El ejercicio de natación sincronizada de Hansi Flick que ha cambiado al Barça
El conjunto azulgrana lidera LaLiga en fueras de juego a favor.
En el principio creó Flick la presión (...) Y dijo Flick, haya luz. Y hubo luz. Así empieza la Biblia que, desde hace pocos meses, leen los futbolistas del Barça, todavía con cierta incredulidad. No por lo logrado, que todavía es nada, sino por el atisbo de cambio que se aprecia, una mejoría palpable, cuantificable, que con un equipo todavía herido por los lesionados ya empieza a marcar las diferencias y a establecer un renovado punto de partida en el que reconocerse: los espacios se negarán por delante y se ofrecerán por detrás. La trampa está servida.
En este inicio liguero, el FC Barcelona ha dejado a sus rivales en fuera de juego 59 veces en 10 partidos (48 en liga, 11 en Champions), la cifra más alta de todos los equipos en las cinco grandes ligas atendiendo solo a la competición nacional. De hecho, si se compara con los primeros 10 partidos del Barça en la anterior temporada la diferencia es abismal: 21 veces por las 59 de este curso. Ambos entrenadores perseguían una base parecida (defender lejos, presionar y recuperar la pelota rápidamente), pero con preceptos distintos. El de Flick es un ejercicio de natación sincronizada. Y en tiempo récord.
No es habitual ver que, en tan poco tiempo y con muchos jugadores lesionados, el Barça haya logrado unos resultados tan convincentes. Es el conjunto de La Liga que realiza las acciones defensivas más lejos de su portería (a 50,2 metros) y el que menos disparos recibe (8,13), una combinación que se explica desde una concepción kamikaze y radical del espacio y la posesión. En vez de controlar la profundidad desde la contemplación, se hace desde la asfixia, aun con el riesgo que si el rival se escapa, te termine aniquilando. Para que el equipo sea reconocible más vale pulir tu idea que esperar a que lleguen todos para perfeccionarla, y el Barça se expone en cada jornada con la convicción de que está en el camino correcto.
La forma en la que el Barça está traduciendo la inferioridad en su propia mitad del campo es un mensaje para el jugador: no tengáis miedo. Aun con rivales como el Girona, que hundieron y maniataron al FC Barcelona en largas secuencias el curso anterior, los de Flick entienden una situación de ventaja para el rival como una oportunidad. Si la pelota va fuera, con un futbolista recibiendo de cara, la línea defensiva actúa de cortafuegos, no hundiéndose por precaución, sino dando un paso al frente para forzar al contrario al pase, viendo tan claro el espacio que se abre, sin tiempo a calcular el momento del envío.
EL BARÇA PROVOCA MÁS FUERAS DE JUEGO ESTA TEMPORADA
Todo ello se traduce en que los centrales están defendiendo más lejos que de costumbre: Cubarsí ha pasado de realizar sus acciones defensivas de 29 metros de media respecto a su portería a 36, Koundé de 32 a 41 e Íñigo de 27 a 28. Todos están asumiendo más altura, persiguiendo a su par más lejos, compactando las líneas en un ejercicio coral que ya no necesita constantemente una acción heroica para salir ganadora.
¿Qué sucederá cuando regresen Araújo y Christensen? Hasta la fecha, el trabajo de Cubarsí e Íñigo está siendo excepcional, y el vasco se ha ganado el derecho a la titularidad y a que sean los otros quienes le saquen del puesto con resultados. Su forma de manejar la última línea y liderar la defensa adelantada está resultando fantástica y colisiona, precisamente, con la forma de defender de un Araújo que siempre ha priorizado la heroicidad a lo colectivo. Con Hansi Flick, el uruguayo está ante la oportunidad de su vida para crecer en todo aquello que le elevaría como uno de los tres mejores del mundo.