Al Chimy Ávila todavía le duele lo que pasó en Pamplona: "Me afectó mucho a mí, a mis hijas..."
El delantero bético reflexiona sobre su vuelta a El Sadar y los pitos recibidos tras marcar.
Chimy Ávila cumplió en Pamplona con esa ley no escrita del mundo del fútbol que reza que el ex siempre marca en el regreso a la que fue su casa. El argentino volvía a El Sadar, el estadio que hasta hace poco le idolatraba y que en su primer partido de vuelta le dedicó una sonora pitada desde que pisó el césped.
La música de viento aumentó sus decibelios cuando el delantero, ahora en el Betis, anotó el gol de la victoria visitante. El argentino acabó decidiendo el partido con un gol de listo y una celebración con esa hinchada bética que acabó festejando otra victoria de los suyos gracias a un Chimy que no lo pasó bien tras la pitada rojilla.
"Estoy contento por la victoria y por recibir todo el cariño de los béticos como lo recibí el otro día en Pamplona", aseguraba el argentino en declaraciones recogidas por Relevo. Sin embargo, el delantero verdiblanco también confiesa que no lo pasó bien por la reacción del público navarro. Especialmente por su familia.
"No puede negar que le haya dolido y que todo eso, la verdad, que afectó mucho en mis hijas y a mi. Siempre vivimos cosas bonitas en Pamplona. Y vivir estas cosas esa mañana la verdad es que a uno le pone muy triste. Pero bueno, a la vez estoy feliz por todos los béticos que han viajado tantas horas para apoyarnos y que volvieron felices. Ya saben que El Comandante va a la guerra con ellos siempre".
En Pamplona, el Chimy vivió el cielo y la tierra. De su ilusionante puesta en escena, cuando se convirtió en el futbolista de moda y se puso en la órbita de los grandes de LaLiga, al sufrimiento de esas dos graves lesiones de rodilla. Una etapa en la que tuvo algún que otro desencuentro con la grada rojilla. Como cuando salió en las redes sociales con una camiseta con el rostro de Santiago Abascal, el líder de Vox, lo que sí abrió una grieta entre el futbolista y los Indar Gorri, el sector más radical de El Sadar. "Llegué a pensar en irme", reconoció el argentino que ahora ha vivido un nuevo roce con la afición que un día cantó sus 29 goles y diez asistencias como rojillo.
Por todo ello, cada regreso del 'Comandante' a la que fue su casa será una montaña rusa de emociones. Aunque de cada capítulo malo, el Chimy es capaz de sacar lo positivo. Ese gol desató la rabia de la afición de Osasuna, pero también la locura de la bética, tanto de los desplazados como de aquellos que siguieron el partido desde casa. Una jugada que estrecha, de nuevo, las relaciones entre el futbolista y la afición verdiblanca, que ha sido testigo directo de sus problemas en el inicio de temporada. Más relegado a un rol secundario y sin actuaciones que hayan convencido demasiado.
Sin embargo, Chimy, a la salida del entrenamiento de este martes, aprovechó el momento para agradecer todo el cariño que le ha llegado por parte de la afición verdiblanca desde el pasado sábado. Un gesto que siempre gusta en el Betis. La montaña rusa del fútbol vuelve a ser dominada por el argentino, un futbolista incapaz de dejar indiferente a nadie.