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"Entre pedir dinero para estudiar o poder generar...": Pacheta acabó de carpintero

El técnico del Valladolid atiende a Relevo: "He hablado con psicólogos, pero no soy capaz de digerir la derrota".

Pacheta, entrenador del Real Valladolid /A.Mingueza
Pacheta, entrenador del Real Valladolid A.Mingueza
Isabel Pacheco

Isabel Pacheco

"El mejor halago que me pueden hacer es que me digan que soy un tío normal", dice José Rojo Martín (Salas de los Infantes, 54 años) más conocido como Pacheta. "Con el nombre de Jose no vuelvo ni la cabeza". No se separa estos días del informe de su próximo rival, el Real Madrid. "Me gusta tenerlo en papel. A veces las ideas te llegan a las cuatro de la mañana y si lo tengo al lado puedo escribir", confiesa a Relevo.

El Real Valladolid despide el año enfrentándose este viernes al equipo de Carlo Ancelotti. De padre agricultor y madre molinera, a los 19 años Pacheta tuvo que dejar los estudios para ponerse a trabajar en una carpintería. "Entre pedir dinero para seguir estudiando o poder generar, me fui a generar".

¿Le llamo José o Pacheta?

Todo el mundo me llama Pacheta. Jose no vuelvo ni la cabeza. La que más me llamaba así era mi madre, pero murió y ya poco gente me llama Jose. Pacheta, Pache…

Salas de los Infantes, ¿qué se le viene a la cabeza?

Son palabras mayores. Es un sitio donde tu infancia es inolvidable y donde generas los pilares fundamentales de tu vida. Salas es todo. Es donde vive mi padre, donde están mis hermanos… Salas es mi pueblo, mi vida, mi infancia. Es a lo que huelo.

¿Se suele escapar por allí?

En cuanto tengo tiempo. Ahora estoy en el sitio más cercano donde he entrenado desde mi casa. Estoy a una hora y media de Salas y a dos horas de Soria, que es donde tengo mi residencia y donde viven mis hijos y mi mujer. Ellos van y vienen a Valladolid o voy yo.

Cuando va por Salas, ¿le gusta hacer las mismas cosas que hacía antes?

Hago lo mismo que he hecho siempre. Me tomo un café con mis amigos, veo a mi padre, estoy con mi hermano… Lo mismo de siempre. No tiene ninguna diferencia que seas entrenador o jugador de fútbol. Cuando era jugador seguía yendo a por leña con mi padre y mis hermanos. Me acuerdo que me decían "¡Pero que juegas en Primera División!". Cuando voy a Salas soy el hijo de Pacheta y a trabajar como todo el mundo. No hay ninguna diferencia. Tenemos el bar de un amigo y esa es la sede donde nos reencontramos todos.

"En casa no hemos pasado hambre porque siempre hemos tenido cochinos, gallinas..., pero no había dinero"

Pacheta Entrenador del Real Valladolid

Viene de una familia de origen humilde y usted trabajó en una carpintería.

En aquel entonces hice formación profesional cinco años. Con 19 quería seguir estudiando, pero había un problema en casa. Nunca hemos pasado hambre porque siempre hemos tenido cochinos, gallinas… pero no había dinero. Entre pedir dinero para seguir estudiando o poder generar, me fui a generar. Estuve dos años asistiendo a clases de madera en Santo Domingo de la Calzada, en el Ministerio de Educación. Después pasé un año trabajando en una carpintería que se generó en Quintanar de la Sierra, que es el pueblo de mi mujer. Ahí estuve un año compaginando jugar en el Numancia con trabajar en la carpintería. Estoy orgullosísimo de haberme criado en una familia humilde. Padre agricultor y madre molinera.

¿Se acuerda cómo era su día a día allí?

Fue una carpintería un tanto especial. Éramos una carpintería de cinco chicos que lo que hacíamos era trabajar para los ayuntamientos. Hacíamos sillas, mesas, bancos … Era muy interesante. El jefe que teníamos, que es un amigo del pueblo, era fantástico. Con él tengo una relación fantástica.

"Nuestra profesión es difícil, envejeces mucho"

Pacheta Entrenador del Real Valladolid

En un futuro, cuando el fútbol deje de estar en su vida, ¿descarta volver?

Siempre me ha gustado la talla en madera. No descarto que cuando tenga tiempo pueda volver a hacer cosas con madera. Salir al monte, coger la bicicleta, son otras cosas que me gustan y algún día espero tener tiempo para poder disfrutar de ellas. Pero de momento estoy disfrutando de mi profesión como pocos. Es verdad que es una profesión de riesgo porque es muy dura, sobre todo, en los momentos adversos. Nos cargamos de responsabilidad, no te deja dormir. Es una profesión dura. Cuando dicen "No, pero duro los mineros". Sí, sin ninguna duda. Pero nuestra profesión es una profesión difícil, envejeces mucho. Al final cuando tus decisiones son públicas, es duro. Entiendo que hay otras profesiones muchísimo más duras que la mía a nivel físico, a nivel intelectual. Pero yo hablo de la mía. No estoy diciendo que otras sean mejores o sean peores. Yo hablo de la mía.

