Brais Méndez vuelve al episodio más crítico de su carrera: "Llegó un momento en el que no me gustaba el fútbol"
El futbolista de Mos cuenta en Relevo cómo ha recuperado la ilusión después de los problemas sufridos en Vigo.

Su llegada a Donostia cogió por sorpresa a la familia realzale y se ha convertido, por méritos propios, en uno de los fichajes más rentables en la historia reciente de la entidad presidida por Jokin Aperribay. Han pasado tres años desde su aterrizaje y Brais Méndez (Mos, 1997) es un hombre feliz. Atrás, en su querida Vigo, se quedaron todos los problemas que le impidieron ser profeta en su tierra y ahora mira el futuro con optimismo, convertido en un pilar indiscutible en la Real Sociedad de Imanol Alguacil, al que echará "mucho de menos".
Junto a Mikel Merino y Martín Zubimendi formó un centro del campo que era la envidia del fútbol europeo. Además, el de Mos ha marcado goles que ya forman parte de la historia de la Real Sociedad como el que le hizo al Inter de Milán en la jornada inaugural de la pasada edición de la Champions League o el que marcó de penalti en Old Trafford y que sirvió para que el equipo blanquiazul tomara uno de esos campos emblemáticos. Con contrato hasta 2028, su idea no es otra que la de continuar defendiendo la zamarra txuri urdin y disfrutar de su sueño de niño.
¿Está siendo el año más complicado desde que llegaste?
Ha sido un año diferente, difícil, con mucha carga de partidos, mucha rotación. Hemos tenido que rotar mucho si queríamos mantener la competitividad en las tres competiciones. Estamos en una situación en la que no queríamos estar, pero seguimos dependiendo de nosotros. Quedan doce puntos, tenemos que intentar sacar los máximos posibles y ojalá podamos hacer historia y meternos en Europa por sexto año consecutivo. También está siendo complicado en lo personal. El tema de las lesiones no te deja acabar de disfrutar. No nos han salido las cosas como queríamos muchas veces. Ha sido un año atípico, diferente. Sabíamos que nos podía costar más esta temporada, pero, personalmente, no pensaba que nos fuera a costar tanto.
Cuando ves que las cosas no salen como deseas, ¿cuesta darle la vuelta? ¿Cuesta recobrar la ilusión?
Cuesta darles la vuelta a las cosas. Lo intentas, lo seguimos intentando y lo seguimos queriendo, pero hay momentos en los que no se puede y solo nos queda seguir trabajando, seguir apretando para intentar, cuanto antes, darle la vuelta.
Sus dos años anteriores han sido para enmarcar. ¿Qué ha pasado en éste?
Es lo que ya he dicho. Venimos de dos años, tanto en términos de juego como resultados, en todos los aspectos, espectaculares, compitiendo con el Inter, por ejemplo, que se ha metido en la final de la Champions, plantándole cara, jugando de tú a tú tanto en Anoeta como en el Giuseppe Meazza. Y ahora tienes una sensación distinta, pero hay que poner en valor todo. No hay que ser ventajista y mirar solo este tipo de cosas. Hay que dar mucho valor a lo que el equipo está haciendo, al ejemplo de Pablo Marín, de Jon Martín, gente nueva que ha llegado y que es muy joven. Hay que darle tiempo y ser conscientes de que es normal que haya años en los que cueste más.
Hablando del Inter. No ha pasado tanto tiempo desde que esta Real le plantó cara...
Sientes, sobre todo, nostalgia al verlo. Te das cuenta de que podemos competir ante los mejores de Europa y lo hemos demostrado. No estamos tan lejos de ellos, aunque ahora, para mucha gente, parezca que sí. Este año lo hemos demostrado en las semifinales de Copa en el Bernabéu, con el Manchester aquí porque allí es otro partido distinto, pero hemos demostrado que podemos competir. Pero sí es cierto que quizá en Liga se nos han escapado muchos puntos que otros años no. Ahí está el debe de esta temporada. Tanto en Europa como en Copa hemos competido bien, aunque no hayamos llegado tan lejos como queríamos.
"Cuando vienes de tocar el cielo con las manos, ahora cualquiera cosa parece poco, pero no creo que tenga que ser así. Hay que poner en valor lo que esta generación ha hecho durante estos cinco años"
Nos acostumbramos pronto a lo bueno…
Eso siempre pasa. Cuando vienes de tocar el cielo con las manos, de competir, de pasar primeros el grupo de Champions, ahora cualquiera cosa parece poco, pero no creo que tenga que ser así. Al final, si echamos más la vista atrás, ha habido años complicados tanto en lo personal como en lo colectivo y hay que poner en valor lo que esta generación ha hecho durante estos cinco años.
