RAYO VALLECANO - ATHLETIC CLUB

Los momentos clave de Iñigo Pérez: Una visita de Valverde, un año que le hizo 'bielsista' y su renacer con Arrasate

Repasamos el crecimiento del entrenador del Rayo Vallecano, que hoy se mide al club en el que se formó y en el que cambió su carrera hasta convertirse en técnico.

Iñigo Pérez en su etapa como entrenador del Rayo./EFE
Iñigo Pérez en su etapa como entrenador del Rayo. EFE
Patxo De la Rica

Patxo De la Rica

Iñigo Pérez apenas jugó 58 partidos con el Athletic Club, pero su carrera, como jugador y como entrenador, y su vida, no se pueden entender sin el conjunto vasco. La entidad bilbaína le moldeó, desde la antigua residencia rojiblanca del Seminario de Derio en la que entonces aún destacaba más por su sentido del humor que por sus conocimientos tácticos, hasta el primer equipo. Joaquín Caparrós, Marcelo Bielsa y Ernesto Valverde fueron sus entrenadores en la élite en Bilbao, con un peso específico en cada caso y con los que sería imposible entender su trayectoria. Hoy, ejerciendo en el banquillo del Rayo Vallecano, volverá a reencontrarse con su casa.

Se enfrentará con un Ernesto Valverde que fue clave para él. El Txingurri, que se había retirado en 1997, ejerció como entrenador de la cantera de Lezama, pero también fue adjunto a la Dirección Deportiva de Andoni Zubizarreta. El club quería incorporar a un chico joven de la Txantrea, club convenido del Athletic, y el de Viandar de la Vera viajó en persona a Pamplona para convencer a los padres de Iñigo. Aunque hubo dudas por salir de casa, les convenció en una de sus últimas tareas en este puesto antes de tomar las riendas del filial rojiblanco. Aquella sería la primera, pero no la última vez, que Valverde 'rescataría' a Iñigo.

En la cantera rojiblanca fue imprescindible. En el campo y fuera de él. Buen estudiante -después se convertiría en un lector empedernido, amante de la poesía y de la psicología-, en las categorías inferiores recuerdan mucho más de él "chorradas con las que te morías de risa". Entre bromas, Iñigo fue subiendo escalones hasta llegar a un filial en el que coincidió con Luis de la Fuente en unos años complicados para el segundo equipo rojiblanco. Líder y zurda exquisita. Joaquín Caparrós le hizo debutar precisamente en Vallecas, en una eliminatoria de Copa del Rey que ganaron los madrileños y en la que Dani Giménez le privó de su primer gol como profesional.

Fue en el verano de 2011 cuando todo cambió. Marcelo Bielsa le incluyó entre los descartes que había hecho antes de tomar las riendas del Athletic. Hacía de sparring: Un día de lateral, otro de extremo, otro de mediocentro... lo que hiciese falta. Pero lo que parecía un castigo para algunos, para él fue una oportunidad que volvió a marcar su vida y su carrera. Le dio la vuelta: Bielsa se disculpó con él y reconoció su error, antes de hacerle debutar como lateral izquierdo.

Aunque lo que cambió su estatus fue una vivencia que caracteriza tanto al navarro como al argentino. En un entrenamiento, Gorka Iraizoz le pegó un 'puñetazo' en un despeje. Sangrando, Bielsa le dio permiso para abandonar el entrenamiento, pero él quiso seguir. Desde entonces y hasta hoy fueron inseparables. Aunque no jugó mucho, era uno de los ojitos derechos del vestuario para el argentino, no muy dado al trato personal con sus futbolistas. Con Iñigo, en cambio, compartía paseos por el campo dialogando. De la vida y del fútbol.

"Guardo mi amistad con Marcelo Bielsa como un tesoro porque es difícil acceder a él. Me gusta ser agradecido y él se portó muy bien conmigo en temas extradeportivos y a día de hoy tenemos una buena amistad"

Iñigo Pérez Entrenador del Rayo Vallecano

Cuentan que Marcelo vio en él un pupilo y, sobre todo, a una persona muy similar a él. Un chico con el que empatizaba por sus miedos e inseguridades, pero también por su pasión, su inteligencia y por esos cerebros que fluyen a mucha mayor velocidad que los de la media. Demasiado rápido a veces. Juntos compartían análisis personales y futbolísticos, lo que le despertó su pasión por los banquillos y le llevó a sacarse los carnets de entrenador. "Marcelo fue el que mejor le entendió y el que más le ayudó", dice José Luis Oltra, ex entrenador de Iñigo en Mallorca en una etapa dura que después trataremos con más detalle.

Años después, seguiría compartiendo mails, llamadas y consejos con el rosarino. Todos ellos, claves en la carrera de Iñigo. Hasta el punto de que Bielsa ha querido contar con él como ayudante en alguno de sus proyectos, como el que tenía entre ceja y ceja en 2022 cuando su vuelta a Bilbao estuvo cerca en plenas elecciones. No pudo ser.

Una etapa en Mallorca como punto de inflexión

Con Ernesto Valverde de vuelta en Bilbao y tras un curso de pocos minutos en la 2012-13, buscó cobijo en Mallorca. En el comienzo, imprescindible para Oltra en aquel conjunto balear que buscaba recuperarse en Segunda. Allí ya era un líder y uno de esos jugadores interesados por entender el juego: "Te dabas cuenta desde el principio que le gustaba el juego, que le gustaba hablar de táctica, pregunta, era inquieto...", responde Oltra en cuanto se le pregunta por él.

