REAL MADRID - ESPANYOL

La lección de vida que une a Álvaro Benito con Manolo González en las entrañas del Bernabéu: "Sufrió, pero se volcó y aquí está"

Ambos tuvieron que retirarse del fútbol muy jóvenes por una triada: el técnico del Espanyol llega a la cima de su carrera este sábado.

Manolo González, en uno de los entrenamientos con el Espanyol esta temporada. /RCD ESPANYOL
Manolo González, en uno de los entrenamientos con el Espanyol esta temporada. RCD ESPANYOL
Alberto Martínez

Alberto Martínez

"Era un extremo dinámico, rápido, que podía jugar en las dos bandas, que era valiente en el uno contra uno, golpeaba bien el balón, metía goles y centraba bien... ¡Ah! Y nunca se escondía". La definición podría ser de Álvaro Benito, canterano del Real Madrid que llegó a jugar 27 partidos con el primer equipo pero una triada (rotura del ligamento cruzado, del anterior y del menisco) le amargó la carrera. Le hizo pasar un calvario. Y le obligó a la retirada tras años de sombras y tristeza. Pero la abrió nuevas puertas, como entrenador, como cantante de Pignoise y ahora como comentarista estrella de Movistar. Pero el autor de la descripción es Pedro Dólera, entrenador de la UE Olot, y habla de Manolo González, que esta noche se estrena al frente del Espanyol en el Santiago Bernabéu (21:00) cuando hace un año entrenaba en Segunda RFEF.

El guion empieza con una fotografía vintage. Campo de tierra. Año 2000. En La Montañesa, un club modesto en la parte norte de Barcelona, en Nou Barris. Dólera recuerda aquella lesión del prometedor Manolo González, nacido en Lugo pero emigrante de niño a Barcelona con su familia: "Campo pequeño, de tierra, todo era distinto. Y Manolo, creo que fue en una pared, impactó con un defensor y ahí se lesionó de la rodilla". Fue un golpe muy duro: "Era un jugador con progresión y le costó asimilarlo. Sabía que eso no iba a llegar a más, que era una lesión de larga duración, lo sufrió, pero decidió seguir ligado al fútbol y volcarse a ser entrenador. Y aquí está". Dólera conoce muy bien su historia.

Preguntado sobre lo que es jugar en el Bernabéu, o lo que representa para una persona predestinada desde aquella tarde a vivir alejada del fútbol o fuera de los focos como entrenador, el técnico no pudo ocultar su emoción aunque intentó quitarle trascendencia. "Para una persona que desde pequeño quiso ser jugador de fútbol, ahora de entrenador no te lo esperas, nunca tuve ambición, pues estuve en todas las categorías sin saltarme ninguna, cogía todo lo que surgía y mi carrera fue sola, no forzada. Nos gustaría estar mucho tiempo en Primera y en el Espanyol, eso es el techo, no el Bernabéu".

Manolo González se formó como entrenador y, como él dice, tocó la base y empezó en el fútbol regional, vocación que compaginaba con el trabajo de autobusero en Barcelona. Llegó al Sant Gabriel donde se encargó del juvenil de Liga Nacional antes de dar el primer gran salto al Badalona. Allí se hizo un nombre, y era transparente como lo es ahora. Y pudo empezar a ganarse la vida. "Siempre ha sido un entrenador muy intenso, que exigía, que le gustaba preparar bien los partidos, preparar cómo jugaba el rival y tener lo necesario para competir. Sus equipos luchaban y siempre mejoraban", explicó el mismo técnico ahora del Olot.

El consejo a Fran Garagarza, el sufrimiento de Álvaro y un refrán

El destino quiso que un conocido se lo recomendara a Fran Garagarza cuando llegó al banquillo y cuando el mejor posicionado era Ferran Costa, ahora en el Andorra, por lo que llegó al club perico con el mejor aval posible. "Hubo un proceso en el primer equipo de cambio de entrenador y tuve muy claro que era la persona ideal para coger las riendas: primero porque me demostró ser muy bueno en la gestión de grupo; y segundo porque es un hombre de club y de adaptación a diferentes contextos. Fue suficiente para decirle: "Mira, quiero que seas tú y va a ser así hasta el final, pase lo que pase"", explicó este viernes el propio director deportivo en AS.

Si la historia de Manolo González fue menos sufrida, Álvaro Benito, recientemente, explicó en Relevo todas sus emociones cuando se dio cuenta de que su carrera se cortaba de raíz, de que pasaba más tiempo en la enfermería que en el campo con sus compañeros, de que celebraba las victorias pero se sentía como una especie de impostor. "Después de cuatro años y medio, con nuevas operaciones, los posoperatorios, el no poder estar de pie, con un sufrimiento terrible, físico y mental que me llevaron a esta conclusión de decir, pienso que mi vida ya no puede ir por este camino, que lo he intentado todo, hay otro camino esperándome, no sé cuál es. En el proceso sí que hubo momentos, obviamente, de no aceptación, de lucha terrible... mentalmente fue muy duro, yo siempre cuento que lo veía todo desde el escaparate".

El exjugador desconectó del fútbol, volvió a los banquillos, se dedicó a la música y ahora es comentarista y analista. Un trayecto largo y una lección de vida que le ha hecho pasar por duros momentos pero que ha sido capaces de reinventarse y de vivir otras placeres. Ambas historias se unen hoy en las entrañas del Bernabéu. "No hay mal que por bien no venga", cierra Dólera. Y seguro que eso piensa Manolo González.