Dejando a un lado lo complicado que es ser entrenador ¿qué significa el fútbol para usted?

Primero fue una ilusión, porque de niño siempre sueñas con eso. Luego se convirtió en un trabajo y ahí ya hay una serie de obligaciones. El deporte es muy sano hasta que se convierte en una profesión. Entonces ya no es tan sano. A partir de ahí el fútbol es toda mi vida. Llevo 35 años viviendo del fútbol. Primero como jugador, luego como adjunto a director deportivo, como director deportivo, como entrenador. Hay muchas cosas que te pueden gustar, pero no puedes comer de ellas. Una de las grandes virtudes es dedicarte a lo que quieres.

¿Cómo de importante ha sido su padre para usted durante su carrera?

Mi padres han sido la clave de construirme como ser humano. Me acuerdo que mi padre siempre me decía que el fútbol no me iba a dar de comer y luego cuando volvía a casa le decía "Oye, pues sí que me ha dado de comer". Se reía mucho.

"He hablado con especialistas, con psicólogos, pero no soy capaz de digerir la derrota. No hablo ni con mi mujer ni con mis hijos"

Pacheta Entrenador del Real Valladolid

Hace uno años confesó que la derrota no le autoriza a salir a cenar. Que no es capaz de digerir la derrota. ¿Cómo ve que un jugador se vaya de fiesta después de que su equipo pierda 3-0?

Yo no puedo hacerlo, pero no critico al que lo hace. Yo la derrota no soy capaz de manejarla. He hablado con especialistas, con psicólogos, pero no soy capaz de digerir la derrota. ¿Qué pasa? Igual este "no manejo de la derrota" es lo que me ha llevado hasta aquí. A veces valoro todo para que me afecte un poco menos, pero es verdad que necesito 24 horas para admitir qué hemos hecho mal y encontrar las soluciones. Cuando las encuentro, empiezo a remontar otra vez. No hablo ni con mi mujer, ni con mis hijos. Cuando pierdo no tengo humor para hablar con nadie. Intento aislarme, encontrarme a mí y cuando me encuentro, tiro para adelante. 

En ese momento de aislarse, ¿qué hace?

Le doy muchas vueltas a la cabeza, pero eso es lo que único que me saca de ese círculo. El encontrar la solución. Tengo que tener energía para poder ver otra vez el partido. Analizar qué he hecho yo durante la semana pasada y qué he hecho mal para llegar a esto o qué es lo que tengo que mejorar. Una vez que lo encuentro, a ser feliz otra vez. Soy un tipo optimista en la vida.

Tiene la costumbre de reunirse con las parejas de los jugadores a principio de temporada. ¿Por qué?

Las he hecho siempre en los sitios en los que he estado. Esta temporada aún no la he hecho. Me imagino que la generaré, una vez termine el mercado de fichajes el 30 de enero. Me gusta acercarme a ellas porque tienen mucha más importancia que yo en la consecución de los objetivos. A este tipo de reuniones siempre llamo a la persona que convive con el jugador. Han venido madres, novias, hermanas. Es curioso que cuando tenemos a un jugador joven en la plantilla, siempre a las reuniones ha venido la madre, no el padre. Es una reunión muy importante donde intento explicarles la importancia que tienen y donde intento ponerles en valor todo lo que hacen. Siempre son las olvidadas. Las compañeras, las mujeres, novias, madres. Ellos son los protagonistas, las estrellas. Pero detrás de esa estrella, el entorno es clave para su éxito. Intento cuidarlo, nada más.

"A veces las ideas te llegan a las cuatro de la mañana y si tengo el informe al lado puedo escribir"

Pacheta Entrenador del Real Valladolid

Estos días imagino que no se habrá separado de ese informe que le elaboran semanalmente sobre el próximo rival. El de ahora es del Real Madrid.

Me da seguridad. Otros lo llevan en un IPAD, otros en versión digital. Yo tengo que llevarlo en papel porque me gusta escribir, porque lo rompo, porque lo doblo…

En los días previos y siendo su rival el equipo de Carlo Ancelotti, ¿lo ojea mucho?

Me gusta mucho llevar el del Madrid y el del cualquier otro equipo en la mano. A veces las ideas te llegan a las cuatro de la mañana y si lo tengo al lado puedo escribir. Si no la idea se me ha ido y ya no me acuerdo.

