La decisión que relanzó la carrera de Beñat tras el 'no' del Athletic: "Firmé el contrato con el Betis en el parking de Lezama"
El centrocampista repasa su carrera y desvela cómo se fraguó su fichaje como verdiblanco y su regreso a Bilbao.

Beñat Etxebarría se retiró hace ya cuatro años, tras una larga carrera que comenzó siendo una de las mayores promesas de Lezama, se relazó a cientos de kilómetros en el Benito Villamarín y acabó con una experiencia en Sídney junto a Markel Susaeta, su compañero inseparable. Con él vivió también muchísimos años de rojiblanco, tanto en la cantera como después en el primer equipo, compartiendo un vestuario único con el que tocó la gloria ganando la Supercopa 2015, pero que sobre todo le ayudó a superar el bache más duro en lo personal: aquel penalti fallado en el Sánchez Pizjuán, a las puertas de unas semifinales de Europa League.
Eso es solo un borrón en una trayectoria de éxitos. Una en la que tuvo que asumir el "palo duro" que significó tener que dejar Bilbao tras una cesión en Conquense, a las puertas del primer equipo. Una decisión cambió su carrera. El Betis se fijó en él, pero esperó a conocer la decisión del club de su vida. Los rojiblancos se decantaron por no renovar su contrato y allí, en el mismo parking de Lezama, aceptó la propuesta bética. "Hablando mal, fue una putada, pero me lo tomé como la posibilidad de reengancharme al fútbol profesional", reconoce en una extensa entrevista en Relevo.
A las puertas de un nuevo duelo entre el Betis y el Athletic, las dos entidades que marcaron su vida personal y deportiva, Beñat se sienta con Relevo en un céntrico bar de Bilbao, donde hoy reside tras una retirada que le costó asumir. Disfrutando del comienzo de una vida en los banquillos, liderando la selección sub-16 de Euskadi, con la que ha vuelto a disfrutar del fútbol. ¿El futuro? Quién sabe. Por el momento es tiempo de repasar su carrera.
Me interesa empezar desde los inicios, cuando eras una de las mayores promesas de Lezama. ¿Cómo recuerdas esos años?
A ver, de las mayores promesas… Una vez entras a Lezama todos los jugadores son buenos porque son todos los que destacan en el fútbol vizcaíno y, en edades un poco más mayores, casi de todo Euskadi. Yo entré en alevines (la primera categoría de la estructura rojiblanca) y poco a poco empecé a subir categoría por categoría. Tuve la suerte además de ser internacional, con España y Euskadi, coincidiendo con Piqué o Cesc. En Lezama teníamos una muy buena generación también, con Susaeta, Agirretxe, y jugábamos muchos torneos contra aquel Barça.
La quinta de Messi, también. Imagino que recordarás el primer día que le viste.
Perfectamente. Un torneo en Vitoria, en el campo del Aurrera de Vitoria. Jugamos con el Athletic la Nike Cup famosa y nos tocó el Barça; perdimos 4-1 o 4-2. Me acuerdo que antes del partido nos dijo el entrenador que había llegado un chaval argentino al Barça, que debía ser muy bueno pero que no le conocían mucho. Y resulta que era él. Hacía casi lo mismo que hacía luego de mayor, en todos los partidos. Con nosotros aquel día, y después, ni te cuento. Se veía muy rápido que era otro nivel.
Volvamos a tu carrera. Te llegó el premio del debut en el Athletic muy pronto, con 19 años, pero en una etapa un poco convulsa.
Era como un año dubitativo porque había costado mucho que se salvase el primer equipo el año anterior, pero cuando subí a la pretemporada todos estaban con la ilusión de año nuevo, una nueva etapa… Aunque para un chaval como yo, que estaba a caballo entre primer equipo y filial, no me afectase tanto al principio, es verdad que era un poco complicado. Esa pretemporada pasó todo lo de Clemente, le despidieron, llegó Félix Sarriugarte y apostó por mí. Me hizo debutar en Pamplona, pero después no volví a jugar, aunque fui convocado varios partidos. Le despidieron, llegó Mané, yo también tuve una lesión… y ya no volví a jugar.
