Julio Salinas guarda 30.000 chapas de cava en casa: "No bebo, pero me fui de una boda con 600"
El delantero atiende a Relevo para repasar su carrera, siempre cerca de la portería rival, y cuenta cuál es su 'hobbie'.
Julio Salinas (Bilbao, 1962) ha vivido del gol, algunos tremendamente inverosímiles, y de su simpatía. En Madrid, Barcelona, La Coruña, Gijón, Vitoria y hasta en Yokohama, en Japón. Que le pregunten a Txiki Begiristain, que vivió en persona sus singulares andanzas asiáticas... Pero sigue siendo bilbaíno, imposible disimularlo. Afincado en Premià, en el Maresme, la zona tropical de la comarca del Barcelonès desde hace años. Ganó la primera Copa de Europa de la historia del FC Barcelona, club que cumple 125 años en una semana. Jugó para Cruyff, para Clemente y para Mané, entre otros, a su manera tres genios. Ha colaborado en programas de tele como Mira quién Baila y Famosos al Horno, además de ser comentarista de radio, de tele, y firmar la contraportada de Mundo Deportivo. Está casado con Olga, con la que tiene dos hijos, Aitor y Claudia, y es un torbellino imparable, que juega a golf y a pádel y se sabe el mejor de largo. Julito es mucho.
¿Por qué fue usted delantero centro?
Porque siempre me ha gustado marcar goles.
¿Y por qué jugó en el Athletic?
Porque soy de Bilbao y el que nace en Bilbao es a muerte del Athletic. Si hubiese nacido en Barcelona seguramente hubiera jugado en el Barça. Mi sueño siempre fue ser delantero centro del Athletic y jugar con mi hermano. Y lo cumplí porque, además, llegamos a jugar juntos en la Selección, que es lo máximo. Mi hermano era mi ídolo y siempre he querido parecerme a él. No en lo futbolístico, siempre lo he dicho: yo preferiría jugar como jugaba yo, no como jugaba él, porque me gusta más ser delantero, pero en el aspecto humano me gustaría tener su carácter. Somos especiales y hemos crecido juntos, jugado juntos, hemos estado siempre juntos. Hasta hemos hecho juntos la mili.
¿Dónde hizo la mili?
De voluntario en Bilbao, 18 meses. Un chollo, un pelotazo, por decirlo de alguna manera. Un enchufe, no sé la palabra. Un enchufe, tuvimos un enchufe. Iba todos los días, después de hacer el campamento, que lo hicimos 30 días en Vitoria, un mes. Es más, nos dejaron salir del campamento para jugar la final de juveniles contra el Real Madrid, aquel gol que metió Míchel por el lateral de la red. ¿Te acuerdas? En el Calderón.
Claro. Un robo.
Un descaro. Luego jugaba el Barça contra el Sporting. Pues mi hermano y yo salimos de la mili, salimos del campamento ese, salimos un día del campamento para jugar esta final en Madrid con el pelo rapado. Luego en Bilbao estábamos en telecomunicaciones, en el gobierno militar, iba todos los días vestido de militar a coger las cartas. Yo lo único que hacía era bajar a las ocho y media de la mañana a coger las cartas, las subía a un despacho, las dejaba y me marchaba a Lezama con mi hermano a entrenar. Mi hermano creo que dormía allí incluso uno o dos días. Yo no. En telecomunicaciones era jodido, porque en aquella época a los vascos no les dejaban estar.
¿Por qué?
Por la situación de Euskadi. Por ETA, a los vascos no nos dejaban estar, podían pensar que... no sé, la verdad. Pero que el enchufe que teníamos era muy bueno, ¿entiendes? Entramos ahí porque teníamos un familiar que nos enchufó, uno que estaba casado con una prima mía y él nos enchufó. Si no, era imposible. La gente del Athletic iba a Garellano a hacer la mili, puteados, por decirlo de alguna manera, y pringaban. Patxi y yo tuvimos suerte.
Patxi tiene una hija con un novio futbolista, eso debe de ser duro, ¿no?
¿Y? ¿Qué problema tienes? Lo importante es que sea buen chaval, es lo más importante, y Carlos es un buenazo, es un buenazo, eso es lo más relevante. Al final el futbolista tiene mucha fama. El futbolista tiene una profesión como cualquier otra. Al final hay gente de todos los colores. El futbolista tiene la fama de mujeriego, pero es fama solo.