Quedan cuatro partidos y todavía hay tiempo para conseguir el objetivo. Va a terminar la que ha sido su tercera temporada como blanquiazul. Echas la vista atrás y ¿te esperabas todo esto?
Honestamente, no. Lo he dicho muchas veces. Sobre todo, el llegar, tener esa aceptación por el vestuario, por el club, la manera en la me acogieron, lo bien que salieron las coas desde el primer momento. Fue como encajar a la perfección en todos los aspectos. Creo que estos dos años atrás han sido los mejores de mi carrera tanto en números como en juego y en sensaciones. Este año ha sido un poco peor, pero mis números no están tan lejos. Les doy mucho valor sabiendo las dos recaídas, que no me han dejado encontrarme porque, sinceramente, este año no me he encontrado de la misma manera que estos dos años atrás. Por eso mismo te diría que le doy más valor a estos números que a los de los dos años atrás.
¿Eres de esos jugadores que se comen mucho la cabeza porque las cosas no salen como esperas?
Pues mira, me la como más cuando no salen como colectivo. En lo personal, he aprendido a gestionar ese tipo de situaciones, pero sí que es cierto que en lo colectivo me cuesta y es algo que me llevo a casa, que intento saber el porqué y muchas veces no lo encuentro y más me como la cabeza. Pero hay que saber diferenciar, descansar, darle reset a la cabeza, que lo necesita y, cuando llegues aquí, a Zubieta, ya volverás a analizar todo, pero es necesario descansar.

¿Es difícil resetear?
Si, es complicado, sobre todo, cuando amas lo que te gusta, cuando disfrutas de lo que te gusta, cuando eres competitivo como creo que todos lo somos en el deporte de élite, es muy complicado dejar las cosas a un lado y despejar. Tengo la suerte de que he sido padre hace poco y eso me ayuda a desconectar, pero sí que es complicado.
¿Cuánto cambia la vida ser padre?
Mucho, pero tengo la suerte de que mi pareja, la verdad, hace mucho porque yo pueda estar de la mejor manera para competir, para entrenar. Sin ese apoyo sería mucho más complicado y, al final, es intentar llegar a acuerdos entre la pareja. Ponerse de acuerdo, hablar las cosas y, la verdad, es que te cambia para bien. Par mí es una bendición. Soy más feliz desde que soy aita y estoy muy contento.
Llegar a la Real y que las cosas salieran tan bien, ¿fue una liberación, un soplo de aire fresco para Brais Méndez?
Sí, en cierta manera, sí. Al final creo que llegué a un sitio en el que encajé muy bien y pude demostrar, pude sacar lo mejor de mí que quizá en Vigo eso sí que me había costado. En Vigo creo que acabé muy bien también, pero no al mismo nivel que en la Real. Creo que se juntaron un cúmulo de cosas que hizo que explotara, que sacara mi versión aquí, que me sintiera muy cómodo sobre el campo con los compañeros. Creo que fue la combinación perfecta.
¿Cómo conseguiste recuperar la ilusión? ¿Ha sido un trayecto largo?
Hay que trabajarlo y es largo. Al final, sí que hay momentos. He escuchado hace poco a Borja Iglesias, por ejemplo, decir que había perdido la ilusión por el fútbol, que se había desenamorado, pero es normal que pase. A todo el mundo le puede pasar y no pasa absolutamente nada, pero es trabajarlo, intentar recuperar esa confianza en ti y esa ilusión. Te paras a pensarlo y es lo que has amado desde pequeñito, lo que has amado toda la vida y por lo que te has movido. Yo me moví a Villarreal con 13 años por el fútbol, por pasión a este deporte. Pensar en ese yo de pequeño y darte cuenta de que esto es lo que querías hacer cuando soñabas de pequeño.
¿Tú también, al igual que Borja Iglesias, te llegaste a desenamorar del fútbol?
Sí. Llegó un momento en el que no me gustaba el fútbol, pero bueno, son etapas, todo pasa, todo cambia y la verdad es que también doy gracias a esos momentos para valorar los buenos.
