Machín revela las escaseces de un Girona al que salvó del abismo y subió a Primera: "Había jugadores que no podían pagar el alquiler"
El técnico soriano también entrenó al Espanyol, que este sábado visita Montilivi.
Cuando en marzo de 2014 Pablo Machín (Gomara, Soria, 1975) recibió la llamada de Oriol Alsina para hacerse cargo del Girona, apenas había entrenado un par de temporadas en el primer equipo del Numancia y nunca había dirigido lejos de Soria. A sus 38 años, todavía no tenía claro si podría vivir exclusivamente del fútbol o tendría que volver a ejercer de maestro de educación física, y se fue, conduciendo de noche y solo su Volkswagen Polo hasta Llagostera, para reunirse con el director deportivo gironí. Tras aquel encuentro aceptó el reto, aunque fuera "un regalo envenenado".
El encargo era mayúsculo: mantener en el fútbol profesional a un Girona prácticamente desahuciado, que, además, estaba en ley concursal, tenía un propietario "en el limbo" y cuyos futbolistas sufrían impagos. En las charlas en el vestuario se hablaba de carrileros y coberturas, pero también de hipotecas, plazos fijos o letras del coche. Un descenso quizás habría significado el fin de la entidad. Pero el equipo se salvó y, con las mismas escaseces, al año siguiente se quedó a unos pocos segundos de subir a Primera. De hecho, el trauma del gol del Lugo se arrastró durante mucho tiempo; concretamente, hasta junio de 2017, cuando, de la mano de Machín, el Girona tocó el cielo con su histórico ascenso a LaLiga. El resto, ya lo saben, es historia. Y en unos días, el conjunto gerundense recibirá en Montilivi al Liverpool en un partido de la Champions League.
La huella del técnico soriano en Montilivi es imborrable. Existe incluso una peña del Girona con su nombre. De todo ello habla Pablo Machín en una charla reposada con Relevo; también de su breve paso por el Espanyol, del fichaje de Raúl De Tomás y del modelo de club perico. El técnico soriano es de respuestas largas y reflexivas. De pocos titulares, pero muchas explicaciones, que ayudan a entender el pasado y el presente de ambos clubes, que precisamente se enfrentan este sábado en el estadio de Montilivi (18:30).
¿Irás al Girona - Espanyol?
Muy probablemente sí, pero suelo decidir a última hora.
Ahora vives en Girona, ¿no?
Ahora sí, pero yo no había estado nunca en Girona antes de aquella llamada de Oriol Alsina en 2014. Curiosamente, yo conocí a mi mujer en Soria, pero ella es catalana. Y estábamos viviendo en Soria cuando me llega la oportunidad de dirigir al Girona; una oportunidad envenenada decía yo, porque era venir a un equipo que estaba último a nueve puntos de la salvación con apenas 13 jornadas por disputarse. Yo había hecho toda mi carrera, como jugador y entrenador, en el Numancia, y también era un reto personal para mí. Tenía ganas de demostrarme si era capaz de obtener resultados en un entorno desconocido, y ver si podía dejar a un lado mi profesión académica, como maestro, para dedicarme realmente al fútbol.
Y os salváis.
Sí. Salvamos la categoría y decido renovar. Quería que mi familia viniera para aquí, pero había problemas económicos en el club, no era la mayor seguridad. Mi mujer estuvo trabajando en Soria y el primer año estuve solo aquí. Después ya sí que vino para aquí toda la familia. Girona es una ciudad parecida a Soria en lo familiar que es, aunque es más grande y tiene la cercanía con Barcelona. Es un buen sitio para vivir y para criar una familia.
¿Dónde hace más frío en Girona o en Soria?
(Ríe) En Soria, sin ninguna duda. En Soria hace frío en invierno y en verano.
Imatge de fa 10 anys (en concret del 10/3/2014): Pablo Machín presentat a Montilivi com a nou entrenador de @GironaFC , acompanyat pel Dtor Esportiu Oriol Alsina i el president del club, Francesc Rebled
— Albert Mateos Poch (@MateosPoch) March 16, 2024
Història del GironaFC
Sentiment Gironí
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Decías que cuando llegaste al Girona la situación era límite.
