Míchel encuentra su sitio en Arabia alejado del ruido de España y sueña con el 'sorpasso'... a pesar de la decepción con Morata
Debuta hoy en la liga árabe con un equipo muy bien reforzado y aspirando a dar guerra, aunque sea un recién ascendido.
A sus 61 años, flequillo inconfundible pero ya con canas, Míchel ha encontrado un oasis en Al Khobar. Allí dirige desde hace menos de un año al Al Qadsiah, el club con el que ascendió a la Saudi pro League y con el que hoy debuta en la competición (contra el Al Fateh, 20.00 horas). Un proyecto que se sacude la efimeridad en cada paso que da. No hay aleatoriedad en la propiedad del club, con la petrolera Aramco detrás, por eso, cual cascada, no la hubo en la elección de los líderes: en la dirección deportiva, Carlos Antón, y en la dirección técnica, Míchel.
El madrileño ha encontrado un espacio motivador y de autonomía, lejos del ruido que muchas veces le ha acompañado, entrenador no bien ponderado en España, situación paradójica si se atiende a su currículum que presentaba como jugador. Hay exjugadores que necesitan poco para asumir banquillos de enjundia, como si la etiqueta de leyenda sirviera de salvoconducto. Todo lo contrario que con Míchel, mito del fútbol español por mucho que no levantara Champions o título con España, negado desde la Federación y desde su club después de su pasado con Ramón Calderón.
Con casi 20 años de experiencia en los banquillos desde su debut en el Rayo en Segunda B en la 05-06, sometido a los vaivenes de los banquillos, con hitos y títulos (mejor posición del Getafe en Primera, 6ª, dos ligas y una copa con Olympiacos), pero también decepciones (descenso con el Castilla, un puñado de destituciones), seguramente cansado del 'suena Míchel', en Arabia, lejos del foco mediático que siempre le ha buscado y encontrado, porque siempre tuvo imán para los medios, Míchel es feliz. Muy feliz.
Con la exigencia que nunca abandonó el eterno '8' del Madrid, rodeado de los suyos, trabajando codo con codo con su hijo Adrián, que va aprendiendo a su lado como asistente junto a otros dos inseparables, Juan Carlos Mandiá y el preparador físico Quique Sanz; y además formando parte de la confección de la plantilla, encantado de ser escuchado por Antón, el entrenador afronta una temporada en la que va de tapado, pero posicionado para si se juntan los astros dar el 'sorpasso'.
Esa falta de aleatoriedad se demuestra con hechos. En lo que ha venido siendo la locura de mercado en Arabia, y sabedora la industria de que el Al Qadsiah cuenta con Aramco detrás, es decir, un poder económico superior a los clubes que controla el fondo, desde el club se ha obrado con extrema precaución. Ningún jugador ha llegado sin una previa entrevista exhaustiva, a la par futbolística y personal, con la que confirmar química o encontrar indisolubilidad. Los equipos se construyen así, cribando perfiles para encontrar el equilibrio. Y Míchel encantado de ser escuchado en el mercado, del mismo modo que se apoya en un traductor para que su mensaje llegue claro a los jugadores árabes de la plantilla.
Así llegó Nacho, por ejemplo. No es casual que el excapitán blanco diera el sí al Al Qadsiah. Nacho se informó, habló y le encajó irse con Míchel porque no se encontraría un equipo de estrellas individualistas y un proyecto sin bases firmes. Eso es lo que ha buscado el técnico junto con Antón. Una nómina de futbolistas de nivel pero comprometidos con hacer equipo y competir, internacionales todos ellos, operaciones muy razonables, futbolistas algunos con proyección, otros contrastados, sin precios inflacionados…
Son los delanteros Aubameyang (Marsella/9 millones) y Julián Quiñones (mexicano que llega de América por 14 kilos a sus 27 años); los centrocampistas Ezequiel Fernández (argentino de 22 años de Boca por el que han pagado casi 20 millones) y Nahitan Nández (uruguayo que llega libre del Cagliari con 28 años); los defensas Gastón Álvarez (oro charrúa, este de 24 años por el que pagaron 24 kilos al Getafe), Nacho (libre a sus 33 años) y un joven español recién llegado, Carlos Jiménez, 18 años y procedente del Levante, uno de los dos sub 21 que debe fichar cada club; y el portero belga Casteels (32, libre desde el Wolfsburgo).
Con estos mimbres, Míchel irá piano piano, pero a todas luces es un equipo que, aunque en construcción y necesitado de un tiempo de maduración, puede optar a cosas grandes. Y eso que no llegó Morata, cuando estaba todo acordado. Una decepción que el club en general y Míchel en particular no olvidarán fácilmente, por todo lo que supuso de negociación y de trabajo para que el delantero la tumbara cuando solo quedaba su firma. El propio Nacho se fue a la cama esa noche pensando que compartiría esta aventura con Morata y al día siguiente se encontró con lo contrario.