FÚTBOL FEMENINO

El circo de los horrores del Pomigliano femenino revela contratos falsos, impagos y acoso: "Estás hermosa en tu foto de perfil, ¿estás en casa?"

La denuncia de cuatro de sus futbolistas a FIFPro avergüenza al fútbol femenino.

El Pomigliano femenino. /FIFPro
El Pomigliano femenino. FIFPro
Sandra Riquelme

Sandra Riquelme

"FIFPRO ha sabido que, tras un partido contra el Nápoles, en abril de 2024, un miembro del cuerpo técnico del Pomigliano CF golpeó a una jugadora en la cara y la llamó zorra. Fue después de que él intentará agredir a una jugadora rival sobre el campo".

El relato encoge el corazón. Los testimonios de cuatro futbolistas, desvelados por FIFPro (la Federación Internacional de Asociaciones de Futbolistas Profesionales) avergüenzan al mundo del fútbol. A través de sus vivencias, la jugadora A, la jugadora B, la jugadora C y la jugadora D -han preferido mantener su anonimato- descubren el circo de los horrores del club italiano en torno a su equipo femenino.

El Pomigliano se fundó en 2019. Tras dos años de existencia, ascendió a la máxima categoría del fútbol femenino italiano. Duró tres temporadas: el curso pasado, descendió tras quedar en última posición, con un balance de 12 puntos en dos victorias, seis empates y 18 derrotas.

El curso fue caótico. Con cuatro entrenadores diferentes y un amago de abandono del torneo incluido. Tras su descenso, el club -que milita en una liga regional amateur- prescindió de su sección femenina. Aunque pueda parecer lo contrario, teniendo en cuenta las circunstancias, para muchas supuso un alivio.

«Tenía los auriculares puestos, miré hacia atrás y estaba en el pasillo mirándome fijamente...»

El primero de los testimonios, la jugadora A, cuenta cómo el Pomigliano amenazó con emprender acciones legales contra ella si no jugaba a pesar de sufrir una grave lesión en el hombro, por la que necesitaba ser operada. Tras negarse a pagar la cirugía, el club italiano rescindió su contrato. Sin que ella lo supiera. Se enteró a través del sindicato de jugadoras italianas.

"Llevé al club un informe que decía que necesitaba operarme, pero lo ignoraron y mi nombre seguía figurando en la lista de convocadas para el partido", recuerda. "Empecé a recibir mensajes amenazantes del club diciendo que si no presentaba a los entrenamientos, a pesar de la lesión, me llevarían a juicio. Al día siguiente de hablar con ellos sobre la operación, presentaron un acuerdo mutuo de rescisión de contrato en la liga".

La jugadora A dio a luz a su primer hijo el año pasado. A día de hoy, le deben cuatro meses de su salario. "Cuando pasan los meses y no recibes el dinero y tienes otras facturas que pagar, es difícil", describe.

A la jugadora B todavía no le han abonado ninguna mensualidad del curso 2023/24. Además, antes de fichar, le prometieron una habitación propia en un apartamiento. Según FIFPro, acabó compartiendo una habitación llena de moho con otra compañera del equipo. La futbolista añade que el departamento médico del club se limitaba a un médico y dos masajistas: "No tenían a nadie que atendiera a las jugadoras que volvían tras lesión. Utilizaron botellas de agua congelada durante el primer mes porque la máquina de hielos no funcionaba".

"Obligaban a las jugadoras a ir a la iglesia, no importaba si eras musulmana o atea, era obligatorio para todas"

Jugadora del Pomigliano

El texto se convierte en un bucle eterno atroz. Otra jugadora, la C, afirma que nunca pasaron un reconocimiento médico antes del inicio del curso: "Sólo hicimos cardio". Las lesiones se fueron sucediendo y "el presidente entendió que no querían jugar y se negó a organizar los desplazamientos del equipo y tuvimos que compartir coche".

La jugadora C acaba confesando la penúltima historia surrealista. "No se merecían tener un equipo de fútbol femenino. Obligaban a las jugadoras a ir a la iglesia, no importaba si eras musulmana o atea, era obligatorio para todas. Si existe alguna posibilidad de que quieren volver a formar un equipo, no debería suceder", sentencia.

Todo vuelve a ir a peor cuando la jugadora D, la última en narrar su testimonio, aparece en escena. Al llegar al club - residía fuera de Europa y le prometieron un visado que acabó consiguiendo por sí misma ante las mentiras del Pomigliano-, un empleado se puso en contacto con ella. El trabajador en cuestión, debido a la labor que desempeñaba dentro del club, tenía las llaves de todos los apartamentos de las jugadoras.

Tal y como relata la jugadora en FIFPro, solía entrar en sus casas sin previo aviso y alegando que estaba enseñándoles la vivienda a los posibles inquilinos. "Una mañana, estaba limpiando mi apartamento y estaba con una camiseta y en ropa interior. Tenía los auriculares puestos, miré hacia atrás y estaba en el pasillo, mirándome fijamente. Yo no estaba vestida entera y le dije que saliera", comienza. "Dijo que necesitaba mostrarle el a unas personas, pero nunca nos informó de que iba a venir, ni siquiera llamó a la puerta, simplemente, entró. Me pareció inapropiado. Terminé comprando una cámara y tengo imágenes de personas entrando a mi habitación cuando yo no estaba allí, sin conocimiento previo ni advertencia", termina.

Hay más. El mismo individuo le pidió varias veces que saliera a cenar con ella. La jugadora se negó -de forma repetida- y los mensajes siguieron: "Quiero pasar una velada contigo", "Te habría abrazado para que te sintieras menos sola", "Estás hermosa en tu foto de perfil, ¿estás en casa?".

A día de hoy, las jugadoras, con la ayuda de la AIC -la Asociación Italiana de Fútbol- han iniciado las correspondientes acciones legales para cobrar sus salarios y las indemnizaciones derivadas. Esperan que sus testimonios pongan en alerta a las futbolistas sobre este tipo de situaciones.