Fui el tercer entrenador de la temporada. Tuve la posibilidad de haber venido antes de que viniera Javi López, pero se decidieron por él. Una de las justificaciones que ponían era que tenía más experiencia. Lógicamente, yo era un entrenador de menos de cuarenta años que había estado apenas dirigiendo dos años, un primer equipo; el Numancia en Segunda División. Eso sí, cumpliendo con creces el objetivo que era mantener la categoría. Y claro, para tener experiencia alguien te tiene que dar la posibilidad de tenerla. Y eso fue lo que yo busqué en Girona, además de demostrarme a mí mismo que podía rendir bien lejos de mi entorno.
¿Qué equipo te encontraste?
Era una plantilla de futbolistas veteranos; algunos de los cuales que habían jugado en Primera y estaban en el final de sus carreras. También teníamos jóvenes cedidos, de mucha calidad, pero poca experiencia. Uno de los aciertos que creo que tuve fue la valentía para poner a chicos que tenían un poco esa inconsciencia de no saber muy bien todo lo que suponía para el club bajar de categoría. Estaban más liberados en ese sentido que algunos otros y nos ayudaron mucho.
Os salváis y al año siguiente, siendo un club de la parte baja, os quedáis a unos segundos del ascenso a Primera.
Lo fundamental es tener buena materia prima, tanto deportiva como personal. Y es evidente que siendo el segundo presupuesto más bajo no podíamos tener la mejor plantilla de la categoría. Pero cuando aúnas un bloque en el que todo el mundo piensa de la misma manera, y eres capaz de transmitir una forma de jugar que el futbolista acepta y cree a pies juntillas en ella, todo es posible. También fue importante que pudimos planificar la temporada con el director deportivo Oriol Alsina y firmamos futbolistas que se iban a adaptar a nuestra manera de jugar. Empezamos bien… de hecho mi idea siempre ha sido hacer una pretemporada lo más fuerte posible para empezar bien, porque luego en los momentos malos te puedes aprovechar de esa inercia positiva y de ese colchón de puntos que has conseguido. Y fuimos ganando partidos, crecimos en autoestima y, por un poco todo, pudimos pelear por el ascenso. ¡Ah! Y entrenábamos muy bien.
¿Entrenabais muy bien?
Puff… entrenábamos francamente bien. Te diré que nunca he vuelto a tener un equipo que tuviera esa intensidad a la hora de entrenar… esa juventud, esas ganas, esa frescura. Es imposible que hoy en día, con lo apretado que está el calendario, pudiéramos hacer los números que hacíamos en esas semanas, en las que podías estructurar bien los días de recuperación, carga, activación, etc. Hoy en día ha cambiado todo esto.
Ese gol del Lugo fue muy duro.
Siempre lo he recordado como la peor experiencia deportiva que he tenido. Consideraba que era una injusticia terrible, después de hacer 82 puntos y del esfuerzo titánico en todos los sentidos que había realizado una plantilla de futbolistas muy desconocidos hasta la llegada al Girona… fue muy duro.
"El club estaba en ley concursal. Era un auténtico drama, había jugadores que no podían pagar el alquiler... Nos decíamos 'el que tenga más necesidad, dejaremos de cobrar otros para que lo hagan ellos'"
¿A qué te refieres con un esfuerzo titánico?
Te cuento. Ahí fue la transición entre Oriol Alsina y Quique Cárcel, con el que desde un primer momento hicimos un gran equipo. Él se adaptó enseguida a lo que había y fue clave el conocimiento que tenía en aquel entonces de los futbolistas de Segunda B, fichando a muchos jugadores de esa categoría a un precio irrisorio, como Cifuentes por ejemplo. Por otro lado, seguimos con la línea que teníamos con Oriol de fichar jugadores que yo conocía de Segunda A como Lejeune o Sandaza, que nos dieron muy buen resultado. El caso es que el presupuesto era muy bajo y que luego, además, tuvimos problemas económicos y el club estaba en ley concursal. Era un auténtico drama, había jugadores que no podían pagar el alquiler… nos teníamos que reunir para decirles, 'oye, somos una familia y en una familia nos ayudamos entre todos. El que tenga más necesidad no cobraremos otros para que puedan cobrarlo ellos'.