¿Cómo viviste esa etapa en la que no tenías muchas opciones?
Había tenido varias lesiones… Me reunieron y me dijeron que me tenía que marchar.
…
Por un lado lo entendí, porque la espalda me había tenido parado y me explicaron que querían gente más joven para el Bilbao Athletic. Es verdad que igual un poco te choca porque tenía contrato en vigor y te dicen que te quieren ceder. Fue difícil tragarme eso y digerirlo porque lo había tenido ahí y no lo había aprovechado o no lo había cogido… Fue un palo duro. Pero la esperanza es lo último que se pierde y, no sé por qué, pero me dio el ramalazo de querer salir del grupo norte y me fui al Conquense. Al Grupo 4, con la zona de Andalucía, entre ellos filiales como el del Betis. Y la verdad que fue un acierto porque hicimos muy buen grupo, tuve la suerte de jugar, de hacer un buen papel, con goles y asistencias, y nos clasificamos a Copa del Rey que fue algo muy gordo para nosotros.
Creo que Miguel Valenzuela, director de cantera del Betis, se quedó enamorado de ti y se movió rápido para ficharte. ¿Es así?
Sí, yo todavía pertenecía al Athletic y es ahí cuando me llama el Betis para decirme que me quiere. Me cogieron después de un partido en la ciudad deportiva del Betis y me dijeron: 'oye, no sé cuál es tu situación, no sé quién es tu representante, no sé quién es nada tuyo, pero lo que sí sabemos es que queremos contar contigo para la temporada que viene'. Les expliqué que yo todavía tenía contrato en vigor con el Athletic, que estaba cedido, pero que acababa a final de temporada. Les dejé claro que si no me querían en Bilbao, no tendría ningún impedimento en firmar con ellos.
¿El Athletic no hizo nada por retenerte?
No. Creo que ellos no sabían nada porque el Betis contactó conmigo y con mi representante. Al acabar la temporada volví a Lezama y me dijeron que ya estaba, que creían que mi carrera en el Athletic había terminado y que no iban a renovar mi contrato. Pues nada… Me acuerdo perfectamente que estaba con mi 'repre', aunque entré al despacho yo solo, y cuando salí ya teníamos el contrato del Betis en el coche. O sea, cuando me echan del Athletic, firmé el contrato con el Betis en el mismo parking de Lezama y lo mandamos por fax. Y desde ese mismo día ya era jugador del Betis.
"Al acabar la temporada volví a Lezama y me dijeron que creían que mi carrera en el Athletic había terminado. Firmé el contrato con el Betis en el mismo parking de Lezama y lo mandamos por fax"
Ex jugador de Athletic y Betis¿Cómo te lo tomaste? Entiendo que, pese a tener la opción del Betis, era un palo duro no poder seguir en tu casa.
Sí, hablando mal está claro que era una putada; sales de casa, y eso siempre es duro, pero para mí era una ilusión también el poder tener una oportunidad de engancharme al fútbol profesional. Con todo el respeto al Conquense, no es lo mismo que estar en una cantera tan potente como la del Betis, con todas las facilidades que tienes y con la oportunidad de poder llegar al primer equipo. Me lo tomé como una apuesta de ir lejos de casa para luchar dos o tres años más y ver si podía reengancharme al tren del fútbol profesional.
Un vasco en Sevilla. Y, además, una persona tímida y reservada como eres tú. ¿Te adaptaste rápido?
(Se ríe). Ya me lo han dicho alguna vez… Pero, no sé por qué tuve una suerte terrible porque había un grupo de chavales que ya llevaban años juntos y me acogieron muy bien. Cañitas, Juanito, Dani, éramos un buen grupo. Había un valenciano, uno de Jaén, otro de Cádiz, otro vasco…
Con Cañas hiciste mucha relación, ¿no?
