OPINIÓN

Papá, ¿estos también son del Atleti?

Parte de la afición del Atlético de Madrid increpa a Courtois./AFP
Parte de la afición del Atlético de Madrid increpa a Courtois. AFP

Uno, ingenuo hasta la médula, sigue pensando que 'To er mundo é güeno' como diría Guillermo Summers. Por ello, el otro día me atrevía a discutir con un imberbe compañero que el Atleti había superado ya los complejos de antaño. Que el derbi, con la importancia que tiene, ya no era el partido del año, una final o el título de la temporada para los colchoneros. Que el duelo ante los blancos es un choque más en el ambicioso plan de quien se ha gastado 185 millones de euros en fichajes para intentar firmar una gran campaña y no solo un gran partido. Pero una vez más la realidad me ha demostrado que confundo con asiduidad la inocencia con la tontería.

Hubo un tiempo en el que el Atleti salía a los derbis en inferioridad. Fueron los años del plomo en los que, hicieran lo que hicieran, el derbi siempre se quedaba en la Castellana. Años en los que los blancos salían al campo con el 1-0 ya en el marcador. Partidos y temporadas en los que el Atleti peleaba por entrar en Europa y en los que los partidos ante el eterno rival eran finales que, de terminar en victoria, podían justificar temporadas. Sin embargo, esa falta de títulos y de competitividad ante el eterno rival, se suplía con entusiasmo, valores y sentimiento. Tres vértices que respondían a la eterna pregunta de "¿por qué somos del Atleti?".

Hubo un un tiempo también, primero con Quique y luego ya con el Cholo, en el que el Atleti empezó a creer que podía, no solo levantar títulos, sino también a ganar al Madrid. Los blancos encontraron el rival digno que tanto buscaban. Llegaron triunfos como la Copa levantada en el Bernabéu o dos finales de Champions decididas en la prórroga o en la tanda de penaltis. Los rojiblancos se veían como iguales a sus rivales, se dejaban los complejos en la caseta y empezaban a meter trofeos en la vitrina, que es de lo que viven los grandes. Una categoría que reclamaba desde hacía muchos años y que se ganó en el campo con dos ligas, dos Europa Leagues, dos Supercopas, una Copa del Rey y una Supercopa de España.

Los fantasmas del pasado y con ellos sus complejos parecían olvidados. O al menos eso pensábamos los ingenuos. Porque al parecer no es cierto y se sigue mirando al eterno rival con la cabeza hacia arriba, sin poder mirarle a los ojos. Y los hechos lo demuestran. Primero con comportamientos como cancelar conciertos por la afiliación deportiva del artista y segundo, y más grave, con las imágenes vividas en el Metropolitano en el último derbi, donde un grupo de aficionados (que no representan a todo el estadio pero son los que más ruido hacen) se erigieron en protagonistas y 'jugadores' de un equipo que acabó aplaudiéndoles.

Son tiempos difíciles, en los que la crispación en la que vivimos en todos los ámbitos de la sociedad se eleva exponencialmente en los campos de fútbol. Por ello es complicado encontrar momentos para la pausa, para el análisis y para encontrar motivos (que los hay y muchos) para seguir sacando pecho por los logros conseguidos. Los mismos que un día permitieron a toda una afición verse de igual a igual con sus vecinos y presumir con papá porque somos del Atleti.