Álex Padilla y los nervios de su debut con el Athletic: "Hasta llegar a San Mamés todo bien pero en el calentamiento no sentía los pies"
El joven portero atiende a Relevo en un evento de Fútbol Emotion tras su exhibición en Girona y una última convocatoria con la selección mexicana.
Álex Padilla (Zarautz, 1/09/2003) ha sorprendido a todo el mundo del fútbol en sus primeros pasos. Le han bastado tres encuentros como titular, aprovechando las lesiones de Unai Simón y Julen Agirrezabala, para dar un golpe sobre la mesa y volver a demostrar que en Lezama siguen brotando los porteros. "Hay mucho y buen trabajo, nosotros solo somos la punta del Iceberg", responde el joven vasco-mexicano con una humildad y serenidad que sorprende al sentarse con él. Voz grave y tranquila. Mirada fija. Solo alguna sonrisa con cierta timidez le delata y hace recordar que detrás de ese discurso maduro hay un chaval de 21 años que está viviendo los primeros pasos de un gran sueño.
En apenas unos meses, su vida ha cambiado por completo. Ha pasado de defender -con matrícula de honor- la portería del Bilbao Athletic en Segunda Federación a debutar en San Mamés, lucirse ante Lewandowski o vivir su primera convocatoria con la selección de México absoluta bajo la dirección de Javier Aguirre. Incluso es ya imagen de Sport Emotion en Barakaldo, en un evento plagado de jóvenes aficionados ansiosos por tener su firma, una foto o poder hacerle un par de preguntas. Antes, había respondido las de Relevo.
Aunque reconoce que pasó momentos de muchos nervios al afrontar su estreno en La Catedral, como le contó a sus padres y su pareja nada más acabar el encuentro ante el Getafe, su mentalidad va mucho más allá. Y su exigencia también. Sabe que ayudó al equipo en su última exhibición en Girona, pero tiene claro que un portero no puede estar contento si recibe un gol en el descuento, aunque sea de penalti. Y con esa responsabilidad afronta el día a día y un futuro, compartiendo puesto con Unai Simón y Julen Agirrezabala, que se lo toma con calma. "Soy un afortunado".
¿Cómo estás? La afición se asustó al conocer que habías tenido un problema físico -entorsis en la rodilla derecha- que te obligó a regresar de la selección.
Fue una cosa muy mínima al final, un susto, y volví más por precaución que por otra cosa. Ahora ya llevo, desde que llegué, prácticamente todos los entrenamientos al 100%. Por suerte estoy muy bien, muy bien.
En esta ocasión viajaste con México sub-23, pero hace un mes tuviste la oportunidad de estar en una convocatoria absoluta con Javier Aguirre. ¿Qué supone para ti?
Lo intento separar en dos partes, por un lado lo personal y por otro lo profesional. Por lo personal, para mí es un tremendo orgullo el que yo me ponga la camiseta y el aficionado se sienta orgulloso de eso. Y siempre voy a intentar darlo todo por esta camiseta. Por lo profesional, es una experiencia más que voy cargando a la mochila, intentando aprender lo máximo posible de todos, desde los fisios a todos. Estoy como un niño pequeño.
Hablas de asimilarlo. Has pasado del Bilbao Athletic a la selección de México en solo unos meses. ¿Cómo llevas esta situación y más en un país tan apasionado por el fútbol?
Pues la verdad que con mucha naturalidad, al final en el momento que entiendes que en México se viven así las cosas, pues no te queda de otra. Cada uno se tiene que centrar en lo que está en sus manos y todo lo demás intentar dejarlo a un lado. Si te soy sincero, en redes sociales no tengo ningún tipo de acercamiento a nada que pueda leer sobre mí.
Hombre, pero notarás que te has convertido en ídolo en México y que la gente te sigue mucho, ¿no?
Sí, claro, ves que tienes más seguidores o cualquier cosita de estas, pero es lo que te digo, al final yo creo que lo importante es la base que tiene uno y el saber en qué momento está. Soy consciente de lo que estoy viviendo, estoy intentando aprender lo máximo posible de esto e intentando llevarlo con mucha naturalidad.
¿En quién te apoyas para llevar este cambio tan radical y no perder la humildad o esa naturalidad de la que hablas?
En casa vivo con mi novia. La verdad que voy a entrenar, pero una vez que salgo de Lezama ya no se habla de fútbol y si se habla es solo de cosas importantes. Intento hacer vida normal, llevar mi vida de antes, ver a mis amigos, ir a cualquier sitio, o sea, intento hacerlo todo normal y no hay ningún problema.
Pese a ese trabajo, imagino que si te pregunto por la semana previa al debut, algún nervio sentirías.