Había jugadores que les daba vergüenza pedir el salario para poder pagar la letra del coche y que me venían y me decían 'míster, no lo he dicho en público, pero si puede ser…'. Y yo iba a hablar con el presidente para que pudiera hablar a su vez con el propietario, que estaba por ahí, un poco en el limbo. Y eso nos hizo ser más fuertes. Recuerdo hablar en alguna charla sobre lo que era un plazo fijo o un fondo de inversión, en el sentido de que llevábamos tres meses sin cobrar, pero que los futbolistas tenían que tener claro que eso era un ahorro que estaban haciendo y que llegaría un momento que, de una forma o de otra, lo acabarían cobrando.
El propietario era Josep Delgado, que estaba buscado por la justicia. «En el limbo», decías. ¿Eso os afectó?
Sinceramente, creo que no. Lo que afecta son los impagos. Pero tú no sabes quién te paga o quién no te paga. Tú sabes si el dinero te llega a la cuenta y si puedes pagar tus recibos o no. La estructura del club era muy pequeña, muy familiar y muy clara. Nosotros teníamos un director deportivo, que era el que estaba con nosotros en el día a día. Teníamos un presidente que no era dueño, pero que tenía contacto con el propietario y al que nosotros le exigíamos unas responsabilidades con nosotros. Y que a su manera iba cumpliendo. Mientras tanto, nosotros íbamos ganando partidos y teníamos la esperanza de subir a Primera División. También había un gerente que era familiar del propietario; algunas veces intentábamos presionarle, pero él tampoco tenía el conocimiento porque no era del mundo del fútbol… intentaba hacer las cosas lo mejor posible. Al final, para nosotros lo importante era ganar el domingo y hacer bien nuestro trabajo para que el día de mañana tuviésemos mejores oportunidades si en el Girona la cosa no iba bien.
El propietario vendió sus acciones al final del curso 2014-15, después de lo del Lugo, y dos años después subís a Primera. Ese «esfuerzo titánico» valió la pena, ¿no?
Ha valido la pena, por supuesto, pero estuvo muy presente aquel gol del Lugo. En el equipo y en la afición. Hubo un momento que estábamos jugando francamente bien, que generábamos muchas ocasiones, pero como no teníamos a los mejores futbolistas no éramos tan efectivos como quisiéramos, y veías que en ciertos momentos el ambiente en el campo iba decreciendo y que, a veces, cuando quedaban cinco minutos parecía que era un cementerio. Inconscientemente, los futbolistas, los que habían vivido lo de Lugo, lo tenían presente. Y los nuevos también se empapaban de esa situación. Y costó mucho cambiar esa dinámica.
Tratamos de hacer un montón de cosas internas a nivel mental, incluso vinieron coachs para convertir esa debilidad en una fortaleza. Y creo que lo conseguimos. El Girona siempre ha sido un equipo que se ha sabido reponer de los batacazos y finalmente logramos subir a Primera. Ese ascenso, además en Montilivi, fue el culmen a un trabajo de mucha gente, muchos de los cuales ya no estaban en el equipo, pero a los que le tenemos que agradecer que pusieran su grano de arena para ir evolucionando y que el club no desapareciera… porque cuando estuvimos en ley concursal lo que todo el mundo pensaba es que si no se mantenía el equipo en Segunda División, desaparecería. Afortunadamente, creo que ya nadie se acuerda de todo eso.
¿Fue especial el debut en Primera contra el Atlético?
