OPINIÓN

Iago Aspas se ha ganado ser una leyenda del fútbol

Iago Aspas, en un instante del vídeo con el que el Celta anunció su renovación. /RC CELTA
Iago Aspas, en un instante del vídeo con el que el Celta anunció su renovación. RC CELTA

El fútbol vive de la pasión, las rivalidades, la emoción, los sentimientos... En el momento que pierda algo de eso dejará de existir. Iago Aspas encarna todas ellas y lo seguirá haciendo, como mínimo, hasta 2026. El Celta eligió el día de Navidad para anunciar la renovación de su capitán, su líder, su estrella. Lo hizo con la intención de dar un regalo a todos los celtistas sin saber que en realidad se lo estaban dando a todos los amantes de este deporte, porque el de Moaña se ha ganado la etiqueta de 'leyenda'.

Una de las acepciones que la RAE da a la palabra leyenda es la siguiente: "Persona o cosa muy admiradas y que se recuerdan a pesar del paso del tiempo". No me cabe duda de que Aspas es una persona muy admirada, tanto en Moaña como en Vigo, pero también más allá del Padornelo. Se lo ha ganado con su fútbol, con sus goles y también con la forma en la que ha ido construyendo su propia historia, esa en la que se puede ver reflejado cualquier chiquillo o chiquilla que sueña con ser una estrella del fútbol.

En juveniles se fue cedido al Rapido de Bouzas porque en el Celta no tenían claro que fuese a llegar a la élite. No debutó hasta casi los 21 años con el primer equipo y no fue hasta que le faltaban dos meses para tener los 22 cuando jugó su segundo partido. Aquella tarde ante el Alavés escribió su primera página dorada con un doblete que este año cumplió tres lustros de vida en este 2024. La primera de sus maravillas, que han sido muchas. Ha vestido la camiseta celeste casi 600 veces y ha marcado 220 goles. Es una locura en un equipo como el Celta.

Solo un breve Erasmus en Liverpool y una Séneca en Sevilla le impiden ser eso que ahora se llama 'One Man Club', pero es un hecho que poco o nada empaña su trayectoria en Vigo. Sus lágrimas aquel día de primavera en 2019 después de remontar prácticamente él solo aquel partido vital ante el Villarreal eran las de toda una afición, una que le adora y le idolatra como bien se merece. Los niños en Vigo quieren ser como Aspas, y conseguir eso está al alcance de muy pocos.

Los entrenadores que pasan por el club dicen que nunca habían dirigido a un jugador tan bueno como él. Los jugadores que algún día comparten vestuario con él dicen que jamás habían compartido equipo con nadie que tuviese su calidad. Y lo hace con la humildad de quien se sabe Dios para muchos y actúa como un mortal más. Porque Aspas es así, un tío normal que posiblemente no sea consciente de la grandeza que ha alcanzado.

Tiene cuatro Trofeos Zarra y en la última década muy pocos se pueden sentar en su mesa. Él, como buen gallego, les haría sitio para compartir un buen marisco, está en su forma de ser. Risueño, cercano, abierto... Aspas se ha ganado el cariño de mucha gente que ni siquiera ha hablado con él o le ha visto de cerca, porque saben que es el espejo para muchos niños. Hoy sabemos que su leyenda seguirá hasta 2026, hoy el mundo del fútbol sonríe gracias a él y al Celta.

"El Celta es mi vida, es mi casa, soy yo", dice Aspas en el vídeo de su renovación sin ser consciente de que él alegra la vida de los demás.