ENTREVISTA

Mazinho sobre quién ha sido mejor entre sus hijos, Thiago y Rafinha, o él: "Bueno... yo soy campeón del mundo"

El internacional brasileño repasa su historia en el Celta y en el Valencia y no está de acuerdo con Vinicius: "España no me parece racista".

Mazinho pugna por el balón contra Tito Pompei en un Celta-Oviedo de 1999./EFE
Mazinho pugna por el balón contra Tito Pompei en un Celta-Oviedo de 1999. EFE
Sergio Fernández

Sergio Fernández

La selección de Brasil campeona del mundo de 1994 será recordada principalmente por la magia de Romario y Bebeto arriba, o por un suplente que no rascaba bola que se llamaba Ronaldo y llevaba un extrañísimo dorsal número 20 a la espalda. Eran una locura, pero además de una delantera brutal, había tres absolutos muros que eran un seguro de vida ante cualquiera: Mauro Silva, Dunga y el entrevistado de hoy, Iomar do Nascimento Mazinho (Paraíba, 1966). Eran una frustración absoluta para cualquier atacante y, claro, con ellos ahí, sus compañeros tenían muy poco de lo que preocuparse, más allá de molar. Así se ganan los Mundiales.

Ahora tiene 58 años y la generación que puebla la insultantemente joven redacción de Relevo lo conoce mucho más por ser el padre de Thiago y Rafinha Alcántara, que por ser lo que era: una absoluta súper estrella del fútbol mundial. Una especie de Kanté, pero en brasileño y a lo bestia, con pases de 50 metros incluidos. Casi le teníamos perdida la pista cuando apareció como mano inocente en el sorteo de la Copa del Rey en la RFEF, en la que su Celta salió emparejado con el Racing de Santander. "Ahora vivo en Barcelona. Trabajé mucho tiempo como agente de jugadores, cuidando sobre todo de la carrera de mis hijos (Thiago y Rafinha Alcántara), donde sigo hasta hoy", explica desde una sala anexa al salón Luis Aragonés donde se ha celebrado el sorteo.

No ha dejado de pensar en el fútbol y sigue hablando como si hubiera jugado el sábado y no quisiera perderse la convocatoria del próximo fin de semana. "El fútbol no puedes dejarlo nunca. Claro que sigo: los homenajes de los clubes, ahora en enero tenemos uno de veteranos de la selección brasileña... poco a poco sigo pudiendo disfrutar con esto".

Después de su época en el Celta usted terminó con una lesión grave que prácticamente le retiró. ¿Le ha pasado factura tras los años? ¿Le queda alguna molestia o secuela?

Tuve la suerte de no tener demasiadas lesiones importantes. Sólo esa, que fue la que me obligó a retirarme. Un golpe en la rodilla en un partido contra el Barcelona, con 35 años... A partir de ahí nada fue igual. No lo dejé inmediatamente, sino un año después. Me recuperé, me fui a jugar al Elche y un poco de carrera en Brasil... pero grave, grave sólo tuve aquella.

¿Cómo ve a 'su' Celta hoy en día? No se parece en nada al que vivió usted...

Sí, claro, el Celta hoy es un club con una estabilidad muy grande, un único dueño que sabe gestionar muy bien, que ha traído gente muy importante, ha fichado muy buenos jugadores y ha trabajado con la cantera. Tenemos un director deportivo muy interesante y un entrenador de la casa que sorprendió a todos pero ya venía haciendo un trabajo muy importante en el segundo equipo... Es realmente un club que está a un nivel muy bueno y ojalá que siga creciendo y mejorando así.

¿Y al Valencia?

Yo estuve sólo dos años en ese club y realmente me encanta por la exigencia que tienen, la afición que aprieta mucho... El que no está acostumbrado realmente puede pasarlo mal, pero me gusta. La situación actual, sin embargo, me inquieta: ver a un club histórico como el Valencia intentando hacer su juego, intentando salir de la situación en la que está... Pero no sé qué pasa que no arranca.

¿Cómo de cerca estamos de ver a su hijo Thiago al lado de Flick en el banquillo del Barcelona?

No lo sé todavía, no sé lo que va a pasar. No sé si lo necesitan, si él quiere... Él tuvo una buena experiencia allí pero de verdad no sé qué va a pasar ni lo que va a hacer Thiago.

Pero nadie le conoce mejor que su padre. ¿Tiene madera de buen entrenador? ¿Cree que tiene la misma capacidad de mandar y ordenar que cuando jugaba?

Si Thiago decidiese entrar en el mundo de los entrenadores yo creo que tiene todo lo que necesita para hacerlo bien. Es un chaval inteligente, que gestiona muy bien su alrededor... A mí me parece que ahora mismo un entrenador tiene que ser un buen gestor de vestuario, eso es muy importante, no puedes tener 20 ó 22 jugadores contentos, no es fácil... Creo que si realmente quiere ser entrenador tiene muy buena pinta para eso.

