Un penalti y expulsión del VAR condena e indigna al Athletic
Espen Eskas, colegiado noruego, rompió el partido en una jugada plaga de errores arbitrales.

Es muy difícil que a un árbitro de absoluta élite como los que pitan en Europa League pierda el control de un partido en una sola jugada. A pesar de lo remoto de la frase, ha ocurrido en la ida de las semifinales entre el Athletic Club y el Manchester United. Espen Eskas, colegiado noruego, pitó el partido en San Mamés. Las horas previas estuvieron muy caldeadas, pero no por la animadversión entre las aficiones.
Todo discurrió con calma en la ciudad de Bilbao hasta que empezó el encuentro. De la nada se hizo el silencio en las calles y rugió La Catedral. El partido había comenzado, 90 minutos de los 180 que decidirán uno de los finalistas de la Europa League. El Athletic se mostró muy superior en el césped. La primera mitad, hasta llegada a la media hora, estuvo dominada por los locales.
Hasta casi se celebra un cabezazo de Iñaki Williams que no se fue para dentro por escasos centímetros. Todo pintaba bien para la parroquia athleticzale, hasta que llegó la jugada fatal. Una secuencia que comenzó con una falta no pitada a Galarreta, continuó con el balón llegando a la zona de Alejandro Garnacho, no sin antes tocar en su brazo.
😱 El VAR llamó al arbitro para revisar el agarrón de Vivian... ¡y señaló penalti y roja en contra del @AthleticClub!#TodoPasaEnTuBar pic.twitter.com/NH8BuXN3uM
Bar TV (@bar_tv) May 1, 2025
De nuevo, sin señalar nada, el colegiado siguió de cerca una jugada que terminó en un centro al área. En el centro de la acción, Dani Vivian y Ramus Hojlund. En la riña entre ariete y zaguero salió victorioso este último. Vivian cuerpeó y agarró al delantero del United. Hojlund se fue al suelo y reclamó penalti. San Mamés enloqueció viendo la reclamación, pero la sala VAR todavía tenía que decir la última palabra.
Espen Eskas detuvo el juego. Bruno Fernandes esperaba ansioso conocer si lanzaría el penalti, o el saque de esquina con el que acabó la acción polémica. Desde la sala VOR llamaron al monitor al árbitro principal. Hasta allí se fue el noruego, perseguido por una plantilla del Athletic perpleja que creía que no había pitado dos acciones punibles antes de un penalti dudoso.
Más de tres minutos ante el monitor, con más de 52.000 personas silbando a todo el nivel que les permitían sus pulmones, terminaron en una pena máxima. San Mamés estalló en contra el árbitro. Todavía faltaba lo peor: expulsión directa a Dani Vivian. Al mostrarle la cartulina roja, el central de Vitoria comenzó a reir. Parecía una secuencia de comedia, como si siguiera durmiendo la siesta en el Hotel Carlton antes de llegar al estadio. No fue un sueño, más bien destrozaron el de toda una afición que se veía con papeletas para tumbar a uno de los equipos más grandes de Europa.
Por el camino le cayó una tarjeta amarilla a Yuri Berchiche por quejarse. Pero la puntilla llegó con el tanto de Bruno Fernandes. Ni se escuchó a la afición del United, todo el estadio estaba gritando en contra del colegiado noruego. Antes de acabar la primera mitad, el United volvió a marcar, dejando así a la plantilla rojiblanca completamente destrozada. Una secuencia plagada de errores había dejado al Athletic sin alma. Con el pitido de la primera mitad, Espen Eskas se negó a hablar con ningún jugador local. Ni Iñaki Williams, capitán tras la sustitución de De Marcos, logró dialogar con el árbitro. San Mamés entró en colera ante tal decisión del colegiado... y todavía quedan 45 minutos.