REAL SOCIEDAD 1- BARCELONA 0

Becker se sacude las críticas y encuentra el abrazo que llevaba buscando seis meses

El extremo se fue ovacionado tras una etapa complicada y con críticas, sin protagonismo y sin celebrar un tanto desde mayo.

Becker celebra junto a Aramburu el tanto de la victoria ante el Barça. EFE
Patxo De la Rica

Patxo De la Rica

Llegaba muy criticado y en un momento de muchas dudas, pero Sheraldo Becker se fue como ídolo del Reale Arena tras superar al Barça. Un gol lo cambia todo. Y qué gol. El extremo anotó el tanto que supuso el triunfo que todo Donostia llevaba esperando meses para reconciliarse con su gente y para que la afición vuelva a sentir lo que es ganar en un gran día. Ha pasado meses complicados, pero esta vez su fútbol, un verso libre en esta Real, valió tres puntos de oro.

Pudo ser mejor aún la noche. Tuvo en sus botas el segundo, pero esta vez no importa que errase en el segundo tiempo. La afición volvió a celebrar de espaldas al campo un gol suyo seis meses después. Había que remontarse hasta el 4 de mayo para encontrar su última diana vestido de txuri-urdin, pero la mala racha acabó en el mejor día. Un tanto para que el Barça pinche por segunda vez en la competición liguera y, sobre todo, para que esta Real Sociedad tome impulso en LaLiga tras el varapalo internacional ante el Viktoria Plzen.

Había marejada en Donostia. Pero los malos resultados en el Reale Arena, siendo el peor local de la competición con solo cuatro puntos, han acabado de la mejor forma. Si, además, sirve para sumar tres puntos antes del derbi vasco, la ilusión regresa a la casa txuri-urdin. En el horizonte aparece ese partido en San Mamés a solo dos puntos del Athletic y, por tanto, con la opción de adelantarles por primera vez en la campaña.

De las críticas a la ovación

En estos primeros meses de competición complicados, en los que la Real no ha conseguido la regularidad esperada, varios jugadores han sido diana de los mayores críticas. Sheraldo Becker era uno de ellos. Su fútbol, que dio vitalidad al equipo en la segunda mitad del curso pasado cuando llegó desde el Unión Berlín, se fue apagando y en este curso no había tenido apenas oportunidades. De hecho, no era titular desde inicios de octubre ante el Atlético de Madrid, pero Imanol Alguacil leyó a la perfección el encuentro en la previa.

El técnico, que ha trabajado esa línea tan adelantada que propone Hansi Flick, le colocó en banda izquierda para romper al espacio. Amagó en un par de ocasiones, hablando mucho con Oyarzabal sobre el tempo en el que debía acelerar. Y fue a la media hora cuando llegó el premio gordo. Un balón de Sucic a la espalda, entre central y lateral, lo aprovechó el internacional por Surinam para demostrar su velocidad y finalizar al primer toque.

Con espacios, Becker es otro jugador. En una Real de mucho toque y ante rivales que se encierran, como viene siendo habitual en el Reale Arena, no consigue ser protagonista, pero en este escenario pudo ser determinante. Ya tuvo buenos minutos en Pilsen, sustituyendo a Kubo, y ante el líder imparable del fútbol español fue el gran protagonista. Se le perdonaron los 'errores' del segundo tiempo y se marchó a la hora de juego bajo una gran ovación.

El enfado de Oyarzabal

Si Becker fue la cara -además de un colosal Zubimendi y una zaga muy firme-, la cruz fue un Mikel Oyarzabal que no está teniendo sus mejores días. Después de un partido en Pilsen en el que asistió pero se quedó con la sensación de haber podido sentenciar el duelo en favor txuri-urdin, el capitán se presentó ante su afición de nuevo ocupando el puesto de nueve. El debate sobre su posición está en las calles de San Sebastián desde hace meses y ayer no fue una excepción.

El capitán entró poco en juego, aunque pivotó bien para que Becker corriese a su espalda, además de los jugadores de segunda línea. El guipuzcoano estuvo bien defendido por Cubarsí y, sobre todo, un Iñigo Martínez que se fue entonando al mismo ritmo que iban disminuyendo los pitos de la que fue su primera afición. Aun así, Oyarzabal tuvo la ocasión más clara del primer tiempo, más allá del mencionado gol de Sheraldo. El propio extremo le puso en bandeja la sentencia, pero Oyarzabal erró.

El internacional español, especialista en ese tipo de remates al primer palo, remató demasiado desviado. Tras su disparo, se quedó en un lateral lamentándose. Aunque ese no sería el momento en el que más demostraría su frustración. Con los protagonistas abandonando el terreno de juego en el descanso, Oyarzabal se quedó el último en el centro del campo. Álex Remiro, buen amigo y compañero también en la Selección, fue a abrazarle y animarle. No había manera.

Los aficionados cercanos al túnel de vestuarios le aplaudieron, pero el capitán seguía haciendo gestos de rabia. Se contuvo cuando pasó cerca del monitor del VAR. Visiblemente enfadado, desapareció rumbo al vestuario, donde a buen seguro también masticó esa falta de acierto que hubiese sentenciado el choque.

Lo intentó también en la segunda mitad, a los cinco minutos de la reanudación, pero de nuevo no tuvo acierto. Su remate salió rebotado y estuvo a punto de sorprender a Iñaki Peña, pero el meta catalán los desvió a córner. Se fue a la hora de juego ovacionado y acabó el partido de pie en el banquillo, con las manos en la cabeza y esperando que sus compañeros siguiesen despejando cada centro lateral. No hubo gol y sí enfado, pero seguro que con el resultado se acabaron todos sus males y ya está pensando en cómo asaltar San Mamés.