OPINIÓN

Cómo Flick convirtió una tarde triste en la que yo le exijo al Barça

Flick abraza a Valverde antes del partido. /EP
Flick abraza a Valverde antes del partido. EP

Montjuïc empezó silbando a Nico Williams como símbolo de lo que viene siendo el club los últimos tiempos, un caldo de cultivo perfecto para fijarse más en lo ajeno que en lo propio, para detectar la flaqueza antes que la fuerza, abocados a un caos eterno. Y Hansi Flick obró en consecuencia, forzando al público, medio guiri y medio ateo, a volver a creer en un fútbol que hacía tiempo que no se veía en ese césped, con un segundo tiempo fantástico, haciendo justicia a la imagen que el culer se generó del Flick entrenador en el Bayern. No hizo falta que el público buscase la épica, porque el equipo se encargó de hacer vibrar al aficionado con fútbol, como siempre debería ser. Ya lo avisó Flick tras la derrota ante el Mónaco: que el equipo enamore para que el resto te correspondan.

Raphinha es un pájaro sin alas o lo que es lo mismo, un brasileño sin regate, un peaje que ha tenido que pagar muy caro en forma de escarnio público y siendo víctima de una injusticia analítica profunda: a Raphinha se le ha medido por lo que no era capaz de hacer en vez de por lo que sí hacía, como si aquello que no posee le marcase, como a un leproso, en vez de servir para ver y apreciar su caudal de virtudes. Flick lo ha entendido al momento, sin tiempo de medias, y le ha dicho al oído que él le entiende, que le ve como lo que es y no como lo que podría ser. Y el brasileño ha respondido con un fútbol volcánico, de una agresividad y precisión impresionantes. Ahora se le ve distinto, pero el jugador sigue siendo el mismo.

Si algo está demostrando Hansi Flick es la habilidad natural para situar al jugador donde debe. Raphinha responde con orgullo, como si por fin pudiese mostrar al mundo que puede volar sin alas. Que se lo digan a un Pedri que terminó el anterior curso sin oxigeno, tiritando y superado, y ante el Athletic Club ha completado 90 minutos a un ritmo infernal, volviendo a mostrar ese tacto quirúrgico que debe ser su seña de identidad, porque a este nivel, Pedri es la mejor de las noticias para el Barça, recordándole que la mejor forma de correr es por la ruta más corta, y el canario tiene siempre todos los atajos presentes.

A veces se usa el físico como un todo, un estadio final, cuando no deja de ser una condición indispensable para que el jugador juegue bien. Que no importan los músculos ni cómo luzcan sino la capacidad del futbolista para estar disponible y al máximo nivel para acercarse a su mejor versión. Y que los esfuerzos siempre son relativos e importa más la especificidad en lo que te pidan que cualquier otra cosa, de ahí que Lewandowski parezca más joven o que Balde y Pedri no hayan necesitado aclimatación para recuperar versiones perdidas en el tiempo. El físico como parte del juego, nunca como algo ajeno.

Hacía mucho que no tenía la sensación, casi olvidada, de lo que supone que el Barça imponga su voz y ritmo ante un equipo que se le quiere negar. En definitiva, de asistir a una tarde de buen fútbol casi por completo, sin tramos o minutos que olvidar. Honestamente, lo que le exijo a este Barça es que me regale más tardes como esta, unas en las que centrarnos en el juego con la convicción de que el resultado, aún sin saberlo, saldrá a favor, porque ante el Athletic ha existido un fútbol vibrante, de apoyos, rupturas y energía en la que rara vez el Athletic encontraba grietas. Todo, con una plantilla todavía incompleta y con Olmo sin registrar. Dice mucho de Flick y los jugadores que lo que empezó siendo una tarde gris por la no inscripción de Olmo y los pitos a Nico terminase en un baño de autorreconocimiento, con Koundé sellando en silencio la superioridad que ya confirmó en la Eurocopa respecto a Williams.

En el fondo, todos merecemos darnos un homenaje de vez en cuando, sobre todo cuando se regresa de un sitio oscuro en el que casi pierdes tu identidad. Al Barça no le queda otra que usar el juego, que hace no tanto fue su voz, para volver a ilusionar a unos aficionados que han estado más pendientes de inscripciones que del juego, de despachos que de césped. Miren a Pedri correr y disfruten mientras puedan.