El debut olvidado de Yuri en Valladolid que inició sus años más duros en los que quiso dejar el fútbol: "Había que darle su oportunidad"
El lateral rojiblanco, tras pasar por las canteras de RealSociedad, Athletic y Tottenham pasó año y medio sin minutos. Miguel Sola lo cambió todo antes de su explosión internacional.
Era verano del 2009. Yuri Berchiche, un prometedor lateral izquierdo que enamoraba con su potencia y calidad, pero al que le perdía su carácter, aterrizaba en Primera División. El camino había estado repleto de aristas, pasando por la cantera de Real Sociedad, del Athletic Club, donde jugó a las órdenes de Julen Guerrero 'subido' de año en el Juvenil División de Honor en un año para olvidar, y del Tottenham. Por Valladolid y también por el fútbol humilde de Segunda B, donde tocó fondo antes de renacer y llegar a lo más alto. Merece la pena repasar su historia.
En Inglaterra se hizo un 'hombre' compartiendo equipo formativo con Gareth Bale y con una cesión en el Cheltenham Town, pero la prueba de fuego llegaría en Valladolid. Fichado por Roberto Olabe, que ya le había reclutado años antes en la cantera txuri-urdin, apostó por él para el filial del Pucela, que entonces lideraba José Luis Mendilibar. El técnico vasco, que presume de haber sido quien le hizo debutar en Primera División y habla maravillas de él, reconoce también que no fue capaz de sacarle más partido al entonces joven lateral.
Con solo 19 años, Yuri era un "caballo de carreras". Impulsivo y potente. Pero también incontrolable. En la primera jornada de una temporada para el olvido para el conjunto vallisoletano, con tres entrenadores -Mendi, Onésimo y Clemente- y que acabó en descenso, el hoy rojiblanco puso un pie en una élite a la que costaría regresar cinco años. ¿Qué pasó entre medias? Un camino duro, en el que rozó la retirada.
Si no lo hizo fue por el vértigo a una vida sin estudios y, también, por dos personas claves en su carrera deportiva. Roberto Olabe, por un lado, que apostó por él siendo un niño para la cantera txuri-urdin (2004), de nuevo en Valladolid para ficharle siendo director deportivo (2009) y también en Irún para darle confianza siendo su entrenador durante una temporada (2011-12). Y, por supuesto, Miguel Sola, ex jugador rojiblanco campeón en los 80 y técnico del Real Unión desde enero de 2011 hasta junio de ese año. Esa fecha será inolvidable para el hoy lateral rojiblanco, que acumula más de una década en la élite y que pasó de Segunda B al PSG a base de seguir creyendo en sus posibilidades.
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"Un chico con un carácter muy fuerte y con esas reacciones suyas, pero con un potencial enorme", destaca en cuanto se le pregunta su entrenador. Hay que entender que Sola se encontró un Yuri totalmente devastado en lo futbolístico y emocional, aunque no se lo hizo saber ni se lo demostró. Su debut en Valladolid fue un regalo envenenado. Tocar la élite y volver al filial, sin volver a jugar un solo minuto en Primera más allá de una eliminatoria copera perdida ante el Mallorca, fue una experiencia difícil de digerir. Más aún sus primeros seis meses en Irún. Tras jugar las dos primeras jornadas con Ávaro Cervera no volvió a saltar al campo hasta que el técnico fue despedido el 2 de enero.
En ese tiempo, Yuri quiso dejar el fútbol. No fue un pensamiento puntual. Lo masticó y estuvo cerca de hacerlo realidad, pero darse cuenta de que, sin estudios, su único camino era trabajar en el restaurante que regentaba su madre le hizo darse otra oportunidad. En pleno agujero, hizo un cambio de chip que estuvo acompañado por el relevo en el banquillo irundarra. "Hablé mucho con él para que cogiese confianza, pero todo lo demás se lo ganó en el terreno del juego", destaca Sola, quitándose méritos por ese giro radical en la carrera del guipuzcoano.
