FÚTBOL FEMENINO

Inma Castañón, primera capitana de la Selección: "Lo más negativo de mi carrera fue el seleccionador"

La exfutbolista se ganó el apodo de 'la Maradona' por su fútbol. "No me gustaba nada su forma de ser", confiesa sobre el argentino.

Inma Castañón, durante la entrevista con Relevo en el colegio Karbo. /RELEVO
Inma Castañón, durante la entrevista con Relevo en el colegio Karbo. RELEVO
Mayca Jiménez
Michèle Novovitch

Mayca Jiménez y Michèle Novovitch

Sólo unos pocos aficionados a este deporte, la mayoría afincados en A Coruña, sabrían responder con seguridad a la pregunta de quién fue Inma Castañón. Y eso que se trata de la primera capitana oficial de la Selección española de fútbol femenino. Asturiana de nacimiento y gallega casi de adopción, Inma representa ese fútbol 'olvidado' al que se le pusieron tantas barreras que incluso ni ella misma era capaz de detectarlas.

Inma Castañón, primera capitana de la Selección española de fútbol femeninoMICHÈLE NOVOVITCH

"Sé que había muchas preguntas que eran indiscretas, pero yo nunca lo sentí así", cuenta en una entrevista en Relevo. Y admite haber sido "muy inocente" cuando le preguntaban en entrevistas si quería tener hijos o sobre aspectos de su vida personal. "Nunca pensé que me lo dijeran como algo machista. Yo lo veía normal. Son épocas diferentes y es difícil de entender", destaca.

"No recuerdo momentos incómodos. Me considero una privilegiada porque mi familia me apoyó", afirma. Aunque cuando es preguntada sobre qué decían sus padres de su fútbol, mira al suelo y hace ver en sus palabras cierta tristeza de una jugadora que se exigía "demasiado" para encontrar un reconocimiento que nunca recibió. "Mis padres nunca me dijeron que jugaba muy bien. Quizá eso me hizo seguir luchando y trabajando más para demostrárselo", indica.

«Nunca cobré un sueldo como jugadora»

Y continúa: "Por aquel entonces, simplemente me conformaba con jugar al fútbol. No lo hacía por dinero, sino por diversión. Lo era todo para mí. Nunca cobré un sueldo como jugadora. Sí que me pagaban los viajes en los equipos que jugué y me daban dietas en la Selección. Tampoco había contratos".

Inma Castañón, que fue una pionera sin quererlo, nació en la época equivocada y, bajo este error, ninguneó a las desigualdades para sembrar junto a otras compañeras la semilla de lo que hoy luce como un gran jardín. Su fútbol nació de la nada en las calles de Cudillero junto a sus hermanos y se hizo grande en una sociedad que no pudo resistirse a su calidad.

"Las señoras y los señores nos intentaban coger y dar con los paraguas cuando jugábamos en los campos de Pontevedra. Había gente que venía a vernos por curiosidad. Decían vamos a ver cómo corren y cómo juegan, esperando algo negativo. Luego, cuando venían a vernos la primera vez decían que jugábamos muy bien y volvían", puntualiza. Le respetaron, pero no fue suficiente, viéndose obligada a colgar las botas con 30 años tras una lesión de menisco y por la imposibilidad de compaginar el fútbol y el trabajo.

Dos ofertas millonarias y una decisión: quedarse junto a su familia

"Tras la lesión, me quedé sin musculatura en una pierna, tenía que viajar… No me quedó otra opción que dejar el fútbol pese a que era lo que más me gustaba. Aunque siempre supe que no era posible dedicarme al fútbol toda mi vida", asegura Inma, que vivió con normalidad la injusticia de un contexto que le empujó a rechazar una gran oferta del Oporto y otra de Francia.

"Me arrepiento de no haber sabido aprovechar esa situación y de no haber vivido esa experiencia como deportista. La verdad es que nunca me lo planteé. En Portugal me ofrecían un millón de pesetas para el club, medio millón para mí y un puesto de trabajo. Y yo lo rechacé...", empieza contando de una decisión que tomó para quedarse cerca de su familia y que ha dejado una gran espinita en ella.

"Ahora, daría todo por haber aceptado aquellas condiciones. No quise porque estaba a gusto aquí y las dos ofertas implicaban irme a Francia y Portugal lejos de mi familia. Ahora, con todos los recursos que hay, iría con los ojos cerrados. Si hoy en día se me plantea y tengo 20 años, me marcho a jugar", relata con nostalgia Inma desde los asientos de un estadio de Riazor donde un día cumplió su gran sueño con el balón en los pies y desde donde dio el salto a la Selección femenina.

Tuvo que fichar por un equipo para seguir yendo con la Selección

Ser internacional fue el culmen de su carrera. "Para mí lo más importante que había era jugar en la Selección y defender a tu país. Era algo especial. Y era lo máximo a lo que yo quería aspirar. En mi última etapa, tras desaparecer el Karbo, tuve que jugar un año en el Tradehi de Oviedo para seguir yendo a la Selección porque tenía que jugar en algún club". Un esfuerzo doble o incluso triple después de no terminar de encajar con el seleccionador, Teodoro Nieto.

«Lo más negativo de mi carrera fue el seleccionador»

"Lo más negativo que recuerdo de mi carrera fue el seleccionador. Él tenía una forma de jugar y yo otra. Intenté hacer todo lo posible para adaptarme, aunque sabía que no era yo en el campo con él como entrenador. Hice todo lo posible porque para mí era muy importante jugar en la selección. Pero es un gran lunar que tengo…", desvela Inma, que prefiere no hablar del conflicto actual en la Selección femenina. "Me falta información y contexto", señala, antes de remarcar que le hubiese encantado jugar "una Eurocopa o un Mundial".

