FC BARCELONA

Abro paraguas: el año en el que un alemán recuperó el ADN Barça

Hansi Flick, que llegó el pasado verano al club azulgrana, ha revitalizado el juego culé desde su llegada.

Hansi Flick, entrenador del Barça, durante un entrenamiento. /EFE
Hansi Flick, entrenador del Barça, durante un entrenamiento. EFE
Albert Blaya

Albert Blaya

A cada año que nuestra memoria se aleja un pasito más del fundacional FC Barcelona de Guardiola, un equipo tangencial en la vida de quienes ahora tienen que dotar de discurso y relato a este club, los contornos de lo que un día creímos inalterables avanzan hacia una difuminación definitiva. Es inevitable.

Así, lo que en 2010 era algo comprensible para todos, en 2024 no lo es para casi nadie. No nos engañemos, no es una cuestión semántica, sino cultural y, sobre todo, vivencial. El estilo se ha manoseado tanto que, paradójicamente, tuvo que ser un alemán que no habla ni entiende la lengua del club, quien devolviese a la memoria colectiva el Santo Grial.

Se podría decir que el ADN, estilo o como quieran llamarlo tiene dos ramas muy marcadas que a veces se cruzan y a veces, la mayoría, conviven separadas. Hay quienes lo aplican y luego están los que lo soban y reflexionan como catedráticos anonadados, perdidos en cuestiones estilísticas, sin llevar el qué al juego, que al final lo es todo.

Hansi Flick quedó impresionado, ya hace muchos años, cuando el Barça era imperio y Messi César, en una de aquellas noches que el Camp Nou tenía el poder de arrebatarte la razón, y desde aquel día el alemán quedó hechizado. 

Un Barça dominante pero más amplio

Como el juego es algo vivo y mutante, también lo son las leyes que lo rigen y sus formas de pensarlo y sentirlo. Y siendo el juego un elemento cultural, Flick recoge la tradición alemana que ha dominado este siglo (gegenpressing, profundidad interior) mezclándola con aquello que el culé tiene en su interior, que no es, sino una voluntad de dominar, de ganar mereciéndolo.

Hay algo moral en el juego del Barça. Este es el equipo que menos pases da desde... el primer Barça de Guardiola (648 este curso, 608 en la 08/09), y el que más disparos hace (4,16) tras un robo alto desde que StatsBomb recoge datos. Presión, verticalidad y un intento de control no siempre logrado.

Prueba de ello es que este Barça, al que muchos catalogan de haber abandonado el estilo porque ahora hace contragolpes (1,32 disparos en transición, la misma cifra que... el primer año de Guardiola), es también el equipo más pasador de LaLiga y según el modelo de OBV (On Ball Value) de StatsBomb, que mide el impacto de cada acción, el Barça añade 0,94 puntos desde el pase, la cifra más alta desde el curso 16/17.

Es decir, los pases son más afilados, más punzantes, generan más cosas que antes. Flick, en un intento por emocionar, ha economizado los recursos y ha exprimido a talentos generacionales como Pedri y Lamine para recordarnos que si algo es el estilo es el tener a muy buenos jugadores en disposición de hacer muy buenas cosas.

El 2024 no será recordado por la escasez de títulos, que muchos dicen que es lo único que uno disfruta, como si el fútbol fuese acumular trofeos y no momentos, y lo segundo se consigue de muchas otras formas. Un gol, una victoria, incluso una derrota.

A veces basta un pase o nada te emociona más que un control sedoso. Pero este 2024 será recordado, para los denostados culers, por el año en el que un alemán con cara de profesor y una pose de padre tranquilo revitalizó un discurso encallado en su autorreferencialidad a base de goles y un juego desacomplejado. ¿Cuánto cuesta volver a sentirse uno mismo?