Sí, por casualidad alquilé un piso y era vecino de ellos. Íbamos a los entrenamientos juntos, hacíamos las tardes juntas, hacíamos todo el día juntos e hicimos una relación terrible. Es un tío superhumilde y cariñoso, se portó conmigo de diez y además acabamos subiendo juntos al primer equipo. Se juntó que el Betis había bajado el año anterior, con jugadorazos como Sergio García, Marc González, Emaná, Mehmet Aurelio, algunos siguieron y no ascendieron. Y al año siguiente, que es cuando Lopera declara el concurso de acreedores, subimos varios jóvenes al primer equipo con alguno de esos que te decía como Emaná o Iriney. Era un grupo muy muy sano, además de tener gente como Jorge Molina y Rubén Castro…
¿Cómo llevaste la presión? Porque el Betis, aún en Segunda, es un club enorme. Y en la calle es como si jugases en Primera.
Sí, sí, iban 40.000 personas. Te sentías jugador de Primera. Y en la calle, no lo digo por nada, pero el Betis tira más. No sé, está más relacionada la ciudad con el Betis, y te lo hacían sentir. Y encima tuvimos tan buen año…. Subimos con cuatro jornadas de antelación, después nos mantuvimos, el último año nos metemos en Europa… Fue todo perfecto y en ese sentido no sentí esa presión nunca en contra.
Te tocó lo bueno. Ese ascenso a Primera en 2011 tuvo que ser...
(Se ríe). ¿Sabes lo que pasó, no? Fuimos a jugar a Nástic y teníamos que hacer el mismo resultado que el Granada. Nosotros jugábamos a las 12.00, en el partido del Plus, y ganando lo teníamos. Pero una vez más, pegamos una cagada y nos meten 3-1. Nos metimos en el AVE para volver a Sevilla con la rabia de haber perdido pero escuchando el partido del Granada. Y van y pierden. Imagínate la que montamos en el AVE. Saltando, bailando… Llegamos a la estación de Santa Justa y ya había miles de personas allí esperándonos. Nos subieron a un bus, estaba ya el escenario montado en el Villamarín… Fue uno de esos días que no te olvidas nunca porque muy, muy, chulo.
"El día del ascenso nos metimos en el AVE para volver a Sevilla con la rabia de haber perdido pero escuchando el partido del Granada. Imagínate la que montamos, saltando y bailando. Uno de esos días que no te olvidas"
Subisteis a Primera con Pepe Mel y os mantuvisteis bien. Ni al equipo ni a ti os costó mucho adaptaros a la categoría. No parece que tuviese miedo o vértigo, ¿no?
La verdad que nunca tuve miedo. Más que a nivel individual quizá sí teníamos la duda de a nivel grupal porque nos íbamos a enfrentar a los mejores. Recuerdo que nos insistíamos en que teníamos que dar más, que teníamos que estar superconcentrados. Ese era un poco el mensaje de Pepe Mel. Nos insistía mucho en que un error nos penalizaba el doble que en Segunda. Y me acuerdo que empezamos la temporada hiperconcentrados, hicimos un 12 de 12 en los primeros cuatro partidos y luego en los siguientes diez sacamos un punto. Nos plantamos en la jornada 14 con 13 puntos. Ultimátum para el míster, mucha presión… Teníamos la sensación de que estábamos bien, pero que nos metían gol muy fácil y que nos pasaban cosas raras. Pepe probaba defensa de 4, defensa de 5, cuatro medios… Y nada, no había manera. Pero empatamos a cero contra el Málaga, ganamos al Sporting y acabamos la primera vuelta con 19 o 20 puntos y ya pudimos hacer un año un poco más regular.
Ese año es inolvidable para ti y para el Betis. Imagino que sabes a lo que me refiero.
Sí, a los derbis. Es que allí los derbis se viven muy diferente. En el de la primera vuelta conseguimos empatar a uno [Beñat marcó] y en la segunda vuelta ganamos 1-2 en el Sánchez-Pizjuán. Y eso te marca un poco la temporada allí… En ese segundo partido ganamos y llegamos a 42 puntos, hacemos permanencia matemáticamente, marco el doblete de falta…

Día gordo...
