OPINIÓN

Por lo civil o por lo penal

Los jugadores del Madrid celebran el triunfo ante el Valladolid/REUTERS
Los jugadores del Madrid celebran el triunfo ante el Valladolid REUTERS

Apenas habían trascurrido diez minutos para calentar el gélido Zorrilla con una presunta mano de Javi Sánchez. Fue de rebote tras despejar con el pie, así que mejor quedarse con la jugada previa de Ceballos, hoy titular en Valladolid junto a Valverde y Kroos. Y a llorar, a la llorería, pensaron los de Pacheta, que no aflojaron un ápice. Poco después, llegaba la primera ocasión de Benzema que la mandó al Pisuerga. Irreconocible Karim, a quien Francia no ha sentado nada bien. También Vinicius que, aunque siga siendo el único que se atreve a regatear, su primera definición recordaba a esos tiempos verdes del brasileño. Lo siguió intentando como el que más.

Vimos cómo un canario le hacía un caño a un alemán, a Toni Kroos, que al filo de la media hora lo intentaba desde fuera del área, mandándola cerquita de la de Benzema poco antes. Cortouis salvó la primera con una mano voladora, muy él.

Con cierta movilidad y esa forma de atacar tan convincente que asusta al que le ve venir, se mostraban los blancos en la primera mitad. Sólo les faltaba el gol.

Al Madrid le puede la paciencia, pero no la pierde. Y si no encuentra el camino, mini siesta y otra vez a la suya. Así se llegó al descanso, con un 0-0, combatiendo el frío con ciertos arreones de emoción, de un lado y de otro. Sin embargo, esa actitud paciente y serena en los madridistas, empezó a disiparse en la segunda mitad cuando empezaron a ver que el gol les costaba más de la cuenta. Vinicius seguía dándole la noche a Fresneda, pero el brasileño apenas conseguía zafarse del chaval. El Madrid entró en ese bucle desquiciado, impreciso y ansioso. Faltaba adelantar unos pasitos más y volcarse convencido en busca del partido.

Asensio no pudo ser el que pretende, una vez ha decidido permanecer en el Real Madrid y pedir una última chance a quienes le siguen esperando. Así que fue cambiado por Rodry, ese previsible cambio de Ancelotti que no le suele ir nada mal. Lo siguiente fue otra mano abajo de Courtois de esas que sólo hacen esos porteros de oro que nunca se llevan el galardón. El Madrid sólo podía ir a mejor.

Además, lo que no se consigue por uno mismo, puedes dejarlo a merced de las manos del otro. Eso pasó con las de Javi Sánchez y esta vez sí las pitaron. Penalti, con roja para Sergio León que allanó aún más el terreno para los blancos. De hecho, lo siguiente fue medio gol de Camavinga que finalizaba Benzema. Demostrando, una vez más, que para ser el mejor no siempre hay que parecerlo.