Lille y Barcelona cargan de razones a un Rodrygo que apunta a Osasuna, pero sueña con el Milan
En ambas derrotas no estuvo el brasileño, el atacante del tridente más comprometido a nivel defensivo.
Rodrygo Goes (23 años) no tiene todavía fecha de regreso, pero su recuperación completa está cerca. Sufre una lesión en el bíceps femoral de la pierna derecha, un músculo complicado con el que, si se corre, se pueden provocar recaídas. Sin embargo, marcha bien. Su objetivo, muy difícil, es poder reaparecer contra el Milan en el Bernabéu (martes 5 de noviembre), pero la fecha más probable ahora mismo es contra Osasuna (sábado 9). En cualquier caso, el cuerpo técnico lo echa mucho de menos y las dos derrotas contra Lille y Barcelona lo cargan de razones.
El de Osasco no compareció en ninguno de los dos encuentros. Unos problemas de espalda le dejaron en el banquillo en Francia y la lesión actual le sacó del Clásico. Los dos acabaron en derrota y, aunque la presencia del brasileño como la de cualquier otro jugador no tiene por qué suponer el triunfo, sí que demostró la importancia del delantero, al que en el club consideran parte del tridente ofensivo junto a Mbappé y Vinicius.
Porque el valor de Rodrygo va más allá de lo que aporta en ataque. Todos destacan su talento, que se aprecia a simple vista. Pero sobre todo es de los hombres de arriba el que más trabajo defensivo aporta. En un Real Madrid que se rompe con facilidad y en el que Vinicius y sobre todo Mbappé son señalados por su falta de ayuda en el robo, el brasileño es el que más suma en defensa de los tres. Sus cifras de goles o asistencias no llegan a las de sus compañeros, pero los datos que se manejan de kilómetros recorridos o presiones exitosas le dejan en buen lugar.
El problema para Carletto no es futbolístico, sino jerárquico. Vinicius y Mbappé ha pasado a ser en intocables. Lo mismo que Bellingham y Valverde. Si sumamos al pivote, sólo queda un hueco libre. Ante este panorama, Rodrygo suele salir mal parado. Sacrificado en algunas alineaciones, sus peores momentos llegan con los cambios. Es extraño el día que no es el primero en sentarse en el banquillo cuando empiezan las sustituciones. Da igual que esté rindiendo como el mejor.
A quién menos le gusta esta situación es al propio futbolista, que reclama más protagonismo cuando lo merece. Ha aceptado con buena cara un papel de comodín en el ataque, adaptándose a las posiciones que hicieran falta para que el equipo esté equilibrado. Pero ahora pide más después de dos Champions en las que ha brillado, una como revulsivo y la otra como titular.
Tampoco gusta a una planta noble que confía ciegamente en el brasileño. Existen pocas dudas de su nivel. Por eso, en el palco no se entiende cuando el italiano lo sienta por decreto para dar un supuesto equilibrio al centro del campo con un jugador más en la medular, sobre todo ahora que no lo está encontrando. Le toca encontrar la estabilidad en una rotación con muchos nombres y no tanto espacio.
En cualquier caso, Carletto espera con ansia el partido que pueda volver a contar con Rodrygo. Un jugador que resulta fundamental por su adaptación a diferentes posiciones y porque como titular rinde y como alternativa de banquillo ha demostrado marcar diferencias. Una alternativa que ahora mismo no tiene y que echa mucho de menos.