La historia del primer canterano de La Masia empezó con una ficha falsificada: "Entraron Maradona descalzo y Mágico a dar toques con un limón..."
Joan Josep Estella fue el primer canterano en debutar con el primer equipo del Barcelona. Jugó cuatro temporadas y se retiró con 30 años.
El Barça estaba de gira por los Estados Unidos y pasó unos días en Nueva York. Joan Josep Estella descansaba en su habitación cuando llamaron a la puerta. No eran más que dos compañeros de equipo, Diego Armando Maradona y Mágico González. "Diego estaba descalzo y empezamos a dar toques a un limón que trajo. Nos lo pasamos los tres hasta que se deshizo", cuenta Estella en Relevo. Un tiempo antes, en 1979, se había convertido en el primer futbolista de La Masia en debutar con el primer equipo.
La historia de Estella empezó con "una ficha falsificada". Nacido en Sant Feliu de Llobregat (1956), empezó a jugar a fútbol en Sant Joan Despí, donde actualmente se encuentra la ciudad deportiva blaugrana. En su primer equipo le falsificaron la ficha para que pudiera jugar: tenía 11 años y hasta los 12 no podía federarse. A los 12, fue a hacer unas pruebas con el Barça y ya no salió de allí. El año que debutó con el primer equipo fue cuando La Masia, el edificio anexo al Camp Nou, se convirtió en residencia. Hasta entonces habían funcionado como oficinas.
Oriol Tort, que da nombre a la residencia actual, en la Ciutat Esportiva, fue uno de los entrenadores que seleccionó los fichajes la tarde que Estella probó suerte en las instalaciones culers. Empezaba un camino que muchos niños catalanes soñaban, pero falto de referentes. En lugar de confiar en los de casa, el primer equipo buscaba el talento fuera. "Solo tenía un sueño y era jugar en el Barça", cuenta Estella. "Todos los niños tienen referentes, sobre todo tienes la ilusión de llegar al primer equipo. En aquella época era mucho más complicado porque para llegar la mayoría de canteranos les costaba mucho", explica.
Cuando era juvenil, Hennes Weisweiler era el entrenador del primer equipo. Durante su etapa en Can Barça instaló que los jueves su conjunto se enfrentaría al juvenil. "La ilusión de pisar el campo del primer equipo era indescriptible", recuerda Estella, al que los que le vieron jugar recuerdan como un fino centrocampista y a quien Maria Lluïsa Navarro, la mujer del expresidente Nuñez, le tenía mucho aprecio. Todavía recuerda el amistoso con el que debutó con los mayores. "Aún era un niño. Del nerviosismo, el culo no me tocaba el asiento del autocar. Eso es ilusión. Se puede explicar, pero tiene que sentirse. Es una sensación inigualable", relata.
Pero hubo pasos previos hasta disputar las cuatro categorías que jugó en el Camp Nou. Se marchó a Córdoba a hacer el servicio militar y pudo compaginarlo compitiendo con el equipo de la ciudad. "Vivía en una casa cerca de la mezquita con dos jugadores cedidos del Madrid, Cobo y Martín Rosales. Pasaba revista por la mañana en el cuartel y luego podía ir a entrenar. Supongo que todo el que haya hecho la mili le hubiera gustado hacerla como yo", dice. Curiosamente, el teniente capellán era el cura del Córdoba.
Después de salir del Córdoba estuvo cedido en el Valladolid. Anteriormente, en el cambio de directiva, en el inicio de mandato de Nuñez, a la directiva se le pasó por alto que Estella estaba a punto de acabar contrato e iba a quedar libre. Varios equipos se interesaron por él, como el Real Madrid o el Valencia de Di Stefano. "Yo quería jugar en casa, en el Barça. Al final todo se arregló", detalla. Compartió vestuario con Schuster, Quini, Reixach o Migueli. Dejó atrás el Camp Nou tras cuatro campañas para seguir jugando en el Sabadell, el Mallorca y el Sevilla. Se retiró con 30 años. Su padre se puso enfermo y decidió dejar el fútbol para poder pasar tiempo con él.
La reivindicación y revolución de Laureano Ruiz
Estella vive desde hace años en Mallorca, donde está enterrado su padre. Después de colgar las botas se dedicó a la restauración y ahora, ya jubilado pero con el alma de deportista intacta, reivindica un nombres no siempre presente en el imaginario barcelonista: Laureano Ruiz. "Con el tiempo, la importancia que se le ha ido a La Masia con los medios es más fácil que se resalten cosas actuales y se 'olviden' las más antiguas. Laureano te contaba las cosas con hechos, no solo verbalmente. Todo se trasladaba al campo, te decía qué pasaría", cuenta. "Era un tipo afable, recto y un enamorado del fútbol. Lo revolucionó todo", asegura.
Ya retirado, Estella todavía vivió una segunda en Can Barça. Durante un par de temporadas fue la mano derecha de Quique Costas, quien fuera compañero en el primer equipo años atrás. Estella hizo las prácticas en el fútbol formativo blaugrana y por sus manos pasaron Víctor Valdés o Pepe Reina. El ojo por el fútbol nunca lo perdió. "A veces por cómo anda un jugador ya sabes que será muy bueno", comenta. "Siempre he defendido que La Masia es suficientemente fuerte como para nutrir al Barça. Así tiene que ser siempre", cierra.