El debut siempre se recuerda, pero para mí fue un día clave el último de pretemporada que jugamos contra el Manchester City. Ya teníamos esa relación con ellos y vinieron a jugar el partido de presentación. En ese momento, éramos muy novatos. Lo digo porque el City nos había cedido a jugadores de mucho talento, pero que estaban todavía iniciando sus carreras y estaban muy verdes. Es el caso de Alex García, por ejemplo, o Douglas Luiz y Marlos Moreno. ¿Por qué te digo esto? Porque yo siempre he sido un entrenador que he valorado el trabajo del día a día y la meritocracia. Me da igual el DNI, los años o la procedencia.
En esa época, además, no existían los cinco cambios, con lo cual tampoco intervenían tantos jugadores y para el entrenador, en lo que se refiere a la dinámica y a la gestión del vestuario, era más complicado porque había menos minutos a repartir y menos futbolistas que se sentían partícipes. Cuando llegaron estos jugadores del City yo sabía perfectamente lo que me podían dar los futbolistas que había tenido en el año del ascenso; lo que necesitaba era conocer más a los nuevos. Y me di cuenta de que algunos estaban percibieron que yo había perdido un poco la confianza en ellos porque estaba dándoles más oportunidades en pretemporada a los recién llegados.
¿A quién pusiste contra el Manchester City?
El día del City es cuando hice la prueba de fuego y puse los que creía que debutarían en LaLiga. Y, prácticamente, metí a todos los que habían conseguido el ascenso porque yo pensaba que estaban más adaptados y preparados. Y ese día ganamos al City. Fue un subidón de moral para todos; nos reconfortó ver que podíamos vencer a cualquier y ver que esos futbolistas que habían logrado el ascenso tenían capacidad para competir bien en Primera.
Uno de los pocos nuevos que pusiste fue Stuani. Y marcó un doblete en el debut en Liga.
Eso es. Luego se convirtió en ídolo y ahora es parte del escudo del Girona. Y te diré que su fichaje fue muy complicado y que llegó gracias a la insistencia y a la relación que tenía con Quique Cárcel. Stuani no era lo que el grupo City quería... porque buscaban más bien futbolistas talentosos y jóvenes, y Stuani era un futbolista que nunca había sido un goleador, aun estando en Inglaterra. Yo sí le conocía de la Segunda División de España, de cuando me enfrenté contra él con el Numancia, cuando estaba en el Albacete y el Racing. Y me gustaba mucho.
Había sido goleador en Segunda, y yo creía que era justo lo que necesitábamos; un delantero centro al uso, peleón, que dominara el juego aéreo y que fuera un buen rematador. Más allá de que tuviera más o menos calidad, valoraba que tuviera ese instinto, porque nuestro ADN siempre era de poner muchos centros al área. Y el club no quería... el grupo City no tenía muy claro el fichaje de Stuani. Yo lo tenía muy claro y Quique apostó por mí, puso todo lo que tenía que poner, incluso más… creo apretó todo lo que pudo. Y gracias a Dios lo hicimos y ese año fue nuestro Pichichi. Creo que a partir de ahí lo ha sido todos los años en los que ha jugado en el Girona.
En su debut histórico en Primera, el Girona fue décimo. Todo un éxito. Fue tu última temporada en el club. ¿Con qué te quedas de todo lo vivido en Girona?
Mira, me quedo sobre todo con el reconocimiento y el cariño de la gente. Y eso no se ve en el campo. Seguro que fuimos un equipo muy reconocido y atractivo, y que llegamos a ser envidiados por muchos, igual que lo es ahora. Pero cuando yo llegué aquí el objetivo que me marqué es que los niños de la ciudad fueran del Girona; que no fueran del Barça. Que se vieran camisetas del Girona por la calle. Eso que parecía una utopía cuando llegué, antes de irme ya lo conseguimos. El último año antes de ascender y el año del ascenso, ya se veía un campo repleto de camisetas del Girona. Los niños pedían fotos, autógrafos. Curiosamente, ahora, cuando voy al campo, hay muchos niños que me piden fotos, y seguro que es porque el padre antes le ha dicho, 'mira, ¿sabes quién es este?' Y hace ya muchos años que dejé de entrenar al Girona.
