ESPANYOL - FC BARCELONA

13 habitaciones a las afueras de Barcelona son el secreto mejor guardado del Espanyol: "Joan García era un reloj"

La mitad del once perico pasó por la Residencia Josep Manel Casanova.

Pasillo de la Residencia Josep Manel Casanova. /RELEVO
Pasillo de la Residencia Josep Manel Casanova. RELEVO
Marc Mosull

Marc Mosull

Cuando Josep Manel Casanova le pidió en 1988 a Lili y a su marido Manuel Fuster que acogieran a dos niños venidos de Toledo y Galicia en el piso que tenían el barrio barcelonés de Gracia, no podía ni imaginarse que aquella solicitud acabaría por convertir al Espanyol en una de las mejores canteras de España. Casanova, entonces coordinador del fútbol base perico y uno de los mayores descubridores y formadores de talento a nivel nacional, se dedicaba a captar jóvenes jugadores; y Manuel, Lili, Javi y Amanda a criarlos, constituyéndose prácticamente como su familia adoptiva.

Capdevila, Darder, Saborit o Roberto Fresnedoso, entre muchos otros futbolistas, pasaron por aquel entrañable piso en el número 17 de la calle Gran de Gràcia repleto de historias, que en su día ya relatamos en Relevo. Cerró sus puertas hace 15 años, cuando, en junio de 2010, el Espanyol inauguró la Túrbula, su nueva y centralizada residencia, ubicada en Sant Adrià del Besòs, a escasos 200 metros de la ciudad deportiva del conjunto perico.

Y desde el primer día, con el mismo cariño que Manuel y Lili, la dirige Ramon Guerrero, un excanterano y exentrenador de la casa que lleva 37 años en la entidad, y quien tiempo después de abrir las puertas de la instalación la bautizó con el nombre de su "padrino futbolístico" y la figura más importante del fútbol base del Espanyol, La21: Josep Manel Casanova.

"Nuestra camiseta se defiende con el alma, nuestros colores se sienten con el corazón. Sin esto, no somos nada", esta frase, la primera que ve uno cuando entra en el centro, es la misma que preside la bocana del túnel de vestuarios del RCDE Stadium, el sueño que persiguen todos aquellos jugadores que residen en la Túrbula, "la joya de la corona del club", según ha declarado en más de una ocasión el director deportivo Fran Garagarza.

Aspecto de la residencia desde el exterior del edificio.  RELEVO
Aspecto de la residencia desde el exterior del edificio. RELEVO

Con 13 habitaciones y capacidad para 32 inquilinos, actualmente en ella viven 25 niños, de infantil a último año de juvenil, cuyo hogar está fuera del área metropolitana de Barcelona. Hasta hace muy poco lo hacía Roger Hinojo, el último en debutar con el primer equipo, que ingresó en la cantera blanquiazul hace justo una década, en edad benjamín. Este joven lateral es natural de Cabrianes, un pueblo de la comarca del Bages que forma parte del municipio de Sallent, de donde es originario Joan García, que también se crio en la Residencia Josep Manel Casanova, que junto al RCDE Stadium y la ciudad deportiva Dani Jarque es una de las tres instalaciones más importantes del Espanyol. Es patrimonio blanquiazul.

"Es esencial para el club. Ya solo en el estado de ánimo del jugador se nota. No es lo mismo hacerte cada día una hora o más de coche -de ida y de vuelta- para entrenar, que vivir aquí al lado, a escasos metros del campo de entrenamiento", manifestaba en una entrevista a Relevo el propio Joan García, revelación de LaLiga, sobre la residencia perica en la que vivió durante cuatro años, compartiendo siempre habitación con su íntimo amigo Jofre Carreras, uno de los niños que inauguró la instalación, en 2015. "Era esta, la número 13", revela Ramón Guerrero, mientras señala el habitáculo en el que se forjó gran parte del éxito del Espanyol de Manolo González, a quien después de cada partido el director del centro le manda un WhatsApp que enseguida recibe respuesta.

La mitad del once pasó por la residencia

Guerrero, que ha instaurado un régimen interno en el centro y que destaca la importancia de las rutinas en el día a día, tiene claro que aquellos jugadores más responsables y ordenados en su habitación, los estudios y en su vida, en general, son los que tienen más opciones de llegar a la élite. Y el portero de Sallent, más allá de su innegable talento, cumplía con todo ello. "Joan García era un reloj", sentencia el alma mater de la residencia, que sigue manteniendo una magnífica relación con el guardameta catalán: "Es el mismo que cuando estaba aquí. Tiene la misma sonrisa, hace las mismas bromas y da los mismos abrazos. Siempre le digo 'no cambies nunca'".

"Jofre es de las mayores evoluciones personales que he visto nunca. Era un jugador nervioso, inquieto… y su cambio fue increíble. Ahora es cariñoso, agradecido y muy maduro", comenta Guerrero, que cuidó en el centro de "casi la mitad del actual once del Espanyol": "Pol Lozano y Puado son del área metropolitana de Barcelona y eran externos, no vivían aquí; pero venían a estudiar y a comer antes de ir a entrenarse".

