Las quejas de Rodrygo despiertan el fantasma de Di María en el Real Madrid
El argentino comenzó a protestar cuando se sintió que no le valoraban lo suficiente. La situación del brasileño no es idéntica, pero los tics comienzan a ser parecidos.
Rodrygo Goes (23 años) ya no se va a callar. Bien como nueva estrategia de comunicación, que contrasta con la prudencia exhibida en los años anteriores en el Real Madrid, bien porque su vaso se está desbordando, el rosario de declaraciones y reacciones del brasileño para reivindicarse están tomando el cariz de 'caso'. Las últimas retumbaron como un golpe en un tablón de madera.
Más allá de compartir su ofensa por quedar fuera de la lista de candidatos al Balón de Oro, expuso una queja hasta ahora nunca vista en él. "A menudo parece que sólo estoy llenando espacios. ¿Falta alguien ahí? Pon a Rodrygo. ¿Falta alguien por la derecha? Rodrygo. ¿Falta alguien como número 9? Rodrygo. Eso es todo. Puede que me moleste un poco, pero soy un jugador de equipo", declaró en una entrevista concedida a ESPN. El atacante dejó abierta la puerta al desagrado para, de paso, ponerse en valor y explicar una situación, en Madrid y en Brasil, que comienza a tocar su ánimo. Porque aunque está reconocido en el club [es uno de los ojitos derechos de Florentino], percibe que su estatus se pone más en debate que el de otros pese a su importante participación en los grandes triunfos del equipo.
Comenzando desde su posición. Se adaptó sin problemas a la derecha cuando aterrizó en el Real Madrid porque la banda que le proyectó a la élite, y en la que se mueve como parcela de su propiedad, está ocupada por Vinicius. Después, cuando Benzema se marchó, se desplazó hasta la zona del nueve. Y, aún sin Mbappé, fue el parche que tapaba en la izquierda las ausencias de su amigo y compatriota. Por ejemplo, la temporada pasada jugó 45 partidos como delantero, tres en la banda derecha y dos en la contraria. En la anterior, disputó 26 encuentros en la banda derecha, 19 como delantero y siete en la izquierda... Primero como revulsivo y ahora instalado en el equipo titular, su polivalencia le ha llevado a transitar por todos los puestos de arriba. "Soy un jugador de equipo", insiste. Pero ya se le empieza a notar cansado y a ver enemigos.
Unos síntomas que resucitan el fantasma de Di María. La situación no es idéntica, pero los tics comienzan a ser parecidos. En 2013, el fichaje de Gareth Bale por el Real Madrid amenazó el rol del argentino, pero Ancelotti le aseguró que confiaba en él y abortó la posibilidad de salida. El galés venía de ser un expreso por la banda izquierda del Tottenham. Un 'problema' ya que ese terreno era coto privado de caza de Cristiano. Para insertarle en el equipo titular, el técnico le puso en la derecha... el sitio de Di María. Un 4-2-3-1 en el que 'el Fideo' no tenía espacio.
Unas protestas que acabaron con un adiós por la puerta de atrás
El jugador de Rosario, importante meses atrás, fue perdiendo protagonismo, se inquietó y empezó a protestar. Era año de Mundial y no quería quedarse fuera. El runrún comenzó desde su entorno. "Aquí hay un tema presidencial, pero no quiero hablar de ello", declaró su agente, Eugenio López. Se filtró también una supuesta oferta del Mónaco. Y las quejas del futbolista por jugar a veces fuera de sitio. La agitada situación afectó a su juego, que desembocó en pitadas del Bernabéu. En una de ellas, ante el Celta, se llevó sus manos a los genitales mientras iba hacia la banda para ser sustituido por Jesé. "No quise hacer nada para el público ni al míster. Fue un gesto natural. Si hubo gente que se sintió mal por eso, pido disculpas", se defendió Di María en la televisión oficial del club. El siguiente partido en el Bernabéu no jugó...
Ancelotti, experto patrón en marejadas, supo reconducir el asunto con un movimiento en la pizarra: un 4-3-3 para mantener a Bale en la derecha e incrustar a Di María como volante izquierdo junto a Xabi Alonso y Modric. Fue un 12 de enero, contra el Espanyol, cuando el italiano se sacó esta fórmula de equilibrio y el argentino volvió a ser importante. Jugó en ese puesto 22 partidos y se reveló clave en el tramo final y en la conquista de la Décima Copa de Europa.
La temporada acabó bien, el caso Di María no. La fractura era complicada de soldar. El argentino nunca se sintió valorado y se fue a Mánchester ese verano de 2014 [80 millones]. Antes, hubo un último 'conflicto' entre las dos partes. El Madrid mandó una carta al Fideo para que no jugase la final del Mundial: quería evitar una lesión que perjudicara su posible salida. El argentino la rompió. "Yo ya sabía que querían venderme, porque se decía que James iba a ir al Real Madrid y es un jugador que iba a ocupar mi posición. Cuando me llegó la carta me lo imaginaba todo. Sin abrirla, la rompí. No quise leerla, ni mirarla", reconoció.
La situación de Rodrygo no es igual. El palco le ve con buenos ojos y el técnico le pone sin que haya influido el fichaje de Mbappé [ha sido titular en todos los partidos de esta campaña]. Sin embargo, ha despertado algo en él que le lleva a alzar la mano, a darse el valor que considera que se le está ahorrando. Di María se sentía subestimado y salió por la puerta de atrás. El caso del brasileño no ha llegado aún al río aunque refleja que ya hay una herida abierta.