Una de las mejores noches que recuerdo como futbolista, sin duda. Sobre todo personalmente, porque a nivel grupal puedes ganar un título, como conseguí en el Athletic, puedes meterte en una final, pero eso es algo más de equipo. Pero como actuación personal… ese partido es el mejor recuerdo seguramente. Era mi segundo derbi y conseguir cuatro puntos contra el eterno rival fue muy importante. Ni me di cuenta del boom que significaba eso en la ciudad y lo disfruté al máximo. Salimos del campo en el autobús y nos llevó al Villamarín y había miles y miles de personas esperándonos. Para ellos era como haber ganado un título: te salvas, le ganas al eterno rival en su campo… Marcan mucho los derbis en Sevilla, tanto para bien como para mal. Yo tuve la suerte de que siempre fuese bien para mi lado, pero también he visto el otro lado con compañeros que tuvieron errores y que nunca consiguieron dar la vuelta a esa presión.
Tan bien te fue que en el 2012 te llama la Selección, en la previa de la Eurocopa y en un grupo que venía de ser campeón de Europa y del Mundo. ¿Se te quedó la espinita de no haber podido ir a la Euro?
Calla, calla. ¡Qué va! Eso era otra liga. Yo ahí estaba aprendiendo, el objetivo casi era no molestar (se ríe).
Es un año importante también a nivel contractual porque sonó mucho que podías salir. ¿El Athletic intentó ya ficharte en ese verano de 2012?
No, al menos no recuerdo que hubiese nada firme con el Athletic todavía. Yo estaba negociando con el Betis para la renovación, pero claro, el tema como estaba en el Betis y no podían hacer grandes cosas. Y bueno, a mí me llama el Wolfsburgo con unas condiciones que el Betis no podía igualar y, la verdad, estábamos ya para hacerlo. Pero resulta que en la temporada 2012-2013 el primer partido de LaLiga era Athletic-Betis en San Mamés, veintipico de agosto, fiestas de Bilbao… Yo estaba concentrado en el hotel y es cuando me llaman del Wolfsburgo para que no juegue porque estaba casi hecho y que me podía lesionar. Si me hubieran dicho lo mismo en un partido contra el Español, contra el Levante o contra la Real pues igual les digo que vale, que no participo, pero era el Athletic. Estaba toda mi familia, todos mis amigos, era el viejo San Mamés… Y les dije, mira yo voy a jugar y luego ya se verá. Jugué, ganamos 3-5 (marcó uno de los goles), y luego me quedé unos días con la familia y con los amigos aquí en fiestas de Bilbao.
¿Se cayó el fichaje por eso?
Resulta que no llegó un papel a tiempo. Como el Betis estaba en concurso había que presentar unos papeles extra de parte del Wolsburgo, de no sé quién, o de no sé dónde tenía que llegar, pero no llegó. Y me quedé. Lo hice feliz, porque estaba muy cómodo, y en diciembre volvieron a llegar muchas ofertas, entre ellas el Wolfsburgo otra vez, hasta que llegó el Athletic ese verano. Y no tuve ninguna duda.
¿Cómo afrontaste el hecho de que se pagaran 8,5 millones de euros por ti, además de la presión que había por las esperanzas que tenía la afición contigo?
No sé si presión es la palabra. Presión creo que no es porque al final el fútbol es lo que más te gusta y es lo que mejor sabes hacer. Era más la responsabilidad de estar en el club de tu vida y no querer hacerlo mal porque no quieres fallar a nadie. Porque toda tu gente es del Athletic y sientes la responsabilidad de no fallar. El miedo a fallar pesa. Me costó en ese primer año porque era todo nuevo, aunque había estado la cantera no sabía el peso que suponía ser jugador del primer equipo.

Hubo debate porque Valverde te colocaba de mediapunta y no dabas tu mejor nivel. ¿Lo hablaste con él?