También era externo Omar El Hilali, cuyo acto de presentación con el primer equipo lo dirigió el propio director de la residencia: "Era el típico trilero, un jugador de calle… y yo le decía 'tú no vas a ser futbolista de Primera División con lo desordenado que eres'. Y míralo ahora. Es un referente para muchos jugadores de aquí, sobre todo para un par de marroquíes a los que orienta y ayuda". Rachid, para el que Omar es casi como un tutor, así como José Ángel, Lluc Castell, David Santiago, Joel Rodríguez, Aarón Soriano, Lucas Alves, Arnau Cases, Colocho, Mateo Sciancalepore, Martí Rivas, Jan Peries, Hugo Noa… y el resto de los actuales residentes en la Túrbula, aspiran a seguir los pasos de El Hilali, Joan García, Jofre y compañía.

La educación, un pilar básico

Es fundamental la cercanía de la Josep Manel Casanova con la ciudad deportiva -está a cuatro minutos a pie- y la simbiosis con la escuela Túrbula, una instalación que está pegada a la residencia, con la que comparte espacios como el comedor o la sala de actos, y donde estudian los futbolistas blanquiazules, lo cual permite adaptar los horarios, facilitando la coordinación entre las clases y los entrenamientos y partidos. Esa es la eterna lucha de Ramon Guerrero, quien hace de nexo entre profesores y tutores, por un lado, y entrenadores y coordinadores, por el otro, defendiendo que la parte educativa es tan importante como la deportiva.

"Justo la semana pasada tuve que pedir que cambiasen el horario de un examen porque habían programado un partido de entrenamiento", ejemplifica Guerrero, que también es el que controla y autoriza las salidas del centro de los chicos, entrega las notas y lidia con los padres de los residentes: "Está no es su casa, pero tratamos de que los chicos se sientan lo más cómodos posible. Es un lugar sin lujos, pero funcional y acogedor. Y las familias están tranquilas y nos dan toda su confianza, esa es la clave de todo".

El engranaje consta de siete empleados que, además de convertir la residencia en un hogar, se encargan de vigilar, cocinar y limpiar la ropa, entre otras tareas. El orden y el silencio impera en el centro, donde se cuida hasta el mínimo detalle. Un breve paseo por la instalación lo confirma. Los menús, por ejemplo, que están colgados del tablero de corcho ubicado justo al lado de la oficina de Guerrero, donde también están los horarios de entrenamientos de los distintos equipos de la cantera, se gestionan con el nutricionista del fútbol base. Y entre las distintas habitaciones hay una sala donde pequeños y grandes conviven y se juntan antes de ir a dormir para ver la tele y disfrutar de un rato de entretenimiento: "Es una pequeña gran familia".

Una inversión a largo plazo

"Es muy importante que los jugadores le den valor a estar en la residencia. Son unos privilegiados; solo los mejores pueden venir aquí porque, en realidad, es una beca, una apuesta que hace el club a nivel individual. Duermen, comen, estudian y viven aquí para poder desarrollarse lo mejor posible en el fútbol. Nosotros intentamos guiarlos y acompañarlos hasta el profesionalismo", cuenta Guerrero.

Haciendo números, entre escolarización, manutención y personal, al Espanyol le cuesta no menos de 500.000 euros al año mantener la Residencia Josep Manel Casanova, una gran inversión que se ve recompensada cuando los jugadores alcanzan el primer equipo. También el trabajo de su director, que siente una enorme satisfacción cuando uno de los suyos debuta: "Lo mejor de todo es ver que tras llegar a la élite te vienen a ver para darte un abrazo y hablar de anécdotas de su etapa aquí".

Retratos de algunos de los futbolistas que pasaron por la residencia.  RELEVO
Retratos de algunos de los futbolistas que pasaron por la residencia. RELEVO

"Eric Bailly, por ejemplo, vino directamente de una academia de África, con una mano delante y otra detrás. Del juvenil pasó al filial, debutó con el primer equipo y terminó traspasado al Villarreal y luego al Manchester United. Me sigue llamando Papa Ramon y cada año viene a verme. Hace un mes vino para presentarme a su mujer y a sus hijos", expresa con emoción Guerrero, a quien todos los chicos que se cruza por los pasillos de la residencia le hablan como a un padre.

De las paredes de la instalación cuelgan algunos de los retratos de los futbolistas criados en la residencia que llegaron al primer equipo: Thievy, Pau López, Nico Melamed, Joan Jordan, Marc Roca, Lluís López, German Parreño, Campuzano o Rubén Duarte. "Faltan muchas fotos aquí. Rafa Bauzà, Max Svensson, Omar Sadik, Hinojo, Joan García, Omar… tendré que pedirlas", declara entre risas un Ramon Guerrero que junto a otros trabajadores de la entidad, como Carles Casanova -hijo de Josep Manel Casanova- o Eloy Pérez, transmite a todos los que llegan a la residencia y al club la identidad, la pasión y los valores del Espanyol, lo cual entiende que es tan importante como meter goles.

"Tanto por necesidades económicas como por creencia de club es fundamental este lugar. Y para que todo lo que hacemos tenga sentido necesitamos a un entrenador en el primer equipo que lo valore y les dé la oportunidad a los chicos. Y eso Manolo González lo tiene. Es una suerte. Desde aquí nos sentimos muy identificados con él y con el equipo", concluye un Ramon Guerrero, que custodia el secreto mejor guardado del Espanyol y quien confía ver pronto que alguno de los 25 sueños que duerme en la Residencia Josep Manel Casanova salga por el túnel del RCDE Stadium.