"Hay gente que juega fútbol y son grandísimos profesionales, pero no les gusta el juego, y hay gente, como puede ser Iñigo, que sí les gusta el fútbol, que sí que hablan de ello. Del partido que se jugó el día anterior o del que se va a jugar o del nuestro y de muchos aspectos tácticos", recuerda el entonces técnico del Mallorca, que tiene claro que esa influencia venía de Bielsa porque así se le dijo Iñigo.

Pese a su calidad, "ese golpeo espectacular que tenía" y su entendimiento del juego, razones extra futbolísticas no le permitieron estar en su mejor nivel en la isla. En diciembre ya se pensó en cortar la cesión y volver a Bilbao, sin poder disfrutar del fútbol, aunque se hizo oficial a finales de enero por un "cuadro de estrés", según se anunció públicamente. Oltra ya había hablado con él previamente y buscó ayudarle, algo que le deja la "conciencia tranquila" pese a que no lo consiguió, como él mismo admite: "A mí lo que me sabe mal es a lo mejor no haberle podido ayudar más para que él pudiera estar mejor y que hubiera dado una versión mejor".

"Yo tengo claro que intenté ayudarle, aunque no tengo tan claro que le pudiera ayudar por el momento en el que estaba", reflexiona, aunque no duda si mira atrás: "Tengo un recuerdo muy bueno de él en lo futbolístico y en lo personal. Toda esa situación que vivió no influyó en que él fuera un gran compañero, en que él cada vez que saliera diera lo mejor. Era muy bueno, pero tenía otra situación que no le permitió rendir en su mejor versión".

"Tuvimos una conversación en la que se abrió. El hecho de ser consciente de esa situación, de ser maduro, le ayuda a gestionar un vestuario y entender la mente de un futbolista que no solo, o no siempre, es fútbol"

José Luis Oltra Entrenador de Iñigo en Mallorca

Lo importante es cómo Iñigo afrontaba la situación: "Tuvimos una conversación en la que se abrió y que cambió la forma de tratarlo y ayudarle. Es una persona que ya se ve cuando te lo cuenta. El hecho de ser consciente de esa situación, de ser maduro, le ayuda a todo: para gestionar un vestuario, para tratar a las personas y para entender un poco lo que puede pasar por la mente de un futbolista que no solo, o no siempre, es fútbol". E insiste con Bielsa: "Ya no solo es que Marcelo te pueda condicionar o impresionar a nivel táctico, sino en este caso su comportamiento con el Iñigo persona, por su situación, fue realmente muy buena y le ayudó muchísimo".

Finalmente regresó a Bilbao, donde Ernesto Valverde era el entrenador. "Vuelve al Athletic por motivos personales, pero es un chaval excepcional", dijo Oltra en su momento ante los medios baleares. "Está pasando por un mal momento personal y entendemos que le tenemos que ayudar. Lo primero es poder recuperarle", reconoció el Txingurri en aquellos días, sin dudar en incluirle en la plantilla para los últimos seis meses de una campaña en la que no volvió a jugar.

"Hablamos bastante en ese tiempo y se le veía que era inteligente y un jugador que quería comprender el juego"

Ernesto Valverde Entrenador del Athletic

"No estuvimos mucho tiempo juntos, pero hablamos bastante en ese tiempo, y se le veía que era inteligente, un jugador que quería comprender el juego. Me gusta el espíritu que tiene", dijo ayer el entrenador del Athletic en la rueda de prensa previa a su visita al Rayo de Iñigo Pérez. Dos técnicos que se respetan mucho profesionalmente porque el rayista siempre ha valorado del Txingurri su capacidad para liderar desde el respeto y la normalidad, pero también su riqueza táctica y un "rock and roll" que busca hoy en su conjunto madrileño.

Jagoba, inseparables para volver a Primera

Lejos de Bilbao y el Athletic, si hay un entrenador que ha marcado también su carrera es Jagoba Arrasate. Coincidieron en Soria, donde Iñigo ya había vuelto a sentirse futbolista a las órdenes de Juan Antonio Anquela. La salida del entrenador andaluz llevó a Jagoba a Soria. En el Numancia se encontraron un joven entrenador en busca de reconducir su carrera y un futbolista necesitado de confianza para poder volver a su mejor nivel. Juntos incluso soñaron con ascender en unos play-off en los que cayeron ante el Rayo Vallecano -una vez más clave en su vida-. 

Con el de Berriatua lo jugó todo y Arrasate no dudó en llevárselo a Pamplona en cuanto cambió el rojo soriano por el rojo navarro. ¿Por qué? Porque Iñigo es de esos jugadores que hacen pensar siempre a un entrenador y que les obliga a prepararse porque cuestiona, pregunta y, en definitiva, saca lo mejor de ellos. Jagoba, que en esa etapa tenía mucho feeling con él y le veía como un líder, no lo dudó. Ese fue otro momento sin el que es imposible entender su vida. 

En la capital navarra, apuntaba en una libreta cada entrenamiento, las cargas y se sacó un curso de media coach. Definitivamente Iñigo se convirtió en un entrenador en el campo. Incluso, en los viajes y mientras Arrasate analizaba próximos rivales, Iñigo hacía lo propio con la Premier, sobre todo desgranando partidos del Leeds de Bielsa. Después compartía sus apuntes con el rosarino, que tenía muy en cuenta su opinión.

Todos estos momentos moldearon a un Iñigo Pérez que apenas suma un año como entrenador pero que está demostrando estar capacitado para serlo. Más allá de los resultados, el mundo del fútbol valora a un profesional apasionado, metódico y con un discurso que cala en el jugador. Un joven de solo 36 años que volverá a ponerse frente a un Athletic Club al que ama y, quién sabe, al que quizá pueda volver en el futuro. En Bilbao le quieren y le respetan.