¿Cuánto de importante fue para ti, en esos momentos de bajón en el Celta, que alguien como Iago Aspas utilizara sus redes sociales para darte ánimos?
Mucho. Sentir el cariño de los compañeros, del cuerpo técnico, del club en general, hace que te sientas arropado, que te sientas mejor y te ayude a sacar tu mejor versión. Al final es tu segunda familia con la que, incluso, pasas más tiempo que con tu propia familia. Ver que los compañeros te arropan es fundamental.

Cuesta ser profeta en tu tierra. En una reciente conversación con Agustín Aranzabal, mítico capitán de la Real, reconoció que se dio cuenta de que tenía que irse de la Real, de su casa, para recuperar la ilusión. Tu caso es muy similar…
Yo sentí eso, que costaba ser profeta en tu tierra. Conseguí cosas de muy joven y se puso el listón muy alto, yo me lo puse también. Yo me incluyo, yo fui el primero que me autoexigí mucho. Llegó un punto en el que si quería sacar mi mejor versión había que separar los caminos. Así fue. Iago (Aspas) también salió y la vuelta sí que se ha visto el Iago de verdad. Hay muchos ejemplos a lo largo de la historia del deporte. No sé por qué no se le da tanto valor a alguien cuando es de casa y sí a los de fuera. Siempre suele pasar y esa frase es por algo, no se ha inventado de la nada.
¿Es difícil aceptar ese momento de tener que decidir irte de casa?
Sí. Es complicado dar el paso, tomar la decisión de decir: 'Es el momento de irme'. Al final, te has criado ahí, estás cerca de tus amigos, de tu familia, de toda la gente, llevas en el club muchísimos años y siempre es complicado dar ese paso y decir: 'Es el momento de probar algo nuevo'. Es complicado, pero esto es el fútbol, es el deporte, el salir, el probar nuevas cosas. A veces te irá bien, a veces, mal, pero son nuevas experiencias.
Antes, hablar de problemas de salud mental era tabú. Ahora como que se ha socializado más, ¿no?
Sí, se ha normalizado. Cada vez somos más los que hablamos de este tipo de cosas. Creo que es una gran señal, que se vea que todos tenemos problemas, que cualquier persona lo puede pasar mal, normalizarlo y hablar sin problemas. Creo que a la gente también le ayuda mucho ver qué deportistas de élite, no solo futbolistas, porque creo que cada vez más deportistas hablan de ello y también se ve la exposición que hay en el deporte de élite.
Es bonito ser deportista de élite, pero parece que el peaje es caro….
Sí. Sabemos a lo que nos exponemos, pero no sabes si estás preparado para ello. Hay muchos casos. Sea Ricky Rubio, Simone Biles, que hablan de ello abiertamente y creo que es normal que pasen este tipo de cosas. Somos personas, somos humanos, que la presión hay un momento en la que no eres capaz de aguantarla y no pasa nada por decirlo, no pasa nada por hablarlo. Creo que hay que darle más normalidad a este tema.
¿Cuesta hablarlo?
A mí nunca me ha costado hablar de esto, lo he llevado de manera natural. Nunca he escondido nada, pero hablaba cuando me preguntaban. Nunca había sacado el tema, pero sí que es verdad que al conocer a Alex Remiro, ver cómo trabajaba, ver todo lo que estaba creado alrededor de su Fundación, te dan ganas de apoyar y decir: 'Coño, vamos a hablar sobre esto que es importante, que no se le da valor'. No tengo problema en sacar la cara por ello.
¿Da miedo hablar?
No. En mi caso, nunca he sentido ningún tipo de miedo o de presión por pensar qué iban a decir si era débil, fuerte… Lo he llevado de manera natural. Hablo con cualquier persona sobre esto para poner en valor algo que es fundamental, no solo en el deporte, sino en la vida como es el trabajo de los profesionales. En la sanidad pública, tampoco en el deporte, se le da el valor que tienen estos temas. Al final, si te duele cualquier cosa vas al médico y te atiende, pero si tienes que esperar por un psicólogo, igual son seis meses entre cita y cita. Creo que hay problemas que no pueden esperar seis meses. La cabeza, para mí, es el músculo más importante del cuerpo humano. Si la cabeza no funciona, el resto tampoco.
¿Es más importante la preparación mental que la física?
