Qué más da que no seas 'One Club Man' si eres familia

Óscar de Marcos emocionó a todos este pasado jueves en Lezama en un acto humilde pero emotivo, repleto de simbolismo, siguiendo la línea que ha llevado toda su carrera. Hacia dentro. Hacia su familia. Leyendo un texto al que ha ido dando forma estos últimos meses en los que le han recorrido los sentimientos mientras se iba agotando su carrera. Yo he sentido algo parecido y también llevo semanas abriendo el ordenador para escribir una despedida en la que reflejar lo que supone su figura en esta entidad, pero también lo que le queremos. Ya sean familiares, amigos, compañeros o afición. Es difícil, no vamos a engañarnos.
Pero mi responsabilidad, con mi profesión y con los sentimientos que tengo hacia él, es dedicarle un adiós a su altura antes de que se despida esta noche en San Mamés. Me encoge pensar que este será uno de los últimos artículos que publique en Relevo, pero me emociona que sea sobre una persona a la que admiro. No por ser el capitán del Athletic, ni por levantarme del asiento en las gradas de Old Trafford, ni siquiera por representar con nobleza y humildad al club. Le admiro por ser como es en su plenitud. Por su faceta de hijo y de hermano, de padre y marido, de futbolista y de amigo. Por sus palabras sobre el césped de Lezama frente a toda su gente; por sus lágrimas y su naturalidad para escabullirse de ellas.
Ahora que se agota este medio, me doy cuenta de que una de las mayores suertes de haber podido trabajar estos tres últimos años cubriendo la actualidad del Athletic ha sido entender mucho mejor cómo se comportan en ese vestuario. Y allí, la figura de Óscar tiene un lugar muy difícil de remplazar. En ese sentido, Iñigo Lekue me mandó un audio tras un entrenamiento en Lezama, abierto a poder charlar de su capitán y amigo, como había solicitado al departamento de prensa del club. Iniciaba así: "Me resulta muy, muy complicado encontrar las palabras, de verdad te digo. Es muy difícil hablar de las personas que quieres y de verdad admiras". Ahora te entiendo bien.
Así que me permito la licencia de 'utilizar' a Lekue porque lo que vino después de esa disculpa a modo de escudo que utilizaba en el inicio del audio es la mejor definición que he encontrado de lo que supone Óscar de Marcos en ese grupo de jugadores. "La mejor manera de describirle es a partir de la importancia que tienen sus valores para él: la amistad y la familia lo son todo. Y eso mismo lo ha llevado al vestuario del Athletic, en el que ha estado 16 temporadas, con muchísimos compañeros y empleados, que a lo largo de todos estos años han sido su familia y sus amigos".
Precisamente por eso, hoy se va De Marcos, pero Óscar seguirá. Él mismo lo dijo este jueves. "Hoy me despido, sí, pero no me voy del todo. Porque cuando uno ha vivido con tanto amor, deja raíces. Aunque el cuerpo se marche, una parte de mí se quedará aquí siempre". Quienes le conocen saben que tendrá conexión con el vestuario a su manera, sin protagonismo, pero abierto a aconsejar a quien se lo pida. Y seguro que serán muchos. Lekue, uno de ellos. Como Iñaki, que heredará un brazalete que el lateral solo ha portado oficialmente este año, pero que llevaba honrando muchos años junto a Iker Muniain.
Y porque Óscar estará en la grada disfrutando de la Champions League junto a sus hijos, a quien se siente orgulloso de inculcar unos valores que él recibió de Pedro Antonio, su padre, y que ha ido consolidando durante 16 temporadas en un club con el que siente una conexión especial precisamente por la importancia de esos valores. "No quiero que aprendan a amar un club. Quiero que aprendan a vivir como se vive en el Athletic. No con la mirada puesta en la victoria, sino en la forma de recorrer la historia".
No es un 'One Club Man'. No es ni siquiera canterano. Pero qué más da. Es una leyenda rojiblanca, aunque él diga que solo es un chaval de Laguardia que ha ido adaptándose a sus diferentes roles en el club. Lo siento, Óscar, pero tu rol ahora es el de ser leyenda porque así lo siente el Athletic. Así lo sentimos todos los que estuvimos en Lezama y los que dejaron escapar alguna lágrima escuchando la mejor definición de lo que es este club. Todos destacamos mucho más a la persona que a un futbolista que es el segundo con más partidos y que ha levantado tres títulos en este club. Ahí se explica su grandeza.
Por eso, sería igual de importante su historia en el club si estuviese colocado diez o veinte puestos más abajo en esa clasificación. Aunque sea tremendamente injusto con el futbolista, lo que trascenderá de su carrera y de su vida no será el fútbol, sino su persona. Me imagino lo que puede sentir su aita, que lo único que le pidió siempre fue que fuese buena persona. Y lo ha conseguido con creces. Ahora es tiempo de que le disfruten aún más sus hijos y su mujer, sus hermanos y sus padres, sus cuadrillas de Laguardia y de Bilbao. Qué suerte, ¿no?
En el fútbol, su dorsal 18, como símbolo, busca ahora heredero. Él lo asumió por petición de Gurpegui y ahora tendrá la responsabilidad de elegir un nuevo destinatario. Y seguro que acertará. Será seguro un estandarte de los valores rojiblancos. Esos que priman al grupo por encima de todo. "Para muchos es fútbol. Para mí, es familia". Es momento de continuar la cadena que lleva más de un siglo en la élite, con una filosofía única, que es mucho más que jugar con futbolistas de Euskal Herria. "Es ser fiel, ser justo, ser honesto, aunque nadie te esté viendo". Justo eso. Tu templo te espera esta noche.
Por todo esto, solo te puedo dar gracias en este adiós, aunque solo me esté despidiendo del futbolista.