RUSIA

Guille Abascal: "En Rusia vivimos en una burbuja"

El actual entrenador del Spartak de Moscú rompe su silencio en Relevo tras la batalla campal que vivió ante el Zenit para repasar su meteórica carrera como entrenador.

Guille Abascal dirigiendo un entrenamiento del Spartak./GUILLE ABASCAL
Guille Abascal dirigiendo un entrenamiento del Spartak. GUILLE ABASCAL
Alonso Rivero
Samuel Silva

Alonso Rivero y Samuel Silva

Guillermo Abascal Pérez (Sevilla, 13 de abril de 1989) ha entrado de pleno derecho en el panorama futbolístico europeo. A sus 33 años, y con una importante mochila de experiencias en los banquillos de tres países diferentes, desde el pasado mes de junio es el entrenador de un gigante dormido como es el Spartak de Moscú. En la capital de Rusia, donde hoy día no deja de ser un país agitado por un conflicto bélico y donde más de uno se pensaría en acudir a trabajar. Ahora le toca descansar por el parón invernal debido al crudo general invierno ruso. Y desde su Sevilla natal atiende a Relevo.

Llega puntual a la cita en el Restaurante de uno de sus hermanos (LaLola, de Javi Abascal). Parece algo más relajado, después de unos días dónde no lo ha pasado bien tras el enfrentamiento entre jugadores en el último partido copero que enfrentó a su Spartak con el Zenit. Le ha dado tiempo a reflexionar sobre lo sucedido. Ha aprovechado estos primeros días de descanso visitando tres países en apenas 10 días: visita obliga a su hermano en Francia y visita a Moses, exjugador de Inter o Chelsea entre otros, que ultima su recuperación tras su lesión. Guille no pierde el tiempo.

Guille Abascal hablando sobre su pasado en el FC Barcelona.

¿Por qué dejó de ser futbolista tan joven?

En el camino he encontrado la respuesta. Cuando jugaba, la verdad, no me divertía. Yo tomé una decisión de la que estoy muy contento. Por el pasado tan prematuro en el Barça hubiera terminado lleno de frustración. Estar en un club así te genera un ambiente de élite, aunque el fútbol te demuestra después que eso no es así. Paré en el tiempo justo para tomar el camino que he tomado.

¿Qué siente con 18 años para decidir dejarlo?

Te das cuenta que vas a entrenar y no quieres. Vas a un partido y no tienes motivación. No tenía ni la motivación por mí mismo y me fijaba más en mis compañeros. Me preocupaba por resolver el problema de los demás antes que los míos. Me di cuenta que no disfrutaba. Con 18 años, cuando ves que llegan las 16.00 horas y sólo temes el ir a entrenar, es un síntoma claro para dejarlo.

¿Le marcó alejarse de tu familia?

Me marcó para bien porque me ha enseñado a vivir solo. Han pasado 20 años y la mayor parte fuera de casa. Lo tomé con la excitación de cualquier niño que se va al Barça, pero cuando llegué tampoco encontré mi sitio aquí en Sevilla.

¿Tiene claro desde el primer momento que quiere ser entrenador?

No. Hay un proceso de frustración que hay que digerir. Lo notas en tu familia y amigos. ¿Este no es el niño que se fue al Barça? Por qué ahora está en el Nervión. Muchas preguntas, muchas dudas. Dudas de volver, pero no encontré las fuerzas ni la motivación. Por eso tardé. Yo lo sufrí porque creía que tenía que complacer a la gente y me di cuenta que tenía que ser feliz yo.

Recuerdos de Barcelona.

El Barcelona te instruye, te da un nivel de excelencia, una identidad y muchos valores de exigencia, pero no existe luego otro Barcelona. Igual que a mí me fue mal, a otros les ha ido bien.

¿Compañeros que llegaron?

Casi todos los de mi generación: Jordi Alba, Botía, Bojan, Giovani do Santos, Raúl Baena… Y del Sevilla, por ejemplo, Cala.

¿Se centra en los estudios y es a través de ellos cuando se da cuenta de que quiere ser entrenador?

