REAL ZARAGOZA

Kily González y la histórica pelea a puñetazos en San Mamés con Lizarazu: "Me dijo el presidente que o me ubicaba o se encargaría de que no jugara más en España"

El argentino rememora su paso por Zaragoza en una charla con Relevo.

Kily y Lizarazu se pelean en el Athletic-Zaragoza de la 96-97./archivo
Kily y Lizarazu se pelean en el Athletic-Zaragoza de la 96-97. archivo
Hugo Cerezo

Hugo Cerezo

En un primer capítulo de la charla en Buenos Aires con el Kily González se abordó su presente y futuro y su pasado en el Valencia. Reabrimos aquí el capítulo previo a su aterrizaje en Mestalla, su llegada desde Boca a Zaragoza. Cuando La Romareda era plaza grande, donde se peleaba por títulos y se disfrutaba de jugadores de la talla de Morientes, Poyet, Dani García, Gustavo López. Donde un crío de Rosario empezó a crecer a base de golpes, dados y recibidos, para acabar volando más allá del cierzo.

Kily habla de su pelea con Lizarazu. HUGO CEREZO

¿Cómo se dio tu fichaje por el Zaragoza?

Fue fuerte, porque hay un famoso partido aquí que jugamos Vélez-Boca en cancha de Vélez, a nosotros nos echan a dos jugadores, expulsan a Maradona, y quedamos con nueve jugadores. Ganábamos 0-1 y perdimos 5-1. Yo tenía 20 años, en ese Boca los más chicos éramos Verón y yo y los que corríamos y metíamos y daban a la pelota y corríamos, no importaba, éramos nosotros. Había gente de España que vino a ver el partido. Pedro Herrera, que era el secretario técnico de Zaragoza, el papá de Ander (que en una entrevista me nombró a mí porque estaba ahí en Zaragoza y nos veía a nosotros). Es todo una cosa muy loca. Y dice, 'me encanta el flaquito ese, el chaval ese, me gusta cómo juega, cómo se entrega y lucha y pelea…'. Había un dirigente de Boca al lado y dijo 'déjame hablar con Mauricio Macri', que en ese momento era el presidente, 'porque me parece que lo quiere vender'. '¿Cómo con 20 años, en Boca, con Maradona, lo quiere vender?'. Y resulta que fue así, se juntó con el jefe, me llamó Macri a su casa con mi papá y me dice 'está esta posibilidad, para mí tienes que irte, estamos en un momento de locura que se vive en el mundo Boca que repercute para bien o mal de todos lados. Yo creo que es el momento de que pegues un salto'. Y me fui. Había cumplido 21 años hacía nada, y terminé yendo a Zaragoza. Así de rápido.

¿No hubo una puja por ti ni nada?

No, no, fue como que tú estás viendo un partido y dices, 'me gusta ese chaval y qué posibilidad hay'. Y dice, 'sí, y bueno, vamos a negociar'. Y negociaron y arreglaron el dinero [el Zaragoza pagó 400 millones de pesetas, 2,4 de euros].

¿Qué sabías de Zaragoza antes de llegar allí?

Imagínate. Previo a que yo llegué estaban El Negro Cáceres, Esnáider, Rambert, y el que sí estaba era Gustavo López. También Poyet, que me aferró así [simula un abrazo]. Gustavo tenía 31 años, me fui a vivir al lado de él y es como que me arropó su familia, su mujer, yo estaba solo, ya que fui con mis padres, pero cuando mis padres volvían yo me quedaba con él. Para mí era todo nuevo, todo extraordinario, un chaval de 21 años, estar ahí en Europa, que uno siempre soñaba. Fue una de las etapas más fuertes de mi vida, que me hizo crecer mucho también. Ahí está donde uno empieza, desde la madurez o desde la locura con la que uno vive el fútbol argentino, a encontrarse con situaciones que te hacen entender que es con la misma impronta pero desde otro lado en la toma de decisiones.

[Aquí el Kily rememora una pelea con Lizarazu que dio la vuelta al mundo. La memoria le falla, le cayeron cuatro partidos y no los seis que él recuerda].

