Ezequiel Calvente cuenta la historia de la 'Ezequinha' y cómo plantó al Benfica: "Quería triunfar en el Betis"
Cesiones que no le vinieron bien, lesiones o la muerte de su padre marcaron la carrera del melillense. Aun así, considera que ha tenido una vida privilegiada y no se arrepiente de nada.

Cuando mantienes una charla con un futbolista como Ezequiel Calvente, como la que hemos mantenido en Relevo, te das cuenta de que las circunstancias que rodean a muchos jugadores en ocasiones son complejas. Que el que triunfen en un equipo no siempre depende de sus cualidades, y que ese cúmulo de situaciones tiene que ayudar para que un futbolista joven pueda consolidarse en la élite. A Ezequiel le pudo pesar el salir tan joven, que la 'Ezequinha', aquel penalti que dio la vuelta al mundo, tuviera tanta repercusión o que no hubieran tenido algo más de paciencia con su evolución. Pero, por otra parte, el de Melilla se siente afortunado con la vida que ha llevado. Quizás echa en falta algo más de fortuna con las lesiones en momentos claves, pero siente que ha tenido "una vida privilegiada". "He disfrutado del fútbol, he aprendido mucho y es lo que más me gusta. Yo no siento que haya fracasado", asegura.
Sí se muestra autocrítico con cuestiones como la de haber tenido una vida más organizada o haber llevado mejor aspectos importantes como el de la alimentación. No se arrepiente de nada, o casi nada. Tuvo la oportunidad de salir al Benfica, con un contrato millonario. Una opción que en aquel momento desestimó porque quería triunfar en el Betis, en el equipo del que salió, el que se lo dio todo y del que ha hecho a su hijo pese a la distancia. Aunque ahora, con otra perspectiva y otra mirada, se sincera y hubiera aceptado esa oferta.
Me gustaría empezar por tus inicios, porque al principio estabas un poco entre Granada y Sevilla.
Me fui muy joven para Sevilla. Al estar lejos de mis padres, de mis amigos de toda la vida, salirme tan joven me costó un poco. Tuve una cesión en Granada y al año siguiente todo surgió muy rápido porque yo llegué en juveniles allí. Hicimos una temporada muy buena en División de Honor y automáticamente subí al filial, fui a la Selección y al primer equipo. Todo en un año. Fue rapidísimo.
¿Te costó un poquito el digerirlo?
Bueno, pues la verdad es que no era consciente de lo que estaba haciendo, de lo que estaba logrando. Estaba en un juvenil en aquella época, el fútbol era muy diferente a ahora. No sé, era como que no me lo creía. Subía al primer equipo, el míster me dio continuidad en los partidos, jugaba… la verdad es que me costó un poco. Porque, claro, desde aquel momento fui como el boom, mucha gente hablaba de mí. No sé, no me lo terminé de creer, pienso que me lo tenía que haber creído un poco más.
¿En qué sentido?
Al ser tan joven, en todos los partidos quería demostrar en vez de disfrutar del fútbol. Lo único que quería era demostrar que tenía un sitio en el primer equipo y eso hacía que me equivocara mucho dentro del campo. Era como que jugaba muy precipitado. Yo pienso que tomaba malas decisiones. Por ejemplo, el año del filial, no sé, como que jugaba más tranquilo, jugaba más a lo que es mi fútbol. Y en el primer equipo, una vez que subía, a lo mejor tenía un uno contra uno y soltaba el balón, después estaba con cuatro y me quería ir de los cuatro. Perdí un poco lo que es mi esencia. Esa es la sensación que yo tengo. Es verdad que también era muy joven, es lo que te he dicho. A lo mejor no me lo terminé de creer o no sabía realmente.
Pero sí viviste algo muy bonito como es el ascenso a Primera.
Hombre, pues imagínate. Tu primer año en el primer equipo y poder conseguir un ascenso, después de todo lo que has mamado allí de chico. Yo me fui de Granada siendo del Barça y el otro día estaba mosqueado porque le gana el Betis. ¿Sabes? Al final uno se hace del Betis, está allí, ve los partidos, lo mama desde chico y... la verdad es que fue el mejor momento de mi vida, futbolísticamente. Yo creo que con el equipo que te has formado, que te has criado desde chico, poder ponerlo donde siempre se ha merecido, porque el Betis es un equipo de Primera División, para mí fue un orgullo. Ver a tu familia que está orgullosa de ti, a la pila de gente que haces feliz, no sé, es como un cúmulo de emociones que no se puede explicar, hay que vivirlo.
¿Aquella etapa fue la mejor de tu carrera?
Yo la comparto también con mi primer año en Hungría, porque es verdad que allí tuve mucha continuidad, estaba más curtido, tenía 26 años y jugué todo prácticamente. Junto con la de Hungría, para mí fue la mejor etapa de mi carrera, sí.
Y después tu debut en Primera.