Termino de jugar. Me encuentro en primero de Ciencias del Deporte con un profesor que era el jefe de metodología del Sevilla, Alfonso Solana, que es capaz de darme respuestas a ciertas preguntas que mis entrenadores no supieron darme. Todas aquellas charlas me dieron la llave para saber que quería ser entrenador.

Está en la cantera del Sevilla y decide irse a Suiza.

No fue una decisión fácil, había que experimentarla. Los resultados en Chiasso salen y nos dan la oportunidad de salvar al Lugano. El Lugano venía de Europa League y estaba a un punto del descenso. Se han ido sumando procesos para llegar a cada equipo y allí, con 27 años, tenía a jugadores como Janko y Ledesma. Me dio muchas lecciones ese corto periodo en Suiza.

Y luego a Italia.

A mí siempre me ha gustado el fútbol italiano. Pero una cosa es verlo y otra vivirlo. Yo me fui al Ascoli y algunos pensaron que era un paso atrás, pero para mí fue algo maravilloso. Viví como entrenador trabajar en un segundo equipo, que el primero fuera mal y cogerlo. Que fuera bien y el club decida poner a otro, un cúmulo de situaciones que te marca una línea de decisiones.

Pasó también por Grecia (Volos).

Grecia es un campeonato muy diferente. Me encuentro una liga un paso por detrás de España o Suiza. Mucha diferencia entre los de arriba y los de abajo. Además tenía mucha mezcla de culturas y el futbolista alarga su etapa de adaptación. Vivimos partidos importantes: ante AEK, Panathinaikos, Olympiakos… Siendo un club pequeño aprendí cómo afrontar un partido contra equipos grandes. Si uno va buscando como entrenador procesos, Grecia no es un buen lugar. En un sitio para vivirlo y ya.

Regresas a Basilea, primero de asistente, luego como entrenador…

Basilea se encontraba en un periodo de cinco años sin ganar un título. Allí tenía un proyecto de dos años y medio. Primero estoy de consulting, luego ayudo al entrenador a desarrollar la idea de juego. No llegaron los resultados y me tocó asumir el banquillo. En 10 días me encontré partido ante el Zurich que iba primero y la eliminatoria de Conference contra el Marsella. Yo pensaba que tendría tiempo para desarrollar el proyecto, ya no sólo para ganar sino para mantenerlo en el tiempo. Me encontraba muy bien. Pero todo se dio muy rápido y tuve que tomar una decisión.

Llega la oferta del Spartak de Moscú. ¿Se lo tuvo que pensar mucho?

Entiendo el fútbol como algo que tiene que divertir, debe identificarse con el pueblo o el club al que vas. Lo alejo de la político. Pensé que era un momento de desarrollar este proyecto. Tenía en mi memoria ese Spartak que había ganado 5-1 al Sevilla y un equipo que a nivel europeo ha hecho cosas importantes. Desde fuera lo veía de una forma, pero desde dentro me encontré un gran potencial y lo grande que es en Rusia. También me influyó mucho la persona que estaba de director deportivo, Luca Cattani. Me transmitió la tranquilidad de desarrollar el proyecto con la lógica incertidumbre de cualquier cambio. Estoy contento con la decisión que tomé y muy identificado con todo.

Han roto muchos datos negativos en poco tiempo. ¿Le ha sorprendido lo rápido que ha funcionado?

Soy sincero. Todos los entrenadores tenemos retos. El Spartak venía de quedar décimo en liga. Un equipo llamado a luchar por el título y sin cambiar prácticamente la plantilla. A nosotros no nos sorprende porque la cultura de trabajo que tienen es muy férrea, una educación futbolística muy buena y jugadores que tienen mucho respeto a su club y a su afición, lo que nos ha favorecido para obtener resultados. Para mí es básico el ambiente que hemos generado que hace que el mensaje del entrenador cale más rápido. No creo sólo en el trabajo del entrenador, soy de creer en mi staff, en la comunicación diaria y ese mix ha hecho que todo llegase rápido. Las expectativas ahora se ponen más altas pero es normal.