Para mí la preparación mental es muy importante. Y cuando hablamos de preparación mental no es simplemente pensar en cosas, es visualizarte en el partido, cómo pueden ser las cosas, como no… Hay mucho trabajo detrás. No es solamente voy a jugar y olvidarme de algo que me diga alguien de la grada o de lo que me diga un rival, son muchas más cosas detrás que te llevan a ese trabajo. La presión de jugar cada tres días, de ver que las cosas no te están saliendo bien, o que el miércoles tienes uno de los partidos más importantes de la temporada y te juegas mucho… Todo ese tipo de preparación es muy importante.
¿Cómo lo haces?
Ahora ya es algo normalizado. Es mucho trabajo de visualización, de verte, de pensar en situaciones que se pueden dar tanto en el campo, de si pasa esto cómo puedo reaccionar a esto o ante momentos que se puedan dar en el partido, tomarte tu tiempo, analizar, pensar, tomarte unos segundos, mucho trabajo de visualización…
¿Qué importancia ha tenido la figura del psicólogo en la vida de Brais Méndez?
Mucha. En ese punto se juntaron muchos factores cuando yo decidí dar ese paso. También la llegada del nuevo míster, el Chacho Coudet, que tuvimos una conversación nada más llegar él que me demostró su confianza y al final creo que se juntaron varios factores que hicieron que volviera a creer en mí, a confiar en mí y que pudiera sacar una versión que quizá en Vigo no se había visto quitando el primer año. Tener la confianza del entrenador te hace el camino más sencillo, sin duda. Cuando sientes que confían en ti, que te apoyan, que, aunque cometas errores, esa confianza va a seguir intacta o que no estás tan expuesto a perder, no tu puesto, pero sentir ese cariño, esa confianza, esa cercanía, creo que es fundamental. Por lo menos en mi caso. Quizá hay jugadores que les da igual eso y prefieren que nadie les hable, centrarse en lo suyo y ya. Cada jugador es un mundo en ese aspecto, pero a mí me vino muy bien.
"Si no fuera por Unzúe, yo no estaría aquí. Fue la persona que confió en mí, que me dio la oportunidad de cumplir el sueño de hacerme futbolista y creo que le tengo que estar agradecido toda la vida"
Antes del Chacho, se cruzó en tu camino Juan Carlos Unzué…
Si no fuera por él, yo no estaría aquí. Fue la persona que confió en mí, que me dio la oportunidad de cumplir el sueño de hacerme futbolista, fue el que me hizo debutar, me dio más de veinte partidos en Primera División siendo un chico del filial y creo que le tengo que estar agradecido toda la vida. Al final, con él tengo una relación especial. Nos tenemos mucho cariño, nos llevamos muy bien, conectamos mucho desde el primer momento en el que él y su cuerpo técnico llegaron a Vigo. Verlo cómo está luchando creo que es un ejemplo para la sociedad, para todos nosotros y solo demuestra el tipo de persona que es.
Cuando alguien tan joven debuta en el primer equipo y ve cumplido su sueño es como que se te vienen muchas cosas encima. ¿Cómo se reacciona ante eso?
Es un poco inconsciencia, es como que estás en una nube de que has cumplido el sueño, pero hay mucho más detrás. Hay que mantenerse. Lo importante no es el primer paso de debutar, sino consolidarse en la elite, que es lo más difícil.
¿Lo más difícil en ese momento es mantener los pies en el suelo?
Sí y no. Depende mucho de la persona y, sobre todo, del entorno, de con quién te rodees. No debería costar. Somos personas que tenemos una vida normal, un trabajo que nos apasiona y tenemos que disfrutar de ello. No tenemos que creernos más que nadie porque no lo somos.
Quizá es eso lo que la gente no entiende, que los futbolistas son personas normales…
Sí. Mucha gente no es consciente de que podemos tener hobby, que podemos perder y que mañana podemos tener una consulta médica en cualquier lado, que un familiar tenga que ir a un lado y tener que acompañarlo. Es lo más normal del mundo. Incluso nos ayuda a desconectar, a despejar y a coger con más fuerzas el siguiente partido. Pongo mi ejemplo. Yo, cuando era más joven, si perdía eran tres días de mala leche, de estar en casa metido cabreado y no me ayudaba. Era mucho peor que ahora. Hay que normalizar la derrota. Es normal que pierdas. Te tiene que joder, obviamente, perder porque todos queremos ganar, pero siempre va a haber derrotas y la vida sigue. No te puedes quedar en esas porque, más que nada, a los pocos días hay otro partido.