Además, ganamos contra el Athletic y fue espectacular, la verdad. Llegó un momento que nos encerraron y yo no sabía ni dónde meterme, y sacar una victoria allí, en San Mamés, en el primer partido de Liga, la verdad es que fue espectacular y fue en el antiguo San Mamés.
Oye, en el Betis hiciste buenas migas con Rubén Castro y con Jorge Molina, ¿verdad?
Sí, me acogieron en el vestuario. Me decían niño y me acogieron muy bien. La verdad es que aprendí muchísimo de ellos. Fueron los que mejor me acogieron en el vestuario y eran con los que mejor me llevaban.
Hay algo que marcó tu carrera. Fíjate que todavía se habla de la 'Ezequinha'.
Aquí, en Granada, y a cualquier lado que voy siempre me lo dicen. "El de la Ezequinha". Además, si hay algún penalti me dicen que la haga. La verdad es que sí, que fue un penalti muy mediático. Creo que lo hice en el momento justo, en el momento correcto, y fíjate que todavía se habla de ella. Pero bueno, para mí, ahora que tengo niños, pues para mí es un orgullo.
¿Tus niños qué te dicen cuando se la pones?
La verdad es que no soy mucho de ponérsela, pero es verdad que sus amigos, niños de otra generación que a lo mejor sus padres le dicen 'pues su padre es futbolista y mira lo que hizo, y también ha jugado contra Messi', lo típico.
¿Cómo nace la 'Ezequinha'? Porque tiene su historia
Sí. Es verdad que yo siempre en los entrenamientos la hacía, o te tiraba un penalti o daba un pase y la hacía. Y estábamos en la habitación Canales, Muniain y yo… no sé cómo surgió el tema, y a decirme que no lo hacía en un partido y le digo, mira, si mañana hay un penalti os prometo que lo hago. Y empezaron que no tenéis cojones, que eso y que lo otro, y se apostaron diez o quince euros, que no me acuerdo realmente cuánto era. Y surgió así, un poco. Una charla con los compañeros en la habitación un día antes, que lo típico es, venga, pues tú no eras capaz de hacer esto en el partido y salió y fíjate.
Que se pusieran tantas expectativas sobre ti, ¿te pasó factura? ¿Tendrían que haber tenido algo más de paciencia?
Yo me siento muy querido, yo por la gente me siento muy querido, pero es verdad que a lo mejor en el club (Betis), pues, podrían haber tenido un poco más de paciencia conmigo. Es lo que yo pienso. Creo que cederme al Sabadell... como que no... No sé. Llevo desde niño jugando en Sevilla, toda mi vida. Estaba ya hecho allí. Yo creo que hubiera sido incluso hasta mejor jugar con el filial y entrar en el primer equipo. No sé cómo explicártelo. Pero mantenerme allí. Porque yo ya tenía allí una vida hecha. Es como que el cambio a Sabadell, un equipo que estaba luchando por el no descender, tenía más presión aún que en el Betis. Yo fui allí para jugar y, claro, ir del Betis al Sabadell era como que se me pedía muchísimo, ¿sabes? Se me pedía más que al resto de jugadores, siendo tan joven. Es un poco eso. Porque es verdad que de niño uno se equivoca. Yo venía de estar en Granada y subí al primer equipo de golpe. Solo me dan un año de continuidad. Por una parte lo entiendo, pero por otra parte creo que podrían haber trabajado un poco más conmigo. Tenía a mi padre malo, con cáncer, era todo un poco complicado, la verdad. Porque yo tenía... al ser tan joven, al tener tantas cosas, hasta las familiares con mi padre malo… y en el fútbol, muchas veces cuando no juegas pues... Porque yo el año de primera, el año del ascenso, al año siguiente, yo recuerdo que entrenaba aparte, me hacían correr por el campo, ¿sabes? Como que no contaban conmigo. Entonces eso, a un niño con 19 años, pues me contaba bastante, la verdad. No entendía el porqué. Trajeron a Jefferson Montero, que era un súper futbolista, pero el año de primera trajeron a Agra también. En ese momento consideraba que no tenía más nivel que yo. Toda la confianza que yo tenía como que la pierdo un poco. Ya me dijeron que me iban a ceder, que me lo dijeron bastante pronto, desde pretemporada ya no se contaba conmigo, ¿sabes?
¿Y la cesión a Friburgo empeoró todo?
