Mikel Vesga y unas dudas que marcaron sus inicios: "Las ganas se volvieron en mi contra; pensar en si valgo o no valgo"
El centrocampista rojiblanco se abre con Relevo para hablar de emociones, inquietudes y fútbol. Una entrevista para conocerle a fondo.
Mikel Vesga (Vitoria, 8 de abril de 1993) es ya un veterano del Athletic Club, aunque le cueste asimilarlo y darse cuenta de que van pasando los años. Son ya ocho desde que debutase en el primer equipo, seis desde que regresara a la entidad tras dos cesiones en Gijón y Leganés que le cambiarían la vida y le harían, por fin, sentirse futbolista de Primera División. No es un comentario más. Mikel, nervioso y muy reflexivo, sufrió el síndrome del impostor durante los primeros años de su carrera ("incluso en infantiles") pero con trabajo, profesionalidad y su zurda, se ha consolidado en el club bilbaíno como uno de los líderes emocionales de un vestuario que tocó el cielo el curso pasado.
Dice no sentirse "un perro verde" en el mundo del fútbol, aunque desde fuera se puede afirmar que es una especie en extinción. Licenciado en Económicas, sigue estudiando en cada viaje con la expedición rojiblanca, sumando cursos relacionados con una carrera que inició cuando en el fútbol no veía futuro pero que terminó ya en Bilbao. Sin redes sociales, con un discurso autocrítico que también es poco habitual en la profesión y sin miedo a reconocer que en su cabeza rondaron muchas veces comentarios de inseguridad: "¿Valgo o no valgo?".
Hoy se ha despojado de las dudas. Disfruta, aunque en este momento luche por recuperar un puesto de titular del que se hizo dueño en los inicios de esta etapa de Ernesto Valverde y que perdió a comienzos de 2024. Lo que no desapareció fue su importancia en el campo. Para muestra, su entrada en la segunda parte de una final de Copa del Rey que cambió por completo antes de anotar el penalti que acercó el título a Bilbao. Su peso en el grupo tampoco genera dudas si nos atenemos a lo que sucedió unos días después del éxito La Cartuja, ideólogo de la fiesta callejera: "A tomar por rasca, sin avisar".
¿Cómo estás?
Bien, bien, la verdad es que bien. Ahora contento porque el día a día también aquí está siendo bueno en el club y en lo personal también considero que estoy bien. Así que en ese sentido no hay quejas.
Futbolísticamente, después de un tiempo fuera, tuviste muy buenos minutos en Bulgaria contra Ludogorets, que imagino que para ti fueron importantes.
Sí, bueno, al final llevaba prácticamente un mes sin jugar y es necesario para sentirte un poco parte del grupo también. Estoy contento porque tampoco había debutado todavía en Europa y después de tantos años había ganas. Por suerte se dieron bien todos los cambios y conseguimos entre todos dar la vuelta al partido. Te da esa confianza para volver.
¿Cómo lleva un veterano esa situación de viajar mucho y concentraciones, pero no jugar todo lo que desearías?
Bien, lo llevo bien. Es cierto que uno por propio, no sé si orgullo, siempre quiere jugar y ver que no eres tan importante como quizá este año y medio atrás... Soy consciente sobre todo que los compañeros de posición están apretando que no veas. Y me alegro también mucho por ellos porque al final, sobre todo en un club como este, es necesario que salga gente joven. Y me sorprende que siendo tan jóvenes sean capaces de hacer lo que están haciendo. Hoy, Jauregizar, por ejemplo, cumple 21 años, y que sea capaz de jugar en San Mames y hacerlo así de bien, me hace estar contento. Y de poder apretarles también.
¿Destacas esa personalidad de Jauregizar porque a ti te costó más?
Sí, a mí me costó un poco más. Siempre he sufrido eso, que es que al final el miedo escénico, vamos a decirlo, de salir a San Mamés con 50.000 personas. Quieras o no, de primera impacta y salir ahí tan sueltos como salen ellos la verdad es que es digno de admirar.
