Napoleón Griezmann, el diván de Carlo y Xavi se cambia de traje

La lucha por el tercer puesto de la Liga se ha convertido en una batalla sin dueño. Por el primer puesto de la 'otra' Liga, en estas primeras once jornadas, ya han pasado el Villarreal (dos veces), el Betis (tres), el Barcelona (una), el Athletic (dos), la Real Sociedad (una) y el Atlético que la recuperó ayer y es la segunda vez que se ve tan arriba. No está siendo fácil mantener la plaza y si no que se lo pregunten a la Real Sociedad que quiso hacerse fuerte en las alturas y se rompió el crisma ante un Valladolid subido a lomos de Sergio León. El cansancio atenaza a los de Imanol que acusan el tute de la siempre peligrosa Europa League.

El Campeonato en su recorrido va sembrando protagonistas a su paso. Se perfilan posicionamientos. Del décimo, ahora el Rayo, para abajo, sálvese quién pueda. Elche, que ya ha cambiado de entrenador, y el Cádiz comienzan a contar sus duelos por finales y otros ocho equipos se concentran en cinco puntos. Los puestos europeos también tienen pretendientes varios. Nadie quiere quedarse fuera de onda antes del parón del Mundial. Nadie puede prever que pasará después de Catar.

Nada importa no ser original y coincidir con todos los titulares de prensa habidos y por haber. La auténtica realidad de este Atlético es que sobrevive en los puestos clasificatorios que le corresponden por presupuesto y plantilla gracias a su Napoleón Griezmann. Ni Simeone querría imaginarse qué sería de su plebe de disciplinados soldados si el francés no pudiera ya jugar con libertad los minutos que sean precisos y necesarios. Es medio equipo. Más. Tres cuartos. Defiende, ataca, golea. Es, posiblemente, el mejor Griezmann de los últimos años. En la pizarra ejerce de segundo delantero, pero se mueve por todo el campo. Arriba y abajo. A la derecha y a la izquierda. Baja a buscar el balón a la altura de los mediocentros y se lo lleva a Morata al área contraria. Juega al primer toque. Preciso. Solidario. Inteligente como es, sabe con quién asociarse. Cuando juega, suele buscar a Correa y en caso de aprieto, Morata es siempre una buena solución. Sujeta el balón y te lo devuelve. Qué pena que Joao Félix, que lo tiene tan cerca no aprenda de Monsieur Antoine. ¡Sus clases son gratis!

Seguro que no se arrepienten. La recomendación tiene su base y fundamento. El fin de semana próximo inviertan dos horas de su vida en ver un partido del Rayo Vallecano. Se van a divertir. Van a disfrutar de un fútbol que evoca al pasado e incluso tiene trazos del que se jugaba -no sé ahora- en los colegios y en la calle. Podrá ganar, perder o empatar, pero el equipo de Iraola nunca engaña. Juego al ataque. Descarado. Por algo es el equipo de la Liga que más ocupa el campo contrario después del Barcelona y el tercero en recuperar más rápido el balón. Desde un clásico 1-4-2-3-1, es un conjunto protagonista, dominador. No elabora en exceso, pero sus hombres vuelan en profundidad. La defensa no se coloca excesivamente alta. A su técnico no le importa en demasía estirar muchos sus líneas porque lo que quiere es llegar arriba. Sus laterales (Balliu y Fran García) son extremos. Sus extremos (Isi y Álvaro García) son interiores. Sus mediocentros (Comesaña y Óscar Valentín) dominan el pasillo central de área a área. Su media punta (Trejo) es una mezcla entre Juan Román Riquelme, el 'Burrito' Ortega y el 'Muñeco' Gallardo, pero con más sangre... Y, en la punta, juegue quien juegue (Camello, Falcao o N' Teka) se adapta al resto del equipo. No se lo pierdan.

El equipo de Carlo Ancelotti continúa cabalgando. No cambia sus andares. Zancadas seguras. Primero, gana y después, pregunta. Primero se quita del medio al enemigo de turno y después se sienta ante el diván para analizar su encuentro. Enésima sesión de terapia. ¿Qué tal he jugado? se pregunta y se responde a sí mismo el señor Real Madrid. "En la primera parte, hemos jugada requetebién. Con largas circulaciones, mucha posesión, presión alta, dominio absoluto, ocupación del campo contrario y Courtois ni se manchó los guantes. Un lunar. Solo hemos rematado una vez a puerta, la del gol de Modric". ¿Y en la segunda? "Hemos salido con la caraja. Nos miramos en el espejo en el que Ancelotti dice que nos fijamos de vez en cuando, pero en cuanto nos empató Lamela, salimos del letargo y cambiamos de chip. Del ataque posiciona pasamos al contraataque. Segundo gol. Un último esfuerzo, y el tercero del 'torpedo' Valverde. Multiplicamos por cinco los tiros entre los tres palos". Y se acabó. Hasta la próxima doctor.

Es un tanque vestido de rojo. Mide 194 centímetros. Espaldas anchas. El Mallorca se ha encomendado a sus goles para sufrir menos que el año pasado y él, Verdat Muriqui, 'el canibal', como le llamaban en Turquía (76 goles), no se ha inmutado. Todo lo contrario. Lo vital que ya es para su equipo se notó en los dos partidos que no jugó por estar sancionado. Muriqui es un delantero de la mitad del siglo XX que se gana la vida en la tercera década del siglo XXI. Sus condiciones marcan el juego ofensivo de su equipo y es idóneo para un once que juegue directo, con tres centrales, dos laterales largos y una media punta. O sea, como Aguirre. Su mejor virtud es el juego de espaldas. Sabe cómo apañárselas para desestabilizar a quien salte con él. De espaldas, fija a su marcador con las manos o alguna parte de su cuerpo. Es como si necesitara una referencia. Ya en el aire, pierde pocas disputas y provoca las segundas jugadas que aprovechan Kang-In-Lee, Dani Rodríguez o el que pase por ahí. Es recomendable que en el primer salto se ocupen de él los mediocentros. Si lo hace un central y Muriqui la toca, que la va a tocar, ya está liada. Ocasión de gol segura.

Xavi cambió de traje y no pasó nada. Por un día y sin que sirva de precedente ¿o sí? abandonó su irrenunciable, hasta ahora, 1-4-3-3 y pasó a un 1-4-2-3-1. A los sistemas, por supuesto, no hay que darle más importancia de la que tienen. Una manera de ordenarles numéricamente. Lo importante es la ocupación de los espacios y el Barça pasó a colocarse con dos jugadores en la posición de mediocentro: Busquets, más defensivo, y De Jong, con más correa ofensiva. Por delante, mucha libertad. Dembelé estaba obligado a dar la amplitud por la derecha; Lewandowski tenía que ser la referencia ofensiva; Pedri se escoraba a la izquierda y Gavi era una media punta o segundo delantero. Tres goles en 10 minutos. Visto y no visto. El Barça supo correr a los espacios. Masticó menos el juego. Fue más profundo y perpendicular que en otras ocasiones y nadie se rasgó las vestiduras.