FÚTBOL FEMENINO

El "jugador" Aitana Bonmatí y por qué las actas arbitrales de la Liga F hablan en masculino

El sistema es común para ambas categorías y prevé introducir una actualización la próxima temporada.

Tarjeta amarilla en un partido de fútbol. /GETTY
Tarjeta amarilla en un partido de fútbol. GETTY
Mayca Jiménez

Mayca Jiménez

"Jugador", "Entrenador", "Delegado", "Árbitro"... El género femenino brilla por su ausencia en las actas arbitrales de la Liga F. También en el sistema operativo por el que se filtra cualquier información relativa al trabajo de las colegiadas. Con algunas frases que sí que acogen el lenguaje adecuado al especificar las amonestaciones con referencias a "una" o "la" rival o adversaria, se deja sobre la mesa una asignatura pendiente en el ámbito lingüístico.

Desde la RFEF aseguran a Relevo que es una plantilla automatizada en la mayoría de sus operaciones y que se prevé una modificación del sistema en la próxima temporada para que sí que sea acertado el uso del género en las expresiones de las actas. Un paso más en la línea del crecimiento de esta categoría y del arbitraje femenino español.

En una temporada en la que han centrado las miradas tras la huelga para pedir una mejora de sus condiciones, las colegiadas han logrado dar un salto tanto en categorías masculinas como internacionales. También están recibiendo formación en el VAR, con el objetivo de que dentro de unos años sea habitual su presencia en cualquier ámbito o competición.

En cuanto a las actas, se trata de una plantilla en la que el árbitro o la árbitra elige el jugador o jugadora y la acción, con un sistema que habla en masculino de manera general y predeterminada. Así, se dan frases como "el jugador Bonmatí Conca, Aitana". Este error 'involuntario' de las árbitras aparece en todas las actas de la Liga F.

En el último Clásico entre el Barcelona y el Real Madrid quedaron frases como la siguiente: "En el minuto 46 el jugador Da Silva Ferreira , Geyse fue amonestado por el siguiente motivo: dar una patada a una adversaria en la disputa del balón de forma temeraria". En este sentido, sí que se aplica el femenino en "adversaria", pues es el dato especificado por la árbitra.

Una excepción en el detalle de la amonestación que no se cumple en otra frase de la misma acta arbitral: "En el minuto 76 el jugador Del Castillo Beivide, Athenea fue amonestado por el siguiente motivo: Derribar a un contrario en la disputa del balón evitando una ocasión manifiesta de gol dentro del área penal".

También quedan otros ejemplos en los que se intercalan el uso correcto e incorrecto del femenino como el apartado de lesiones del último derbi entre el Atlético y el Real Madrid. "Lesión: (Jugador: Ludmila Da Silva ) El delegado del equipo local hace constar que durante la disputa del partido la jugadora ha tenido que ser sustituida por lesión por el siguiente motivo: Torsión articular en la rodilla derecha", reza en ella.

Hay que subrayar que socialmente ha habido un proceso en el que ha costado mucho normalizar el término "árbitra", siendo este el femenino adecuado de "árbitro". Hacer que esta palabra adquiera su connotación femenina no ha sido fácil. No sólo por la palabra, sino que por el rechazo social que han encontrado las mujeres en este ámbito, donde hasta hace poco no contaban ni con ropa especializada para ellas. Ahora, el reto ahora es que las actas rompan otra barrera más con un lenguaje inclusivo y que se refiera a cada jugador o jugadora de la manera más adecuada.

Son «árbitras» y con un apellido

Otro detalle que llama la atención es que no se denomina igual a las árbitras que a sus homólogos. A ellos se les conoce mediáticamente por sus dos apellidos, siendo una norma impulsada en pleno franquismo por un colegiado llamado Ángel Franco Martínez. Su coincidencia con el dictador, Francisco Franco, hizo que se normalizara el uso de los dos apellidos.

Esto no se ha mantenido para las colegiadas, a las que se les conoce o nombra mediáticamente con su nombre y primer apellido de manera general. Marta Frías, Marta Huerta, Guadalupe Porras... Incluso en el caso de la considerada como mejor colegiada del mundo, Stéphanie Frappart, nunca se ha detallado cuál es su segundo apellido.

En este sentido, hay que apuntar que el arbitraje femenino ha logrado hacerse hueco recientemente. La primera árbitra que logró la licencia en España fue Rosa Bonet en 1979, aunque su caso entonces fue muy aislado, en medio de una sociedad que negaba el paso a las mujeres en sectores como el fútbol. Ella misma, tal y como contó en una entrevista con El Español, lo sufrió de manera directa con anécdotas como esta: "Con 16 años me dijeron: Tú sabes que a los árbitros les pegan, ¿verdad? A lo mejor a ti por ser mujer te violan".

Su caso abrió las puertas a otras. En 2007, Marisa Villa fue la primera árbitra que recibió la categoría de Primera División, pero no debutó al no superar las pruebas físicas. Y no fue hasta 2019 cuando Guadalupe Porras derribó esa barrera siendo la primera colegiada en un duelo de la máxima categoría masculina. Su nombre se repitió como el de la primera española que arbitraba en una competición europea, la Europa League, un año más tarde.

Todo esto sucedía años después de que en 2017 se determinara que sólo habría árbitras en la Liga femenina en el marco de un programa para impulsar el arbitraje femenino. Una historia reciente que aún está construyendo sus primeros cimientos y que sigue puliendo detalles para que ser árbitra o mujer en el fútbol se normalice. Empezando por el lenguaje...