"Recuerdo que hicimos un partido entre semana para ver las características de cada uno. Sabía que no jugaba, pero me encantaron sus condiciones. Opté por hablar con él, darle ánimos esa semana y transmitirle que iba a jugar", cuenta Sola. Aunque era consciente de las dificultades que estaba atravesando el lateral, nunca lo sintió de esta manera: "Hay que tener en cuenta que cuando llega un entrenador nuevo, a todo el mundo le cambia de chip. Y él lo hizo. No me encontré un jugador hundido o apático, aunque sí que había que corregir cositas por ser como es. Tenía sus dificultades, cada jugador las tiene, pero en este caso yo creía que lo que había que dar era confianza".
"Puedes hacer dos cosas: arrojar la toalla o no. En ese momento era muy pronto para hacerlo, a la gente hay que darle su oportunidad y su momento"
Ex entrenador de YuriNo sería tan fácil porque en el primer encuentro con Sola en el banquillo y Yuri de titular, el lateral fue expulsado por doble amarilla. "Puedes hacer dos cosas en estas situaciones. Es decir, el primer día que vengo y le expulsan a este jugador del que ya me habían comentado que no sé qué... Puedes arrojar la toalla o no. Y yo creo que era muy pronto, a la gente hay que darle su oportunidad y su momento", reflexiona tantos años después Sola, con la satisfacción de que aquella decisión fue clave.
"Él se lo ganó. Conforme fue jugando, fue cogiendo más confianza, con ese fútbol agresivo, que subía, que centraba, que nos daba mucho ímpetu y que fue tan importante para nosotros", recuerda el técnico, que ese mismo verano dejaría la entidad pese a haber conseguido el objetivo de disputar los play-off de ascenso.
Despegue hacia el éxito
Sus seis meses con Sola, en los que jugó prácticamente todos los encuentros y, también, el año siguiente a las órdenes de Olabe en un curso complicado a nivel clasificatorio con el Real Unión, pero muy positivo en lo individual para el lateral llevaron a la Real a volver a fijarse en él. Era un movimiento entendido por el trabajo que el cuadro donostiarra realiza con sus clubes convenidos, Yuri firmó un contrato con la Real para jugar cedido en Eibar. Aquel club armero era el de la crisis económica y deportiva, pero con Gaizka Garitano lograrían el milagro desde Segunda B.
Allí, Yuri coincidió con Ander Capa o Dani García -después compañeros en Bilbao- y otros jugadores que después se asentarían en el fútbol profesional. Aquel conjunto guipuzcoano encadenó dos ascensos consecutivos para llegar hasta Primera División. Yuri no la jugaría con ellos, sino que pasó al primer equipo de una Real Sociedad que ya se asentaba en los puestos altos de la tabla. En tres años pasó de querer dejar el fútbol al club más grande de la provincia; debutar en Europa League e incluso destacar tanto como para llamar la atención del PSG y firmar el mismo verano en el que lo hicieron Neymar y Mbappé.
"Se le veía que tenía madera para hacer carrera en Primera, sobre todo si era capaz de controlar esas reacciones. Unas condiciones extraordinarias para ser decisivo desde el lateral. Es una de esas satisfacciones que te da el fútbol: tener un trabajo duro, complicado, pero en el que el bote de satisfacción es tan grande", celebra hoy Sola, quien se alegra de la carrera de Yuri y también, por supuesto, de que ahora brille como lateral rojiblanco.
Ambos tienen en común, por cierto, ser campeones en Bilbao y haber paseado subidos en la Gabarra. Tantos años después, siguen manteniendo el contacto: "Terminé muy contento con él, seguimos manteniendo relación y es un chaval encantador. Súper agradecido y majísimo. Le aprecio y le quiero mucho y él también", cierra Miguel. Hoy, en Valladolid, Yuri se reencontrará con su pasado mientras sigue mirando hacia el futuro con un Athletic en el que ya es una leyenda.