¿Y por qué te costaba tanto? ¿Qué has aprendido con la veteranía?
Pues no sé, no llevarme las cosas tan... Al final siempre doy muchas vueltas a las cosas, salgo a jugar y está siempre... Sobre todo al principio, ahora he aprendido a evadirme más, a centrarme en lo que estoy haciendo, pero antes me preguntaba si lo estaría haciendo bien, si esta acción la he hecho bien, esta acción no la he hecho bien... Eso fue sobre todo los primeros años, te estoy hablando incluso en infantiles. Siempre he sido muy de llevármelo por dentro yo solo y con un diálogo interno continuo. Poco a poco he ido eliminando eso y creo que ha sido lo que en un momento dado me hizo clic para conseguir centrarme en el juego y evadirme del resto.
Ese clic es gradual imagino, ¿no? O hay un momento que recuerdes como clave.
Sí, se va reduciendo con el tiempo. Llega un momento en el que tú también enlazas una serie de partidos buenos y te da esa confianza para relativizar un poco todo, ¿no? En ese sentido, yo creo que cuando más cómodo me sentí fue en la época de Marcelino, aunque es verdad que ya lo había conseguido antes en Sporting cuando estuve fuera y en Leganés, pero bueno, aquí en el Athletic me costó más, quizá también por la presión omporque para mí era más importante estar aquí y rendir bien aquí.
Si te hablo del 21 de agosto del 2016, ¿sabes qué día es?
Sí, sí, mi debut con el Athletic en Primera en Gijón. Realmente no tengo muchos recuerdos del día. Me sorprendió porque no pensaba que fuese a jugar. Y me pilló de sopetón, o sea que mucho mejor porque no me dio tiempo ni a pensar.
¿Ni en el momento en el que te llama Ernesto Valverde para salir?
No, tampoco. Es verdad que estuve bastante tranquilo, al menos tengo ese recuerdo. Yo que soy un poco nervioso en las previas y tal, creo que me pilló sin esperármelo. Sí que fue una pretemporada en la que no me estaba viendo mal, pero estaba más fuera que dentro y en un último momento me dijo -Valverde- que me quedaba y de seguido debuté. No me dio tiempo a nada porque estaba en una nube.
Igual más nervios el 28 de agosto, ¿no? El debut en San Mamés contra el Barça.
En ese sí que recuerdo que durante la semana San José estuvo fastidiado de la espalda y creo que se quedó sin convocar. Ahí sí que estaba un poco más preparado, sabiendo que habiendo esa baja en mi posición y habiendo debutado el día anterior, podía tener opciones de participar. Creo que fue media hora y perdimos 0-1, pero como experiencia debutar en San Mamés con el Athletic fue una pasada.
Quiero hablar de eso más en profundidad. ¿Cómo llevabas tú ese miedo escénico del que hablabas?
Bueno, la verdad es que tengo poco recuerdo de entonces, pero siempre he sido muy nervioso en los pré. Aunque echaba la siesta siempre, que parece mentira, en ese partido no tengo el recuerdo de salir y estar del todo nervioso. Sí que un poco más adelante, en partidos que ya jugué titular sí que sentía que tenía que... quizá me ponía yo la presión a mí mismo de querer rendir, de querer demostrar que merecía estar jugando titular como estaba haciendo en ese momento. Y ahí es cuando quizá me pudo esas ganas de más y quizá se me volvieron un poco en mi contra. Y sí que recuerdo empezar a pensar si vago o no valgo, esas preguntas que te haces a ti mismo. Pero luego es verdad que salí en enero a Gijón y ahí es cuando vi que era capaz, que podía dar para Primera División. Fue un año bonito, en realidad. Y en cuanto a San Mames, considero que a la gente joven cuando debuta se le echa una mano y sí que notaba en ese momento que la gente tenía buenas expectativas puestas en mí.
Pero ese síndrome del impostor estaba, ¿no?