Es bonito que los padres quieran que los hijos sepan también, chavales muy pequeños, quiénes hemos sido los entrenadores o los jugadores que hemos participado para que el Girona sea hoy lo que es y de lo que están disfrutando ellos. Por eso, más que del tema futbolístico, me quedo con la afición, con el tema humano y con el reconocimiento.
"El objetivo que me marqué cuando llegué al Girona es que los niños de la ciudad fueran del Girona, que se vistieran con su camiseta por la calle. Parecía una utopía, pero lo logramos"
¿Por qué tomas la decisión de marcharte al Sevilla?
Fue difícil. Yo había tenido opciones de haber salido prácticamente todos los años cuando acababa la temporada, pero tenía la confianza absoluta del club, que así me lo había transmitido, y había renovado antes de que acabaran las temporadas. Siempre había tenido dos años de contrato; es decir, ese año, más otro más. Fue el mismo caso que antes de que llegara el Sevilla.
Pero ya eran cinco temporadas en el club, habíamos crecido mucho. Yo creo que los ciclos empiezan y acaban. Y no hay que negar que para mí era la oportunidad de competir en Europa, lo cual estuvimos a punto de conseguir con el Girona. El Sevilla no era el Sevilla que había ganado las UEFAs, venía un poco de bajón, pero ellos también consideraban que era el entrenador ideal para ir formando, como había hecho a lo largo de toda mi carrera, un bloque con jugadores no tan consolidados. Y llega esa posibilidad, y el Sevilla estaba capacitado para pagar la cláusula, que era de un millón de euros. Hablo con el club y llegamos a un acuerdo. La decisión fue mía, por supuesto.
En 2019, firmas por el Espanyol a media temporada. No es lo ideal, ¿no? Siempre has destacado que lo mejor es empezar un proyecto.
Hay entrenadores que se les cataloga como apagafuegos o revulsivos. Y yo, por ejemplo, cuando vine a Girona fue en esa condición. Y, realmente, la forma más habitual de entrar en un equipo es cuando las cosas no van bien, cuando han tenido que cesar a un compañero y entras a mitad de temporada. Y hay que saber adaptarse a eso y tener rendimiento inmediato. Pero es evidente que lo ideal, sobre todo si quieres inculcar un modelo de juego complejo, es tener tiempo para poderlo desarrollar y para enseñar a los futbolistas qué es lo que tienen que hacer.
¿Por qué aceptas la propuesta del Espanyol?
El hecho de estar cerca de Girona y de las ganas que tenía de volver a entrenar hicieron que tomara esa decisión, que en verano no la veía. En verano ya me llegó el interés. Creo que el clasificarse para Europa fue un espejismo porque habían estado prácticamente hasta cuatro jornadas antes peleando por no bajar y, lo que pasa en el fútbol, se dieron unas circunstancias y al final casi de rebote entraron. Pero vendieron a sus dos mejores jugadores, que eran Hermoso y Borja Iglesias. Y no se reforzaron acorde a la situación.
Cuando vuelven a hablar conmigo, reconocen ese error… y me dicen que mi función era que si el equipo estaba a menos diez, había que intentar llegar al mercado de invierno con una mejora, estando a menos cinco. Y que entonces se reforzaría la plantilla. Ahí pongo una serie de jugadores sobre la mesa; insisto en que Raúl de Tomás, que quería salir del Benfica, era un jugador con el que el club no iba a perder porque ya lo había demostrado en el Rayo Vallecano, donde hizo una temporada fantástica. Tenía ganas de venir y sabía que por la forma de jugar que teníamos iba a marcar goles. Además, desde mi punto de vista, si fichas al mejor jugador de Segunda, en Primera suele rendir muy bien. Y el mejor para mí era Embarba, que también se fichó. Y en la defensa vino un jugador como Lele Cabrera, que lo había tenido en el Numancia y sabía que era un central que tenía las características de liderazgo para estar en la línea defensiva.