A ver, es que estaban Iturraspe y Mikel Rico de pivotes y volaban. El equipo iba tercero o cuarto, peleando por Champions, no fallábamos ni un partido… qué voy a decir. Itu era intocable y sí que pensaba que a ver cómo iba a entrar ahí. Era muy difícil y si me ponía por delante de los pivotes, pues por delante, aunque sabía que no era mi lugar ideal. Pero yo lo que quería era entrar y meterme en la rueda del equipo. No era un tema tanto de hablar con Ernesto, de hecho al año siguiente, cuando hubo más competiciones y más rotaciones, estando en Copa y Champions, empecé a jugar de pivote y ya me asenté bastante más en la posición.
Por cierto, se te achacaba mucho el tema de tu físico. ¿Te molestaba que se dudase de ello?
Qué va. El míster no va a poner a uno que esté mal físicamente. Me daba absolutamente igual lo que se dijese porque estamos en el día a día en un trabajo con profesionales, tenemos controles continuos… quiero decir que era más el ruido de fuera. Y a gusto de todos no va a llover. Igual a otro le dicen que tiene los pies redondos pero está muy bien físicamente. Al final te tienes que evadir de eso porque si no es complicado e igual no sabes llevarlo y te afecta. Yo al final soy un jugador, una persona, que no tiene ni redes sociales, ni tengo nada de nada, y al final es más fácil evadirme de todas esas cosas. Incluso a día de hoy la gente me dice, oye, ¡estás mejor que cuando jugabas! Mentira, o sea es mentira, porque ya te digo yo que ahora mismo me peso e igual tengo 4 o 5 kilos más que cuando jugaba.
Volvamos a los buenos momentos. Antes me decías que el doblete al Sevilla fue tu mejor momento individual. ¿La clasificación a la final de Copa del Rey 2015 fue el mejor a nivel grupal?
Sí, seguramente. A ver, esa eliminatoria contra el Espanyol la verdad que me acuerdo perfectamente. Fue un partido aquí en casa que empatamos a uno, no jugamos bien y recuerdo que aquí ya hubo como un pequeño runrún. Pero nosotros fuimos allí y sabíamos que Valverde nos iba a dar cuatro cosas para que el contrario estuviese incómodo y que íbamos a competir. Lo hacíamos siempre. Luego ya era un poco la suerte de que Aduriz le pegue vaya para adentro o le pegue al palo. Pero nosotros estábamos totalmente confiados porque sabíamos que si hacíamos lo que teníamos que hacer podíamos conseguirlo. Fue una alegría increíble. Nadie daba un duro por nosotros.
Hubo una buena fiesta en Barcelona.
Sí, sí, salimos a celebrar. Y encima me acuerdo yo que eso fue un jueves y jugábamos el domingo contra el Madrid. La gente estaba eufórica, nosotros eufóricos, y cogemos y ganamos a Madrid también. El partido del gol de Aduriz a pase de Mikel Rico. Estábamos en el momento ese de estar subidos en la ola buena y nadie nos podía bajar de ahí. Daba gusto.
Aquella final se jugó en el Camp Nou contra el Barça. ¿Cómo vivisteis vosotros, en el vestuario, que se decidiese jugar allí pese a ser contra un equipazo que ganó el triplete ese año?
Al final miras por los aficionados y hay más entradas, hay más espacio y tal. Pero claro, todos teníamos un poco esa discusión de que era ir a jugar al Camp Nou contra el Barça, que eran casi imparables y tenían a Messi. Nos decían que al menos nosotros estábamos en el vestuario de local y que eso les cambiaba a ellos… Eso daba igual, en el vestuario no se juega el partido. Fue bonito ver la grada llena, al principio te animas y tienes esa cosa bilbaína de que podemos conseguirlo, pero era muy difícil. Ya te digo yo que si esa final se juega en San Mamés tenemos muchas más opciones. De hecho unos meses después les ganamos 4-0 en la Supercopa.
¿Fue uno de los momentos más duros caer en esa final?
No, al final es una final, te queda la sensación amarga, pero es una final y todo lo que vives previo es muy bonito. O sea que tú has hecho grandes méritos para poder estar ahí en la final y has conseguido estar.