Sí, lo tenemos todos creo. Hay gente que le da más vueltas o menos vueltas. Es una conversación con uno mismo continua y, claro, pues quieres o no, eso al final te quita esa concentración que necesitas en ese momento.
¿Y te apoyaste en alguien del vestuario o de tu familia en aquella época?
No, no necesariamente, sí que es verdad que lo he llevado yo siempre muy dentro, que quizá es algo que cuanto antes lo exprese, antes lo sueltas y es mejor. Pero no, creo que obviamente si lo hubiera comentado aquí entre compañeros, imagino que siempre hay gente en esa situación. Pero es algo que cuesta hablarlo muchas veces e igual me hubieran echado antes una mano. O incluso a mis padres, pero también por no querer agobiar, porque son bastante nerviosos ellos también, lo llevé adentro. Ahora tenemos psicólogos aquí, nunca he tenido problema de hablarlo, pero si lo hubiera hecho antes, al menos soltarlo, creo que hubiese sido mejor.
Dices que Gijón fue importante. ¿Ahí te diste cuenta de que tenías fútbol para ser jugador de Primera?
Sí, en ese momento es verdad que fue todo muy rápido y llegué un poco con miedo. Es como el último tren, digamos, para Primera División. Saber que tienes la oportunidad de estar en un club cuando casi no has jugado en Primera. Los dos primeros partidos me costó pero Rubí, que estaba entrenador, siguió apostando por mí y recuerdo que el tercer partido contra el Atlético de Madrid estuve a buen nivel y a partir de ahí me dio confianza y vi que podía estar ahí en Primera División.
Hay muchos canteranos que llegan y hacen carrera, que se asientan, como ahora Jauregizar que lo comentabas. Pero es extraño tu caso, de tener que salir en dos ocasiones cedido, volver y a la tercera asentarse y hacer tanta carrera. ¿Te sientes ejemplo?
No me lo había planteado, pero sí que es verdad que no es el caso más típico. Es verdad que no es fácil lo que está pasando ahora, que se ve gente como Beñat, Unai, Jaure y así, consolidarte ya desde tus primeros años en el equipo es muy difícil. Si sirve mi ejemplo también para eso, yo encantado porque sí que es verdad que fuera es complicado hacerte un hueco.
Creo que, de hecho, estuviste muy cerca de salir otra vez a Leganés y no seguir en Bilbao, ¿no? Cómo hubiese cambiado todo.
Sí, tuve esa opción. Tuve una buena relación con Pellegrino y me estuvo todo el verano llamando para que volviera y porque encajaba un poco en el sistema que tenían ellos. Sí que es verdad que Gaizka (Garitano) en ese momento tampoco me estaba dando muchas oportunidades en pretemporada y veía mi situación... Al final quiso que me quedara y por suerte parece que fue bien.
Te quiero preguntar también por las dudas de esos primeros años. Porque te quedas pero no conseguías consolidarte. ¿Cómo vivías tú esa situación de venir de jugar en Leganés y no tener oportunidades en Bilbao? ¿Te planteabas haberte equivocado?
No lo sé, yo volví de Leganés teniendo claro que quería jugar y estar aquí muchos años. Quería pelear por ello y es verdad que pensaba que habiendo salido pues quizá me iba a encontrar otra cosa aquí y de primeras me chocó, pero bueno soy una persona constante que me gustan los desafíos, el entrenar bien, el estar ahí y creo que esa constancia hizo que al final también cogiera confianza luego a la hora de jugar.
¿Ese momento de no tener minutos fue el peor momento?
Yo recuerdo que el peor año, donde más me costó, fue el año de Cuco (Zganda), en el que empecé jugando y después no jugué nada. Los dos primeros meses jugué mucho y contó mucho conmigo, también porque me conocía -coincidieron en el Bilbao Athletic- y venía del Sporting, pero así como en Gijón pensé que valía para esto, ese año fue todo lo contrario. Para mí ha sido el más duro.
¿Algún día o partido que recuerdes especialmente?
