FC BARCELONA

De cómo gestionó Luis Enrique los cambios de Messi, Luis Suárez y Neymar: "Fácil. Puso a quien le dio la real gana"

Conformaron uno de los tridentes más mortíferos de la historia del fútbol y su gestión se entrelaza con cómo logrará Ancelotti manejar a sus delanteros.

Messi, Neymar y Suárez celebrando un gol. /EFE
Messi, Neymar y Suárez celebrando un gol. EFE
Lu Martin
Darío Ojeda
Marc Mosull

Lu Martin, Darío Ojeda y Marc Mosull

Con el fichaje de Mbappé por el Real Madrid en Valdebebas, Ancelotti cuenta con un póquer de cracks con el que pretende marcar una época en el fútbol europeo, a imagen y semejanza de lo que pasó en su día con la MSN, es decir, con Messi, Suárez y Neymar. Bellingham, Mbappé, Rodrygo y Vinicius son top mundial, pero eso no significa irremediablemente que vayan a mezclar bien, de momento aspiran a trascender, a ser lo que fueron el argentino, el uruguayo y el brasileño vestidos de azul y grana: campeones de todo.

Y parte de su hipotético éxito recaerá en la gestión que haga de esas tres figuras vestidas de blanco el Real Madrid, empezando por su entrenador, claro, el italiano Carlo Ancelotti. O sea, lo que pasó en el FC Barcelona con Luis Enrique.

De negociar egos y delanteras fastuosas, el asturiano tiene un máster. Y no solo porque dirija al PSG, sino porque también fue el entrenador del Barça durante los tres cursos (2014-17) que duró la MSN, el tridente más letal de la historia del conjunto catalán y del fútbol europeo, al menos en términos goleadores. En su primera temporada, levantaron el triplete. En las otras dos, ganaron seis títulos más. Y en la 2015-16, entre los tres metieron 131 goles. Un auténtico récord. Hay que decir que también lo jugaron prácticamente todo.

De los 170 partidos que disputó el FC Barcelona teniendo a los tres en la plantilla -cabe recordar que en su primer año Suárez se perdió once encuentros a causa de la sanción que arrastraba tras el mordisco a Chiellini en el Mundial de 2014-, coincidieron 113 veces sobre el césped, partiendo desde el once titular en 106 ocasiones. Y en la mayoría de veces que no jugaron los tres es porque alguno causó baja por lesión o sanción.

¿Cómo lo gestionaba el entrenador?

"Fácil. Luis Enrique ponía a quién le daba la real gana y, normalmente, siempre ponía a los tres porque eran imparables. Entre otras cosas, porque es lo que hubiera hecho cualquier persona con dos dedos de frente, jugar con los tres mejores", comenta a Relevo Juan Carlos Unzué, miembro del staff técnico del asturiano durante aquellos años en Can Barça. "No recuerdo ninguna metodología marcada, ni máquinas que avisaran de cansancio muscular ni nada de eso. No había más plan que su voluntad como entrenador. Punto", explica el exportero navarro.

"El día que no los ponía, que no pasó muchas veces, era porque no le daba la gana. Igual porque alguno había llegado de viaje de la selección, en semana de tres partidos seguidos, o algo así", recuerda quién fue su colaborador y que en su carrera como técnico, al final, tomó las decisiones, salvando las distancias, con idéntico convencimiento.

En el Barça no fue nada habitual ver en el banquillo a Luis Suárez y Neymar. Apenas fueron suplentes once veces cada uno en tres años y Messi, solo seis. Y alguna de ellas, como la de Anoeta, terminó como el rosario de la aurora. Pero esa es una historia que Relevo contará otro día.

En el primer curso, Messi disputó el 94% de los minutos, Luis Suárez, el 80%, y Neymar, el 76%. Y ese porcentaje, sobre todo con relación al uruguayo y al brasileño, se fue acentuando año tras año. El argentino comía aparte, jugaba siempre si estaba disponible. El consejo que le dio en su día Pep Guardiola a Sabella cuando era seleccionador de la albiceleste lo confirma: "A Leo no hay que sacarlo nunca del campo, ni siquiera para que sea ovacionado". También el dato que el rosarino solo se quedó sin saltar al verde en uno de los 159 encuentros que estuvo disponible durante ese trienio.

En el caso de Neymar y Suárez, pese a que lo jugaban prácticamente todo, hubo malas caras y algunos desplantes por los cambios, como cuando el extremo fue sustituido en la 14-15 en el Sánchez-Pizjuán. "No había un plan premeditado en la gestión de minutos. Nunca se habló de cuando los tenemos que poner o quitar, estado físico… nada de eso", desvela el que fuera ayudante del técnico gijonés en Can Barça. "Y si no los ponía y se cabreaban, a Luis Enrique le daba igual. Eso es algo que todos los entrenadores hemos hecho; decidir en todo momento lo que teníamos que hacer, sin preocuparnos de sí los jugadores se enfadaban o no", recuerda Unzué.

