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Cuando La Masia se encontró con una cantera mejor a solo 20 kilómetros de distancia: "Casanova era muchas personas en una"

Así trabajaba la cantera perica con el excoordinador, para muchos el "mejor de España". Estuve cinco años en Málaga y sus fichajes dieron 150 millones.

Javi Puado, uno de los jugadores actuales salido de la cantera del Espanyol. /RCD ESPANYOL
Javi Puado, uno de los jugadores actuales salido de la cantera del Espanyol. RCD ESPANYOL
Alberto Martínez

Alberto Martínez

Albert Puig, responsable de la cantera del FC Barcelona de 2010 a 2014, dijo recientemente en Relevo que cuando él llegó al cargo, el Espanyol "nos llevaba ventaja" y que fue a partir de la marcha de José Manuel Casanova, su sempiterno coordinador de fútbol base, y de los recortes que se aplicaron en la entidad blanquiazul -cuya deuda con Hacienda y construcción del estadio no paraban de crecer- cuando los pudieron adelantar, ya que en aquel momento, incluso, habían conseguido que jugadores como Raúl Baena, Víctor Álvarez o Marc Pedraza decidieran salir de la cantera azulgrana y fichar por el Espanyol cuando se les auguraba proyección en Primera. Hoy en día, con los Lamine Yamal, Pau Cubarsí, Marc Bernal, Marc Casadó o los primos Fernández parece impensable.

Todo ello gracias a una manera de trabajar labrada durante años liderada por Casanova, que era "muchas personas en una" porque tenía un ojo único, era directo al negociar y entendía de fútbol, cualidades que se diversifican en el fútbol base de hoy en día en figuras como el scouter, el director metodológico y el coordinador. Era otra época, y no había nadie como Casanova. "Era el mejor de España", explica Ramon Guerrero, ahora director de la Residencia Túrbula, y lo secunda Dani Fernández, dos de los "locos por el fútbol" que trabajaban a su lado. "Mira, estuvo cinco años en el Málaga y con todo lo que fichó, el club llegó a ingresar 150 millones", explica Carles, su hijo.

Manel Casanova (1951-2017) empezó en el Espanyol en 1991 después de haber sido jugador en los años 70. Tuvo que lidiar con un club que siempre había cultivado su cantera -con la Peña Saprissa en los años 30, con jugadores emblemáticos como Dani Solsona en los 70 o el 'Yo cantera' de los 80 con Xabier Azkargorta-, pero que no tenía una ciudad deportiva, por lo que estuvo obligado a buscarse la vida por toda Barcelona para que entrenaran los equipos. Poco a poco, Casanova fue formando un grupo de trabajo y una manera de hacer directa y efectiva. "Tenía buen ojo y facilidad para cerrar las operaciones. No había muchos clubes en España que fueran a buscar fuera de su comunidad y cada semana nos distribuíamos los partidos", explica primero Guerrero.

TODOS LOS JUGADORES QUE AYUDÓ A FORMAR CASANOVA Y LLEGARON A PRIMERA

Unos entrenadores carismáticos, competitivos y entregados

Uno de los entrenadores más carismáticos de aquellos años fue Óscar Perarnau, luego secretario técnico y director general deportivo del Espanyol. El técnico, que arrancó en alevines, ensalzó la figura del propio Casanova: "Destaco la gestión y el liderazgo. Gran parte de los entrenadores veíamos muchos partidos de nuestra categoría. El día a día era propositivo y descartábamos porque había muchos nombres encima de la mesa, la captación era rigurosa", explica. Y eso se trasladaba a los entrenamientos: "Los entrenadores buscábamos la mejora individual, recuerdo el espíritu de mejora cada día. El Barça tenía más recursos pero era un plus de motivación, optimizábamos mejor los recursos de personas y material".

Dani Fernández llegó más tarde, en 2008, y vio el cénit y el ocaso de la cantera después de perder recursos y cambiar el modelo. Pero destaca, por encima de todo, el perfil de entrenadores que se crearon: "Eran entrenadores competitivos, exigentes y que tenían una presencia activa en el entrenamiento". Ramon Guerrero añade además que "cada uno de nosotros se adaptaba a una categoría y estaba muchos años allí; eso provocaba que dominara la categoría. Cada uno tenía unas virtudes y se intentaba explotar. Teníamos los mejores en cada categoría. Yo estuve 12 años en el cadete".

"El líder era un currante de la hostia. Generó un grupo de trabajo y dio ejemplo. Todos le echaban muchas horas, se ayudaban... estaban despiertos para ir a captar. Tener ese buen grupo y un líder que se levantaba a las 8:00 para ver un Molins de Rei-Pallejà… No tenía escalones a quien reportar, era rápido, a la hora de incorporar", rememora su hijo Carles.

Los nombres de los entrenadores se sabían de memoria, como David Fernández, Albert Villarroya, Ramon Guerrero, César Sanz, Óscar Perarnau, Lluís Planagumà, Josep Clotet... Muchos de ellos saltaron a direcciones deportivas de clubes europeos o se convirtieron en entrenadores de fútbol profesional. "La figura de mi padre estaba respaldada por mucha gente", añade su hijo. "La figura de Casanova te marcaba", añade Dani Fernández, que además puntualiza: "La inversión en el fútbol base era fuerte".

Dani Fernández, la última etapa de Casanova

El modelo de juego de aquel Espanyol era diferente al del Barcelona, pero estaba muy pautado. Había perfiles concretos que Casanova consideraba que eran los ideales para el primer equipo perico, para obtener resultados y para adaptarse a los distintos entrenadores que llegaban. Y los entrenadores lo entendieron. "Los centrales tenían que ganar duelos, los mediocentros debían eran dinámicos, la gente por fuera que tuviera buen uno contra uno y los puntas que jugaran de espaldas y con buen remate", sintetiza Dani Fernández, que llegó ya en la última etapa y destaca además "la inversión que se hacía, los taxis, la residencia...".

Pero Casanova también hacía excepciones con los llamados "talentos", aquellos jugadores como Óscar Melendo que a priori no reunían esas condiciones pero veía el juego mejor que nadie: "Creaba equipos valientes, con buena capacidad física y que tenían una relación vertical con el juego, como el Barcelona de ahora. Alternar pie con espacio. Y luego todo eso se fue mejorando a nivel metodológico con Juanlu Martínez".

No hay nadie que conozca mejor a Manel Casanova que su hijo Carles, quien ahora sigue la saga de la familia vinculado al fútbol y al Espanyol en el departamento de administración de la cantera perica. Lleva toda la vida: "La captación fue una de las claves. Una persona capaz de detectar talento, cuesta de encontrar, cuesta de que lideren. Antes estaba centralizada en una persona. La figura de mi padre estaba respaldada por mucha gente", introduce el valor de la gente que trabajaba con él.

"Había un grupo de trabajo con talento para ver los jugadores y proyección. ¿Si tienes Monchi viendo un brasileño de 18 años y luego lo traspasas por 40M qué precio tiene esa persona? Era un especialista para ver jugadores, estuvo en Málaga y generó valor de 150 millones por cinco temporadas", añade. Y destaca que en aquella época "el Barça estaba más relajado en la captación. Nos peleábamos por cada fichaje, por el niño aquel porque queríamos lo mismo".

El cadete era la categoría a la que se le daba más importancia, donde había que empezar a marcar las diferencias y dónde se hacía una inversión más grande. "Hacíamos inversiones de Segunda B o Tercera", rememoran. Y así, cuando ponían el ojo dónde nadie, superaron al Barcelona.