¿Usted lo ha sido?
¿Mujeriego? Qué va. Yo no, yo nunca. La fama te la ponen. De mí decían que era el soltero de oro, porque un tío que tiene 30 años y está soltero, no es lo normal. Cuando tienes 30 años parece que dices, joder, 30 años, ¿y tú cómo vas a estar soltero con todas las tías que hay? Entonces, la gente no lo ve normal. Incluso alguno dice que eres homosexual, por decirlo de alguna manera.
¿En los vestuarios de fútbol no hay homosexuales?
¡Pues los habrá! Pero yo no he visto nunca, yo no he visto nunca.
¿O no los has querido ver?
No, no, no lo he visto, no, no, porque no he visto, no he visto. Imagino que habrá como en todas las profesiones, pero yo no lo he visto, es decir, yo no lo he visto sinceramente. Si no, te lo diría, no tengo ningún problema. Si hay alguno que igual te engaña y está contigo así, y casado, como se ha visto muchas veces... Bueno se engaña a él.
¿Era mejor metiendo goles o ahora, coleccionando chapas de cava?
Soy bueno coleccionando chapas, ¿eh? Tengo una gran colección.
¿Y cómo le dio por ahí?
Pues muy sencillo: en el 2010, mi primo, que es de Vitoria, me dijo que era coleccionista, uno de los mejores coleccionistas, y me decía que ya que vivía yo en Barcelona, pues quería chapas, que le buscara cuando fuera a un restaurante. Yo no sabía qué era eso, ¿qué chapas ni chapas? Y me dijo: eso que va arriba del champán, en el tapón. Entonces empecé a pedir en los restaurantes. Y cuando subía a Vitoria, cada dos meses, le llevaba muchas. De golpe 300 o 400, le daba muchísimas. Al cabo del tiempo empecé a guardar las que tenía repetidas. Lo más curioso es que no bebo, porque no me ha gustado nunca. En Navidad bebo un poco de sidra El Gaitero pero nada más. Las chapas de cava son bonitas cuando las ves, todas son chulas.
¿Cuántas tiene?
Unas 30.000. Me pasó una anécdota, mira. Cuando yo empezaba se casó mi cuñado, aquí en Sant Vicenç de Montalt, en un castillo que hay arriba. Yo estaba empezando a hacer la colección. Entonces, cuando se casa, le pido al camarero que si me pueda dar chapas, y me dice '¿haces colección?'. Y yo digo, sí, tenía unas 300. Y me dice 'pues espera, cuando acabe mi turno te voy a traer placas'. Y joder, acaba su turno, imagínate, después de la comida, y el tío igual me trajo 600. Y ya me ves allí en la boda. Y claro, me aparté, y mi mujer mosqueada: '¿Dónde vas?'. Ahora vuelvo, ahora vuelvo. Me fui con él, con las 600 placas al coche.
Ahora debes de ser un experto del copón...
Sí, soy un muy buen coleccionista y soy uno de los mejores, sí. Porque, vale, no es un problema de cantidad, es un problema de calidad. Y el problema es más calidad, porque ahora hay muchas en el mercado. Además, yo hago cava.
¿Cómo? ¿Cava Julito Salinas?
No, no. Yo lo que hago es diseñar mis propias placas. Yo diseño y he llegado a un acuerdo con una bodega de Sant Sadurní d'Anoia que embotellan con mis placas.
Estas chapas, o placas, ¿son tan «peculiares» como sus goles?
La gente siempre decía que marcaba lo difícil y fallaba lo fácil. Al final es un tópico. Yo metí goles increíbles, difíciles de marcar.
Ronald (Koeman), y no solo él, también muchos compañeros, siempre dice que afortunadamente no metió usted el gol de la final de la Copa de Europa.
Estuve a punto. ¡Pero qué va a decir él! Me lo merecía yo. El que se mereció meter el gol fui yo. Yo he marcado goles bonitos y algunos peores. Pero he metido goles importantes, eso no me lo puede negar nadie.
¿Recuerda más su primer gol o el último?
Yo recuerdo el último porque el último fue en San Mamés, me despedí en San Mamés, con el Deportivo Alavés. Un partido que perdimos 2-1 y yo marqué el gol.
¡Cómo olvidarlo! ¿Meter un gol en San Mamés es especial?
