Dani Rodríguez, la voz del Mallorca que no se calla ante las injusticias: "Por ser futbolista a veces no se te permite decir lo que piensas"
El centrocampista es uno de los jugadores más valorados del club bermellón, que tiene que ganar en el Bernabéu si quiere tener opciones de meterse en Europa la próxima temporada.

En estos tiempos en los que adolescentes como Lamine Yamal (17), Pau Cubarsí (18) o Arda Güler, que recientemente ha estrenado la veintena, ya han derribado la puerta, existen también casos de quienes han tenido que picar mucha piedra hasta llegar a lo más alto. Dani Rodríguez (Betanzos, 36 años) sabe muy bien lo que es eso. "Mi camino ha sido de muchas curvas y de muchas cuestas. Si ya veía inimaginable jugar en Primera División en alguna época de mi carrera, imagínate lo que significaría para mí que el Mallorca se metiera en competición europea la próxima temporada. Sería un sueño hecho realidad", confiesa el centrocampista a Relevo horas antes de medirse este miércoles al Real Madrid en el Santiago Bernabéu (21:30 horas).
Su caso no es el único, pero sí un ejemplo para todos aquellos que en algún momento de su trayectoria sufrieron la parte más dura de este deporte. Él la vivió en el Deportivo de La Coruña cuando solo tenía 22 años. Tras años en el filial azulón, le dejaron "tirado" después de que el club le descartase. De ahí se fue a Tercera con el Conquense, donde tampoco tuvo un camino fácil e incluso tuvo que ponerse a hacer labores de masajista para poder salir adelante. "Fue un año complicado. Era la primera vez que salía de casa y estuve seis meses sin cobrar. Me había sacado un curso de quiromasajista y cuando a veces no teníamos fisio, me pasaba por la casa de algún compañero y le echaba una mano a mi manera. Me daban unos cinco euros, diez o la voluntad. Ese año me sirvió para aprender muchísimo. Yo venía de un filial de Primera y salí y vi el mundo real. De pasarlas canutas por jugar al fútbol".
Las pasó canutas, sí, pero el chico de Betanzos no arrojó la toalla. Tras pasar por el Racing de Ferrol, el Racing de Santander y el Albacete, en 2019 le llegó el premio de debutar en Primera División con el Mallorca con 31 años. Una edad inusual para llegar a la élite, también lo es que un futbolista utilice su posición para denunciar comportamientos o actitudes que no son las correctas. Él, que no es de morderse la lengua, lo hizo después de que algunas mujeres de los jugadores del club bermellón fueran acosadas por aficionados saudís durante la Supercopa de España disputada en enero en Arabia Saudí ("lo que sucedió con nuestras mujeres es más grave que lo de Rubiales"), y también hace unos días en Girona por el comportamiento de unos "aficionados" que le amenazaron a él y a sus compañeros tras caer ante el equipo de Míchel.
"¿Sabes qué pasa? Que a veces por, entre comillas, la posición en la que estás, por ser futbolista, no se permite decir lo que piensas y al final eres una persona más con una opinión como cualquiera. ¿Por qué no vas a dar tu opinión de lo que estás viviendo o de lo que estás pensando si es tan válida como cualquier otra? No tengo miedo en decir lo que pienso siempre que se diga con respeto y con educación. No me voy a callar y más a la edad que tengo y con los valores que les estoy enseñando a mis hijos".
Porque para Dani el respeto está por encima de todo. "No entiendo ni nunca voy a entender que a los jugadores nos llamen de todo. Entiendo esa pasión, esa ilusión que la afición puede llegar a tener, porque al final lo que hace especial al fútbol es la gente. Comprendo que la afición anime hasta el final y que después del partido muestre su frustración exigiendo lo que sea o silbando lo que les dé la gana. Pero los insultos y las amenazas, eso para mí no representa a ninguna afición. Ni a la del Mallorca ni a la de cualquier otro equipo".
Una dieta natural y el consejo de Enrique Martín
Segundo jugador más veterano de la plantilla solo por detrás del Pichu Cuéllar (40), Dani está viviendo una segunda juventud. La alimentación y la recuperación postpartido están detrás del éxito del octavo futbolista más utilizado por Jagoba Arrasate con 2.160 minutos. "José Manuel Airas, aunque todo el mundo le conoce por Josito, es un osteópata de Coruña con el que trabajo desde hace muchos años. Él es el brujo que me lleva por este camino. Me lleva la dieta y todo lo que tengo que hacer como el hielo, la sauna, la exposición al sol... La dieta que sigo es una dieta natural. No como nada procesado. No como trigo ni ninguna semilla. Como carne, huevos, pescado. Como hacían antiguamente. Me está viniendo bien y estoy como un animal", apunta entres risas. La labor que hace con su fisio, Edu Mascarao, es a su vez fundamental.
Si en el aspecto físico está dejando a todos boquiabiertos, su nivel futbolístico está también siendo destacable. El mediocentro, no obstante, no es amigo de los elogios y por eso se acuerda siempre de un consejo que le dieron hace ya bastantes años. "Enrique Martín en el Albacete y antes José Manuel Aira en el Racing de Ferrol me decían que después de las flores vienen las macetas. Que no sacara pecho después de un buen partido porque luego a lo mejor podía venir uno malo. Que me mantuviera estable y creo que eso es lo más importante y más en Primera División. Saber que el elogio debilita y que no te tienes que fiar de lo que opinen de ti ni para bien ni para mal. Las redes sociales, hoy en día, son un veneno para eso".
Por su madurez y experiencia, él sabe gestionar bien todo eso. En un futuro tal vez le toque ayudar a otros. "La psicología es una profesión que tengo frustrada. Siempre me ha gustado eso de hablar con mis compañeros y creo que me enfocaría en la psicología deportiva. Como capitán siempre he intentado ser un líder asertivo y saber qué decirle a cada compañero en cada momento. Cuando me retire me gustaría darle una vuelta a eso de estudiar psicología", apunta.
Con el carácter y la predisposición de ayudar a cualquiera que lo necesite, Dani se hace pequeñito cuando tiene que pedirle la camiseta a un rival cuando el árbitro pita el final. "Me da mucha vergüenza. No sé como hacerlo", confiesa. Con Jude Bellingham, con quien se reencontrará esta noche, sí le echó valor. "La suya fue la última que pedí. Mi hijo estaba loco con él y Bellingham se portó espectacular. Estuvo charlando un rato con él y le hizo muy feliz".
Y feliz estará él también si el Mallorca consigue sacar petróleo del Bernabéu. La opción de que los baleares estén en Europa el próximo curso sigue viva y el chico de Betanzos que se puso a dar masajes para continuar jugando al fútbol se va a dejar el alma. "Tengo contrato hasta junio de 2026, si no me dejan jugar Europa los mato" (risas).