Los 14 meses en los que los apuntes de Flick en su casa de Alemania se transformaron en algo más que un triplete para el Barça
Una cena con Guardiola, un análisis de los jugadores, un modelo de juego inamovible y varias reuniones clave explican el éxito.
El éxito del FC Barcelona se puede personificar en "los pies de oro" de Lamine Yamal, como lo bautizó Raphinha. O en los valores, como él y otros tantos, que da La Masia. O seguramente en la llegada de Pepe Conde y Julio Tous al cuerpo técnico, cuyo trabajo ha reducido el índice de lesiones y ha sacado el mejor rendimiento de futbolistas como Pedri, De Jong o Iñigo Martínez. El éxito tiene muchos padres. Pero el principal artífice del triplete azulgrana y de todo lo que parece que está por llegar es un alemán de 60 años que ha caído de pie desde el primer día y que ha empezado a construir esta obra meses antes, incluso, de ser nombrado entrenador del FC Barcelona.
Porque Hansi Flick lleva años soñando con entrenar al Barça. Y desde febrero de 2024, cuando Xavi Hernández dijo por primera vez que no seguiría en el club -luego rectificó-, aceleró esa preparación. Fue a Manchester a ver entrenar a Pep Guardiola y a cenar con él para hablar de fútbol y resolver dudas y decidió seguir al Barça Atlètic para poner el ojo en talentos que en la próxima pretemporada podrían estar ya a sus órdenes. Era el preferido de Joan Laporta y también lo sabía Flick, representado por Pini Zahavi, que finiquitó en mayo en una reunión en Londres con Deco su fichaje. Su cuaderno, donde tenía todo apuntado, maravilló al director deportivo -cómo desveló en su día El Periódico-, que ya había puesto remedio a la que se consideraba escasa preparación física del equipo con la llegada de dos profesionales como Tous y Conde.
Con la lección aprendida, Flick se rodeó de gente de su plena confianza con un staff que ha ido ampliando todo el año, donde se habla alemán salvo con figuras que hacen de traductores -al margen de otras funciones-, como Arnau Blanco. No concedió entrevista, aprendió castellano pero nunca lo utilizó ante la prensa. Los mensajes, los menos posibles, y claros cuando se necesiten. Y supo darle la vuelta a jugadores que llegaban heridos por cómo había ido la temporada anterior.
Flick frenó las ideas de Raphinha de cambiar de aires. Confiaba en él. El técnico convenció a Lewandowski, como contó El País, para que cambiara su plan de entrenamiento para poder aguantar mejor a sus 35 años. Desde el primer día vio que Íñigo Martínez era un líder. Que a Lamine Yamal había que tratarlo como a un niño de 17 años con un talento descomunal. Que Pedri era un gran mediapunta pero un mejor centrocampista. Recuperó a los mejores Balde y Koundé, revalorizó a Fermín López, convenció hasta en dos ocasiones a Eric Garcia para que no se fuera al Girona, le dio vuelo a Marc Casadó y logró que Frenkie de Jong encadenará cinco meses sin lesiones. Sacó lo mejor de Ferran Torres cuando estaba cuestionado por la grada. Supo darle a cada jugador lo que quería, aunque le quedaran asignaturas pendientes como Ansu Fati, Héctor Fort, Ronald Araujo, Pablo Torre o, quizás, Gavi, que regresó pero no pudo llegar a su mejor nivel.
La defensa adelantada es solo la punta del iceberg táctico
Pero la revolución de Flick empezó con el juego. Mientras lo más llamativo es la defensa adelantada -que se entrena con ejercicios analíticos con los defensores a base de repeticiones y correciones en vídeo-, el técnico destaca que todo nace de "la presión". Y en eso han radicado sus decisiones. Ha conseguido que el ADN de este Barça sea querer el balón al segundo de perderlo, y por eso el Real Madrid se pasó en el último Clásico 24 minutos sin pisar el campo contrario.
Todas las decisiones están encaminadas a eso. A que los jugadores lleguen frescos para presionar y no dejar respirar al rival. "Dejamos de hacer cosas", resumió Íñigo Martínez cuando se le interrogó recientemente por la mala racha de noviembre y diciembre, cuando los azulgrana perdieron ante Leganés, Las Palmas, Real Sociedad o Atlético de Madrid... pero en la Champions goleaban al Bayern de Munich.
Y, esa revolución, continuó con la gestión. "Nos dijeron que pelearíamos por ser terceros", recordó Raphinha. "Corregimos cosas", reiteró Flick, quien especialmente renovó el ánimo y reiteró sus mensajes. Cuando peor salen las cosas, menos hay que cambiar, dice su lema. Y a partir de ahí todo fluyó en un 2025 donde solamente el Inter de Milán los ha desplazado de los títulos.
Flick ha tenido que tomar decisiones delicadas que le han salido bien. Su determinación es lo que más destacan los que le conocen. Él pone el equipo por encima de todo, y aseguró que el momento más diguso fue cuando sentó a Iñaki Peña por Szczesny: "Entiendo que hubiera emocions y que no lo entendiera". Apostó por Gerard Martín en partidos grandes y mantuvo en el banquillo a Ter Stegen pese a estar recuperado. Con alguna sombra, pero con todas las luces del mundo, los apuntes de Flick han sido la Biblia para el Barça, camino de marcar una época dorada que él ya ideó mientras tomaba apuntes en su casa de Alemania hace 14 meses.