Vino un jugador por puesto, pero cuando tengo la posibilidad de inscribirlos y de aprovecharme, el club decide cesarme por unos resultados que no eran buenos. Eso es evidente. Si tú te basas en los resultados está justificado cesar al entrenador. Pero después vino otro entrenador y con esos jugadores los resultados siguieron siendo malos. Y también lo cesaron. Bueno, son decisiones que se toman y de todo se aprende.
Sueles decir que no te arrepientes de tus decisiones porque son meditadas.
Sí, bueno, algunas son más impulsivas que otras. En el caso del Espanyol, quizás mi entorno, pues me apretaba un poco más… sentía que para nosotros, para todo el staff, era una buena oportunidad y estaba cerca de casa. Te permitía incluso venir a dormir a casa. Bueno, son decisiones. Creo sinceramente que el Espanyol es un gran club, tiene una masa social grandísima, por más que esté a la sombra del Barça y que no te dejen crecer mucho. Pero si el Espanyol logra tener una estabilidad económica y de mandatarios, seguro que va a poder dar muchos años de alegrías a la afición. Además, el campo es un campazo. Yo creo que es más un problema institucional que otra cosa.
En su día, Quique Sánchez Flores habló de «proyecto fantasma»... y poco a poco esa ambición inicial se fue perdiendo.
Cuando estuvo Quique sí que se hizo un esfuerzo económico muy grande, lo que pasa es que luego los resultados no se correspondieron con las expectativas que en un primer momento había. Esto es recurrente y suele pasar cuando llega un propietario foráneo, que además normalmente no suele entender mucho la idiosincrasia del club. Son grandes empresarios y tratan de llevar el club como una empresa, pero un club de fútbol es particular y peculiar. El sentimiento de la afición a veces es incompatible con los beneficios de un propietario. Entonces, cuando esto pasa, normalmente suele ocurrir un efecto gaseosa; empiezas muy bien, con muchas ganas, pero si no se consiguen esos resultados, se va perdiendo esa efervescencia. Y yo creo que lo que es clave para un club es la estabilidad. Si te paras a pensar, seguramente, los clubes más admirados y los que mejores resultados tienen son los que pueden mantener esa estabilidad tanto deportiva como institucional.
Pronunciaste una frase, «quiero tíos de verdad, no pipiolos», que generó cierto revuelo en la prensa. ¿Se malinterpretó?
Probablemente, se puede malinterpretar, pero no te quepa duda de que hoy en día, cuando la prensa dice que un entrenador se ha calentado, yo creo que puede ser cierto en un 10% de los casos, pero el otro 90% lo tiene muy meditado. Dentro de la inmediatez de las ruedas de prensa, el entrenador, sobre todo si tiene cierta experiencia, sabe lo que puede y no puede decir. Y cuando sales de una rueda de prensa ya sabes perfectamente lo que va a ser titular y lo que no lo va a ser. Yo creo que el entrenador también tiene que ser, dentro de lo que se puede, espontáneo y, sobre todo, honesto. Tú a tus aficionados tampoco les puedes decir blanco cuando es negro. Y hay veces que el entrenador busca revulsivos.
Ese fue un partido en el que perdimos contra un rival que terminó con un jugador menos, creo, contra Osasuna. Recuerdo perfectamente que íbamos ganando 1-0 al descanso y que Pedrosa falló un remate prácticamente a puerta vacía que hubiera resuelto el partido. Y luego no sabemos mantener ese resultado… en definitiva, creo que no competimos como se merecía la situación y la oportunidad que teníamos. Cuando yo digo esa frase, si la sacas de contexto, puede parecer que el entrenador les dice a sus jugadores que son unos pipiolos. Competir como pipiolos no es lo mismo que ser pipiolos. Si tú estás en Primera División es porque tienes capacidad para hacerlo, a nadie se lo regalan; pero tienes que demostrar que eres jugador de Primera. Si tú no eres lo suficientemente profesional para competir como se tiene que competir, no estás haciendo bien tu trabajo. Se podría haber dicho de otra manera menos llamativa, pero de lo que se trataba era de hacer espabilar a la gente, lo cual ya se hacía internamente, pero quizás también hace falta hacerlo por fuera. Los entrenadores asumimos muchas responsabilidades que no todas son nuestras.