Mazinho sobre ser 'el padre de Rafinha y Thiago'

¿Cómo llevaste esa breve época en la que no eras 'Mazinho el Campeón del Mundo y de la Copa América' sino 'el padre de Rafinha y Thiago'? Al menos en España...

Nah, yo estoy acostumbrado. Cada uno tiene su momento. Cuando me retiré pasó a ser el momento de ellos y yo me limité a disfrutar de mis hijos. A mí no me molesta para nada que me conozcan como el padre de ellos. Estoy encantado. Ellos saben la importancia que tengo y no me molesta en absoluto. Es natural. Yo gestioné mi carrera muy bien y ellos la suya también.

Pero seguro que algo de pique sí que hay... aunque sea de broma, en el salón de casa, en plan: «Yo era mejor, chavales».

Al principio los dos siempre jugaban mucho con eso porque me metía con ellos, para que mejorasen, en alguna cosa u otra. Así, medio de broma, yo les iba diciendo cosas y escuchando lo que decían. Era una forma de aprendizaje y les hacía mejorar.

Pero, ahora que no nos escuchan... tú eras mejor que ellos...

Bueno... yo soy campeón del mundo [risas]. Ellos han ido creciendo poco a poco, Thiago ya no puede serlo y Rafa ya veremos. Pero bueno: calidad siempre tuvimos, afortunadamente. Yo creo que tenía calidad tanto técnica como física e intenté hacerlo bien en el campo. Y tanto Thiago como Rafa también tienen mucha calidad. Uno con una visión buenísima del fútbol, Rafa con un juego muy directo a portería, pero cada uno dentro sus características. Eso es muy importante: somos tres jugadores diferentes.

La experiencia de Mazinho con el racismo en España

Cambiamos de tema. ¿Está de acuerdo con Vinicius cuando denuncia que España es un país racista? ¿Era muy diferente en su época?

No lo veo. No veo a España como racista. Eso ha existido en todas partes del mundo del fútbol desde mi época hasta ahora. Lo que nosotros entendíamos era que esas situaciones eran maneras de desestabilizar a un jugador para que tu equipo pueda mejorar. Si le doy importancia a esas situaciones, el que no vive soy yo. Yo creo que tiene que pasar de eso, disfrutar de su vida, jugar su fútbol, tapar los oídos y seguir adelante. Porque sólo así vas a conseguir tus objetivos. Darle atención a esa gente sólo te perjudica a ti mismo, a nadie más. Es una causa en la que, por más que nosotros remamos y remamos, es difícil llegar.

Pero es absolutamente legítimo que a él le parezca que somos un país racista, por las cosas que se encuentra en los campos. Entiendo que usted debía escuchar cosas mucho peores.

Nosotros escuchábamos cosas peores, sí. Pero somos profesionales. Había compañeros que te daban patadas y no sabías quién era, te decían palabrotas... al final es parte del fútbol y tú también haces lo mismo. Entonces yo no me voy a pelear con un compañero, es una cuestión de color, creo que es una forma de desestabilizarte en el partido. En nuestra época había muchos jugadores que sabían qué futbolistas se calentaban más y se iban a por él. Iban a sacarte del partido... y te sacaban.

El Celta de Mazinho, Karpin, Mostovoi y Makélélé

En plan recuerdo del Celta: menudo equipo teníais... Mostovoi, Karpin, Makelele y tú...

De Mostovoi y de Karpin el recuerdo que tengo es que son dos jugadores que a mí, hostia, he tenido la felicidad enorme de jugar con ellos. De formar parte de ese Celta. Un tipo con la categoría y la técnica de Mostovoi y la raza y la determinación de Karpin, con sus centros y sus goles. Tengo dos cosas buenas con ellos: Mostovoi no esperaba a que yo le viera para darle el balón, él sabía que se la iba a dar. Y Karpin también sabía que los pases de 40-50 metros también le iban a llegar a sus pies...

Pero Mostovoi tenía una cosa que a mí me motivaba. Llegaba y me decía: "Maza, ¿cómo estás? ¿qué tal hoy?". Yo no entendía y me decía: "¿Qué tal estás tú hoy? Si tú estás bien, yo estoy. Si no estás, yo tampoco". Porque yo sabía que a Mostovoi le costaba más en términos defensivos y así nosotros salíamos a jugar y a disfrutar. Aparte es que yo tenía conmigo a Makelele, que era una máquina. Nos compaginábamos muy bien. Les decíamos: no marquéis, no pasa nada. Si ellos estaban bien, decidían el partido. Y nosotros nos encargábamos del trabajo sucio: era como si estuviéramos amarrados a una cuerda, donde iba yo, venía Makelele y yo iba donde él. Así era como antiguamente hacíamos los movimientos.

Un poco (para los más jóvenes) el estilo de N'Golo Kanté

Sí, pero el mediocampo era entero para nosotros. Todo el trabajo sucio del medio del campo era para nosotros.