Un Athletic de Champions se desmadra en Getafe entre fruta voladora, abrazos que terminan en placajes y un guante a Valverde: "Tenemos tan claro que va a ser él"

No hay cosa más de Bilbao que hacer sonar el himno de la Champions League en el vestuario del Getafe. Esta primera frase es una bilbainada en si misma, pero ha ocurrido en el Coliseum. Porque el Athletic Club ya es matemáticamente equipo de Champions League y lo ha celebrado por todo lo alto donde le ha tocado, que ha sido en casa del Getafe después de endosarle un 0-2 para certificar su pase a la máxima competición europea.

Por el pasillo del Coliseum, alguien gritó "¡A la Champions, oe!", y a partir de ahí, no hubo quien lo parara. Porque lo que había empezado como un partido tenso, de esos que huelen a nervio y responsabilidad, terminó siendo una fiesta desatada en rojiblanco. Todo comenzó con Gorka Guruzeta. Minuto 76, balón al muerto fuera del área, golpeo ajustado al palo y gol. El delantero, que llevaba desde febrero sin marcar, acumula varios meses arrastrando molestias por culpa de una fascitis plantar.

"No he dicho nada, ni ha salido en ningún medio, pero en febrero tuve una rotura en la planta del pie, he forzado hasta hoy y viéndolo ahora igual tenía que haber parado tres semanas, un mes o lo que fuera. Han sido meses difíciles, porque durante la semana me levantaba con la planta fastidiada y todavía no se me ha curado, pero queda una semana para que termine esto y miraremos la mejor solución después", confesó el delantero en zona mixta. Él fue quien rompió el partido y su propia sequia con un disparo medido. El alivio era tan grande que ni el protocolo pudo contener a los suplentes: una estampida rojiblanca se lanzó sobre él como si aquello fuera el gol de una final. Era el primero. Faltaba mucho, pero el impulso emocional ya era irrefrenable.

En el banquillo, Valverde intentaba mantener algo de calma. Porque sí, había que rematar la faena. Pero ¿cómo se controla un grupo que huele la Champions? Cuando Dani Vivian empujó a la red el 0-2 tras un córner, ya no hubo forma de frenar la avalancha. Quedaban menos de cinco minutos, pero era como si el árbitro ya hubiera pitado el final. Vivian, con la efusividad por bandera, corrió como loco hacia la banda y se llevó por delante a Lekue, que estaba calentando tranquilamente. Avalancha humana. El central le quitó hierro en zona mixta: "Nada, nada, Lekue está muy duro".

El banquillo era un manicomio. Los suplentes, los que calentaban, los fisios, los utilleros… todos en el campo. El cuerpo técnico en un corro, saltando al unísono, mientras en la grada visitante, entonaba su particular sinfonía: "A la Champions oe, a la Champions oe". El Coliseum, enmudecido por su propia afición, escuchaba como los bilbaínos tomaban el control sonoro del estadio. Más de media hora llevaban animando sin parar, como si fueran locales. Cuando el árbitro pitó el final, explotó todo el banquillo. Salieron corriendo, se fundieron en abrazos, besos, saltos y gritos. La Champions es suya. Y la fiesta, claro, no acabó ahí.

En el vestuario visitante del Coliseum, el himno de la Champions sonó con fuerza. Botellas de agua volando, fruta por los aires (literalmente), y el cántico más dulce de todos: "¡La Champions!". No había manera de calmar aquello. Valverde, en su estilo, optó por la contención. "Los chavales están encantados y más en esta temporada en la que habíamos vuelto a competición europea y habíamos llegado a la semifinal de la Europa League", dijo en rueda de prensa, sabiendo que él fue el último en llevar al Athletic a esa tierra prometida europea. "Entrar en Champions es un éxito increíble para un club como nosotros, con nuestra manera de competir, que es diferente", subrayó.

Lo de su futuro, ni una palabra. "Es el momento de tomar decisiones y ya veremos". Pero sus jugadores hablan por él. Porque sí, Valverde sigue sin dar pistas sobre su renovación, pero Vivian lo dejó claro: "Ni le hemos dicho nada, porque tenemos todo tan claro que va a ser él". El mensaje, directo. Como los goles de hoy.

El Athletic está de vuelta. En la Champions. En la élite mundial. Lo vuelve a hacer con su estilo, con su gente, con su cantera y con su gen competitivo intacto. Y como no podía ser de otra manera, con una celebración que solo podía firmar el Athletic: abrazos que parecen placajes, fruta voladora en el vestuario y un equipo que grita al mundo entero que ha vuelto a la Champions. Y lo ha hecho a lo grande.