La exjugadora profundiza en aquella época con el entrenador, que no había visto nunca un partido de fútbol femenino. "En nuestra época, en un primer momento lo pasamos muy mal. El seleccionador no tenía ni idea de fútbol femenino y nos daban unas palizas impresionantes en la preparación física. Teníamos unas agujetas horribles, pero compensaba con estar allí. La primera temporada fue horrible. Él no se daba cuenta de que no teníamos preparadores físicos ni nada por el estilo. Los inicios fueron duros en la Selección", recuerda.

De Asturias a Galicia, concretamente a A Coruña. Y viceversa. La carrera de Inma Castañón arrancó en su tierra natal, pasando por varios clubes donde empezó a llamar la atención de todos. Uno de los admirados por su talento cuando jugaba con el Camisas IKE, fue José Mañana, que no dudó ni un instante nada más verla en el campo.

El técnico del Karbo, un equipo fundado en un colegio del barrio de Los Maños en la ciudad coruñesa, le hizo una oferta para que fuera a jugar con ellos. "No había visto nunca a nadie jugar como ella", confiesa el exentrenador gallego, que no puede evitar emocionarse al recordar las gestas de su equipo, que fue el mejor de España a principios de los años 80, con cuatro títulos nacionales, equivalentes a las actuales Copas de la Reina (no había Liga), en 1981 (título no reconocido como oficial), 1983, 1984 y 1985.

Mañana convenció a la madre de Inma pagando también los viajes a A Coruña al hermano de esta para que no fuera sola. Era la única línea roja y este entrenador consiguió no sólo pagarle el viaje a los dos hermanos, sino que también la estancia. Así lideró a aquel equipo y logró dar confianza a la que por entonces se alzó como una de las mejores futbolistas del momento.

"Él me dio una confianza total y siempre dio su apoyo lo hiciera bien o mal y solo tengo un gran gracias para él", subraya Inma, en un intercambio de halagos entre los que un día fueron entrenador y jugadora. "Era la mejor. Muy buena compañera y muy buena jugadora a todos los niveles", insiste Mañana, que también fue protagoniza desde el banquillo de aquellos partidos en Riazor.

En el templo blanquiazul, donde Inma hoy mira a su alrededor con orgullo y emoción, la exfutbolista llegó a jugar un partido con el primer jugador español con un Balón de Oro, Luis Suárez, aunque fue en un torneo benéfico. Fue una época en la que se ganó ser llamada la 'Maradona'. Con el argentino compartía dorsal (ambos llevaban el '10') y espectáculo. Aunque les separaban más cosas de las que les unían, con una Inma que no se sintió del todo cómoda con aquella comparación.

«Maradona me gustaba como jugador, aunque no su forma de ser»

"Yo pensaba que era un halago demasiado grande. Maradona me gustaba como jugador, aunque no me gustaba nada su forma de ser. No había referentes femeninos y a mí me gustaba mucho por aquel entonces Quini, del Sporting. Porque era una persona más humana y me gustaba cómo se comportaba dentro del campo. Hay que saber ganar, perder y respetar al contrario y a todo lo que rodea el fútbol", asegura Inma Castañón, que atiende a Relevo en una entrevista en la que recorrió los diferentes escenarios que le llevaron a escribir su nombre en la historia del fútbol.

"Individualmente, yo tenía unas condiciones que eran innatas y si llego a jugar hoy en día no sé dónde hubiese llegado. Nosotras nunca tuvimos preparador físico, tácticas... Mi equipo, el Karbo, con todos los recursos que tiene el fútbol femenino ahora mismo hubiese sido una potencia", remarca Inma, que se ganó la llamada para la primera Selección oficial (hubo una años antes, pero no fue reconocida por la RFEF).

Inma, de jugadora a profesora del colegio Karbo: «No le conté a nadie que jugaba»

Para entonces ya vivía en A Coruña, donde el colegio le ofreció trabajar como entrenadora. Cuarenta años después, Inma sigue trabajando en este centro educativo del barrio de Los Maños. El colegio Karbo le dio los mejores años de su vida, junto al fútbol, y ella no ha querido separarse jamás de aquellas paredes, donde un día pudo ser lo que siempre quiso.

Su sueño con el balón se apagó y, con él, la figura de una estrella de nuestro fútbol que siempre se restó mérito y quiso guardar su gesta como un secreto: "Yo nunca le conté a nadie que jugaba al fútbol, tampoco a mis alumnos". 

Ahora, Inma ha curado aquella herida abierta que le produjo su adiós al fútbol para mirarlo desde fuera como una madre orgullosa de su hijo. "Nunca pensé que el fútbol femenino llegaría a lo que es ahora. Aunque todavía le queda un poquito para ser del todo profesional. Me costó mucho trabajo en el momento que dejé el fútbol para volver a ver fútbol femenino por televisión. Y en directo tardé mucho en ir a un estadio", destaca Inma, que ahora sí se siente una pionera.

"Los éxitos que tuvimos fueron claves para sembrar las primeras semillas del fútbol femenino", sentencia una jugadora con la que el fútbol y la sociedad siempre estarán en deuda y le lanza, décadas después, un 'Gracias, capitana'.