Claro. Y más si le metes un gol a tu equipo, siempre es especial. Pero en San Mamés, a quien sea. Es especial, pero al final yo creo que también tiene mucho que ver el partido y lo que signifique. Lo que signifique, es decir, no es igual meterle un gol al Celta, por decir un equipo, o al Leganés, o a cualquier otro, en un partido que no te juegas nada, que sea el cuarto a un equipo según te juegues. Yo, por ejemplo, cuando metí el gol con el Depor en Barcelona, para mí fue especial ese gol. Porque te jugabas la Liga, era el Camp Nou.
¿Ese gol se celebra?
Hombre, pues claro, ¿cómo no vas a celebrar un gol si es una alegría inmensa? Un gol no se puede explicar. Es que es una alegría inmensa y, sobre todo, si te juegas algo importante.
¿Y en un Mundial es diferente?
Pues imagínate. Jugar un Mundial es lo más grande. Imagino a Iniesta qué debió sentir... debió ser la hostia. Si no te puedes contener. Yo creo que es al contrario, la falta de respeto es no celebrarlo, para mí eso es una falta de respeto, es una gilipollez porque niegas el cariño a tu gente y a tu club y yo siempre he mostrado el cariño a todos los clubes donde he estado, porque yo marcaba un gol con Barça y yo soy del Barça y lo celebraba.
¿Usted es del Barça? ¿Pero no era del Athletic?
Mira, yo soy del Barça y del Athletic, estoy harto de repetirlo, la gente se me enfada en Bilbao. Yo tengo un padre y una madre y los quiero igual, no me hagan elegir.
¿Y quién quiere que gane?
Pues según el momento. Si es una final de Copa, prefiero que gane el Athletic, significa mucho más para el Athletic. Pero en la Liga la mayoría de las veces prefiero que gane el Barça porque el Barça suele jugarse la Liga.
Athletic, Atlético, Barça, Dépor, Sporting, Japón... ¿Dónde fue más feliz?
No te lo vas a creer, pero es verdad: en todos, porque cada uno tuvo su momento, pero... Pero el equipo que mejor me ha tratado fue el Sporting. Me sentía Romario. Ha sido la mejor afición y mira que la del Athletic era como de mi familia, con la del Barça conecté, pero lo de Gijón no lo esperaba, fue acojonante. Cuando llegué El Molinón me cantaba "Salinas, Bota de Oro". Pensé que se estaban riendo porque era un tío con 34 años, que estaba ya retirado, y cuando me llamaron les pedí que me dejaran probar a ver cómo estaba físicamente. Entrene un día y me sentí de fábula. Total, que en el primer partido el campo me gritaba "Bota de Oro". Pensé en serio que me vacilaban, pero no, qué va, luego enseguida vi su cariño por las calles. Fue increíble, increíble, acojonante. Es verdad que cuando jugábamos en otros campos me cantaban "Salinas, bota de mierda", pero bueno.
¿Es verdad que cobraba un kilo por gol en el Alavés?
Cierto, sí, es verdad, sí. En el Barça cobrábamos por partido. Se llamaban PPJ. Es decir, tú jugabas un partido y cobrabas un dinero por el partido. No sé si eran 300.000 pesetas o algo así. Yo fui un jugador importante en una época que marcó la historia en el Barça. Por eso, al final, cuando hablas del Dream Team, yo estoy entre ellos, por decirlo de alguna manera. Al final, en el Dream Team, pues hay ocho o nueve jugadores que somos, digamos, los más conocidos, o emblemáticos, o busca la palabra.
Anda que lo pasaron mal...
Hicimos un grupo importante de vascos y catalanes, con Ronald, Michael... Los vascos éramos experimentados, internacionales que habíamos ganado títulos aunque éramos jóvenes y luego venía un grupo de jóvenes catalanes muy majos. Había mucha energía y yo puse la alegría. Yo era la alegría del vestuario del Dream Team. Yo metí la alegría, hacía las quinielas... Ponía la chispa porque aquel grupo, fue una historia de alegría y buen ambiente. ¡Si fuimos capaces de hacer un programa de televisión, Fantàstic, que tuvo un éxito de cojones!
Johan les quería matar. A usted, Pep, Zubi, Use, Alexanko, Txiki...