Yo al Friburgo me fui motivado. Estrenaba bien. No sé, en los primeros partidos llegué a debutar, el míster contaba conmigo, pero un furúnculo me dejó fuera casi seis meses. No tuve suerte, y ahí se juntó con la muerte de mi padre. Estaba lejos, estaba en Alemania, lesionado, no jugaba… es como que, no sé, psicológicamente como que me viene un poco abajo. Mi padre era el que me decía, no hagas esto, niño, no hagas lo otro. Un poco como el que me tenía más recto, el que mejor me sabía llevar. Fue muy complicado, la verdad, en un país súper distinto, frío, no hablaba el idioma, porque yo en ese momento no sabía hablar inglés prácticamente, alemán mucho menos. Se junta un cúmulo de cosas, ya no es que no jugara, es que no juegué por culpa de una lesión. Empecé el primer partido, jugué cinco minutos, después contra el Bayern Leverkusen, allí, juego casi la segunda parte entera. Estaba entrando poco a poco en el equipo y justo a la tercera jornada o a la cuarta me pasa esto que te estoy diciendo. Bajo mi nivel porque no entreno igual. Se me monta ahí atrás, fue en el coxis, se me monta como una bola de grasa, no me permite entrenar fuerte, al 100%. Me dolió muchísimo hasta que me operan, y ya una vez que me operan pues tardo en recuperarme mucho porque la raja se me abre cada vez más por detrás. No termina de cerrarse, se me vuelve a infectar. Pasan muchas cosas y es lo que te digo, que ya cuando se muere mi padre es como que el bajón definitivo.
Ya no estabas.
Psicológicamente, mi cabeza estaba en España, no estaba allí, ni estaba en el fútbol, ni estaba en nada.
Echando la vista atrás, ¿te arrepientes de algo? ¿De algunas decisiones?
Pues mira, a lo mejor… hubo un año que el Benfica me quería. Vamos que mandaron a Antonio Barrera, que era mi representante, una oferta por mí, al club le enviaron una oferta seria. Y no sé, entre los dos decidimos que en lugar de pelear por irme, que me daban muchísimo dinero y era joven, pues no sé, como que aposté por quedarme porque yo quería triunfar en el Betis. ¿Arrepentirme de algo? No. Pero claro, me lo estás diciendo ahora, si yo miro para atrás, pues lógicamente, me hubiera ido y me hubiera caído un contrato millonario, no te voy a engañar. Lo que haces en el momento es porque tú lo sientes y al final cada uno lucha por lo que quiere. Yo en ese momento quería triunfar en el Betis, porque era para mí el club que me lo había dado todo. Yo siempre he estado muy agradecido al Betis, soy del Betis, a mi hijo lo he hecho del Betis. Es un sentimiento que llevo dentro, que le estoy súper agradecido y yo no me olvido. Al final, tengo que dejar el fútbol profesional a los 28 años por una pubalgia, prácticamente, muy joven. Entonces, piensas en todo. Y estar ahí arriba y estar, aunque no sea aquí en España, pero estar en Primera división en otros países, o disfrutar del fútbol profesional y verte de buenas primeras como tu carrera cae en picado para abajo no es fácil tampoco. Arrepentirme, quizás, en aquellos tiempos de no tener la cabeza un poco mejor amueblada, en el sentido de haber sido más maduro futbolísticamente, haber sido más profesional.
Tener una vida más ordena, quizás, ¿no?
Sí, porque es verdad que yo no me cuidaba en comidas, no era el típico futbolista que… pero claro, en aquellos tiempos tampoco era como ahora, que los niños son aviones, preparados, la tecnología, todo. Es muy diferente, pero que sí, que a lo mejor haber sido un poco más profesional, un poco, bastante, en el sentido de tener mi vida más organizada. Haberme alejado de amigos que yo pensaba que eran amigos. Yo al ser siempre muy humilde no quería perder mis amistades. Pero claro, eso no lo sabe uno hasta que no le pasan las cosas. A lo mejor tú te crees, pues… yo tengo esto y yo quiero que ellos también lo disfruten y es un error, es un error.
La de Hungría fue bonita, pero la de Portugal no fue tan bonita, ¿no?
Claro, por la lesión, claro. Llego, juego, estoy jugando bien, pero me lesiono, me hago un esguince de tercer grado, y prácticamente eso me hace perderme cerca de dos meses. Vuelvo y vuelvo a recaer del tobillo, y al final por culpa del tobillo estoy cerca de seis meses sin jugar. No tuve suerte y la verdad que empecé bastante bien, porque lo poco que jugué lo jugué muy bien, la verdad.
Tu no consideras que hayas fracasado en tu carrera, ¿no?
Hombre, yo tengo 34 años y sigo jugando al fútbol. Es que, claro, es como tú te lo quieras tomar, yo el fútbol… Es verdad que se convierte en un trabajo, pero al final yo juego porque me gusta el fútbol, y yo he disfrutado. Lo mismo que te digo que no he tenido suerte, pienso que he tenido una vida privilegiada, no te voy a engañar, porque he disfrutado del fútbol, he aprendido mucho del fútbol y es lo que más me gusta. Yo no siento que haya fracasado. ¿Fracasar? ¿Por qué? Al final somos humanos, somos personas, venimos para irnos. Tú tienes que tener metas y yo estoy muy orgulloso de lo que he logrado. La gente que habla tampoco sabe de dónde ha salido uno, ni las cosas que lo han rodeado, en fin, son un cúmulo de cosas. No me siento fracasado, porque fracaso para mí es otra cosa. Yo me fui muy joven, quería ser futbolista y lo logré con el tiempo, entonces, para mí no es un fracaso, al revés, todo lo contrario.