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La familia de 13 integrantes que siempre va en bloque al Estadio José Zorrilla: "La tradición empezó en los años 50"

Tras 70 años, los Sánchez han convertido su pasión por el Real Valladolid en un legado familiar que se transmite de generación en generación: "Me pierdo una media de un partido cada ocho años"

La familia de 13 integrantes que siempre va en bloque al Estadio José Zorrilla: «La tradición empezó en los años 50»
Alejandro de Paz

Alejandro de Paz

Uno suele ir al estadio a ver a su equipo acompañado de su padre, de su abuelo o de algunos amigos. Pero el caso de Nacho Sánchez va mucho más allá. Al José Zorrilla van siempre juntas 13 personas de la familia, convirtiéndose esto en una tradición que se transmite de generación en generación. "Somos socios cinco hermanos y nuestras parejas, nuestros hijos, los sobrinos… Otros no son de la familia, pero como si lo fueran, porque son amigos y vecinos de toda la vida", cuenta a Relevo el vallisoletano.

«Alguna de las chicas de nuestra tienda se acabó casando con algún jugador»

Esta historia comenzó con el padre y el abuelo de Nacho, naturales de un pueblo de Salamanca. "Mi padre vino a Valladolid con 14 años. La tradición la empezó él, en los años 50, que se abonó al Real Valladolid incluso antes que mi abuelo. Mis abuelos tenían una tienda en calle Santiago —una de las calles principales de la ciudad— y mi padre conocía a muchos jugadores personalmente porque la mayoría vivían por esa zona. Esa relación con los jugadores hizo que se acrecentara más la pasión por el Real Valladolid", explica. Incluso recuerda que "alguna de las chicas que trabajaban en la tienda se acabó casando con algún jugador".

«En los años 70 irían al estadio 10 o 15 mujeres»

"Ya más tarde nos unimos mi madre y yo, que en esa época era raro que fueran mujeres", afirma. "En los años 70, no te exagero, irían al estadio 10 mujeres o 15. No se veía ninguna", nos cuenta. Ahora, de los 13 que forman el inseparable convoy, cinco son mujeres. "Mis hijas son socias desde que nacieron", presume. Aunque el que más años suma como abonado es el propio Nacho, que este 2025 cumple 50 temporadas de las que se acuerda de prácticamente todo: "El primer partido al que fui fue un Valladolid-Barakaldo de Segunda. No era socio aún, tendría seis años, me llevaban de la mano y los niños no pagábamos. Ganamos 3-0". Además, su implicación es innegociable: "Me pierdo una media de un partido cada ocho años. Me habré perdido seis o siete partidos en estos 50 años", asegura.

«Mi abuelo pegó con una almohada a un linier»

Entre tantos recuerdos, la primera anécdota que se le viene a la mente es poco didáctica, pero cuanto menos curiosa. "Cuando era yo un niño, no había vallas y la banda estaba a un metro de la grada, estaba pegada. Mi abuelo le pegó un almohadillazo al linier. Sin lanzársela, pasó al lado y le dio con una almohada. Se le llevaron los policías", rememora. Pese a no fallar nunca en casa, sí que es poco habitual ver a la familia viajando con el equipo. Sin embargo, cuando lo hacen, no pasan desapercibidos: "Hemos ido a Miranda el año pasado y a veces se suma alguno más que no va normalmente. Iríamos 15 o 16 en varios coches". Y, aunque pueda sorprender, no existe mucha disparidad de opiniones entre tantos miembros ni en temas tan polémicos como lo es este deporte. "No discutimos mucho, somos tranquilos. Y menos de fútbol", confiesa Nacho.

Precisamente, para el Real Valladolid no está siendo una temporada fácil. A ojos de nuestro entrevistado, "la peor temporada de la historia". "Es la peor campaña que recuerdo. Y las he vivido muy malas. Veo un equipo muy inferior al resto. Confío poco. El fútbol es raro y puede darse la vuelta, pero…", opina, impotente pese a ni siquiera haber terminado la primera vuelta, pero con el equipo colista.

«Aprendió a leer con los álbumes de cromos de Panini»

La familia, que ocupa la tribuna norte del estadio José Zorrilla, confía en poder continuar muchas más generaciones. "Mis dos hijas son socias, el hijo de una hermana mía también y el hijo de otro hermano mío. Hay otros que no porque son muy pequeños, viven fuera o el fútbol no les va", asume, pese a sus esfuerzos por inculcar el amor por el blanquivioleta. "A uno de los que viene con nosotros, Carlitos, le empecé llevando yo con tres años antes de que sus padres fueran socios", nos cuenta de uno de los miembros más jóvenes. "Se enteraba de todo con tres años. Ahora tiene 20 o 21. Su madre dice que aprendió a leer con los álbumes de cromos de Panini. Se sabía todos los jugadores de primera de todos los cromos", recuerda Nacho con asombro.

Con Carlitos como ejemplo, los Sánchez y compañía siguen yendo juntos y captando nuevos integrantes: "Como nos sobran carnets siempre, llevamos a hijos de amigos muchos días o a amigos o familiares nuestros, y se acaban animando a abonarse". Porque el fútbol no solo tiene implicación dentro del terreno de juego, y la familia que uno hace en el estadio va mucho más allá de los vínculos de sangre y de los resultados deportivos.