Jesús Navas, desde la mirada de sus compañeros de habitación: "Se llevaba la Game Boy y la bolsa de chucherías que le ponía su madre"
Pablo Alfaro, Javi Navarro, Javier Saviola y Diego Capel, que convivieron con el palaciego, hablan de un futbolista especial.
Jesús Navas ha sido un futbolista distinto desde sus inicios en el Sevilla. Ese niño imberbe que subió Joaquín Caparrós al primer equipo fue especial desde el primer día. Así lo recuerda Pablo Alfaro, su primer compañero de habitación y que ejerció casi de padre en aquella primigenia concentración de Isla Canela. O Javi Navarro, que acompañó después al palaciego en su crecimiento como futbolista. También Javier Saviola, un ángel que apareció y conectó con Navas en su año como sevillista; o Diego Capel, compañero y amigo desde que se conocieron en la cantera. Y, por supuesto, el fallecido José Antonio Reyes, compañero de confidencias de Navas, que siempre lo ha tenido presente, y que fue el último antes de que el palaciego emprendiera la aventura en el Manchester City.
"Imagínate la situación, que hablamos de la pretemporada de 2003, que ya empezó de forma diferente. El club había decidido que cuatro compañeros no se subían al autobús para ir a la concentración. Llegó José María del Nido y le dijimos que lo sentíamos, pero que no podíamos viajar. El lío que se formó, que nos quedamos en el estadio y acabamos saliendo dos horas tarde. Jesús estaba allí, era un recién llegado y lo sacamos a las escaleras como un niño para que no estuviera en medio mientras los capitanes nos reuníamos y tratábamos de arreglar la situación", cuenta Pablo Alfaro sobre ese primer día junto a la Leyenda. "Luego fue llegar a la habitación del hotel y Jesús estaba allí sentado en la cama, en otro mundo y viendo dibujos animados. Nosotros éramos hombres y él un niño que estaba deseando empezar", añade el que fuera gran capitán sevillista.
Joaquín Caparrós lo tuvo claro. Jesús Navas, directo a la habitación de Alfaro para que se curtiera con uno de los más experimentados de aquel Sevilla. "A Joaquín le gustaba que los jóvenes que subieran estuvieran con los capitanes, aprendiendo el oficio, las cosas de aquellos tiempos, aunque lógicamente él tenía más afinidad con los de su edad", recuerda Alfaro sobre aquellas viejas costumbres del utrerano. "Era igual de discreto e introvertido. Siempre ha sido más de escuchar que de hablar", relata el zaragozano, que estuvo casi dos años compartiendo habitación con Navas y que fue testigo directo de aquellos problemas de ansiedad del palaciego que también generaron tensión en el vestuario.
"No era fácil, había tres sesiones al día, todos reventados y él, que entonces no era nadie, decía que se iba, luego volvía... No era fácil de entender para el vestuario", comenta Alfaro, que desvela una charla en la que la percepción de los más veteranos ya cambiaría. "Un día al acabar un entrenamiento, él siguió corriendo. Los capitanes fuimos a hablar con el míster, era algo que nos pillaba a todos por sorpresa. Nos cogió y nos dijo: '¿lo veis correr? Cuando lleguéis a su ritmo venid a hablar'. Ni le hacía falta hacer la pretemporada para estar al nivel. Al final te daba envidia sana. Además, para coger algo de músculo, que también le hacía falta, no tenía tampoco restricciones de comida", cuenta el excapitán, que tiene claro que también la personalidad de Navas le hizo ganarse al resto de compañeros: "Nunca ha sido altivo ni de echar en cara nadie a nadie. Cuando se ponía las botas se transformaba".
De Alfaro a Javi Navarro. Del gran capitán al otro líder de la zaga. Aquel joven Navas seguía sorprendiendo sobre el césped y aprendiendo en las habitaciones con los más experimentados. Pero también generando envidias como las que cuenta el valenciano, que vivió aquella época en la que el doctor Escribano intentaba que el palaciego ganase masa muscular. "Recuerdo una pretemporada en la que el cuerpo médico quería que cogiera peso. Todos teníamos que bajar y él tenía que subir. Estaba conmigo en la habitación y le permitían tener todos los tipos de dulces, napolitanas y chocolates. Era un suplicio estar con él, nosotros intentando limitar la comida y él pudiendo comer de todo", recuerda Navarro entre risas. "Luego encima él iba sobrado, no, sobradísimo. Yo llegaba muerto a la habitación y él podía entrenar tres veces más. Eso lo ha demostrado a lo largo de su carrera deportiva. Está hecho de otra pasta", añade Javi Navarro sobre aquel joven futbolista con un físico de atleta.
