OPINIÓN

El problema de Ancelotti no es que no quiera contar la verdad, es que no puede

Ancelotti sale de la conferencia de prensa. /AFP
Ancelotti sale de la conferencia de prensa. AFP

En los finales, llenarlo todo de sangre es tentador pero no es aconsejable. En ocasiones, ese ejercicio de contención te lleva a agarrar el teléfono y montar un incendio a la persona que descuelga en el establecimiento de pizzas o en el departamento de Sistemas, por poner dos ejemplos. Ventanillas equivocadas, en cualquier caso. No es ningún secreto que el cable pelado te aleja de la elegancia. Uno, que es impulsivo, intenta evitarlo pero no puede controlar la bola lanzada en el pinball. Y como uno pretende copiar a quien admira, el que esto escribe siempre observa las conferencias de prensa de Carlo Ancelotti con papel, bolígrafo y atención. Sentía curiosidad por ver cómo el italiano iba a gobernarse después de que Brasil anunciara unilateralmente su fichaje como nuevo seleccionador, fuera disimulos, sin que el Real Madrid haya abierto aún la boca (el comunicado). Con todo perdido, pero con tres partidos aún por jugarse, esta manera de salir del entrenador es tan indigna para su legado como llamativa para un club obsesionado con guardar las formas.

Carletto siempre se ha caracterizado por manejar la crítica con perspectiva y humor, con mesura. Y eso, en una sociedad encrespada y cortoplacista, ha sido de agradecer. Hasta en las últimas presumió de moderación. "No hay que hacer un drama de esto", contestó para normalizar una situación que no lo es. Por eso, en su comparecencia abundaron los regates, el arte del toreo que se emplea cuando no se quiere contar la verdad. Y Ancelotti no quería. O más bien no podía porque, de haberlo hecho, todos quedarían mal. Desde él al club, pasando por muchos jugadores, que han dejado a los pies de los caballos a un técnico que siempre puso el pecho por ellos.

En este divorcio tras una luna de miel insospechada al principio y dulcísima en las mejores noches, hay demasiados puntos ciegos que el italiano no quiso aclarar. Respondía con requiebros. Él, que siempre dijo que nunca se iría del Madrid por voluntad propia, esquivó la primera pregunta de una manera que se aleja de las suyas. "¿Por qué sale ahora?", le lanzaron. "Se produce porque la CBF ha sacado este comunicado y desde el 26 seré entrenador de Brasil", devolvió. "El Madrid no ha dicho nada oficialmente... ¿Le sorprende?", le insistieron. "El Madrid sacará el comunicado cuando quiera sacarlo. No hay ningún tipo de problema. No sé cuándo lo harán. Lo hará en los tiempos que consideren oportunos. Nada que añadir". "¿Por qué esas prisas de la CBF?", continuaron apretando los periodistas. "Cada uno actúa como quiere actuar", zanjó. Fue cuando le insinuaron que no se le veía feliz a pesar de su fichaje por una Pentacampeona como Brasil cuando asomó un poco de realidad: "Soy muy feliz. La rueda de prensa tengo que explicar cosas que no quiero explicar, porque tengo la camiseta del Madrid hasta el día 25. Porque respeto mucho esta camiseta. La quiero respetar hasta el último día".

La verdad es que Ancelotti no puede salir y contarlo todo. Sólo así se conocería el rol que ha jugado cada parte y facilitaría tomar partido por unos, otros o ninguno. Porque si entramos en el juego de la especulación, él puede quedar en mal lugar por negociar con otro equipo (selección) en plena competición, con el Madrid aún peleando por títulos como la Copa o la Liga, con viajes a Londres por el medio y preocupándose más de su futuro en Brasil, con charlas aparte con Vinicius o Militao, que de analizar a los rivales blancos. O que el señalado fuera el club por la gestión de su salida, apalabrando a un entrenador antes de comunicarle al de Reggiolo su final. Es probable, de igual modo, que la que saliera con heridas fuera la Confederación Brasileña de Fútbol, su próximo pagador, por saltarse los tiempos que el Real Madrid se había marcado para despedirle, algo que molestó a Florentino Pérez. Tendremos que esperar para ver las cartas boca arriba. Si es que alguna vez se dan la vuelta.

Mención aparte merece el capítulo de los jugadores. Cuando se le preguntó por las causas del pinchazo del equipo en esta temporada, si no se hubiera mordido la lengua porque, total, de perdidos ya al río, hubiese expuesto públicamente a varios de sus futbolistas. Algunos de los cuales seguirá teniendo bajo su tutela en su próxima aventura. Y eso sí que no va con Carletto. Prefiere morir con los suyos a pesar de que muchos de ellos han contribuido a su desgaste.

Ancelotti se marcha como el entrenador más laureado del Real Madrid, con muchos errores de gestión de plantilla en este última temporada (¿por qué no miró a la cantera para taponar la sangría en el lateral derecho y se abrazó a Lucas Vázquez como en El Beso de Klimt?) y, también, como el mejor portavoz, un traje que queda impoluto porque supo entender lo que es el Real Madrid y lo que no. "Nunca he sentido que el club no me quería", expresó. En los finales uno también borra las trifulcas y se queda con el amor. En este caso, lamentablemente, se dijo adiós antes de la despedida. Esa es la única verdad.