El peor día para ti imagino que está claro, ¿no? Temporada 2015-16, cuartos de final de Europa League, Sánchez Pizjuán y penaltis. Marcan todos pero tú lo fallas.
Eso es. El peor día que yo recuerdo del Athletic sin duda. Fue durísimo. Lo tiré mal, para mí está mal tirado, pero tuve la mala suerte de que se quedase en el centro de portería y me la parara. Aparte de una eliminación, que teníamos mucha ilusión en esa Europa League porque nos veíamos con opciones de llegar muy lejos, para mí fue muy duro.

¿Te costó darle la vuelta a eso?
No sé, al final la suerte del Athletic es el grupo que tienes en el vestuario. En momentos como ese te cogen y te animan. Y más allá de los compañeros, tu familia y amigos no te dejan pensar en ello. Sí que es verdad que lo pasé mal unas semanas y creo que perdí confianza un poco en mi juego porque estás pensando un poco de más en ello. Pero creo que fue cosa de unas semanas, luego vuelves a sentirte mejor y el equipo también otra vez te hace olvidar rápido lo que pasó.
Te quiero preguntar por entrenadores también. El año de Kuko Ziganda fue muy raro.
Llegó en un momento complicado, justo después de los buenos años de Ernesto. Hacíamos buenos resultados en Europa pero en Liga no conseguíamos tener regularidad, y fue complicado. También, el cambio de entrenador, después de tener las dinámicas como muy claras con Ernesto a nivel de entrenamientos, de rutinas, horarios... El cambio siempre te choca un poco y quizá si hubiera tenido continuidad no sabemos qué hubiera pasado, pero fueron muchos cambios y al final fue un año un poco triste. Un año raro.
Me interesa especialmente que me hables de Berizzo. De Marcos dijo una vez que lo que más le dolía de su carrera fue su despido. ¿Por qué os dolió tanto?
Le teníamos mucho cariño. Siempre empezaba el entrenamiento y nos juntaban en el corro, hablaba con casi todos uno a uno, era muy cercano tanto él como su staff. Su forma de trabajar me gustaba, era un poco estilo Bielsa. Conseguía que compitiéramos durante la semana, incluso ellos competían en el fútbol tenis y ese tipo de ejercicios. Nos tenía enchufados…
¿Qué faltó?
Los resultados. Hay partidos que perdimos por detalles, que íbamos ganando y de repente nos caímos por una expulsión, por un error… No conseguíamos cerrar los partidos. También su forma de jugar era la de siempre ir hacia adelante, iba a muerte con su idea. Era un tío muy cercano, supermajo, pero no solo conmigo, sino con todos, con los empleados, con jugadores, su staff… También se involucraron mucho en la cultura vasca e iban a jugar a frontón, por ejemplo. Le cogimos cariño muy rápido, eran muy queridos y fue una pena, una pena muy grande la verdad.
El equipo estaba metido muy abajo hasta que llegó Gaizka Garitano. ¿Llegasteis a pensar que podías bajar?
No. No, no, yo creo que no. Era hacer el click y que todo cambiase porque teníamos buena plantilla. Veíamos que hacíamos esfuerzos y que se nos iban los partidos y Gaizka encontró la tecla de no ir tan adelante, de estar más replegados, un poco ese equilibrio de estar más ordenados. Con la plantilla que teníamos era muy difícil que bajásemos. De hecho ese año al final acaba con un larguero de Iñigo Martínez en el Pizjuán que si lo hubiésemos metido entrábamos en Europa. No sé si con Berizzo hubiese sido igual, pero no creo que pensamos en poder bajar.
Pierdes protagonismo con Garitano hasta que llega el Covid y acabas saliendo del Athletic en plena pandemia. Una manera muy triste, ¿no?
Hay fichajes también. Llega Dani García, estábamos más gente en el centro del campo, y voy jugando menos. Tuve una lesión de tobillo también, después se paró la liga dos meses, el mercado se amplió… Pero yo sabía que el club no me iba a renovar. No es que lo que supiese, es que me lo imaginaba.