Con todo, aquel incipiente Navas no terminaba de solucionar sus problemas de ansiedad. En uno de esos momentos de bajón irrumpió en su vida Javier Saviola. En aquel primer Sevilla campeón, el argentino acabó fraguando una amistad con el palaciego que aún perdura hoy. "Hablar de él me trae muchos recuerdos. Cuando nos conocimos en ese año tan espectacular para el club y nosotros dejamos una gran amistad, y la seguimos teniendo. Lo quiero mucho a él y a su familia. Pasó la frontera futbolística y lo nuestro quedó para siempre. Es una leyenda viva del club, sabía que iba a ser así. Que iba a ser uno de los grandes de la historia del Sevilla", señala el Conejo, que apenas estuvo un año como sevillista, pero que conectó íntimamente con el palaciego. "Jesús buscaba alguien que lo guiara, que lo llevara, que lo aconsejara. Yo tenía algunos años más. Teníamos tanta química que nos escuchábamos mucho. Él también lo hacía conmigo, si bien él no era de escuchar a mucha gente… Yo tuve esa suerte de caerle bien desde el principio. Hablaba mucho con él e intenté aconsejarlo, decirle el camino por el que ir. Creo que eso es lo que más orgulloso me hace sentir de la amistad que tuvimos. De estar en esos momentos difíciles y poder ayudarlo", relató a Relevo.
Cumpliendo años y temporadas de éxito con el Sevilla, Jesús Navas fue superando sus problemas y cogiendo peso en el vestuario. Tras la despedida de Saviola, Diego Capel cogió el testigo como compañero de habitación de Navas. "Nos conocíamos desde el filial y de haber estado juntos en la pensión del Sevilla, en la calle Goya, y entonces ya teníamos una relación especial. Nos pusimos juntos e imagínate todo lo que pasamos después, que también fueron los años buenos para vivir", dice el almeriense, que ya sería inseparable del palaciego hasta su salida camino de Lisboa. "Entre nosotros había una complicidad espectacular. Él se llevaba su Game Boy, la cuadradita ésta, y se ponía a jugar. Y su bolsa de chucherías que le preparaba su madre", recuerda Capel, que tampoco olvida aquella noche del título copero en Barcelona cuando llegaron al hotel. "Después de la celebración llegamos a la habitación y nos dijimos: 'la que hemos liado'. Éramos dos canteranos, que habíamos empezado desde abajo y ser partícipes de títulos y siendo protagonistas es algo que va a quedar siempre para nosotros", añade el almeriense, goleador junto a Navas en aquella histórica noche ante el Atlético de Madrid.
El paso de los años tampoco cambió el sentir del vestuario hacia la capacidad física de Navas. Hasta otro fondista como Capel recuerda ese nivel estratosférico que exhibía en cada entrenamiento. "Recuerdo que él junto a Daniel Alves rompían todos los test. Yo estaba ahí tercero o cuarto, pero pillarlo a él era imposible. Muchas veces me ponía de pareja suya. Era una locura lo que llegaba a tener en ese cuerpo", dice el zurdo. "Era un privilegiado y por mucho que comiera no le entraba por ningún lado. Se podía permitir el lujo de meterse lo que quisiera, hasta la bolsa de chucherías que le metía su madre en la maleta. Todo lo que comía lo quemaba después", añade Capel.
El adiós del almeriense al Sporting Clube coincidió con el regreso al Sevilla de José Antonio Reyes. Otro canterano de la carretera de Utrera con afinidad con un Jesús Navas, con el que había coincidido en sus inicios en el Sevilla. Un recuerdo imborrable para siempre de dos futbolistas tímidos e introvertidos, pero con siempre una sonrisa en el rostro. "Tenía todo: la alegría, siempre estaba atento de si te faltaba algo, estaba ayudando... Era una persona siempre estaba encima de cada uno de nosotros y tenía esa alegría constante que animaba al grupo", ha recordado siempre Navas de su compañero, al que ha tenido tan presente como a Antonio Puerta.
"Ha sido un ejemplo de comportamiento y de disciplina. Todos los chicos de la cantera deberían tomar de su legado", dice Saviola para resaltar esa personalidad de Navas. "Destaco su humildad y su sencillez. Ha sido algo que le ha caracterizado durante toda su vida y sigue siendo el mismo que sale de su entrenamiento y se va a Los Palacios con su mujer, sus hijos, su familia... Es el éxito a la humildad y la sencillez de un jugador como él", añade Capel, que hace buena esa última reflexión de Pablo Alfaro: "¿A quién le va a caer mal Jesús Navas?". El Duende de Los Palacios tendrá en el Santiago Bernabéu el colofón a esa carrera que comenzó en Isla Canela.