué a prestarle dinero a Eto'o cuando estaba necesitado. En esa época no tenía dinero; su padre no le daba.
Tiene pinta que ésa era una de las inversiones que hiciste que no te salió bien del todo...
[Risas]. No me lo devolvió nunca. No pasa nada.