¿Se está yendo de madre todo lo que rodea el fútbol?
Sí. Mucha gente paga sus frustraciones con el fútbol. Puedes ir a un partido a animar a tu equipo, a disfrutar de un espectáculo, porque no deja de ser un espectáculo, que habrá días que te guste más, días que te guste menos como cuando vas al cine, pero estamos llegando a un punto en el que se está yendo mucho de madre. Parece que vale cualquier cosa porque cobramos mucho y no debería ser así.
Para los padres resulta difícil llevar a sus hijos pequeños a un campo de fútbol…
Lo entiendo. Es normal que cueste, sobre todo por lo que escuchas alrededor, no por el partido. Entiendo que costaría llevarlo a un combate de boxeo por la violencia, pero es que en el boxeo son más respetuosos que en un estadio de fútbol y creo que es un problema que no pasa en otros deportes y que no debería pasar en el fútbol.
Echamos la vista atrás, al Brais niño. ¿Cuánto soñaba con esto?
Yo estaba todo el día con un balón en los pies. Aún recuerdo cuando escuché por primera vez el himno de la Champions en Anoeta. En ese momento tenía la piel de gallina, era una sensación especial el decir: 'Estoy viviendo un sueño que siempre he soñado'. Lo mismo que cuando debuto en Primera o debuto con la Selección. Son momentos que ha soñado de pequeño y poder cumplirlos es una satisfacción enorme.
"Yo estaba todo el día con un balón en los pies. Aún recuerdo cuando escuché por primera vez el himno de la Champions en Anoeta. En ese momento tenía la piel de gallina, era una sensación especial el decir: 'Estoy viviendo un sueño que siempre he soñado'"
¿Cuánto te ha costado?
He tenido que trabajar mucho, sin duda. Nada es fruto de la casualidad o de la suerte. Te pueden dar la oportunidad, pero tienes que ganártela. Hay mucho trabajo. Yo me fui con 13 años a Villarreal. Volví con 15 a Vigo. Intenté cumplir mi sueño por todas las vías y lo conseguí. Es trabajo, dedicación, esfuerzo, compromiso y sin todo eso, es difícil que lo cumplas.
¿Hay que renunciar a muchas cosas?
Se renuncia en el aspecto de la vida de un chaval normal. Yo he dejado de ir a fiestas con mis amigos, a cumpleaños, a cualquier tipo de evento porque al día siguiente había partido o entrenamiento. Pero, sinceramente, yo lo he hecho encantado. Estamos haciendo lo que nos gusta, lo que amamos. Lo hemos visto así desde pequeños y no pensamos más allá que en poder cumplir un sueño.
¿Era difícil abstraerse de todo eso?
No, porque al final te entiende, te ven que estás cerca de cumplir un sueño que muchos han querido y se han quedado por el camino. Lo entiende perfectamente y, si estás bien rodeado, son los primeros que te dicen: 'Escucha, mañana tienes partido'. Si te rodeas de un círculo que quizá no son tus amigos. Sí que te pueden llevar por el otro lado.
Y los elogios, ¿cómo los llevas?
Los elogios debilitan en cierta manera y hay que saber cogerlos. Sinceramente, soy de los que no lee. Sé cuando juego bien, sé cuándo puedo hacer más, cuándo he jugado mal y no necesito que nadie me lo diga. Entiendo las críticas constructivas y las correcciones siempre que sean de buenas maneras. Yo soy el primero que quiere mejorar en todos los aspectos, pero intento no leer, no ver nada porque soy el primero que sé cuándo hago las cosas bien y mal.
"Soy mi mayor crítico. Sin duda. Pero te diría que en eso el 99% de los deportistas somos muy autoexigentes, muy autocríticos y somos los primeros que sabemos lo que podemos dar y no estamos conformes cuando no damos ese 100%"
¿Eres tu mayor crítico?
Sin duda. Pero te diría que en eso el 99% de los deportistas somos muy autoexigentes, muy autocríticos y somos los primeros que sabemos lo que podemos dar y no estamos conformes cuando no damos ese 100%.
¿Eso es bueno?
Sí. Es bueno, pero siempre que no te pases del límite. Creo que ser autoexigente es lo que te da esa competitividad para llegar a la elite y para seguir creciendo en el fútbol, pero nunca te pases.
¿Qué pensabas cuando decían que el centro del campo formado por Mikel Merino, Martín Zubimendi y Brais Méndez era uno de los mejores de Europa?