Lo que recuerdo es que fue un año muy duro y, sobre todo, y pasar de no jugar nada a jugar el último partido de liga. Me vino Cuco y me dijo ¿quieres jugar el último partido? Yo llevaba sin jugar no sé ya cuántos partidos y es verdad que muchas veces me digo que no sé si estaba preparado en ese momento. No sé si estaba en mi mejor momento como para poder jugar. Pero claro, cómo le vas a decir a un entrenador que no y encima en San Mamés, que igual no volvía a jugar nunca más. Yo qué sé, dije: 'venga, va'. Pero recuerdo que fue un partido que perdimos contra el Espanyol y mal, o sea, mala sensación, un año malo, la gente enfadada como era lógico y, ostras, ese día se me hizo duro, duro, porque encima no estuve bien, como era de esperar.
¿Cómo te llevas con las críticas? Porque tienes Instagram, pero no le das nada de uso creo. No sé si lees, si no… Recuerdo escucharte una vez decir que si te criticaban sería porque había razones.
Siempre lo he pensado. Intento convivir con ellas. Obviamente no creo que todas las críticas muchas veces sean válidas. Yo mismo creo que soy una persona bastante objetiva e intento saber cuando alguien pasa un poco la raya y decir, oye, no me merezco esto. Pero bueno, entiendo que cuando se habla mucho de mí en críticas, vamos a decirlo, también es porque el jugador tiene que transmitir algo en el campo y si eso no llena a la gente entiendo que puedan hablar así de ti. Pero sí, intento evadirme porque es que si no te vuelves loco porque ya puede haber 100 comentarios buenos y uno malo que siempre te quedas con el malo. Prefiero evitar esas cosas y ahora me tomo todo con otra… A uno le afecta, pero me lo tomo de otra manera.
Había una crítica muy habitual que era la de la pareja Dani-Vesga, aunque mucha gente se olvida que hubo grandes resultados, como un 4-0 en un derbi vasco, por ejemplo. Dani rompió un poco la tensión diciendo que entre vosotros os llamabais los terroristas.
Hubo de todo. Todavía lo comentamos, eh. 'Qué pasa, compi terro', cuando hablamos por WhatsApp. No te voy a decir que se fuese un poco injusto con el dúo, pero bueno, hubo de todo. Es verdad que quizá en cuanto a juego no fue el mejor… Pero hubo buenos partidos, recuerdo por ejemplo el día del Granada en la Semifinal –Copa del Rey 2019-20– que fue un partidazo. Te puedo decir muchos, pero entiendo que éramos un perfil un poco diferente y que en ciertos partidos a la gente le apetecía ver otra cosa. Pero en cuanto a resultados creo que hubo partidos buenísimos y a mí me encantaba jugar con Dani porque sabía que estaba siempre ahí para cualquier corte o lo que fuese. Son anécdotas de fútbol, pero también entiendo que hubiera esas críticas.
Decías antes que empezaste a sentirte mejor con Marcelino, pero desde fuera el salto definitivo da la sensación de que lo diste con Ernesto. ¿Hubo algo que hicieses diferente?
Pues en realidad nada. A mí me sorprendió también que desde el primer día él hiciera esa apuesta por mí en el centro campo. Desde el primer día en pretemporada se vio, venía de ese final de año con la confianza de Marcelino y creo que todo fue un poco unido a ello para que con minutos y tiempo tuviera regularidad, que es lo que más me ha costado en mi carrera.
Mi sensación es que la gente puso en valor tu fútbol ese año con Valverde y, sobre todo, los primeros meses del año pasado con Galarreta.
Sí, sí, sí, está claro que ahí es cuando ya sentí que la gente, no sé si me valoraba más, pero que mi rendimiento en ese momento estaba siendo bueno. Yo también me sentía como importante, con ganas, motivado, que no digo que no lo esté ahora. Y también quizás es cuando más estaba disfrutando de fútbol en ese año natural.
El año pasado a estas alturas eras intocable y estabas a un nivel altísimo, pero empezaste a desaparecer de las alineaciones. Si echas la mirada atrás, ¿a qué lo achacas?
