"Nunca me gustó el mercado de invierno; tengo dos casos buenos y uno malo..."
Para que todos los lectores lo tengan claro antes de seguir leyendo estas líneas, reconozco públicamente que no me gustan los mercados de invierno. Nunca me han gustado. Siempre lo he entendido como un recurso negativo para intentar justificar los resultados que no te han ido bien en la primera parte del campeonato o, sencillamente, un remiendo para intentar solucionar cosas que se han hecho mal. Además, al final, el mercado se reduce a los dos o tres últimos días. Por no decir al último. Hoy ya se ha cumplido un tercio del mercado y las operaciones en el fútbol español han sido mínimas. Tres o cuatro. A lo mejor, en la Premier, donde hay más dinero, sí salen compras y ventas más notables. Pero en el resto de los países se mueve poco la Bolsa.
Este año, al haberse celebrado el Mundial entre mediados de noviembre y diciembre, si podía haber sido un año bueno para fichar uno o dos jugadores que te pudieran completar la plantilla y coserte algún descosido. Si esos futbolistas hubieran llegado a sus nuevos destinos durante el Campeonato del Mundo, podrían haber trabajado 15 o 20 días con el resto del grupo y su influencia en el rendimiento podría ser mayor una vez que se abriese la ventana de fichajes.
Por las experiencias que he vivido en los clubes que he entrenado, existe poco margen de maniobra. Normalmente, para poder fichar, tienes que vender antes a jugadores. Dejen salir antes de entrar, solemos decir. Casi siempre tenemos el cupo de fichas cubierto y además el límite salarial también te marca mucho las opciones. Entrando en casos particulares, en mis equipos con los fichajes de invierno nos ha pasado un poco de todo. Tengo un caso negativo, muy negativo y otro par de ellos que me fueron bien, tanto de entrada como en los años posteriores.
Empiezo por el menos bueno. Enero de 2016. Me comenta el director deportivo del Eibar, Fran Garagarza, que tenemos posibilidades de fichar de forma inmediata a Kike García, un delantero centro que conocíamos bien de su paso por el Murcia y que estaba jugando en el Middlesbrough inglés. Gestiones y más gestiones y llega el 1 de febrero, último día y ahí seguimos. Que sí, que no. Fueron 24 horas de vértigo. La idea era firmarle un contrato de dos temporadas y media. Por sus características podría ser un jugador que nos reforzara de verdad, como luego se demostró.
Por la mañana, nos dicen que la operación para ese momento es imposible, pero unas horas después nos abren una ventana. Nos pusimos todos a trabajar: los consejeros, la dirección deportiva y yo mismo. Me acuerdo que llamé a Karanka, que era su entrenador, y a Víctor Orta, el director deportivo... para intentar aligerar la operación.
Me dijeron después que la inscripción se nos escapó por 60 segundos y que había sido un problema de los ingleses, no nuestro. La verdad es que me jorobó la situación, los interesados éramos nosotros y teníamos que haber forzado más la máquina, por decirlo de alguna forma. El contrato con el futbolista, dos temporadas y media, sí se llegó a firmar por lo que el Eibar tuvo que pagarle esos seis meses sin que pudiera jugar ni ningún partido. Fue muy duro para él y para todos.
Al final de temporada hicimos un stage por Estados Unidos donde jugamos cuatro partidos y ya debutó con nosotros, pero también fue un tanto traumático. A los 15 días se casaba y se tuvo que ausentar justo cuando podía echar una mano en casa después de haber estado seis meses entrenándose sin más.
En el lado positivo del mercado de fichajes de invierno, tengo dos casos. Uno el de Pape Diop, que le incorporamos en el Eibar procedente del Espanyol, y otro el de Fabián Orellana, que nos llegó cedido, primero, por el Valencia y después el Eibar ya lo fichó. El chileno nos llegó en el mes de diciembre y, prácticamente, pudo entrenarse con nosotros un mes antes de debutar. Esta es una de las pocas ventajas que encuentro a esta ventana, que el futbolista pueda estar integrado en la disciplina y pueda ser utilizado en el primer partido del mes de enero.
Anteriormente, en el Valladolid y en Osasuna, como las cosas nos iban bien, apenas tuvimos que asomarnos al mercado de invierno. Por eso decía antes que, en la mayoría de los casos, estos fichajes son parches que nunca sabes cómo te van a salir. Otra alternativa que sí explicaría la existencia de esta segunda posibilidad de fichajes sería dejar fichas libres en el mercado de verano. Precisamente para poder completar la plantilla en enero después de haber visto directamente las carencias que puedes tener. Si tienes 20-22 jugadores y ves que te falta un extremo o un lateral, ahí tendrías la posibilidad de reforzarte para la segunda vuelta... si tienes dinero, claro. Que esa es otra.