El Cholo compró dos papeletas en el descanso y le tocó el gordo del liderato
La lotería nunca te puede tocar si no juegas a ella. Lo mismo que las quinielas. El Atleti llegó a Montjuic con los bolsillos vacíos. Ni un billete, ni un décimo, ni siquiera una papeleta de esas que casi compras por obligación. La primera parte de los rojiblancos fue mediocre en cuanto a las expectativas. Todos los jugadores por detrás del balón. Encerrados en su campo, casi en su área. Ni un disparo a puerta. Ni siquiera un acercamiento al área azulgrana.
El 1-0 con el que el partido se fue al descanso parecía escasa renta para todo lo que el Barcelona había fabricado en ataque. Tampoco Oblak había tenido que multiplicarse en sus intervenciones, pero la realidad es que se jugaba en su área y la derrota mínima no era un mal resultado para todo lo que había pasado. En el camino hacia vestuarios, no se sabe si a la ida o a la vuelta, Simeone decidió comprar un par de papeletas, de esas baratas, de cinco euros, para que durante el segundo tiempo hubiera alguna posibilidad de que te pudiera tocar algún punto.
Defensivamente, la segunda parte de los rojiblancos vestidos de gris, fue aún peor que la primera. No recibió ningún gol más, pero le pudieron hacer media docena. Sin exagerar. Entre las paradas de Oblak y las ocasiones fallidas por Lewandowsky, Olmo, Raphinha… el Atleti estuvo contra las cuerdas. Prácticamente k.o. Sin embargo, la diferencia era que el equipo al menos quería estirarse. Un mínimo reajuste en el medio. De los cuatro centrocampistas en línea al rombo, con Gallagher más cerca de Griezmann y Álvarez.
El gol del empate llegó acompañado de cambios. Tácticos y de jugadores. Mejoró el aspecto colectivo del equipo. Recurrió Simeone a la línea de cinco defensas y pareció sentirse menos agobiado. Seguía recibiendo repetidas ocasiones de gol en su puerta, pero ya se jugaba en los dos campos. Parecía imposible que el Barça no aprovechara sus oportunidades, pero también se vislumbraba que el Atleti podía hacer una de las suyas en una contra. Y así fue.
Una obra de arte de contragolpe y a Simeone le tocaba el gordo con esas dos papeletas. Una llegada de Barrios y el tanto de Sorloth. Para qué más, pensaría el técnico argentino, que en Montjuic se sintió como hacía tiempo representado por sus jugadores. Con cuatro toques de balón en el área contraria se llevó tres puntos.