FC BARCELONA

¿Por qué el Barça no gana cuando dispara más de 20 veces?

Los de Xavi no han ganado ni ante Rayo ni Espanyol después de ser los dos partidos en los que más han chutado.

Ansu Fati lamentándose /Getty
Ansu Fati lamentándose Getty
Albert Blaya

Albert Blaya

Se sigue demostrando que en el fútbol no existe una correlación entre cantidad y resultado. No la hay de la misma forma que lo lógico es que uno siempre persiga la mayor cantidad de ocasiones posibles como vehículo para acercarse al gol. Pero el Barça parece estancado de cara a puerta cuando lo intenta muchas veces, y eso es algo preocupante: ante Rayo y Espanyol, el FC Barcelona remató 21 veces en total y solo marcó un gol, que además fue a balón parado. ¿Por qué esta relación extraña?

En total, 42 disparos del FC Barcelona en los dos únicos partidos que no ha logrado ganar en La Liga en su feudo. Lo cierto es que lo que parecía una delantera muy completa y un rompecabezas positivo para el entrenador en el mes de agosto se ha ido transformando en una decisión complicada... pero por razones opuestas. Entre los Raphinha, Ferran, Dembélé y Ansu no hay, a estas fechas, uno que sobresalga sobre el resto. Y el equipo lo está notando.

El Barça de Xavi está echando en falta dos puntos principalmente: cierto desborde interior que les permita encontrar situaciones de peligro por el carril central sin tener que recurrir siempre a las alas y más amenaza en el último gesto de sus extremos. Lo primero tiene difícil solución sin acudir al mercado, lo segundo sí es corregible. Ansu, Ferran, Raphinha y Dembélé están demostrándose desacertados en el remate final, poco precisos en el gesto definitivo y a ratos ansiosos. Es un bucle que parece consumirles poco a poco. Cada uno sobreviviendo sus propios demonios, pero todos compartiendo cierto punto de ansiedad. Y el equipo lo paga.

De ahí que cuando los partidos se convierten en un bombardeo constante de ocasiones, el Barça añore un punto de frialdad en el remate. Dembélé mandó dos disparos muy desviados, Ansu tuvo una muy clara que tampoco logró transformar y Raphinha, pese a estar más cerca, no logró encontrar puerta. Ferran no tuvo opciones. Esto está dibujando un panorama complicado en encuentros como el del Espanyol, porque el Barça traduce su dominio en ocasiones falladas, y eso es algo que va afectando la salud del equipo poco a poco.

Un equipo que estaba dibujado para tener desborde y gol en el mes de agosto a veces parece que si Lewandowski no aparece no es capaz de encontrar lo que se le presuponía. ¿Hubo un exceso de expectativas con la delantera en verano? ¿Qué jugadores están por debajo de su nivel? Porque puede que lo que se esté viendo es el nivel que hay, sin más paliativos. Será tarea del entrenador descubrirlo.

De todas las historias, hay una que preocupa más que el resto. La de Ansu Fati. El canterano no ha vuelto a ser el mismo que antes de sus duras lesiones, y el nivel que viene dejando sobre el verde es el de un futbolista que parece luchar contra algo que le oprime. Como si en cada toque hubiese un segundo que le robase medio segundo. Se le ve más lento, pero sobre todo más impreciso. Cuando el recorte antes siempre escondía un gol, ahora esconde un mal disparo. Y eso no es físico; es mental. Será tarea de todos relativizar sus errores para que pueda volver a recuperar su mejor versión el día de mañana.

El reto del Barça está en calmar cierto nerviosismo que aflora una vez las ocasiones se acumulan y no se transforman, y de una ansiedad que los extremos transmiten al equipo en algunos tramos del encuentro: pérdidas de Dembélé, la poca fluidez de Ansu, los errores en el control de Ferran o la pérdida de duelos en algunas ocasiones de Raphinha. La claridad cuando las luces se apagan son cosa de los mejores, y llega ese momento de la temporada en la que el Barça debe descubrir si tiene más de un interruptor.