¿A qué te refieres?
En el cargo de entrenador se da por supuesto que si un jugador falla un penalti o hace una falta que no toca o un director deportivo no ficha a los que tiene que fichar, la culpa es nuestra, de los técnicos. Creo que estamos demasiado expuestos y asumimos responsabilidades que no todas son nuestras. Pero bueno, estamos acostumbrados a aquella frase de "va con el cargo".
Te pregunto ahora por el Espanyol actual, ¿conoces a Manolo González?
Sí. Curiosamente, cuando entrenaba al Girona jugamos un partido de Copa Catalunya contra él, creo que estaba en el Badalona. Ahí fue la primera vez que hablamos. Hace unos meses, en la reunión de entrenadores, le saludé… y me dijo algo así como 'soy Manolo'. Y le dije 'por supuesto que sé quien eres'; no porque ahora esté entrenando al Espanyol en Primera, me acuerdo de cuando nos conocimos y me comentó ciertas cosas sobre los entrenadores semiprofesionales. De hecho, hay gente que me dice que en cierto momento me vieron a mí como una figura parecida a ellos porque no fui futbolista profesional y llegué a entrenar en Primera habiendo comenzado desde abajo. Él estuvo en el momento adecuado para coger al equipo, supo ascenderlo y ahora tiene la oportunidad de tener un largo recorrido en Primera y en el Espanyol.
¿Cómo estás viendo al Espanyol este año?
Es un equipo competitivo. En casa, sobre todo, puede ganar cualquier partido. Tiene las dificultades propias de un equipo que tiene limitaciones económicas, pero trabaja la cantera y no tiene reparo en poner a los jóvenes. Está en la pelea y ojalá que le vaya bien.
"El secreto del éxito del Girona es la estabilidad. En sus inicios, el equipo de Míchel estaba en posiciones de descenso a Segunda B. El club mantuvo la confianza en él y le planteó la renovación"
La última, ¿cuál es el secreto del éxito del Girona en los últimos años?
La estabilidad. Más allá del tema económico; seguir una misma línea de trabajo y confiar en las personas que lo están llevando a cabo, es fundamental. Y esto es así en Girona. Sobre todo a partir de que llegaran Pere Guardiola y el grupo City, el club ha tenido estabilidad económica y también en los cargos importantes: dirección general, dirección deportiva, presidencia… y cada uno ha ejercido perfectamente su función. También la confianza que se da. Yo creo que el City da estabilidad al Girona y le deja hacer porque confía en Quique Cárcel, Mas-Bagà, Pere Guardiola y Delfí Geli. Y Quique tiene confianza absoluta y paciencia con sus entrenadores.
Para mí lo más importante es que cuando firma a Míchel, en Segunda, llegó un momento en el que están en descenso y Quique mantiene la confianza en él e incluso le plantea renovarle. Son gestos admirables y que no se dan en otros sitios. Me acuerdo de que en el Alavés jugamos un partido contra el Osasuna de Jagoba Arrasate, ganamos y Osasuna se colocó último, creo. Pues al día siguiente, salieron en rueda de prensa el presidente y el director deportivo para decir algo así como 'Jagoba es el capitán de este barco y si nos hundimos lo haremos con él a bordo'. Como entrenador, cuando ves que un compañero tiene ese respaldo… es que es admirable, te da envidia sana. Y luego, fíjate, Osasuna fue para arriba y ha luchado por ganar la Copa y clasificarse para Europa. Y el Girona ascendió y ahora está en Champions. Eso lo han conseguido los mismos entrenadores que en otros clubes, con las mismas circunstancias, hubieran sido cesados.