Lo fuiste masticando durante el año, imagino.
Eso es, lo fui masticando. Sobre todo los dos meses del confinamiento en los que te pones a pensar mucho… Hubo algunos partidos en casa en los que salió Vencedor por delante de mí y ya me hacía a la idea de que querían cambiar y te pones a pensar. Me llegaban cosas, nada me convencía y al final llega la comunicación de que no sigo.
…
Me da pena el hecho de cómo fue. Un poco triste porque al final he vivido grandes cosas en el Athletic e irte así, sin nadie en la grada… Nunca sueñas con el adiós, pero cuando te pones a pensar o ves cosas de otros compañeros, pues no te lo imaginas así. No soy yo tampoco un tío de despedidas, ni de hablar, pero sí me da pena no haber podido agradecer. Pero oye, al final ha pasado así, había una pandemia mundial, y te toca. Qué le voy a hacer. Por suerte luego salió la opción de ir al Macarthur.
Cuéntanos cómo surgió eso porque sonaba un poco extraño pensar en Susaeta y Beñat jugando juntos en Australia.
(Se ríe). Susa ya había estado en Melbourne ese año y en el confinamiento hicimos muchas videollamadas. Volvió por aquí cuando ya se podía salir, no teníamos nada, entrenábamos juntos, y un día me dijo que le había salido la oportunidad de ir al Macarthur. Me lo dijo y me preguntó a ver si me iba con él. Y oye, le dije que lo comentase y que si me querían, que podía ser. Y una de las mejorcitas experiencias que he vivido. A nivel de país y a nivel de disfrutar del fútbol otra vez. Era lo que necesitaba para acabar; disfrutando del fútbol, en un entorno familiar, sin presión, con un amigo… No era ni un tema económico, jugué 30 o 35 partidos y encima con Susa, que empecé con él en alevines en el Athletic, hemos hecho nuestra carrera y hemos pasado igual 20 años juntos en vestuarios. Era acabar un ciclo perfecto: empecé contigo y acabo contigo.
¿Cómo llevaste la retirada? Hay muchos jugadores a los que les cuesta adaptarse a la nueva vida.
Sí, me costó. obre todo el darte cuenta de que no tienes ninguna obligación, ni una rutina. Me acuerdo que me decían amigos para hacer un plan y al principio me salía decirles: 'espera que voy a ver cómo lo tengo'. Esa sensación es extraña y te sientes un poco perdido al cambiar de forma tan drástica de vida. Necesitas cambiar el chip, encontrar motivaciones y hábitos porque si no estás como desubicado.
Ahora creo que te ha picado el bicho de entrenador.
Eso aparece un poco por lo que hemos hablado. Tenía tiempo y empecé a sacarme los carnets. Me ofrecieron la posibilidad de entrar de ayudante en las selecciones inferiores de Euskadi, primero como tercero. Me gustó la experiencia y me picó el gusanillo, empecé a ir a Las Rozas a sacar el carnet UEFA B y mientras tanto seguía con la Selección de Euskadi. El año pasado quedamos subcampeones de las territoriales, que nos ganó Catalunya. Y estoy muy contento porque me permite seguir con mi día a día familiar con mis hijos, que todavía son pequeños, y lo disfruto mucho, la verdad. Además es una edad ya bonita (Sub-16), con los mejores del Athletic, del Alavés, de la Real y están ya en ese punto de que están en momento clave para sus carreras.

¿Te veremos como entrenador profesional o de jugadores senior?
Poco a poco. A corto plazo no me veo, pero sí me gustaría probar en un futuro un equipo en el día a día para saber cómo me adapto yo también a eso. Pero con tiempo y sin prisa. Ahora quiero prepararme, coger más experiencia y formarme mejor. Y cuando tenga ese gusanillo de probar otra cosa, si alguien piensa en mí igual doy el salto. No lo sé, quizá luego no me gusta, pero por el momento quiero tener todos los carnets para estar preparado si en algún momento surge esa posibilidad.