Pero no lo consiguió, nos pusimos cabezones. No lo quitó, ¿entiendes? Pero me refiero a que hicimos un grupo de cojones. La prueba está en que con el paso del tiempo ahí estamos todavía, ahí estamos la mayoría de la gente oye.
Johan les dijo, salid y disfrutad, y usted decía: «En una final no se disfruta, se sufre».
De entrada yo no escuché nunca lo de "salid y disfrutad", esa versión es muy relativa, hay muchas maneras de decir eso, pero yo no he disfrutado nunca en un partido de fútbol. Porque al final yo estoy con una tensión increíble para ganar. Ese día tenía que meter un gol. Y aquella final, además, si la llegamos a perder nos morimos. Johan me avisó el jueves de que iba a jugar la semana siguiente y pasé cuatro días fatal. Si la perdíamos nos moríamos. Porque después de perder la del 86, esa final la teníamos que ganar. Pero metimos el gol, me cago en Dios. Disfrutar se disfruta cuando acaba el partido. En la celebración, si ganas, claro.
¿Qué papel jugaban Alexanko y Zubi en aquel equipo?
Fundamentales. Tali era el capitán, el alma, digamos, hay gente que aunque no juegue mucho es imprescindible. Era el puto jefe. Zubi era liderazgo, personalidad. Eran los comandantes de esa nave, eran los que mandaban en el grupo, en el vestuario. Y Zubi en la Selección igual, era un líder.
Usted vivía con Cruyff y cuando dejaba el equipo y se iba con el equipo estatal le esperaba Clemente. ¿Eran muy diferentes?
Mucho, muy diferentes. Bueno, yo empecé con Muñoz, tuve a Suárez y al final a Javi. Es tu amigo, Javi es amigo, todo lo que puede hacer por el jugador, lo hace. Por ti, da la vida.
¿Y Johan?
Johan no, Johan no te daba, Johan te la quitaba. Es decir, a ver, Johan para mí ha sido el mejor entrenador que he tenido, el mejor entrenador, pero a nivel de amistad, a nivel de protección nada que ver con Javi. Y ojo, Clemente en su época fue de los mejores entrenadores. Pero buen entrenador. Buenísimo. Era el mejor, era un genio a nivel táctico. Johan era otra historia, cambió la forma del fútbol, los entrenamientos, todo. Pero Javi tenía la calidad de motivar a los jugadores, de hacer grupo, la piña que hicimos en el Mundial del 94 cuando estábamos jodidos con la prensa porque en aquel momento había dos bandos...
Eh, a mí no me mire.
¡Ya sé, joder! Pero había dos bandos y estaba todo el mundo a hostias con nosotros, por todos lados. Y la facilidad que tenía Javi para hacer un grupo era increíble. Javi te protegía y te ayudaba en todo lo que podía. Mira, con Clemente si podía cobrar 200, cobraba 200. De hecho, cuando fiché por el Athletic me llamó al vestuario y aquello acojonaba, porque ahora casi manda más el jugador que el entrenador, pero entonces no, casi tenías hasta miedo al entrenador, no es como ahora. Me llamó y me dijo '¿qué chaval? ¿Por qué no firmas?'. Es que me ofrecen esto, no me acuerdo, era muy poco. Y él se fue a la directiva y me ayudó. Johan, me cago en Dios, te jodía los contratos. Johan te decía que tenías que ganar, igual menos de lo que ofrecía el club. Yo puedo ganar 20 ¿por qué tengo que cobrar 7? Porque lo digo yo, me decía. Johan, en ese tema del dinero, era un tío jodido.
También trabajó con Mané, un mito. ¡No conozco a nadie que hable mal de él!
Lógico. Con él muy bien. Cuando fichó por el Alavés en diciembre, llevaba cinco meses sin jugar, ya estaba retirado, sin jugar y me llama Mané, que quiere comer conmigo. Como con él, y me dice que me quiere para el equipo, que no habían podido fichar un argentino porque no había dinero y que yo puedo hacer una labor importante con mi experiencia, que no hace falta correr. Digo, joder, hoy en día en el fútbol... Yo estaba más acabado que Machín. Tenía 36 años y me dije 'joder, Julio, que tú en este equipo juegas cojo'. Y yo para quitármelo de en medio, dije, pues después de Navidades subo un día a entrenar y si me encuentro bien, pues... Y me lo pasé de puta madre. Llovía, un frío de cojones en Vitoria. Y mi hermano me decía "estás loco". Fui el máximo goleador los dos años.