Pues no lo sé, a muchas cosas. Primero que Beñat (Prados) estuvo a un nivel muy, muy grande. Yo empecé con molestias en diciembre o así, y Beñat tuvo cuatro o cinco partidos espectaculares. Y es verdad que Ernesto luego me dio un par de partidos, creo que el del Sevilla, luego el derbi aquí en casa y alguno más, pero es verdad que tuve un par de partidos malos, muy malos, y poco a poco Beñat también se hizo su hueco y yo no fui capaz de darle la vuelta a esa situación. Puedo achacárselo a muchos factores, incluso a la paternidad.
[En una segunda entrega desarrollaremos el tema de la paternidad y cómo convive un futbolista profesional con ello]
Vuelvo al tema de las redes sociales, que lo hemos tocado antes con las críticas. Aunque en este vestuario hay varios que no tienen perfiles públicos, ¿un futbolista sin redes sociales es un perro verde?
No, a ver, no me siento perro verde, simplemente que me gusta mantener mi privacidad en mi día a día. Sí que me gustaría, en parte, mostrar mis gustos, algo de mi vida personal, pero en realidad prefiero mantener mi privacidad y no mostrarlo. También, no es por criticar o por rajar, pero ver siempreel típico perfil de Instagram del jugador, subiendo una foto de entrenar y tal... Lo respeto totalmente, pero no me parece nada que aporte ni sea especial. Para subir eso prefiero no hacerlo. Ahora ya ni lo miro porque me quita tiempo.
¿Cómo lleváis el grupo de música?
Pues está estancado. Ahora a ver si a final de año retomamos de vez en cuando para ir un poco. Más que nada por cambiar un poco la escena de juego y hacer otras cosas que nos gustan. Encima ya es su excusa para juntarnos y algo volveremos, sí.
Además de ese gusto por la música, me interesa hablar también de otros intereses. Eres licenciado en Económicas. ¿La estudiaste porque no tenías claro tu carrera como futbolista?
Desde luego. Yo llegué tarde aquí, con 21 años y ya prácticamente era mi último año de carrera. Hasta ese momento no estaba ni en Tercera y mi idea principal era acabar la carrera e ir a trabajar como cualquier persona. Siempre he sido una persona que me gusta mantenerme un poco activo en esto y me gusta estudiar, leer cosas y sigo un poco con ello ahora. Suelo hacer cursos relacionados con lo que con lo que estudié y ando ahora aprovechando los viajes. Me doy un poco la chapa leyendo algunas cosas porque me gusta estar bastante puesto en esas cosas.
Tienes todavía 31 años y no te quiero yo presionar con la retirada, pero no sé si lo ves para retomarlo en el futuro.
Sí, no sé lo que voy a hacer. Sí que sé que no voy a poder estar sin hacer nada.
¿De fútbol nada?
No, yo el fútbol estoy casi seguro que no. O sea, a ver, no voy a decir que no seguro, pero llevamos ya 20 años sin fines de semana libres y me apetece desconectar, aunque luego nunca se sabe. Por ejemplo, me gusta estudiar, pero no tengo intención de sacarme títulos de entrenador de momento. Creo que vendré a San Mamés, iré a ver los partidos, y si mis hijos quieren jugar, pues iré a verlos. Más, creo que no.
Ya que te he llamado veterano… ¿cómo lo llevas? No eres capitán como tal porque saliste cedido, pero teniendo en cuenta el día del debut eres uno de los que antes llegó a la plantilla.
Bueno, me cuesta asimilar que soy de los veteranos, eh. Sigo parecido a como antes, todavía tenemos ahí en el equipo por suerte gente como Óscar (De Marcos), 'Leku' también, que es una persona que lleva también varios años en la capitanía, y gente con experiencia como Iñaki, que son muy buenos capitanes. Tenemos esa suerte, el legado está siendo bueno y yo todavía estoy ahí en aprendizaje. Pero ya sabe todo el mundo que me gusta echar una mano a quien haga falta aunque ya te digo que cuesta asimilar que uno se ha hecho mayor.