Es verdad que en alguna ocasión quizás podría haber tenido algo más de mano izquierda con otros jugadores, pero Luis Enrique hacía lo que quería, porque de hecho, mano izquierda no la ha tenido ni en el PSG con Mbappé. Será por eso que un buen día a Pedro, campeón del mundo, se le acabó la paciencia y decidió largarse buscando aire en Londres. Fue después de ver que en un 0-8 ante el Córdoba, ninguno de los miembros del tridente fue sustituido. Lo jugaron todo y él apenas pudo disputar veinte minutos, sustituyendo a Rakitic en lugar de a alguno de los tres de arriba.

"El único entrenador que he visto que tomaba decisiones que nos sorprendían a todos era Johan Cruyff porque Cruyff siempre fue único", asegura el exayudante de Luis Enrique, que en el pasado fue futbolista y estuvo a las órdenes del preparador holandés; también de otros muchos técnicos de primerísimo nivel como el argentino Bilardo, en el Sevilla, donde compartió equipo con Diego Armando Maradona.

Lo de Cruyff, claro, era de otro mundo. Sus decisiones rozaban la sin razón, aunque al final, siempre tenían un punto de partida basado en algo lógico: su coherencia. Un día Johan dejó fuera de la lista a Txiki Begiristain contra la Real Sociedad. Lo justificó en la rueda de prensa diciendo que "tenía amigos" en el equipo rival y no podía jugar contra ellos, lo cual causó asombro entre la prensa presente y también en el vestuario, entre otras cosas porque José Mari Bakero, fue citado para el partido y lo jugó. Bakero, como Txiki y López Rekarte, habían llegado juntos de San Sebastián, el mismo día y en el mismo coche. Y se supone que los tres tenían amigos en la capital donostiarra, claro.

Los rebeldes de Cruyff

"Johan era así. Siempre me decía que en sus plantillas le gustaba que hubiera dos rebeldes, dos tíos que explosionaran el equipo. En ese sentido, por ejemplo, Van Gaal prefería trabajar con futbolistas jóvenes que no le discutieran demasiado, vestuarios más planos", desvela precisamente José Mari Bakero, alumno aventajado del neerlandés.

Cruyff también gestionó un vestuario lleno de talento y calidad, de egos y futbolistas marcadamente competitivos. Un grupo repleto de internaciones -llego a aportar nueve futbolistas solo a la selección española-, así que estaba obligado a dar y quitar minutos a jugadores muy importantes, en el campo y en el banquillo. Además, estaba vigente la regla que obligaba a jugar con solo tres extranjeros y, a partir de la 93-94, tuvo que descartar uno de sus cuatro cracks foráneos: Romário, Laudrup, Stoickhov y Koeman. Antes le sucedía lo mismo, pero con Witschge en lugar de O Baixinho.

Pero el holandés siempre encontraba la manera de permitir la cohabitación de talento sobre el verde en su clásico 3-4-3 en rombo. Goikoetxea, sin ir más lejos, firmó como extremo y llegó a jugar de lateral, como Eusebio, un fino interior, que también usó en la banda defensiva para dar buena salida al balón. Johan, genio, inventaba posiciones.

«Mi padre les retaba»

"A los jugadores top les van los grandes retos: los grandes partidos, los títulos... y mi padre les retaba. Pero era otra época, otras reglas. Mi padre manejó cuatro extranjeros que llegaban para ser titulares, todos querían jugar. Ahora los extranjeros que llegan, lo hacen sabiendo que no pueden jugar todos y que se deben adaptar de otra manera", retrata a Relevo Jordi Cruyff, hijo de Johan.

"En según que plantillas es casi más importante la gestión del grupo fuera del campo que en el campo. Al que decide los partidos, al mejor, es difícil enseñarle nada, pero hay que tenerlo en tensión y a la vez, contento. Eso es muy difícil", descubre el exjugador de Barça y Manchester United, entre otros. Los ejemplos en el futbol moderno están claros: Ancelotti y Zidane, en el Real Madrid; Rijkaard, Luis Enrique y Valverde en el Barça; Del Bosque en la selección española. Y por encima de todos, Guardiola. "Pep es el paradigma", sostiene Jordi cuando compara a su padre con todo lo demás: "Pep es capaz de aunar las decisiones técnicas, la innovación y la imaginación táctica con la gestión de vestuarios".

Volviendo a la gestión del holandés, en el grupo, a Johan le venía bien tener gente rebelde para imponer su ley, para demostrar que él mandaba por encima. Quería jugadores que sí tenían algo que decir lo dijeran: futbolistas como Zubi, como el propio Bakero, como Koeman o Laudrup. Por eso había gente de tanto carácter en el Dream Team.

En ese sentido, Bakero advierte que "Luis Enrique es un estilo más tipo Cruyff que Van Gaal" porque "necesita de gente de mucho carácter para sacar el suyo". "Ya le iba bien gestionar un equipo con futbolistas como Puyol, Messi, Neymar o Suárez", concluye el exjugador de Goizueta, uno de los símbolos del Dream Team que tocó el cielo en Wembley levantando en 1992 la primera Copa de Europa del club, sobre la administración que hizo el técnico asturiano de la MSN, el tridente que guio en 2015 al Barça, precisamente, hacia su última Champions League. Está por ver si lo conseguirá Ancelotti con la BMV.