Cristóbal Soria, el delegado que inventó una profesión: "Se encontró a Valdano intimidando a Iturralde; se fue para él y lo echó"
Relevo habla con distintos personajes que coincidieron con una de las figuras más conocidas del deporte en los 2000.
Para genial... o para fatal, pero jamás pasará desapercibido. Ese es Cristóbal Soria, uno de los personajes -aunque no hace ningún papel, en el día a día es exactamente igual- más mediáticos de la actualidad. Aunque eso no es cosa de un día. El mismo Cristóbal Soria que protagoniza momentos virales cada vez que habla públicamente, sobre todo en El Chiringuito, fue una de las personas más relevantes del fútbol a principios de siglo. Lo hizo como delegado, en el Sevilla, donde prácticamente 'inventó una profesión'. "Era más que un delegado", asegura a Relevo Javi Casquero, quien coincidió con él en Nervión.
"Era un solucionador de problemas o de situaciones en las que nos pudiera ayudar a los jugadores. En el fútbol profesional actual ya hay departamentos para ayudar al jugador en cualquier situación, pero en su momento era Cristóbal quien lo hacía todo. No era únicamente un delegado de campo", continúa. Casquero vivió la época donde comenzó a gestarse el Sevilla campeón del futuro, en el cual siguió teniendo un puesto más que especial el propio Soria. En aquel vestuario también estaba Antoñito, que recuerda con especial cariño una rutina con el delegado y José Antonio Reyes: "Él es de La Macarena y todos los domingos, cuando jugábamos en casa, nos recogía a Reyes y a mí antes de la concentración para llevarle un ramo de flores a la Virgen".
Y es que los canteranos siempre fueron una debilidad de Cristóbal Soria. En una charla él me contó cómo siempre primaba lo que necesitaba "uno de la casa, jugara más o menos" antes que cualquier futbolista de la plantilla. Un ejemplo claro de ello fue Bezares, quien rememora con mucho cariño un gesto que jamás se pudo imaginar: "Me convocaron para un Sevilla-Barcelona. Podía ser mi debut y claro, nadie de mi familia se lo quería perder... y me dijeron de ir 30 personas. Lo hablé con él y me dijo que me ocupara yo de jugar al fútbol y que le dejara a él ese asunto. El día del partido me giré y los vi a todos en el estadio. Fue un delegado ejemplar y todo lo que necesitábamos lo conseguía". Con Reyes también tuvo una relación más que especial. Se convirtió en su 'ojito derecho' y lo llegó a pasar muy mal con su salida del Sevilla.
Sin embargo, si se habla del Cristóbal Soria delegado, al 99% de las personas se le vienen a la cabeza los famosos capítulos que montaba en la banda. Él controlaba los balones... y llegó a dejar alguna anécdota para la posteridad. "En un Sevilla-Atlético vi cómo le daba un balón a Sergi, el rival, para sacar de banda... y estaba medio vacío. Se formó una buena en la banda, pero el partido se lo acabó llevando el Sevilla", recuerda Manolo Aguilar, uno de los periodistas (Cadena SER) que más cerca vivió su época.
Llegó al Sevilla de la mano de Joaquín Caparrós y vivió algo que "no podría haber imaginado ni en cinco vidas". Con el utrerano formó una pareja que entendía ese 'otro fútbol' mejor que nadie. Un equipo agresivo, siempre al límite de la regla... pero con un especial cuidado con los árbitros. Y es que Cristóbal Soria respetaba la profesión más que nadie en el campo, básicamente porque él también fue colegiado -aunque lo dejó para irse con el técnico al Recreativo de Huelva-. "Fue muy respetuoso. Una persona que trataba de ayudar y facilitar la labor al equipo arbitral, no puedo decir otra cosa. Había un segundo entrenador que tenía Caparrós que hacía el papel de malo de la película, el que protestaba, el que hacía un poco más difícil las cosas... pero él mediaba y trataba de reconducir situaciones polémicas o que podrían ser conflictivas", reconoce Fernando Carmona Méndez, árbitro de la época, en Relevo.
El trato con los arbitrajes, según nos cuentan distintas personas de ese mundo, fue inmejorable. Siempre respetuoso. Algo que, como todo lo que hacía, acababa beneficiando al Sevilla. Pero no porque ellos pitasen a favor. El hecho de conocer a todos los colegiados hacía que sus jugadores supieran cómo actuar: "Te hacía un análisis hasta del árbitro que te tocaba en ese momento. En eso también aportaba su experiencia. Sabía muy bien cómo hablarles, cómo dirigirse a ellos... y fíjate que luego en la banda no paraba de moverse y de hacer cosas, pero no recuerdo que los árbitros tuvieran un mal comportamiento con él nunca", recuerda Casquero. Aunque, claro, una de sus mayores cualidades era el ganar puntos desde la banda: "Siempre estaba el lío con los balones. Él sabía manejarse muy bien en esos contextos de partido, siempre mirando por el bien de su equipo y al límite del reglamento, que era una de las frases que tenía. 'Hay que mejorar el límite del reglamento en todos los aspectos', nos decía".
En definitiva, alguien especial. Con estrella. Todos coinciden en lo mismo: "¿Qué nombre de delegado de un equipo rival te sabes? Pues eso era Cristóbal. Otro protagonista más del partido". Alguien que "lo dio todo por el Sevilla. Siempre por su equipo" y que acabó siendo relegado de su puesto en los últimos años de mandato de José María del Nido Benavente. "Él hacía un magnífico trabajo en todos los sentidos, con los jugadores, y no sólo en las cuestiones estas de la picardía que tenía el Sevilla de entonces, sino en cuestiones de resolverle problemas a los futbolistas, de estar encima de los jugadores, de conocerlos perfectamente... Ellos tenían cualquier problema, más o menos complicado, y siempre llamaban a Cristóbal. Y normalmente Cristóbal encontraba una solución, ¿eh? Y eso es muy importante", reflexiona finalmente Manolo Aguilar sobre él.
Sin embargo, si hay algo de lo que Cristóbal Soria se arrepienta fue de la tensión que llegó a coger cada derbi que se disputaba. Serra Ferrer, entrenador del Betis, llegó a pegarle una patada después de que el Sevilla le ganara y el propio delegado fuera a recordárselo. Aunque todo se descontroló en un derbi de 2007, en el que Juande Ramos tuvo que salir del Benito Villamarín en camilla tras recibir un botellazo y quedarse inconsciente. "Esa botella tenía nombres y apellidos. Iba para Cristóbal", cuentan en Relevo algunas personas que presenciaron aquel fatídico capítulo.
Aunque no se arrepiente ni un centímetro de sus actuaciones cada vez que se enfrentaba al Madrid. Un sentimiento en contra de ese equipo que sigue manteniendo hoy en día en sus apariciones públicas, pero que sobre el campo lo escenificaba aún más. La anécdota más sonada en este aspecto fue con una figura muy relevante del Real Madrid. "Fue en el descanso. Cristóbal Soria fue al vestuario de los árbitros y se encontró a Valdano intimidando a Iturralde. Rápidamente se fue para él y lo echó de allí. No se arrugaba con nadie", cuenta uno de los testigos de aquel capítulo. Algo que trascendió a los medios… y según cuentan las malas lenguas fue el propio delegado el encargado de contarlo bajo cuerda. Ese manejo del otro fútbol también llegaba a la prensa. El más listo de la clase siempre fue Cristóbal Soria.