OPINIÓN

¡En la Liga no se pita fútbol, se pitan circulares!

Soto Grado, nada más pitarle penalti a Alaba por mano. /EFE
Soto Grado, nada más pitarle penalti a Alaba por mano. EFE

Esto no tiene arreglo. Y lo más indignante es que vamos a peor. En el resplandeciente estadio de La Cerámica, dos casos más. Consecutivos. En tres minutos. Dos manos de circular, dos penaltis. Dos manos sin ninguna intencionalidad, una en cada área, que el colegiado de turno convierte en pena máxima porque así se lo dice una norma escrita que obliga a los árbitros a olvidarse del verdadero espíritu de la regla, que no es otro que sancionar la voluntariedad de tocar el balón con la mano.

No hace ni 48 horas que Relevo desmenuzaba los datos de los penaltis que se señalan en nuestra Liga y el resultado era descorazonador. De los 51 pitados en las 15 primeras jornadas, 15 de ellos eran por acciones en las que las manos entraban en escena y en siete de ellas, prácticamente la mitad, el VAR había entrado en juego. Ya hay que sumar dos más, las de Vila-real. La primera, la de Foyth, a propuesta del juez de vídeo: la segunda, la de Alaba, indicada directamente por el juez de campo.

Dos jugadas, dos penaltis, que demuestran que en el fútbol español, más que en ninguno otro de Europa, no se pita un juego llamado fútbol. Se pita la interpretación de las circulares de la regla que un año sí y otro también cada Federación, por medio de su Comité de Árbitros, retoca a su antojo. Por eso los colegiados patrios tienen más en cuenta que la mano de Foyth está abierta, a la altura del pecho del adversario, que la voluntariedad que tiene el argentino en jugar ese balón con la mano. La pelota le cae en la mano. Él no busca la busca. Está de espaldas. Él lo que pretende en esa acción es obstaculizar con su brazo la internada de Vinicius.

De hecho, tras caer el balón del cielo y golpear en su brazo, no cambia de dirección y queda muerta para que el rival incluso la pueda jugar. Nada de ello le importó al inquilino del VAR. Vio un brazo extendido ocupando un lugar no natural y arrastró a su compañero a pitar penalti. Que los dos jueces serán felicitados por sus superiores por cumplir con la circular y la ilustración de turno, cierto, pero eso no es aplicar las reglas de este juego.

Tres minutos después, de Málaga a Malagón. De Guatemala a Guatepeor. César Soto Grande estaba de frente a lo jugada. ¿Cómo no puede ver que Alaba se resbala y que producto de ese resbalón su mano se apoya una décima de segundo en el suelo, la levanta lo antes posible para recuperar la verticalidad y es entonces es cuando el esférico le golpea? Es como si ese señor no hubiera jugado nunca al fútbol y hubiese vivido en primera persona una situación tan casual como habitual cuando se está de corto.

Cualquier rasgo de encontrar la coherencia en el arbitraje español se va al garete ante la obsesión que tienen sus colegiados por pitar sobre circulares y no sobre acciones del juego. Arbitran pensando en sus jefes, en las consignas que se saltan el espíritu de la ley Si piensan seguir por ese camino, por esa falta de criterio y de unanimidad en sus decisiones, lo mejor es que comiencen a pitar todas las manos dentro del área y así los técnicos, los jugadores y los aficionados tendremos clara la situación y no nos llevaremos los berrinches que nos llevamos. Así, evitaremos perder más el tiempo hablando siempre de lo mismo y se lo dedicaremos a analizar el juego como tal. Por ejemplo, al notable partido del Villarreal de Setién y a la inicial siesta y posterior desperezo del Real Madrid.