Campeones... en supervivencia
Un año y medio después de llegar a un vestuario hundido, Xavi ha convertido a su equipo en un grupo de soldados forjados en la supervivencia.

Antes de convertirse en el nuevo entrenador del Barça, Xavi recopiló la máxima información posible desde Catar. Cuando preguntaba a sus excompañeros, el mensaje siempre era el mismo. "Esto es un desastre", le transmitían desde el vestuario. Dicha radiografía no era solo futbolística, sino que pretendía reflejar también la nula sensación de sentimiento de grupo. El técnico heredó una plantilla en la que cada uno hacía la guerra por su cuenta y la ha convertido, 18 meses después, en un equipo de soldados entregados a la causa. Más que LaLiga que ganará, el gran mérito de Xavi ha sido convencer al vestuario de que ninguna individualidad está por encima del colectivo.
Durante este año y medio, en el vestuario del Barça no han vivido. Han sobrevivido. Las críticas han sido constantes, el ruido externo no ha cesado y los fiascos en Europa han derivado en sentencias crueles hacia buena parte de la plantilla. Ha sido larga, la travesía por el desierto. "Como entrenador del Barça he pasado algunos de los peores momentos de mi vida", reconocía Xavi hace un par de semanas.
De paladar futbolístico caprichoso, el técnico sabe que no cuenta con la carta de Messi, aquel comodín que se podía usar cada tres días durante más de 15 años. Quizá por eso el egarense fue construyendo desde el primer día al único sustituto posible de Leo: el grupo. Xavi sabe que este equipo tiene mucho talento, pero no es aquella generación irrepetible que se instaló en la excelencia. "Me ha sorprendido que a tantos jugadores les cueste entender el juego de posición", expresaba el entrenador a las pocas semanas de asumir el mando.
Mientras se preocupaba por regresar al fútbol que quiere el Camp Nou, Xavi fue regando un vestuario con una fe de hierro. Él fue jugador y sabe que es imposible intentar que las críticas no lleguen al vestuario. De ahí que aconsejara a su plantilla asumirlo como parte del juego. Algo como que jugar en el mejor club del mundo también conlleva el ruido más grande del mundo.
Ayudó que nada es para siempre. Ni siquiera los malos momentos. El de Terrassa se encontró con un grupo cansado de pasarlo mal, agotado de solo vivir entre malas noticias. Y cuando uno se acostumbra al estado de crisis, deja de tener miedo porque no tiene nada que perder. Eso es lo que le ha sucedido al vestuario azulgrana: después de tocar fondo, los jugadores se han hecho más fuertes que nunca. Por obligación, claro.
La crisis de octubre, punto de inflexión
El KO en el Bernabéu en la primera vuelta y la eliminación en Champions supusieron una bola de break en contra a nivel interno, pues el ambiente cobró cierta tensión. Esta se salvó a las mil maravillas, pues cuerpo técnico y jugadores se miraron a la cara, se dijeron verdades y se limaron asperezas. Si se estaba produciendo alguna fisura, quedó reparada.
El equipo siguió creyendo en lo que hacía y remando hacia una misma dirección. Empezaron a verse entonces señales de que el feeling personal entre los jugadores iba a más. Ter Stegen, Christensen, Frenkie de Jong, Lewandowski y Sergi Roberto han hecho piña. También Pedri y Gavi. En este punto hay que destacar que las salidas de jugadores con mucha ascendencia como Piqué, Luis Suárez o Messi han abierto la puerta a un vestuario sin una figura dominante. Lewandowski es quien más caché tiene, pero el grupo lo acepta y el polaco, además, es un ejemplo de trabajo y compromiso.
El festejo del 2-1, una 'piña' que lo dice todo
Este domingo, tras la victoria en el Clásico, varias escenas delataron el magnífico ambiente que reina entre la plantilla. Se vio a Jordi Alba abrazarse a Balde, quien le ha arrebatado el sitio. Arnau Tenas, tercer portero, se las tuvo con Carvajal. Ferran y Aubameyang subieron una selfie en Instagram, aunque la mayor prueba de la unión que hay es la celebración del tanto de Kessié. Titulares, suplentes y hasta varios preparadores físicos emularon el sprint de Guardiola y Pinto en Stamford Bridge en 2009 para unirse al festejo del costamarfileño en el córner.
"Son jugadores que sufren y estoy muy orgulloso de cómo juegan, de cómo les va la vida en cada pelota... hay que valorarlo", apuntó Xavi tras el Clásico. Él sabe más que nadie lo mal que lo ha pasado de puertas hacia dentro un vestuario que empieza a ver la luz al final del túnel. Este Barça ya es campeón. Campeón en supervivencia.