Caso puntual, yo me agarro a hostias, perdón la palabra, con Lizarazu, en un Athletic-Zaragoza. Nos pusieron como 12 partidos de sanción a los dos. Había sido terrible. A mí me llama el presidente [Alfonso Solans] y fíjate, tengo 50 años, me pasó con 21 y todavía lo recuerdo y trato de comentárselo a los chicos. Yo pensaba 'me echan'. Ese partido era el partido del Plus. Mis padres estaban en mi casa. Imagínate a mi padre. Cuando llegué a Zaragoza, mi mamá estaba despierta pero mi papá se había ido a dormir, me quería matar por la vergüenza deportiva que había sentido él, que yo le estaba haciendo sentir a él. Al otro día el presidente me cita al club, y me dice, 'mira, yo te voy a decir una cosa, si tú no acomodas la azotea, el techo, como decimos nosotros, yo automáticamente te rescindo contrato. Y me encargo no solamente de que no juegues en Zaragoza, sino de que no juegues en España, porque esto aquí no es así. Entonces ahora te vas a ir a Argentina, te vas a ir y vas a volver cuando nosotros te llamemos'. 'Pero…'. 'No, no, no, esta noche te vas a Argentina'. Y me fui a Argentina. Llegué a mi casa y digo, 'nos tenemos que ir'. Y me vine un mes a Argentina. De 12 nos lo bajaron a 8 y de 8 a 6. Al mes me llaman. Yo entrenando en Argentina. Esto no lo conté nunca. Y llego a Zaragoza, me quedaban dos semanas para volver a jugar. Y empiezo a entrenar. Y cuando entro al partido en La Romareda me empieza a silbar todo el estadio. Yo dije 'epa, ¿qué pasa aquí? Y me di cuenta de que esto iba por otro lado'.

Sí, mi impronta, luchador, peleón, todo, pero hay cosas que no se hacen. Entonces, como digo siempre, el fútbol, las situaciones que uno transita y vive, te hacen darte cuenta. No es solamente los valores de tu casa. El aprendizaje te da continuamente ejemplos, desde todos lados. Desde el respeto, la educación, el interpretar cuándo hablo, cuándo no, saber que siempre hay gente que es mejor que tú, hay gente que es inferior a ti, pero no confundirse porque somos todos iguales. Esas cosas te las va dando el fútbol y vas aprendiendo y sí, seguí de la misma, me peleaba, pero ya no con la locura de querer agarrarme a trompadas con alguien dentro de un campo.

¿Hablaste una vez con Lizarazu?

Nos encontramos en un partido de Champions, nos saludamos bien. Pero la locura, las reacciones que yo tenía, no me siento orgulloso de ellas, ni mucho menos. Me dije 'yo estoy loco', esto por aquí no va. Aparte esto no es que pasó y ya, estas cosas marcan y permanecen de por vida.

Kily González reflexiona sobre el camino del futbolista. HUGO CEREZO

En lo deportivo, había mucho equipo para tan poco resultado (mitad de la tabla en dos años).

Ese plantel había ganado la Recopa y la Supercopa los años anteriores, la primera con un gol de Nayim, que seguimos hablando hoy en día. Tenían un gran equipo. Después el equipo jugaba muy bien y no teníamos resultados. Estaba Víctor Fernández de técnico. Pero no podíamos ganar. Más allá de que nos salvamos tranquilamente, pero las últimas 7-8 fechas estábamos con el tema del descenso y estar ahí... Me acuerdo de que ganamos un partido en Tenerife que fue importante. Ahí ya nos salvamos del descenso, pero fue un equipo que demuestra que los grandes nombres no te garantizan absolutamente nada. Esto es una lucha continua de intentar siempre, más allá de la jerarquía, del prestigio que uno tiene. Es cada día competir con el otro. Y lo que hiciste, con eso no se juega, con el pasado o con tu palmarés. Porque hay gente que tiene hambre y el hambre no se pierde nunca, el hambre de competir, de gloria, eso es lo que te moviliza. A mí lo que me movilizó siempre fue que me enamoré de la pelota por ese fuego sagrado que me genera el fútbol, competir con mis amigos, de jugar a la pelota, divertirme, pero era eso. Desde chiquito juegas a la pelota. Después empiezas a jugar al fútbol, porque hay entrenadores que te empiezan a dar conceptos, dónde te posicionas, de qué manera, pero mientras tanto es jugar a la pelota. Entonces no hay que olvidarse de dónde estuviste o todo el camino que recorriste para llegar a ese momento mágico… El mío me acuerdo que fue cuando me mandaron un, mira si soy viejo, un telegrama a casa. Decía 'el señor Cristian González tiene que estar el lunes 20 de tal para firmar su primer contrato profesional'. Y como le digo a los jugadores, ¿te olvidaste de eso? ¿Te olvidaste del abrazo con tu mamá? ¿Las lágrimas?'. Mira, se me ponen los pelos de punta. '¿De eso te olvidaste? Si eso fue lo que te movilizó, todo lo que hiciste para llegar a eso'. Y desde ahí construyes tu carrera sin olvidarte de eso, porque eso es lo que te moviliza. Cuando olvidas eso, es estar por estar o priorizar la plata. ¡No! La gloria te lleva a la plata. Esto va de la mano.