Usted ha ido a tres Mundiales, como decía, con tres seleccionadores diferentes, ha metido -y también fallado- goles en todos lados, pero... ¿con qué Mundial se queda?
Diez años estuve en la Selección, sí, diez años seguidos en la Selección. Entonces no se jugaba tanto como ahora, pero estoy muy orgulloso. Metí goles importantes aunque es verdad que se me recuerda por fallar alguna ocasión. Ya me da igual, yo sé lo que hice, que no fue fácil.
¿Con qué gol se queda de su carrera?
¿De mi carrera? A ver, si tuviera que elegir, me quedaría con los de las finales. Son los que más recuerdo, el de la final de la Recopa con el Barça, que nos dio el triunfo, la final de la Copa del Rey con el Barça. En una final con el Athletic metí un gol y perdimos contra el Atlético de Madrid. Al final, claro, ese no es un gol tan importante, porque pierdes. Luego hay goles que siempre recordaré, como el que le metí al Barça con el Dépor. Es un gol que siempre te queda en la cabeza. Con el Dépor, con el Alavés, con el Barça, con el Atlético de Madrid, con la Selección española... siempre he metido goles.
¿El mejor con España?
En Irlanda, en la fase de clasificación al Mundial de Estados Unidos. Estábamos muertos porque si no ganábamos no íbamos....
Oiga, ¿por qué vive en el Maresme?
¿Por qué? Porque las casas en San Cugat eran carísimas. Yo vivía en Bilbao. Mi mujer es de Molins, la familia es de Molins, y buscábamos casa en San Cugat, al lado de Molins, pero no encontrábamos. Buscábamos un piso para cuando veníamos a ver a la familia. No había manera. Y entonces, un día después de jugar a golf, mañana de orgasmo, con birdies, pares, un día de genio, había jugado de cojones, una mañana espectacular de febrero con solecito y de puta madre, viene mi mujer a comer y nos decimos: joder, qué bien se está aquí. Entonces llamó una amiga de mi mujer y de Mara, de la mujer de Txiki, y le dijo que subiera a Premià a ver su zona, y claro, me encantó. Y los precios eran una tercera parte que en San Cugat. Decidimos venirnos a vivir. Mi mujer además estaba embarazada y aquí nos quedamos.
Suele ir a ver al Barça. ¿Qué le parece este equipo? ¿Tiene futuro?
Pues yo creo que muy bueno, porque esta juventud, chavales con una calidad increíble que juegan muy bien al fútbol... Y están bien dirigidos, porque al final muchas veces es importante que estén bien dirigidos. Lo que me ha sorprendido es el aspecto físico. Juegan bien, muy bien. Son jóvenes y tienen margen de crecimiento.
¿Y Lewandowski? ¿Lewandowski qué le parece?
Joder, es un fenómeno. No hay delanteros como Lewandowski. Ni como Kane.
Nivel Julito Salinas
Bueno, en mi época yo fui un jugador importante, pero no de esta calidad. Estamos hablando de jugadores únicos, jugadores que son top. Lewandowski está entre los mejores del mundo. Lewandowski son palabras mayores. Solo tienes que mirar su currículum de tantos años. Estás hablando de un jugador top. Hay jugadores buenos, jugadores especiales, y jugadores top. Él es un jugador top. A ver, Lewandowski está entre los diez mejores jugadores del mundo, de los mejores delanteros centros del mundo, de la historia.
Este Barça está llenando de futbolistas la Selección. Conoce bien a De la Fuente. ¿Qué le parece su trabajo?
¡Un crack, un tío supermajo! Es un fenómeno, un chaval de puta madre y la prueba de ello es que ha hecho un grupo formidable, sabe hacer grupos. Solamente tienes que mirar lo que ha hecho en el año y medio que lleva, dos títulos, pero sobre todo cómo juega la Selección, qué maravilla, qué espectáculo, y juegue quien juegue porque está fuera ahora Rodri, hace un equipo nuevo y ni se nota. Es el ambiente que hay en el grupo, lo ha conseguido. Y los jugadores le creen, juegue quien juegue. Y piensas, ¿cómo puede ir este tío a la Selección? Y luego juegan en la Selección y parece que son diferentes a los de los equipos, es otro nivel.
Por último, ¿con quién se iría mañana de viaje?
Con Patxi, mi hermano.