Sí, sí, claro. Pero aparte de todos los nervios y de todo lo que puede pensar una persona que no está viviendo esto, somos personas y tenemos nuestras vidas. Yo tengo mi psicólogo, trabajo mucho con él y, volviendo a lo mismo, la base es la que te mantiene fuerte cuando las cosas se tambalean un poco o cuando te entran esos nervios. Puse por encima de todo el hecho de que iba a jugar en San Mamés, me decía a mí mismo que tenía que intentar disfrutar, ser yo. Si salen las cosas bien, perfecto, y si no, no pasa nada.
¿Y se consigue disfrutar en un campo de fútbol?
Sí, a ver... Los partidos de fútbol normalmente no soy muy consciente del sentimiento de disfrutar porque soy una persona muy pasional a la hora de hacer lo mío, me vuelco en ello. Estoy muy enchufado al balón, estoy muy centrado en todo lo que me puede rodear, y me centro básicamente o totalmente en eso. Quiero decir, que no hay un momento para estar mirando a San Mamés.
Una vez, hablando con Guruzeta sobre Unai Simón, me dijo que recordaba bien la cara “de cagado” que tenía Unai antes de su debut. ¿Te pasó? No sé si te dicen algo los compañeros.
Pues mira, hasta llegar a San Mamés todo fue bien. Hasta me eché una siesta de dos horas, estaba tranquilo porque yo ya sé lo que siento en cada momento. Pero cuando salí a calentar... ya empieza la hora de la verdad. Y sí que me acuerdo que luego, cuando llegué a casa, y les conté a mis padres y a mi novia que cuando estaba calentando a la hora de golpear el balón no sentía que estaba conectado con los pies. Pero fue cosa de meterme en el papel y para adelante.
En Girona completaste una exhibición y me sorprendió que después del partido dijeses que no estabas contento con el partido porque tendrías que haber parado el penalti.
Bueno, creo que es que es lo que te digo antes. Intento aprender en todo momento y nunca me conformo. Y eso es lo que al final nos hace crecer en la vida como personas. Un portero al final cuando le meten un gol en el que la toca, con el calentón del partido... Se junta un poco todo y te quedas con ese regustillo de: 'Hostia y si... Y si...'.
Serás consciente de que hiciste un partidazo, ¿no?
Sí, sí, claro. Soy consciente de que pude ayudar al equipo hasta el momento que nos meten el penalti, pero me quedo con ese sabor agridulce. Tengo claro que el equipo está por encima de cualquier actuación individual que pueda tener.
Se lo pregunté también a Julen, ¿qué os dan en Lezama a los porteros? Hemos normalizado que en unos años han salido Iago Herrerín, Aitor Fernández, Kepa Arrizabalaga, Álex Remiro, Unai Simón, Julen Agirrezabala, ahora tú...
Yo también lo he hablado muchas veces con Julen porque tengo muy buena relación con él. Y yo creo que hay mucho trabajo que no se ve por detrás. Mucho trabajo de cantera, de corregir muchísimo, de estar encima, de dar esa confianza tan necesaria al jugador, de hacerle creer a esa persona. Y luego, claro, sal a San Mamés... Pero detrás de todo eso hay mucho más, es como el iceberg que solo se ve la puntita. En este caso, hay en Lezama hay mucho y muy buen trabajo con los porteros.
¿Cómo convives con esa jerarquía marcada en la portería, en la que están Unai Simón y Julen Agirrezabala?
Pues si te soy sincero, básicamente lo que pienso es que soy un afortunado porque estoy con Unai, que es uno de los mejores porteros del mundo, y Julen más de lo mismo. No hay ningún sitio donde pueda aprender más que aquí. Encima con los cercanos que somos, pues mejor aún.
¿Te apoyas mucho en ellos?
Sí, pero esto viene ya de antes de hace tres años, que me parece que es cuando empecé a subir. Cuando alguno se lesionaba, tenía descanso o cualquier cosa, ya empiezas a tocar balones con ellos y desde el principio ya te empezaban a corregir cosas. Y cuando te lo dicen porteros como ellos es algo que se te queda marcado. La verdad que siempre intento aprender mucho de ellos dos.
¿Cuando miras a largo plazo, con una competencia como la que tienes con Unai Simón y Julen Agirrezabala, como te lo planteas?
Pues es que no pienso a largo plazo. Mi cabeza está en el día de mañana, en el entrenamiento de mañana, en intentar estar lo mejor preparado para el míster. Por suerte tengo gente que me rodea muy bien, como mis padres, mi novia, mi agencia, Wasserman... No tengo el foco en eso y mi objetivo está en el día de mañana, en intentar sacar lo mejor de mí.
Para acabar, he visto que tienes tus guantes personalizados. ¿Eres maniático?
Sí, tengo una bandera de México porque soy mexicano y es algo que lo siento desde el fondo. También mis dos apellidos, Padilla y Pérez. La verdad es que soy bastante maniático... si juego bien un partido, ese par de guantes intento que me duren al máximo y guardarlos para todos los partidos.