Hablemos de Sevilla y esa final de Copa. Leí una crónica tuya en la Revista Líbero muy interesante y bien escrita, por cierto. A mí me encanta hablar de aquellos días y más aún ahora, sin tener que hacerlo midiendo las palabras y con el piloto automático. ¿Había miedo?
Pues yo tengo que decir que el miedo y los nervios los noté cuando llegamos a Sevilla. Hasta entonces estaba tranquilo. Nos veía bien, igual todavía no era consciente de lo que se estaba cociendo, pero creo recordar que estaba relativamente tranquilo. Sí que es verdad que luego en el hotel las horas se hacen largas y sé que algunos compañeros se les hizo larga y no querían saber de nada. Pero en mi caso no, estuve tranquilo hasta que llegó el partido. Fue llegar a ver el calentamiento, ver todo lleno y se me puso aquello...
¿Y la noche antes?
Yo estuve bien, dentro de lo que soy yo. Sí que estaba nervioso, no te voy engañar, y ver toda la gente, joder, esa sensación de que no podemos fallar pues sí que la tienes. Pero tengo recuerdo de que el peor momento para mí fue en la primera parte. Estaba en el banquillo taquicárdico, me temblaba hasta, hasta, hasta…
Creo que no solo tú. Había mayoría de gente del Athletic pero en muchos momentos se escuchaba a los del Mallorca porque la afición estaba paralizada de miedo de volver a perder.
Sí, hablas con todo el mundo y todos teníamos la sensación, sobre todo con el gol de ellos. Fue como esos viejos fantasmas que vienen del pasado. No puede ser que nos esté pasando esto otra vez. Y lo notaba en la gente. Luego en la segunda parte el equipo sale de otra manera y en un par de ocasiones se reengancha y ya se nota que otra idea. Le pregunté a mis amigos si fueron a celebrarlo por ahí: "Nos fuimos a casa, nos fuimos al hotel, sin ganas de nada. No teníamos ganas de nada y esa sensación de que íbamos todos caminando, no como si hubiéramos perdido, pero de haberte quitado un peso de encima". Y en parte yo también lo sentí luego en la celebración, que tenía ganas de celebrar por todo lo alto pero estaba muerto.
En el momento en el que sabes que la final se va a los penaltis y que tú eres uno de los que vas a tener que tirar, ¿qué te viene a la cabeza?
En el minuto 117-118 es el momento de pensar que me va a tocar ahora… No puede ser, no puede ser, por muy seguro que esté y que sé que el porcentaje de que lo puede acertar sea muy alto, tener que llegar a este punto y tal. Y luego sin pensar, el míster por confirmar dijo el nombre y ya una vez puesto, con resbalón incluido, cuando vi dentro ya dije hasta aquí.
Con tu gol –era el 3 a 1 a falta de dos disparos por equipo–, al menos yo, me di cuenta que el Athletic iba a ser campeón.
Sí que es verdad que yo también iba más tranquilo a tirar porque ya había habido dos errores de ellos y afrontas el penalti de otra manera. Estaba quizá algo menos nervioso, pero sí que con la sensación de que si lo metía ya estaba muy encarrilado. Es de los momentos que más voy a recordar toda mi vida, seguro. En cuanto a nervios, tensión y por soltar esa adrenalina, adrenalina pura.
Os lo pregunto a todos lo que fuisteis en la Gabarra. ¿Con qué momento te quedas?
Yo con la llegada al Ayuntamiento, que estaba abarrotado. Esa sensación de que fueron subiendo los decibelios. Como ahí se estrecha la ría se notaba más el ruido, con la gente subida a todos lados… Para mí esa sensación de estar llegando justo desde el último puente de las Torres Isozaki en adelante, para mí fue el mejor momento, aunque el trayecto fueron tres horas pero fue como si fuese en diez minutos.