El técnico del Spartak asegura que los jugadores y el cuerpo técnico viven en una burbuja.

¿La situación del país afecta al trabajo diario?

En la parte personal no nos está afectando. Vivimos en una burbuja. 12 horas de trabajo, de casa a la ciudad deportiva y viceversa, hotel, partido… pero sí se nota en los viajes. Ahora los viajes de 1 ó 2 horas se convierten en viajes de 6 horas. Hemos llegado a estar 19 horas de viaje y muchos de ellos en autobús, pero nunca he visto peligrosidad.

¿Han cambiado muchas cosas en el día a día con la guerra?

Muchas tiendas han cambiado de nombre pero poco más. Starbuck se llama Star, pero el café es el mismo. Sigo encontrando productos españoles como el aceite. No tenemos un tiempo excesivo de ocio para explorar todo, pero no hemos tenido ningún problema en nuestro día a día.

Es tremendamente joven. ¿Ha sido un hándicap en la relación o el trabajo diario con sus jugadores?

Entiendo tu pregunta, pero tendrías que preguntarle a los jugadores. En mi proceso personal sé que he mejorado. Nunca he sentido que la edad fuera un problema. El jugador necesita sinceridad, claridad y honestidad y eso le he dado. Cada jugador es diferente y yo no trato a todos por igual. También hay que diferenciar aquel que lleva 15 años en la élite y aquel que está esperando. El jugador aprecia sentirse valorado, que le ayudes como entrenador y que seas justo, y lo más justo no es ser igual con todo el mundo, yo en eso sí creo.

Guille Abascal comenta lo que sucedió en la pelea entre el Zenit y el Spartak.

¿Qué pasó ante el Zenit ¿Cómo lo vivió?

Está claro que cada club mira lo que pasó con su prisma. A día de hoy se le ha ganado al Zenit después de cinco años, con tres goles de diferencia después de 21 años, creo que eso ha afectado. Después el formato de la Copa de la que estoy a favor ha hecho que nos enfrentemos. Ese partido obligaba al Zenit a ganarnos 4-0 y creo que cuando fueron pasando los minutos empezó a generar una frustración que explotó en una agresividad desmesurada que hay que condenar. Nosotros intentamos separar, pero fue imposible. El árbitro mientras va sacando tarjetas recibe una patada de un jugador del Zenit. Condenando obviamente todo lo que pasó, creo que su frustración la hemos generado por nuestro rendimiento deportivo. Ellos el año pasado se sentían muy superiores y eso este año ha cambiado.

¿Qué más pasó?

Algún empujón nos llevamos, pero luego coincidimos en el vuelo a Estambul y todo quedó en el terreno de juego. Los que se equivocaron lo van a pagar y hay que aprender de aquello.

¿Ha notado que el Spartak es un grande de Rusia?

En cada hotel, en cada ciudad, en cada estadio hay una marea rojiblanca. Eso hace sentirte casi siempre como en casa y eso es un plus para el jugador. Tener esa sensación de generar todo eso en el país nos da mucha responsabilidad.

¿Ve lejana la opción de entrenar a su Sevilla?

No pienso en ello porque cada paso que he dado en mi carrera nunca lo he planificado y no quiero llevarme ninguna frustración. Si tiene que llegar, llegará. Y llegará si hago bien las cosas. El Spartak me puede dar estabilidad, un proyecto y tiene las condiciones muy similares a otros equipos que luchan por títulos, que dentro de su país tienen unas expectativas muy altas, que tienen presión y seguimiento. Yo adoro ambas. No tiene la prisa excesiva por su pasado más reciente, pero si tiene la exigencia de su pasado más histórico y eso con los jugadores jóvenes y veteranos que tenemos, que ya saben lo que es ganar es una combinación perfecta. Me siento partícipe del proyecto, tengo el apoyo del club y puedo crecer con estos futbolistas. El futuro dirá pero sin llamar al futuro. Nunca he entrenado en España y sería algo por experimentar.