El jugador que dejó el fútbol por su pueblo y una fábrica de embutidos: "No quería ni el finiquito"
Llegó al filial del Sevilla procedente del Olot y logró el ascenso a Primera Federación, pero año y medio después colgó las botas porque "perdí la motivación". Ahora ha vuelto a jugar con sus amigos de Molló.
La Copa del Rey nos vuelve a regalar un partido de esos en los que la emoción y la ilusión de ver a un grande de España en un estadio humilde es palpable. El Olot catalán recibirá a un Sevilla en horas bajas, pero que no deja de ser uno de los gigantes del fútbol nacional y europeo. Allí estará siguiéndolo Lluís Aspar, un jugador que conoce bien las dos casas que se enfrentan mañana. Relevo no ha dudado en llamarle... porque su historia merecer ser contada.
Recuerdo perfectamente aquel 22 de enero de 2021. El Sevilla Atlético, primer filial nervionense, se reforzaba con un central que venía del fútbol catalán. Sin, quizá, demasiado currículum para recalar en la carretera de Utrera, pero cargado de ilusión y motivación, "el motor de la vida" como reconoce el propio Lluís Aspar. En el primer partido ya fue titular y aquella temporada, un tanto extraña por el COVID, acabó con los hispalenses celebrando el ascenso a la recién creada Primera Federación. Sí, el Estadio Jesús Navas vio nacer a la categoría de bronce del fútbol español.
La segunda temporada fue más complicada para él. La aparición de futbolistas como Carmona o Kike Salas -ambos en el primer equipo actualmente- hizo que Lluís Aspar diera un paso atrás. Se convirtió en un jugador de mayor rotación, pero del que nadie se atrevía a hablar mal por la ciudad deportiva. Y he hablado con muchos. Excompañeros suyos, exentrenadores... todos coinciden en lo mismo: "Era un distinto en este mundo". Y tan distinto.
Al acabar esa temporada, Aspar decidió poner rumbo a La Nucía, cuya oferta satisfacía su deseo económico. Aunque algo extraño comenzaba a pasar. "Yo termino la temporada en Sevilla y lo único que quiero es volver a mi casa. Vuelvo y soy feliz, pero también quería jugar en Primera Federación. Y La Nucía me puso dinero encima de la mesa y dije que sí. Y fue un error grandísimo, porque no me sentía bien para jugar al fútbol", cuenta en Relevo.
Tanto fue así que, con esa personalidad dura y honesta que siempre le ha caracterizado, decidió tener una conversación que jamás olvidará. "Empecé a la temporada... pero duré una semana y media. Me dije, 'es que no, no voy a seguir'. Hablé con el presidente y le conté que yo no quería nada, que renunciaba al finiquito y que me iba como había llegado. Me sabía mal, pero no iba a jugar porque no tenía la motivación suficiente para hacerlo, y para hacer a medias las cosas no quería. Él me lo respetó. Me dijo, 'gracias por decírmelo, yo lo prefiero así. Me gustaría que estuvieras, pero si ves que no quieres, no pasa nada'. Y para mí fue un alivio".
Un relato raro, extraño. Lluís Aspar tenía en aquel entonces 23 años. Venía de un filial importante, acababa de recalar en un club con un proyecto interesante en una categoría muy competitiva... pero decidió dejarlo. En enero de 2023 se acabó marchando de La Nucía. Para su pueblo. Para dejar el fútbol. ¿El motivo? Lo resume fácil: "No lo estaba disfrutando... y el fútbol es algo para disfrutarlo. Para pasarlo bien. Y todo el mundo quiere ser futbolista porque es un hobby, pero para mí dejó de serlo".
Se marchó hacia Molló, donde le esperaban su familia y amigos. Muy extrañados todos, eso sí. Aspar me reconoció que fue algo que sorprendió mucho a la gente de allí, aunque él prefiere darle normalidad: "Quiero estar cerca de mi familia, veo que les puedo ayudar, les puedo aportar. Al principio les supo muy mal, sobre todo a mis padres, porque habían luchado toda la vida para ello y no lo entendían. ¡Qué coño, una buena profesión, con un buen sueldo, un buen estatus, no muy agresiva ni a nivel físico ni mental...! Entiendo que les sorprendiera. Pero al final los padres quieren lo mejor para sus hijos, y si te quieren, quieren que seas feliz".
Tampoco le costó demasiado adaptarse a esta nueva vida. Compaginó su etapa de futbolista con los estudios y consiguió sacarse un doble grado en ADE y Economía, que le viene perfecto para ayudar en lo que él es feliz: la empresa familiar. 'Embutidos y Patés Costabona'. La fábrica donde ahora se desempeña. "Cuando trabajas para ti no cuesta". Y es que ha pasado de futbolista a pluriempleado, ya que también trabaja en otro empleo a la vez. "Echo diez o doce horas. Media jornada, vaya (entre risas), pero sarna con gusto no pica".
De hecho, tantas vueltas da la vida que ahora ha vuelto a jugar al fútbol. "Con mis amigos de toda la vida, en la penúltima categoría catalana. Fútbol de barrio, pero de barrio... Casi no hay nada peor que eso, pero... ¡Coño, es que lo disfruto una barbaridad! Estoy cerca de la gente con la que he estado siempre y cerca de la familia. Soy un niño con zapatos nuevos, ha vuelto a ser mi hobby". Aunque reconoce entre risas que "ahora me pongo de 'nueve', eh. Correr para arriba nada más, se acabó lo de bajar".
Y ese es Lluís Aspar. El chaval de 24 años que vistió la camiseta del Olot, ascendió de categoría con el primer filial del Sevilla... y verá desde la grada el partido de Copa de este jueves. Junto a sus amigos y su familia. Con los que comparte barro, césped artificial... y embutidos. Pero sobre todo felicidad. Mucha felicidad.