Solo nos centrábamos en disfrutar. Nos entendíamos a las mil maravillas, nos llevábamos muy bien y disfrutábamos de lo que hacíamos. No pensábamos más allá de si nos elogiaban, si nos criticaban. Simplemente, fluíamos, nos entendíamos tan bien que las cosas salían prácticamente solas. Para mí, era un gusto jugar con los dos al igual que el año anterior jugar con David (Silva), que nos entendimos muy bien. HE disfrutado como nunca jugando al fútbol con ellos.
¿Qué ha significado jugar al lado de David Silva?
De lo que yo he vivido en un vestuario, es el claro ejemplo de un líder en el sentido de que no hablaba mucho, no gritaba, pero cuando él hablaba, se le escuchaba. Todo el mundo atendía. Es la definición perfecta de lo que es ser un líder. Como futbolista no hace falta decir absolutamente nada de él. Creo que es el futbolista español más infravalorado de la historia. Lo que ha hecho tanto en el Manchester City como en la Selección como en los años que nos ha regalado aquí y en Valencia… Para mí ha sido un honor y un privilegio poder compartir campo con él.

¿Y al lado de Iago Aspas?
Es un diez en todos los aspectos. Entiendo a la gente que juega contra él. Es muy competitivo. Él es así, es lo que le ha llevado a ganar no sé cuántos Zarras. Es un fuera de serie. Como persona, es un diez. Te va a poyar en todo, vas a tener su hombro para lo que quieras. Como futbolista es excepcional verlo, compartir día a día con él, todos los consejos que me ha dado, lo que me ha ayudado, lo que me ha aportado… Tengo que estar muy agradecido porque cuando subí al primer equipo, me acogió con los brazos abiertos. No sé si me vio como su acompañante o como su sucesor, pero sí que estaba muy pendiente de mí, me daba muchos consejos, me trataba muy bien, al igual que Hugo Mallo, del que también tengo un grandísimo recuerdo. Me acogieron con los brazos muy abiertos, me cuidaron, me arroparon y les tengo un cariño increíble.
¿Cuál es el mejor consejo que te dio Aspas?
El mejor no lo sé, pero me ha dado muchos en muchos aspectos. Al final, ya no solo futbolísticos, sino también de la vida. Hay uno que se me quedó grabado. Cuando eres joven siempre quieres meter el gol bonito y meterlo por la escuadra y que quede mejor. Él estaba obsesionado porque definiera abajo. Siempre me decía lo mismo: 'Si buscas la escuadra y te sale más alto, se te va a ir fuera, pero si buscas abajo y te sale más alta, va a entrar por la escuadra y va a ser gol igual' El gol es lo que cuenta. Lo piensas y tienes toda la razón. Intento dar ese consejo porque a mí me ayudó mucho.
La fama de macarra quizá no juega a su favor, me refiero a Aspas…
Como a David, creo que a Iago no se le ha dado el valor que tiene como futbolista. Es muy complicado lo que ha hecho en un equipo como el Celta. Desde fuera entiendo que se pueda percibir eso, lo de la fama, pero no es un macarra. Es ese gen competitivo, de querer ganar cueste lo que cueste, defender a los suyos a morir y eso ha llevado a que no siente bien en otros equipos, pero a mí dame a esa gente para mi equipo.
"Me siento como en casa. Donostia me recuerda mucho a Vigo, ciudad pequeñita con mar, montaña, la gente es muy respetuosa y la verdad es que soy feliz. ¿Muchos años? Tengo tres más de contrato. Estoy contento y tranquilo"
¿Ese gen se entrena o se tiene?
Se tiene. Lo ves entrenando y es exactamente igual que en los partidos y lo quieres matar si está en el equipo rival del entreno. Eso se lleva dentro.
Has encontrado la felicidad en Donostia. ¿Te ves muchos años?
Estoy muy cómodo y muy a gusto. No solo en el club, también en la ciudad. Tengo amigos, mi pareja está muy feliz aquí. Ahora tenemos una niña pequeña. Me siento como en casa. Me recuerda mucho a Vigo, ciudad pequeñita con mar, montaña, la gente es muy respetuosa, muy tranquila y la verdad es que soy feliz. ¿Muchos años? Tengo tres más de contrato. Estoy contento, tranquilo, feliz y a gusto. No tengo más que decir sobre esto.