¿Alguna vez ha estado en casa y ha tenido que irse a la ciudad deportiva porque le ha venido una idea a la cabeza y tenía que plasmarla en algún sitio?

Claro que me ha pasado. Las grandes tertulias del fútbol se generan por la tarde, cuando no hay nadie. Yo llego al estadio a las ocho de la mañana y me suelo ir a las ocho de la tarde. Pues a eso de las cuatro es cuando surgen las grandes tertulias que tengo con mis ayudantes o con todo aquel que pasa por allí. Ahí es donde crecemos. Cuando tienes una idea, es ahí donde rápidamente te vas a buscar al que se la tienes que contar. Algún día con mi ayudante hemos salido al campo de fútbol a medir distancias de si le va a dar tiempo al jugador a saltar, a apretarles de aquí a aquí en un espacio de tiempo definido por el balón...

"Prefiero un tipo trabajador, honesto y que sea un poco peor futbolista"

Pacheta Entrenador del Real Valladolid

A seis puntos del descenso, ¿cómo ve a su equipo?

Estamos en dinámica creciente. Hacemos muchas cosas bien. Tenemos que ir mejorando otras. Pero estoy muy satisfecho y muy expectante de lo que puede venir. Estoy ilusionado con lo que nos puede llegar. 

En casa, ¿le regañan porque sólo se hable de fútbol?

Sí, me regañan. "Sólo hablas de fútbol". Intento hablar de lo que domino, lo que no domino…

Admiro mucho de usted su naturalidad.

Te agradezco mucho el elogio. Intento trabajar la normalidad, es algo que me obsesiona. Este es el mayor halago que me han hecho en mi vida, cuando me dicen 'míster, si lo que tienes es que eres muy normal'. Es el mejor halago que me pueden hacer, soy un tío normal. La sencillez es algo maravilloso.

Dijo que es una persona que es capaz de sacrificar calidad futbolística por calidad humana.

No tengas dudas. Prefiero un tipo trabajador, honesto, con una serie de valores y que sea un poco peor futbolista. Al final jugamos al fútbol, necesitas buenos futbolistas, pero a partir de ahí genera lo demás. Prefiero eso a un jugador que tenga sombras de su vida privada o de actitud. Si me genera dudas, prefiero el otro que no me las genera. "Pero es que es peor", pero al cabo del tiempo me da más producto ese jugador. Otros a lo mejor dicen: "A mí dame futbolistas buenos y que pase lo que pase". Yo no. Prefiero que sea un tío que, en los momentos duros, va a empujar a otro tipo de actitudes.

¿Es más complicado entrenar a estrellas?

En las estrellas cabe lo mismo que los que no son estrellas. Las estrellas son mucho más humildes de lo que nos creemos. Esto no va unido a ser estrella, esto va a unido a ser humano. Hay jugadores de Tercera división fantásticos y jugadores de Tercera división que no. Yo se lo dejo claro a los jugadores. Éstas son las líneas y mientras vayas entre las líneas puedes ir haciendo zig-zag. Si te sales de las líneas, palo.

¿Qué entrenador fue el que le transmitió toda esa pasión que usted le pone?

De todos he cogido un poquito. Con Camacho fueron tres años y me marcó su pasión por este trabajo. Ya no sólo en el fútbol sino ese "Ponle pasión a todo en la vida". La inquietud por todo ello me la transmitió Bielsa. Otra persona que me marcó fue Sergio Kresic. He tenido muchos entrenadores y muy buenos. De todos los entrenadores hay que aprender qué hay que hacer y qué no hay que hacer.

¿Recuerda algún partido donde se haya ido muy fastidiado a casa?

No tengo ninguna derrota especialmente dolorosa. Si tengo un empate muy doloroso. Ese con el que no conseguimos la permanencia con el Huesca. Empatamos contra el Valencia en el último partido de Liga. Pero no ha habido partidos donde yo me haya recriminado. Las derrotas me duelen mucho, mucho.

Si echa la vista atrás, ¿se siente orgulloso de todo lo que ha conseguido?

Se lo digo a mis hijos. Estoy muy orgulloso de lo que estamos consiguiendo. Es la leche estar entrenando en Primera. Soy un puñetero privilegiado. No tengo la sensación o la capacidad de creerme entre los 13 mejores de España. Son circunstancias que suceden y una me ha tocado a mi. Hay muchísimos entrenadores, incluidos en el fútbol base, que son mucho mejor que yo. Cuando hablo con ellos me lo demuestran. Sigo teniendo muchísima ilusión y muchísimas metas por conseguir. Entiendo que hay mucha gente mejor que yo, pero esto era como cuando jugaba al fútbol, que no se duerman que juego yo.